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Determinación

Betty Marroquin
20 de septiembre, 2016

Con esto del políticamente correcto, estamos cambiando las cosas a niveles que rayan en lo absurdo, todo por tratar de aparentar una realidad que no existe. Por ejemplo, si alguien decide estallar una bomba que hiere 29 personas, la lógica me indica que eso constituye un acto terrorista. Entonces, llamarlo cualquier otra cosa, es simplemente un insulto a la inteligencia de quienes entendemos que sólo un terrorista realiza una acción semejante. Si el fin ultimo del terrorismo es infundir el terror, valga la redundancia, y una bomba en pleno Manhattan hiere a 29 personas y causa tremendo caos, ¿qué es eso si no terrorismo? Supongo que el fin último de no llamarlo terrorismo es infundir confianza en la población y como diría el mítico Chavo del 8 “que no cunda el pánico”.

Vemos con frecuencia noticias que nos dicen que estamos al borde de la Tercera Guerra Mundial, si es que no inició ya. Entre el psicópata que gobierna Corea del Norte y los fanáticos musulmanes de toda nacionalidad (sirios, iraníes, afganos, paquistaníes, europeos y estadounidenses) el mundo pareciera estar condenado a vivir una tercera guerra, que sin duda sería nuclear. Los campos de batalla podrían estar lejos del Continente Americano, pero igual y nos afectaría en todo sentido (económico sobre todo). Leyendo los noticieros, especialmente las revistas especializadas como el Economist o Foreign Policy, o cualquiera de los medios más importantes del planeta (New York Times, Washington Post, WSJ, London Times, Financial Times etc) la información que nos llega es sumamente contradictoria, y en un sesenta por cierto, negativa. De noticias de que la tercera guerra inició, pasamos a masacres por todos lados, ataques terroristas a granel, crisis financiera y económica mundial, y acto seguido, nos cuentan de las últimas colecciones de las más prestigiosas casas de moda (con trajes que cuestan varios miles de dólares) y deportes (incluyendo contratos multimillonarios como si hablaran de dinero de Monopoly). Es pues confuso para el ciudadano común digerir todo esto, y puede resultar en una profunda apatía (para que hacer si ya estamos fritos), en un desinterés (hago y que me importa lo demás), en profunda preocupación (sufrir a priori todo el tema y vivir en constante temor), o a los que mejor nos va, balancearlo, sacarle raíz cuadrada y seguir adelante.

En el New York Times del 14 de septiembre recién pasado Anita Isaacs publicó una columna de opinión sobre Guatemala que al final nos dice que el intervencionismo de los Estados Unidos en nuestro país ahora es positivo porque son percibidos por sus antiguos enemigos (los guerrilleros y sus simpatizantes) como amigos ya que finalmente los Estados Unidos están en “el lado correcto” de la partida. Según ese artículo, el crimen organizado es el que gobierna Guatemala y es nuestro principal enemigo, ya que está infiltrado en todos y cada uno de los renglones del país, no hablo nada más de los entes gubernamentales. Ese crimen organizado es el que maneja el trasiego de drogas, de armas y el tráfico de personas.

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Ahora bien, como podemos combatir ese problema, cuando la percepción más que justificada en la población es que la justicia es demasiado blanda, cuando existe, con estos criminales. El día que los derechos humanos se adapten a la realidad actual, en la que no es el gobierno el principal violador de los mismos sino que son grupos ajenos a éste, ese día la población sentirá que tiene derechos humanos de nuevo. El día en que la pena máxima vuelva a ser aplicada, y se extienda a mareos, narcos y violadores, quizás no sean disuasivos, pero seguramente nuestro impuestos dejarán de ser usados para alimentar y curar a seres que no lo merecen. El exterior quiere que Guatemala controle al crimen organizado, pero no le da las armas para luchar contra él.

Nuestros policías están mal equipados para contrarrestar la fuerza que poseen los criminales. Cuando usan la fuerza para arrestar criminales, o para apaciguar revueltas en las sobre pobladas prisiones, son juzgados como criminales por usar la fuerza. Es decir, deben responder con pétalos de rosas a las balas y armas blancas de los asesinos. Y que decir de nuestros tribunales. Parece tener una agenda tan particular que entrarle a éstos casos les resulta cuesta arriba. Es así que las víctimas se sienten ignoradas, y los victimarios protegidos.

Mientras el mundo sea mundo, existirán las tragedias, las calamidades, las catástrofes naturales y causadas por la mano del hombre. Mientras el egoísmo, la ambición desmedida y el egocentrismo dirijan nuestras acciones, nada cambiará.

Nuestra democracia es frágil, y viene atacada a diario por quienes quieren imponer otro sistema. Los problemas que afrontamos, los retos, las necesidades, son urgentes y de vital importancia. Algunos medios irresponsablemente se esfuerzan por agrandar y empeorar las noticias, para capturar su audiencia. Otros reportan la noticia con objetividad. El gobierno trata de difundir lo positivo, pero esto viene frecuentemente ignorado y suplantado por lo malo que acontece. El ciudadano está cada vez más apático y desencantado. Y sin embargo, no todo está perdido. Aún podemos levantarnos, podemos seguir caminando hacia adelante, podemos crecer y mejorar. Está en nosotros, como individuos, como guatemaltecos. Cómo bien dijo Colin Powell “los sueños no se hacen realidad por arte de magia; requiere sudor, determinación y trabajo arduo”.

