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Pensamiento crítico en las elecciones 2019

Jorge Alvarado
11 de octubre, 2018

Las próximas elecciones generales del 2019 muestran una ausencia de liderazgos sumamente preocupante. En su momento debió ser presidente el Doctor Eduardo Suger e incluso el señor Ricardo Castillo Sinibaldi, entre otros personajes, que poseen una reputación inquebrantable. El común denominador de los próximos comicios, sin duda alguna, será la ausencia de personas “notables” que tengan pulcritud y un balance de vida que les respalde como una trayectoria académica, profesional, empresarial o de cualquier índole que sea comprobada.

Ante este escenario alarmante, hay que conservar la calma, inhalar una bocanada de aire puro y reconocer que la batuta se ha puesto a las órdenes de las nuevas generaciones. Esta, es una gran oportunidad si logramos que todos aquellos talentos, hasta ahora ocultos al ojo público pero notables en sus ámbitos de acción privados y comerciales, logren retomar el control del espacio público sería algo muy importante, aunque difícil.

Lo que sucede es que existe una intencionalidad manifiesta de la actual clase política de seguir causando en los ciudadanos de bien ese sentimiento de apatía hacia la política, ese rechazo generalizado que lo que en realidad busca, es que los “notables” de las nuevas generaciones pierdan el interés por entrar al mundo político para asegurar su supervivencia y continuar con sus prácticas mezquinas.

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El pensamiento divergente es una fuente muchas veces de rechazo, porque por lo regular se le teme a lo diferente o a lo desconocido, pero este ejercicio en realidad permite en algunas circunstancias construir cosas nuevas. Esto, es muy importante porque la creación de la opinión y pensamiento divergente genera un antagonismo como si pensar diferente fuera malo. Por el contrario, es enriquecedor y es mejor aun cuando se puede sostener con argumentos.

Sobre todo, la opinión y el pensamiento divergente genera un conflicto y nos ha enseñado a hacer intolerantes, autoritarios y hasta agresivos con quien piensa diferente, ¡craso error! Porque la riqueza se encuentra en el intercambio de las ideas, en el respeto mutuo. Lamentablemente, nos han enseñado a que cuando alguien nos critica, no está de acuerdo con nosotros u opina de forma contraria o le caemos mal y empezamos a tomar las cosas personales cuando no debería de ser así.

Para términos de imagen pública hay que estar conscientes que los liderazgos emergentes en Guatemala no llenan ninguna de las expectativas de cara al proceso electoral 2019. Ante la anomia de un Estado incompetente con un modelo agotado, disfuncional, perverso y cooptado que ya no aguanta más, hay que empezar a poner atención en la producción de liderazgos existentes que están ahí, pero que por ningún delirio de locura se atreverían a participar en política.

¡Lo que tenemos hoy en día es lo que hay!  Políticos reciclados, la mayoría con no muy buena reputación, aunque ellos piensen lo contrario.  Ese, es el gran problema que muchos de los políticos y burócratas no entienden, que la imagen personal enmarcada dentro de la imagen pública. Una cosa es “como te ves, otra distinta como te ven y otra muy diferente como te gustaría que te vieran”. Hay quienes aún no tienen clara estas diferenciaciones, por lo que ellos creen que son la mejor opción, los mejores, los ungidos, lo que todo mundo está esperando, pero no contrastan esas realidades intrínsecas con la realidad exterior, pues muchas personas las perciben de forma totalmente distinta.

Es necesario educarnos para desarrollar una cultura política más ágil, más deductiva que nos permita tomar decisiones más calificadas para delegar ese poder representativo que no debe ser ostentado por pervertidos. Ahora bien, el problema es mucho más profundo porque no solamente es la clase política, sino también un sistema diseñado para la cooptación, nepotismo, así como un sistema negligente

En suma, ¿qué nos deparan las elecciones generales del 2019? No es que se tenga que ser pesimista, pero el panorama se ve desalentador. Lo peor sería sucumbir ante los mismos de siempre. A propósito. aclaro no es que no haya talento, no es que no haya liderazgos. Lo que sucede es que existe tanto temor de entrar a la cosa pública porque hoy en día ser político o trabajar en la administración pública es sinónimo de corrupción e impunidad, es sinónimo de abuso de poder, de enriquecimiento ilícito y de todos los derivados por culpa de una clase política mediocre.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Pensamiento crítico en las elecciones 2019

Jorge Alvarado
11 de octubre, 2018

Las próximas elecciones generales del 2019 muestran una ausencia de liderazgos sumamente preocupante. En su momento debió ser presidente el Doctor Eduardo Suger e incluso el señor Ricardo Castillo Sinibaldi, entre otros personajes, que poseen una reputación inquebrantable. El común denominador de los próximos comicios, sin duda alguna, será la ausencia de personas “notables” que tengan pulcritud y un balance de vida que les respalde como una trayectoria académica, profesional, empresarial o de cualquier índole que sea comprobada.

