Las fiestas de fin de año siempre nos llevan a reflexionar en lo que se ha hecho bien y no tan bien, en estas fechas siempre hacemos un repaso de eso que nos ha pasado y que es lo más nos ha marcado en nuestras vidas y nuestra forma de pensar como nos involucramos en la sociedad.

Esta también es una época donde recordamos a los que se han ido no solo por el hecho de perderlos por que han muerto y han pasado a ser parte de nuestra memoria, sino también aquellos que por las condiciones de vida se han marchado en busca de mejores oportunidades para ellos y los suyos y sin lugar a dudas demasiadas familias guatemaltecas tienen a esas personas que han tenido que migrar.

Eso nos hace reflexionar sobre las condiciones de vida del país en donde la falta de oportunidades persiste y solo existen por lo general en muy malas condiciones y eso hace que muchos busquen en Estados Unidos una mejor vida en donde se puedan ganar la vida de mejor manera.

De esta cuenta vemos con tristeza el ultimo acontecimiento como el de migrantes que fallecieron en Chiapas en un aparatoso accidente, truncando así sus sueños e ilusiones, pero más grave aún, dejando deudas elevadas para sus seres queridos.

La única forma de frenar la migración es cuando se logren frenar los grandes males que nos aquejan como la inseguridad, falta de empleo, salud, educación y la falta de oportunidades, esto es lo que sin lugar a dudas nos mantiene como sociedad en situaciones para la mayoría en un callejón sin salida.

Cuando todo nos marche contrario es cuando empezamos a pensar en soluciones que nos saquen adelante a cada uno y los nuestros. 

Dentro de las respuestas la que mas sobresale es la migración y de esa cuenta hemos llegado a establecer que la macroeconomía del país se mantiene estable por las remesas que los migrantes envían a sus familiares y paradójicamente aquellos que en su mayoría fueron forzados a dejar su hogar para mejorar su vida que aquí no pudieron por falta de oportunidades sean ellos los que ahora rescatan la economía del país.

La migración en estas fechas de fin de año siempre nos llevan al llanto porque muchos de los que no están con nosotros nos hacen recordar su sonrisa, rostro, alegría y su cercanía que ahora no se tiene y que nos hace incluso maldecir esta condición que nos obliga a migrar y dejar a la familia.

Es indudable que hay mucho por hacer y que como Estado se deben brindar las acciones necesarias para que esto pare, una migración que deja dolor por donde se mire, ya sea por la falta de alguien que amamos por que se encuentra lejos o bien que por buscar una vida mejor la pierden en el trayecto de la búsqueda por el desarrollo.

La crisis migratoria deja huella profunda en el corazón y en los sentimientos de todos.