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Giancarlo Ibargüen

Redacción
09 de marzo, 2016

El 9 de marzo de 2016 vive hacia el interior de Dios un hombre de fe. En su recorrido de vida fue siempre un caballero de fe. La aprehensión a la vida lo llevó siempre de la mano de la verdad y de la libertad.

Muchos, en distintos lugares describirán su itinerario de vida. Otros resaltarán sus cualidades desde múltiples perspectivas. Muchos marcarán su acción como un punto de referencia de una época. Muchos cederán a la tentación de olvidar lo fundamental en aras de lo laudatorio.

En la vida de los seres humanos nos sostiene la fe y es ella la que ilumina la vida de los bienhechores. Me inspira escribir para todos aquellos que dudan frente a la adversidad y que carecen de esa duda teórica que hace ver la vida con todos sus infortunios como existencialmente posible.

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Giancarlo Ibargüen acrisoló su vida y alejó de sí toda intolerancia, fundamentalismo para asirse siempre de la providencia y guardar su vida en la fe de los que creen críticamente.

Giancarlo a quien honro póstumamente vivió la libertad, la transmitió a su familia y ejerció su influencia irradiando compromiso y veracidad en todos los confines geográficos e intelectuales. No se empeñó en la penosa búsqueda de una verdad sino que arrancó con poderosa energía de su vida interior la fe necesaria para encaminarse por sí mismo hacia la libertad.

Muchas veces en ambientes indiferentes a su trabajo, adversos a su idea de fe en la libertad, trató con decoro y apoyó sus ideas a gente que predicaba la verdad negando su eficacia. Sería un trágico error no reconocer que encontró en su camino adversarios que no distinguieron jamás el valor de su persona y se volvieron intolerantes a sus derechos y con espontanea vileza lo conminaron al olvido.

Muchos usurparon su espacio intelectual y al hacerlo crearon ese abismo entre la institución que tanto cuidó y la organización que rechazó sus ideales y sus valores para convertirse en la antítesis de su valioso pensamiento liberal. Ahora veo en muchos un fardo de afirmaciones autoritariamente impuestas sobre su obra aunque ejercieron sobre su vida una tiranía espiritual y social.

Sería también un deplorable desliz cerrar ese abismo con palabras sobre su vida vacías de contenido y manchadas por quienes las dicen con una conciencia nefasta que alardea de sus conquistas intelectuales y que con excesiva frecuencia olvidan que la vida se acrisola sola. Giancarlo es un campeón de la libertad y hoy celebramos su encuentro con la realidad de la vida que siempre impulsó en todo ámbito y lugar. Ser siempre, siempre fiel a sus principios.

Honro la memoria de Giancarlo como hombre de bien y de fe.

Giancarlo Ibargüen

Redacción
09 de marzo, 2016

El 9 de marzo de 2016 vive hacia el interior de Dios un hombre de fe. En su recorrido de vida fue siempre un caballero de fe. La aprehensión a la vida lo llevó siempre de la mano de la verdad y de la libertad.

Muchos, en distintos lugares describirán su itinerario de vida. Otros resaltarán sus cualidades desde múltiples perspectivas. Muchos marcarán su acción como un punto de referencia de una época. Muchos cederán a la tentación de olvidar lo fundamental en aras de lo laudatorio.

En la vida de los seres humanos nos sostiene la fe y es ella la que ilumina la vida de los bienhechores. Me inspira escribir para todos aquellos que dudan frente a la adversidad y que carecen de esa duda teórica que hace ver la vida con todos sus infortunios como existencialmente posible.

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Giancarlo Ibargüen acrisoló su vida y alejó de sí toda intolerancia, fundamentalismo para asirse siempre de la providencia y guardar su vida en la fe de los que creen críticamente.

Giancarlo a quien honro póstumamente vivió la libertad, la transmitió a su familia y ejerció su influencia irradiando compromiso y veracidad en todos los confines geográficos e intelectuales. No se empeñó en la penosa búsqueda de una verdad sino que arrancó con poderosa energía de su vida interior la fe necesaria para encaminarse por sí mismo hacia la libertad.

Muchas veces en ambientes indiferentes a su trabajo, adversos a su idea de fe en la libertad, trató con decoro y apoyó sus ideas a gente que predicaba la verdad negando su eficacia. Sería un trágico error no reconocer que encontró en su camino adversarios que no distinguieron jamás el valor de su persona y se volvieron intolerantes a sus derechos y con espontanea vileza lo conminaron al olvido.

Muchos usurparon su espacio intelectual y al hacerlo crearon ese abismo entre la institución que tanto cuidó y la organización que rechazó sus ideales y sus valores para convertirse en la antítesis de su valioso pensamiento liberal. Ahora veo en muchos un fardo de afirmaciones autoritariamente impuestas sobre su obra aunque ejercieron sobre su vida una tiranía espiritual y social.

Sería también un deplorable desliz cerrar ese abismo con palabras sobre su vida vacías de contenido y manchadas por quienes las dicen con una conciencia nefasta que alardea de sus conquistas intelectuales y que con excesiva frecuencia olvidan que la vida se acrisola sola. Giancarlo es un campeón de la libertad y hoy celebramos su encuentro con la realidad de la vida que siempre impulsó en todo ámbito y lugar. Ser siempre, siempre fiel a sus principios.

Honro la memoria de Giancarlo como hombre de bien y de fe.