Ante este escenario alarmante, hay que conservar la calma, inhalar una bocanada de aire puro y reconocer que la batuta se ha puesto a las órdenes de las nuevas generaciones. Esta, es una gran oportunidad si logramos que todos aquellos talentos, hasta ahora ocultos al ojo público pero notables en sus ámbitos de acción privados y comerciales, logren retomar el control del espacio público sería algo muy importante, aunque difícil.

Lo que sucede es que existe una intencionalidad manifiesta de la actual clase política de seguir causando en los ciudadanos de bien ese sentimiento de apatía hacia la política, ese rechazo generalizado que lo que en realidad busca, es que los “notables” de las nuevas generaciones pierdan el interés por entrar al mundo político para asegurar su supervivencia y continuar con sus prácticas mezquinas.

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El pensamiento divergente es una fuente muchas veces de rechazo, porque por lo regular se le teme a lo diferente o a lo desconocido, pero este ejercicio en realidad permite en algunas circunstancias construir cosas nuevas. Esto, es muy importante porque la creación de la opinión y pensamiento divergente genera un antagonismo como si pensar diferente fuera malo. Por el contrario, es enriquecedor y es mejor aun cuando se puede sostener con argumentos.

Sobre todo, la opinión y el pensamiento divergente genera un conflicto y nos ha enseñado a hacer intolerantes, autoritarios y hasta agresivos con quien piensa diferente, ¡craso error! Porque la riqueza se encuentra en el intercambio de las ideas, en el respeto mutuo. Lamentablemente, nos han enseñado a que cuando alguien nos critica, no está de acuerdo con nosotros u opina de forma contraria o le caemos mal y empezamos a tomar las cosas personales cuando no debería de ser así.

Para términos de imagen pública hay que estar conscientes que los liderazgos emergentes en Guatemala no llenan ninguna de las expectativas de cara al proceso electoral 2019. Ante la anomia de un Estado incompetente con un modelo agotado, disfuncional, perverso y cooptado que ya no aguanta más, hay que empezar a poner atención en la producción de liderazgos existentes que están ahí, pero que por ningún delirio de locura se atreverían a participar en política.

¡Lo que tenemos hoy en día es lo que hay!  Políticos reciclados, la mayoría con no muy buena reputación, aunque ellos piensen lo contrario.  Ese, es el gran problema que muchos de los políticos y burócratas no entienden, que la imagen personal enmarcada dentro de la imagen pública. Una cosa es “como te ves, otra distinta como te ven y otra muy diferente como te gustaría que te vieran”. Hay quienes aún no tienen clara estas diferenciaciones, por lo que ellos creen que son la mejor opción, los mejores, los ungidos, lo que todo mundo está esperando, pero no contrastan esas realidades intrínsecas con la realidad exterior, pues muchas personas las perciben de forma totalmente distinta.

Es necesario educarnos para desarrollar una cultura política más ágil, más deductiva que nos permita tomar decisiones más calificadas para delegar ese poder representativo que no debe ser ostentado por pervertidos. Ahora bien, el problema es mucho más profundo porque no solamente es la clase política, sino también un sistema diseñado para la cooptación, nepotismo, así como un sistema negligente

En suma, ¿qué nos deparan las elecciones generales del 2019? No es que se tenga que ser pesimista, pero el panorama se ve desalentador. Lo peor sería sucumbir ante los mismos de siempre. A propósito. aclaro no es que no haya talento, no es que no haya liderazgos. Lo que sucede es que existe tanto temor de entrar a la cosa pública porque hoy en día ser político o trabajar en la administración pública es sinónimo de corrupción e impunidad, es sinónimo de abuso de poder, de enriquecimiento ilícito y de todos los derivados por culpa de una clase política mediocre.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo