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Un movimiento “chato y aburrido”

Redacción
15 de marzo, 2016

El movimiento indígena ha sido incapaz de ganar la mente de la mayoría de la población a favor de sus causas y agenda. ¡Ese es el reto de cara al Bicentenario! Por el contrario, hoy en día, hay un movimiento indígena carente de emoción, chato y aburrido. ¿No me cree? Entonces, le invito a que repase la lista de las y los líderes indígenas que están en el “top of mind”. Verá que, en su mayoría, son las mismas “estrellas” que irrumpieron, con fuerza, en el firmamento del liderazgo social de inicios de la década de los noventa. Pero la “luz” de estos líderes está cada vez más opaca, gris y en decadencia. Hay liderazgos emergentes, es verdad, pero todavía con un alcance limitado y poco conocidos a escala nacional –la incidencia de éstos está más focalizada en ciertos territorios del Altiplano y el Norte del país y de allí pueden emerger algunos liderazgos tipo revelación-.

Por otro lado, la narrativa y la línea discursiva del movimiento indígena sigue siendo, prácticamente, la misma. Aquí algunos ejemplos: a) 500 años de opresión y explotación; b) Seguimos en lucha y resistencia; c) El Estado racista opresor; d) La defensa de la Madre Tierra y el Territorio. En el campo de lo táctico, las acciones tampoco tienen nada de novedoso: a) Marchas campesinas, indígenas y populares; b) Bloqueos de carreteras; c) Foros, foros y más foros, donde lo que abunda son aburridos debates y discursos de líderes de “salón” que se venden como “expertos” y que gritan a diestra y siniestra, dizque “sesudas” recomendaciones –la excepción son diálogos y movimientos más comunitarios y de base-.

Algo hay que hacer para cambiar aquello. Primero, hay que empezar por reconocer que, como movimiento, el impacto sigue siendo limitado: escasa representación en el Congreso; agenda legislativa estancada; triunfo del NO en la consulta popular de 1,999; fracasadas candidaturas a la Presidencia de la República de personas y partidos indígenas. Esto tiene que cambiar. Hay que inyectarle un nuevo vigor y emoción al movimiento indígena. Para esto último, hay que tener presente aquello que dice uno de los más respetados científicos de la neurociencia moderna, Antonio Damasio: “No hay proyecto que valga sin emoción”.

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Para tener un movimiento indígena alegre, vigoroso, renovado y con un buen músculo político, hace falta una buena dosis de innovación y liderazgo. La creatividad puede empezar por darle una revisada a la simbología y los colores que se utilizan, por ejemplo, en el movimiento maya. En lugar de tener una “bandera maya” por qué no pensar en 22 coloridas banderas –una por comunidad lingüística-, junto con una bandera Xinka y Garífuna que, de paso, ayuden a afianzar la identidad. Si algo caracteriza al pueblo Maya, Garífuna y Xinka es el colorido y los símbolos: una muestra son todos los colores, alegres, que se utilizan en un Ceremonia Maya o los que hay en cada traje y güipil a lo largo y ancho del país.

Un movimiento indígena innovador podría hacer uso de la música, la danza y las nuevas tecnologías para conquistar la mente de la población. ¿Por qué no visualizar a Sara Curruchich como un nuevo ícono y símbolo y la voz renovada del movimiento indígena actual? ¿Por qué no apreciar a Raquel Pajoc, como otra voz influyente, convincente y cercana para ganar el corazón y la mente de los jóvenes a favor de la causa indígena? Para que se dé una idea: más de 300 mil personas han visto, en YouTube, el video de la canción Pa’ Capital, compuesta por el gran Fernando Scheel e interpretada por Pajoc.

Con relación a la narrativa, el nuevo discurso del movimiento indígena debe elegir muy bien las palabras y las frases de sus consignas. Demostrado está, también por la neurociencia, que escuchar y decir palabras con carga y connotación triste y negativa, activan una parte del cerebro que produce desesperanza. El nuevo discurso debe incluir palabras de alegría y esperanza que generen un “cerebro social” motivado y dispuesto a seguir luchando por un futuro mejor y feliz. Con más de 20 millones de teléfonos móviles, de acuerdo con datos de la SIT, y más de 4 millones de usuarios en Facebook, según un estudio del 2015 de iLifeBelt, el nuevo, vigoroso y alegre movimiento indígena debe hacer avanzar su agenda y sus causas en el territorio digital. Para ello, se debe ir, entre otras cosas, al ritmo que impone la velocidad de Twitter.

Solo el tiempo y los resultados nos dirán si el movimiento indígena inicia una etapa de introspección para, posteriormente, reinventarse. Por de pronto, hay que insistir en que es necesario inyectarle un poco de emoción a un movimiento que, ya se dijo, se ha vuelto muy chato y aburrido…

@bequerchocooj

Un movimiento “chato y aburrido”

Redacción
15 de marzo, 2016

El movimiento indígena ha sido incapaz de ganar la mente de la mayoría de la población a favor de sus causas y agenda. ¡Ese es el reto de cara al Bicentenario! Por el contrario, hoy en día, hay un movimiento indígena carente de emoción, chato y aburrido. ¿No me cree? Entonces, le invito a que repase la lista de las y los líderes indígenas que están en el “top of mind”. Verá que, en su mayoría, son las mismas “estrellas” que irrumpieron, con fuerza, en el firmamento del liderazgo social de inicios de la década de los noventa. Pero la “luz” de estos líderes está cada vez más opaca, gris y en decadencia. Hay liderazgos emergentes, es verdad, pero todavía con un alcance limitado y poco conocidos a escala nacional –la incidencia de éstos está más focalizada en ciertos territorios del Altiplano y el Norte del país y de allí pueden emerger algunos liderazgos tipo revelación-.

Por otro lado, la narrativa y la línea discursiva del movimiento indígena sigue siendo, prácticamente, la misma. Aquí algunos ejemplos: a) 500 años de opresión y explotación; b) Seguimos en lucha y resistencia; c) El Estado racista opresor; d) La defensa de la Madre Tierra y el Territorio. En el campo de lo táctico, las acciones tampoco tienen nada de novedoso: a) Marchas campesinas, indígenas y populares; b) Bloqueos de carreteras; c) Foros, foros y más foros, donde lo que abunda son aburridos debates y discursos de líderes de “salón” que se venden como “expertos” y que gritan a diestra y siniestra, dizque “sesudas” recomendaciones –la excepción son diálogos y movimientos más comunitarios y de base-.

Algo hay que hacer para cambiar aquello. Primero, hay que empezar por reconocer que, como movimiento, el impacto sigue siendo limitado: escasa representación en el Congreso; agenda legislativa estancada; triunfo del NO en la consulta popular de 1,999; fracasadas candidaturas a la Presidencia de la República de personas y partidos indígenas. Esto tiene que cambiar. Hay que inyectarle un nuevo vigor y emoción al movimiento indígena. Para esto último, hay que tener presente aquello que dice uno de los más respetados científicos de la neurociencia moderna, Antonio Damasio: “No hay proyecto que valga sin emoción”.

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Para tener un movimiento indígena alegre, vigoroso, renovado y con un buen músculo político, hace falta una buena dosis de innovación y liderazgo. La creatividad puede empezar por darle una revisada a la simbología y los colores que se utilizan, por ejemplo, en el movimiento maya. En lugar de tener una “bandera maya” por qué no pensar en 22 coloridas banderas –una por comunidad lingüística-, junto con una bandera Xinka y Garífuna que, de paso, ayuden a afianzar la identidad. Si algo caracteriza al pueblo Maya, Garífuna y Xinka es el colorido y los símbolos: una muestra son todos los colores, alegres, que se utilizan en un Ceremonia Maya o los que hay en cada traje y güipil a lo largo y ancho del país.

Un movimiento indígena innovador podría hacer uso de la música, la danza y las nuevas tecnologías para conquistar la mente de la población. ¿Por qué no visualizar a Sara Curruchich como un nuevo ícono y símbolo y la voz renovada del movimiento indígena actual? ¿Por qué no apreciar a Raquel Pajoc, como otra voz influyente, convincente y cercana para ganar el corazón y la mente de los jóvenes a favor de la causa indígena? Para que se dé una idea: más de 300 mil personas han visto, en YouTube, el video de la canción Pa’ Capital, compuesta por el gran Fernando Scheel e interpretada por Pajoc.

Con relación a la narrativa, el nuevo discurso del movimiento indígena debe elegir muy bien las palabras y las frases de sus consignas. Demostrado está, también por la neurociencia, que escuchar y decir palabras con carga y connotación triste y negativa, activan una parte del cerebro que produce desesperanza. El nuevo discurso debe incluir palabras de alegría y esperanza que generen un “cerebro social” motivado y dispuesto a seguir luchando por un futuro mejor y feliz. Con más de 20 millones de teléfonos móviles, de acuerdo con datos de la SIT, y más de 4 millones de usuarios en Facebook, según un estudio del 2015 de iLifeBelt, el nuevo, vigoroso y alegre movimiento indígena debe hacer avanzar su agenda y sus causas en el territorio digital. Para ello, se debe ir, entre otras cosas, al ritmo que impone la velocidad de Twitter.

Solo el tiempo y los resultados nos dirán si el movimiento indígena inicia una etapa de introspección para, posteriormente, reinventarse. Por de pronto, hay que insistir en que es necesario inyectarle un poco de emoción a un movimiento que, ya se dijo, se ha vuelto muy chato y aburrido…

@bequerchocooj