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Determinación

Betty Marroquin
20 de septiembre, 2016

Con esto del políticamente correcto, estamos cambiando las cosas a niveles que rayan en lo absurdo, todo por tratar de aparentar una realidad que no existe. Por ejemplo, si alguien decide estallar una bomba que hiere 29 personas, la lógica me indica que eso constituye un acto terrorista. Entonces, llamarlo cualquier otra cosa, es simplemente un insulto a la inteligencia de quienes entendemos que sólo un terrorista realiza una acción semejante. Si el fin ultimo del terrorismo es infundir el terror, valga la redundancia, y una bomba en pleno Manhattan hiere a 29 personas y causa tremendo caos, ¿qué es eso si no terrorismo? Supongo que el fin último de no llamarlo terrorismo es infundir confianza en la población y como diría el mítico Chavo del 8 “que no cunda el pánico”.

Vemos con frecuencia noticias que nos dicen que estamos al borde de la Tercera Guerra Mundial, si es que no inició ya. Entre el psicópata que gobierna Corea del Norte y los fanáticos musulmanes de toda nacionalidad (sirios, iraníes, afganos, paquistaníes, europeos y estadounidenses) el mundo pareciera estar condenado a vivir una tercera guerra, que sin duda sería nuclear. Los campos de batalla podrían estar lejos del Continente Americano, pero igual y nos afectaría en todo sentido (económico sobre todo). Leyendo los noticieros, especialmente las revistas especializadas como el Economist o Foreign Policy, o cualquiera de los medios más importantes del planeta (New York Times, Washington Post, WSJ, London Times, Financial Times etc) la información que nos llega es sumamente contradictoria, y en un sesenta por cierto, negativa. De noticias de que la tercera guerra inició, pasamos a masacres por todos lados, ataques terroristas a granel, crisis financiera y económica mundial, y acto seguido, nos cuentan de las últimas colecciones de las más prestigiosas casas de moda (con trajes que cuestan varios miles de dólares) y deportes (incluyendo contratos multimillonarios como si hablaran de dinero de Monopoly). Es pues confuso para el ciudadano común digerir todo esto, y puede resultar en una profunda apatía (para que hacer si ya estamos fritos), en un desinterés (hago y que me importa lo demás), en profunda preocupación (sufrir a priori todo el tema y vivir en constante temor), o a los que mejor nos va, balancearlo, sacarle raíz cuadrada y seguir adelante.

En el New York Times del 14 de septiembre recién pasado Anita Isaacs publicó una columna de opinión sobre Guatemala que al final nos dice que el intervencionismo de los Estados Unidos en nuestro país ahora es positivo porque son percibidos por sus antiguos enemigos (los guerrilleros y sus simpatizantes) como amigos ya que finalmente los Estados Unidos están en “el lado correcto” de la partida. Según ese artículo, el crimen organizado es el que gobierna Guatemala y es nuestro principal enemigo, ya que está infiltrado en todos y cada uno de los renglones del país, no hablo nada más de los entes gubernamentales. Ese crimen organizado es el que maneja el trasiego de drogas, de armas y el tráfico de personas.

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Ahora bien, como podemos combatir ese problema, cuando la percepción más que justificada en la población es que la justicia es demasiado blanda, cuando existe, con estos criminales. El día que los derechos humanos se adapten a la realidad actual, en la que no es el gobierno el principal violador de los mismos sino que son grupos ajenos a éste, ese día la población sentirá que tiene derechos humanos de nuevo. El día en que la pena máxima vuelva a ser aplicada, y se extienda a mareos, narcos y violadores, quizás no sean disuasivos, pero seguramente nuestro impuestos dejarán de ser usados para alimentar y curar a seres que no lo merecen. El exterior quiere que Guatemala controle al crimen organizado, pero no le da las armas para luchar contra él.

Nuestros policías están mal equipados para contrarrestar la fuerza que poseen los criminales. Cuando usan la fuerza para arrestar criminales, o para apaciguar revueltas en las sobre pobladas prisiones, son juzgados como criminales por usar la fuerza. Es decir, deben responder con pétalos de rosas a las balas y armas blancas de los asesinos. Y que decir de nuestros tribunales. Parece tener una agenda tan particular que entrarle a éstos casos les resulta cuesta arriba. Es así que las víctimas se sienten ignoradas, y los victimarios protegidos.

Mientras el mundo sea mundo, existirán las tragedias, las calamidades, las catástrofes naturales y causadas por la mano del hombre. Mientras el egoísmo, la ambición desmedida y el egocentrismo dirijan nuestras acciones, nada cambiará.

Nuestra democracia es frágil, y viene atacada a diario por quienes quieren imponer otro sistema. Los problemas que afrontamos, los retos, las necesidades, son urgentes y de vital importancia. Algunos medios irresponsablemente se esfuerzan por agrandar y empeorar las noticias, para capturar su audiencia. Otros reportan la noticia con objetividad. El gobierno trata de difundir lo positivo, pero esto viene frecuentemente ignorado y suplantado por lo malo que acontece. El ciudadano está cada vez más apático y desencantado. Y sin embargo, no todo está perdido. Aún podemos levantarnos, podemos seguir caminando hacia adelante, podemos crecer y mejorar. Está en nosotros, como individuos, como guatemaltecos. Cómo bien dijo Colin Powell “los sueños no se hacen realidad por arte de magia; requiere sudor, determinación y trabajo arduo”.

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo