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Sentido de oportunidad

La vigencia de las oportunidades no es eterna, tienen su timing, se aprovechan o se dejan ir. A veces nos arrepentimos de no haberlas tomado, otras veces reafirmamos después que no eran nuestras y había que dejarlas pasar.

.
Carlos Dumois |
07 de noviembre, 2023

El rol de dueño no se define por ocuparse de lo estratégico. Eso no es lo que define su quehacer.

Cuando trabajamos con ejecutivos nos cuesta trabajo dejarles claras las diferencias entre su papel en comparación con el del rol de dueño. Algunos incluso creen que éste es sólo, como accionistas, un stakeholders más de sus ámbitos de actuación.

Ahora trabajamos con grupos de directivos de varias compañías y frecuentemente nuestro diálogo se topa con la necesidad de aclarar las dos instancias de poder o de liderazgo.   

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Hemos dicho que la Dirección o Administración (Management) se centra en el manejo de recursos para lograr la óptima eficiencia en los resultados, y que la Dueñez se centra en la gestión de oportunidades para asegurar la máxima relevancia.

Nuestra tarea como empresarios es entonces concentrar nuestros negocios en sus mejores oportunidades. Este es un asunto que no ocurre una sola vez, que no hay que hacerlo periódicamente. Es un tema permanente, de todo el tiempo. No podemos descuidarnos ni equivocarnos, el costo de hacerlo puede significar caer en la mayor desgracia para nuestra organización, que es la dispersión.

Entender esto es fundamental para convertirnos en buenos dueños. Dispersarnos significa no saber buscar y elegir cuáles son las mejores oportunidades, porque perseguimos demasiadas, porque no le apostamos a la más valiosa, porque no aprendemos a enfocarnos, o porque no persistimos en las buenas.

Todo esto representa no llevar a nuestras empresas a su mejor destino y, a la larga, conducirlas hacia la irrelevancia. Una compañía puede llevarse a tal grado de irrelevancia que el impacto en su medio ambiente, en su mercado, en su economía, en su comunidad, sea totalmente intrascendente.

Es pues muy importante que los empresarios tengamos un alto sentido de oportunidad, es decir, un olfato, una capacidad intuitiva, una visión, que nos faculten para identificar cuáles opciones tienen mayor potencial; también un optimismo, una creatividad y capacidad innovadora para desarrollar la mejor fórmula, para sacarle provecho; más una tenacidad, persistencia, o compromiso de ejecución para llevarla a feliz término y hacerla realidad.

La palabra oportunidad proviene de la frase latina “ob portum veniens”, que quiere decir “que viene hacia un puerto”. Se refiere a un viento favorable que lleva hacia el puerto. En la vida real la oportunidad que te lleva a buen puerto no es tan fácil de detectar.

En los mares económicos de hoy hay muchos vientos y muchos puertos. Necesitamos orientarnos, reconocer en qué mares andamos, saber a dónde vamos, movernos a tiempo, enfocar a nuestra tripulación. Estas habilidades son parte de este sentido.

La vigencia de las oportunidades no es eterna, tienen su timing, se aprovechan o se dejan ir. A veces nos arrepentimos de no haberlas tomado, otras veces reafirmamos después que no eran nuestras y había que dejarlas pasar.

He visto empresarios que a todas las oportunidades les quieren ir. Todas les gustan. No saben cuáles son las suyas, las que los llevarán al puerto que más les conviene. También me han tocado otros que las quieren perfectas. Se les presentan posibilidades extraordinarias y no se animan, no se deciden, les falta determinación. Otros se montan sobre oportunidades de potencial gigantesco y las abordan con tibieza, sin hacer apuestas cabales que correspondan a su fecundidad.

El hombre o mujer de empresa que tiene sentido de oportunidad las huele, las toma con fuerza y no dejan que nadie ni nada se las quite. Tienen sentido de oportunidad. A medida que las van aprovechando, luego van surgiendo otras, y eso se convierte en un círculo virtuoso.

Por el contrario, quien no sabe aprovechar las que se le presentan, vive arrepentido y luego se le cierra el mundo, que le aparece como carente de toda posibilidad. Por su pasividad o por su aversión al riesgo se queda paralizado en posiciones de mediocridad.

No perdamos de vista que, aunque ocupemos el cargo de Director General, seamos el Presidente del Consejo, o juguemos los dos roles a la vez, nos toca gobernar desde el ámbito de la Dueñez, y es ahí justamente donde hemos de crecer cada día en nuestro sentido de oportunidad.

 

http://www.cedem.com.mx

Carlos A. Dumois es Presidente y

Socio Fundador de CEDEM.

 

 

* “Dueñez® es una marca registrada por Carlos A. Dumois

 

El contenido en la sección de Opinión es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la postura o la línea editorial de República.
 

