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La paz empieza por ti

Un esfuerzo consciente hacia procesos de paz, por mínimo que sea, en un efecto domino, provoca una respuesta de modelaje, haciéndose llegar su replica más y más lejos.

Diana Brown |
22 de marzo, 2022

La paz es un anhelo, una búsqueda superior, por encima de todas las metas. Instituciones y fundaciones la tienen como su razón de ser, basándose en la protección de seres humanos, sobre todo los más frágiles: niños, ancianos, mujeres encintas, enfermos. Se tiene hoy, a la vista diaria, la dolorosa realidad de una guerra, la mayor expresión de la ausencia de paz, y se observa la necesidad de abandonar el hogar, que es resguardo de la paz familiar, para evitar el peligro de la violencia y la falta de las libertades de pensamiento y movilidad.

Las definiciones de la paz son múltiples: como “Relación armoniosa entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos; acuerdo alcanzado entre las naciones por el que se pone fin a una guerra; ausencia de ruido o ajetreo en un lugar o momento; estado de quien no está perturbado por ningún conflicto o inquietud.” (Diccionario de la Real Academia Española)

Este deseado estado inicia por la persona, por cada ser humano. ¿Qué es su paz? ¿Cómo se visualiza? Se viene a la mente un cuerpo acuático, con serenos movimientos y sonidos, que provocan tranquilidad; se recuerda de la naturaleza, campos floreados, cielos claros; la familia unida en momentos de alegría otorga paz emotiva, todos recuerdos que fortalecen el proceso para sostener ese anhelo, visiones importantes para percibir y entender la paz.

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Lo opuesto a la paz es guerra, conflicto, discusiones, desacuerdos, imposiciones de conceptos propios sobre opiniones de otros. Los disturbios son recios, como también puede serlo un silencio belicoso. El “estira y encoje” es fuente de aún más desequilibrio emocional, profundizada la ausencia de tranquilidad, pues la ausencia de paz.

La paz mundial, comunitaria, familiar, empieza en cada persona. Hay dos conceptos de interés: paz positiva y paz negativa. Se creería que hubiese una sola paz, pero no es así. La paz positiva es proactiva, proveyendo a la persona, o una nación, todas las necesidades fundamentales para establecer una vida sin desacuerdos; una paz negativa es simplemente el cese de guerras. La herramienta de promoción de la paz, por excelencia, tanto de prevención, como de resolución, es la comunicación, actividad sencilla a simple vista, pero profundamente compleja por abarcar un conocimiento sincero de la persona, sobre todas las cosas, consigo mismo, sobre si mismo.

La paz positiva inicia en la búsqueda, y el encuentro dentro de la misma persona, en un sincero autoexamen; el análisis de qué provoca el conflicto interno, para así reconocer qué provoca el conflicto externo. Hay que reconocer que las diferencias existen, son naturales y de celebrarse, y que no fueran motivo de discusión. Si cada persona es generosa consigo mismo, podrá serlo con otras, y así evitar las posibilidades de conflicto. El reconocer en la humanidad, a las personas como seres con sentimientos, temores, alegrías, ansiedades, amores, identificándose así, con profunda inteligencia emocional, se puede evitar la posibilidad de conflicto, y se siembra la semilla de la paz, la paz positiva.

Ese primer paso de la comunicación, la comunicación interna, con silencios de descubrimiento y aceptación. Un paso necesario, el perdón. Perdonarse los errores cometidos, y luego perdonar los errores que otros han cometido, compartiendo razones y causas, firmes en no repetirlos. Extender la mano en muestra de conciliación es el inicio a una paz mayor, pues el contagio de acciones positivas, de modelos de consenso, es patente y urgente.

La comunicación abierta de las diferencias, de opinión, sentimientos, razones y percepciones llevará a la comprensión y acciones de anuencia, a una positiva paz, proactiva. La mejora en el dialogo previene alguna discusión, pues el dialogo se basa en la escucha, y la discusión puede llevarse a la disputa. Primero escuchar, interiorizar, razonar, luego proponer.

Con ese inicio personal, se llega al cumplimiento en crecimiento, semejante a una gota cayéndose en un cuerpo de agua, con los efectos secundarios que llegan suaves y seguros, a influir en los cercanos y luego a los lejanos. Un esfuerzo consciente hacia procesos de paz, por mínimo que sea, en un efecto domino, provoca una respuesta de modelaje, haciéndose llegar su replica más y más lejos. Solo así, de uno en uno, cada persona influye que exista una paz mundial, en ambientes cercanos y lejanos, viviendo bondad, generosidad, una escucha activa, con respuesta pausada, para así establecer el piso común de la humanidad. Es esfuerzo de cada uno, y no olvidar que

¡La educación es prioridad nacional!

                   

La paz empieza por ti

Un esfuerzo consciente hacia procesos de paz, por mínimo que sea, en un efecto domino, provoca una respuesta de modelaje, haciéndose llegar su replica más y más lejos.

Diana Brown |
22 de marzo, 2022

La paz es un anhelo, una búsqueda superior, por encima de todas las metas. Instituciones y fundaciones la tienen como su razón de ser, basándose en la protección de seres humanos, sobre todo los más frágiles: niños, ancianos, mujeres encintas, enfermos. Se tiene hoy, a la vista diaria, la dolorosa realidad de una guerra, la mayor expresión de la ausencia de paz, y se observa la necesidad de abandonar el hogar, que es resguardo de la paz familiar, para evitar el peligro de la violencia y la falta de las libertades de pensamiento y movilidad.

Las definiciones de la paz son múltiples: como “Relación armoniosa entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos; acuerdo alcanzado entre las naciones por el que se pone fin a una guerra; ausencia de ruido o ajetreo en un lugar o momento; estado de quien no está perturbado por ningún conflicto o inquietud.” (Diccionario de la Real Academia Española)

Este deseado estado inicia por la persona, por cada ser humano. ¿Qué es su paz? ¿Cómo se visualiza? Se viene a la mente un cuerpo acuático, con serenos movimientos y sonidos, que provocan tranquilidad; se recuerda de la naturaleza, campos floreados, cielos claros; la familia unida en momentos de alegría otorga paz emotiva, todos recuerdos que fortalecen el proceso para sostener ese anhelo, visiones importantes para percibir y entender la paz.

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Lo opuesto a la paz es guerra, conflicto, discusiones, desacuerdos, imposiciones de conceptos propios sobre opiniones de otros. Los disturbios son recios, como también puede serlo un silencio belicoso. El “estira y encoje” es fuente de aún más desequilibrio emocional, profundizada la ausencia de tranquilidad, pues la ausencia de paz.

La paz mundial, comunitaria, familiar, empieza en cada persona. Hay dos conceptos de interés: paz positiva y paz negativa. Se creería que hubiese una sola paz, pero no es así. La paz positiva es proactiva, proveyendo a la persona, o una nación, todas las necesidades fundamentales para establecer una vida sin desacuerdos; una paz negativa es simplemente el cese de guerras. La herramienta de promoción de la paz, por excelencia, tanto de prevención, como de resolución, es la comunicación, actividad sencilla a simple vista, pero profundamente compleja por abarcar un conocimiento sincero de la persona, sobre todas las cosas, consigo mismo, sobre si mismo.

La paz positiva inicia en la búsqueda, y el encuentro dentro de la misma persona, en un sincero autoexamen; el análisis de qué provoca el conflicto interno, para así reconocer qué provoca el conflicto externo. Hay que reconocer que las diferencias existen, son naturales y de celebrarse, y que no fueran motivo de discusión. Si cada persona es generosa consigo mismo, podrá serlo con otras, y así evitar las posibilidades de conflicto. El reconocer en la humanidad, a las personas como seres con sentimientos, temores, alegrías, ansiedades, amores, identificándose así, con profunda inteligencia emocional, se puede evitar la posibilidad de conflicto, y se siembra la semilla de la paz, la paz positiva.

Ese primer paso de la comunicación, la comunicación interna, con silencios de descubrimiento y aceptación. Un paso necesario, el perdón. Perdonarse los errores cometidos, y luego perdonar los errores que otros han cometido, compartiendo razones y causas, firmes en no repetirlos. Extender la mano en muestra de conciliación es el inicio a una paz mayor, pues el contagio de acciones positivas, de modelos de consenso, es patente y urgente.

La comunicación abierta de las diferencias, de opinión, sentimientos, razones y percepciones llevará a la comprensión y acciones de anuencia, a una positiva paz, proactiva. La mejora en el dialogo previene alguna discusión, pues el dialogo se basa en la escucha, y la discusión puede llevarse a la disputa. Primero escuchar, interiorizar, razonar, luego proponer.

Con ese inicio personal, se llega al cumplimiento en crecimiento, semejante a una gota cayéndose en un cuerpo de agua, con los efectos secundarios que llegan suaves y seguros, a influir en los cercanos y luego a los lejanos. Un esfuerzo consciente hacia procesos de paz, por mínimo que sea, en un efecto domino, provoca una respuesta de modelaje, haciéndose llegar su replica más y más lejos. Solo así, de uno en uno, cada persona influye que exista una paz mundial, en ambientes cercanos y lejanos, viviendo bondad, generosidad, una escucha activa, con respuesta pausada, para así establecer el piso común de la humanidad. Es esfuerzo de cada uno, y no olvidar que

¡La educación es prioridad nacional!