Sentido de oportunidad

La vigencia de las oportunidades no es eterna, tienen su timing, se aprovechan o se dejan ir. A veces nos arrepentimos de no haberlas tomado, otras veces reafirmamos después que no eran nuestras y había que dejarlas pasar.

Carlos Dumois |
07 de noviembre, 2023
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El rol de dueño no se define por ocuparse de lo estratégico. Eso no es lo que define su quehacer.

Cuando trabajamos con ejecutivos nos cuesta trabajo dejarles claras las diferencias entre su papel en comparación con el del rol de dueño. Algunos incluso creen que éste es sólo, como accionistas, un stakeholders más de sus ámbitos de actuación.

Ahora trabajamos con grupos de directivos de varias compañías y frecuentemente nuestro diálogo se topa con la necesidad de aclarar las dos instancias de poder o de liderazgo.   

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Hemos dicho que la Dirección o Administración (Management) se centra en el manejo de recursos para lograr la óptima eficiencia en los resultados, y que la Dueñez se centra en la gestión de oportunidades para asegurar la máxima relevancia.

Nuestra tarea como empresarios es entonces concentrar nuestros negocios en sus mejores oportunidades. Este es un asunto que no ocurre una sola vez, que no hay que hacerlo periódicamente. Es un tema permanente, de todo el tiempo. No podemos descuidarnos ni equivocarnos, el costo de hacerlo puede significar caer en la mayor desgracia para nuestra organización, que es la dispersión.

Entender esto es fundamental para convertirnos en buenos dueños. Dispersarnos significa no saber buscar y elegir cuáles son las mejores oportunidades, porque perseguimos demasiadas, porque no le apostamos a la más valiosa, porque no aprendemos a enfocarnos, o porque no persistimos en las buenas.

Todo esto representa no llevar a nuestras empresas a su mejor destino y, a la larga, conducirlas hacia la irrelevancia. Una compañía puede llevarse a tal grado de irrelevancia que el impacto en su medio ambiente, en su mercado, en su economía, en su comunidad, sea totalmente intrascendente.

Es pues muy importante que los empresarios tengamos un alto sentido de oportunidad, es decir, un olfato, una capacidad intuitiva, una visión, que nos faculten para identificar cuáles opciones tienen mayor potencial; también un optimismo, una creatividad y capacidad innovadora para desarrollar la mejor fórmula, para sacarle provecho; más una tenacidad, persistencia, o compromiso de ejecución para llevarla a feliz término y hacerla realidad.

La palabra oportunidad proviene de la frase latina “ob portum veniens”, que quiere decir “que viene hacia un puerto”. Se refiere a un viento favorable que lleva hacia el puerto. En la vida real la oportunidad que te lleva a buen puerto no es tan fácil de detectar.

En los mares económicos de hoy hay muchos vientos y muchos puertos. Necesitamos orientarnos, reconocer en qué mares andamos, saber a dónde vamos, movernos a tiempo, enfocar a nuestra tripulación. Estas habilidades son parte de este sentido.

La vigencia de las oportunidades no es eterna, tienen su timing, se aprovechan o se dejan ir. A veces nos arrepentimos de no haberlas tomado, otras veces reafirmamos después que no eran nuestras y había que dejarlas pasar.

He visto empresarios que a todas las oportunidades les quieren ir. Todas les gustan. No saben cuáles son las suyas, las que los llevarán al puerto que más les conviene. También me han tocado otros que las quieren perfectas. Se les presentan posibilidades extraordinarias y no se animan, no se deciden, les falta determinación. Otros se montan sobre oportunidades de potencial gigantesco y las abordan con tibieza, sin hacer apuestas cabales que correspondan a su fecundidad.

El hombre o mujer de empresa que tiene sentido de oportunidad las huele, las toma con fuerza y no dejan que nadie ni nada se las quite. Tienen sentido de oportunidad. A medida que las van aprovechando, luego van surgiendo otras, y eso se convierte en un círculo virtuoso.

Por el contrario, quien no sabe aprovechar las que se le presentan, vive arrepentido y luego se le cierra el mundo, que le aparece como carente de toda posibilidad. Por su pasividad o por su aversión al riesgo se queda paralizado en posiciones de mediocridad.

No perdamos de vista que, aunque ocupemos el cargo de Director General, seamos el Presidente del Consejo, o juguemos los dos roles a la vez, nos toca gobernar desde el ámbito de la Dueñez, y es ahí justamente donde hemos de crecer cada día en nuestro sentido de oportunidad.

 

http://www.cedem.com.mx

Carlos A. Dumois es Presidente y

Socio Fundador de CEDEM.

 

 

* “Dueñez® es una marca registrada por Carlos A. Dumois

 

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