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TSE Tardanzas, Secretos y Evasivas

El TSE y el congreso (con minúsculas) son los grandes responsables de todo esto. Pudimos haber tenido un proceso electoral abierto, positivo, constructivo y que motivara a los ciudadanos a salir a votar.

Tribunal Supremo Electoral
Carolina Castellanos |
10 de febrero, 2023

Se le conoce como Tribunal Supremo Electoral. Me llama la atención la palabra “supremo” pues el actual está muy lejos de merecer tal calificativo. Quienes recordamos la época del Magistrado Arturo Herbruger, QEPD, nos da muchísima rabia que ese tribunal (con minúsculas), se haya convertido en un centro de engaños, retrasos, manipulaciones y quién sabe qué más.

A pocos meses de la primera vuelta electoral, la magistrada presidente finalmente reconoció que hay “irregularidades en sus sistemas electorales” (cita textual tomada del artículo “TSE reconoce que utiliza sistema obsoleto para inscripciones de candidatos”, República, 9 de febrero de 2023). Esto suena a “crónica de una muerte anunciada” (novela de Gabriel García Márquez). Es un abuso y un atrevimiento de mi parte el citar este libro de un gran escritor para referirme a algo tan falso como la supuesta transparencia que dice el TSE que habrá en las próximas elecciones.

La mayoría de nosotros somos desconocedores de los sistemas informáticos que se utilizan para guardar la información en “la nube”. Me parece que la garantía de la transparencia y veracidad de los resultados electorales estará en alguna nube que, por ahora, pareciera estar formada por vapor de agua y no por programas técnicos a prueba de fraude. Esta es una palabra fuerte y dura. No quisiéramos que existiera en el vocabulario electoral, pero ante las tardanzas, los secretos (seguramente los hay) y las evasivas, por parte de los magistrados, se repite demasiadas veces en los medios y redes sociales.

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Las consecuencias no son buenas. La primera de ella puede ser un nivel de abstencionismo demasiado alto. “¿Para qué ir a votar si los resultados serán manipulados?”. Otra puede ser la falta de credibilidad en el ganador pues la sombra de fraude lo acompañaría durante su mandato. Le sería muy difícil lograr acuerdos con los diferentes sectores. Es como entrar por la puerta grande, pero caminando de retroceso.

Guatemala tiene demasiados problemas que resolver, y los candidatos tienen la obligación de decirnos cómo planean mejorarlos. Pero la ley electoral es tan restrictiva que hay muy poco tiempo para que puedan decirnos todo lo que queremos escuchar. Aquí cabe responsabilizar a la corte de constitucionalidad (con minúsculas también), por no haber resuelto las impugnaciones.

Urge discutir propuestas, por ejemplo, para reducir la desnutrición o mejorar la calidad educativa. Sin embargo, el centro de la atención está ahora en la transparencia de las elecciones. Con un tiempo tan corto, la participación ciudadana se limita a leer y escuchar lo poco que los medios de comunicación podrán transmitir.

Nos quedan las redes sociales, donde todo se vale. Cualquier ciudadano es libre de publicar lo que quiera, sin necesidad de verificarlo previamente. De cada publicación surgen infinidad de comentarios que no necesariamente contribuirán a construir propuestas. Pero, somos libres de expresarnos, por cualquier vía, y esta libertad la defenderemos hasta el fin de los tiempos. El problema es el libertinaje, o sea, escribir anónimamente para evitar la responsabilidad de lo dicho.

El TSE y el congreso (con minúsculas) son los grandes responsables de todo esto. Pudimos haber tenido un proceso electoral abierto, positivo, constructivo y que motivara a los ciudadanos a salir a votar.

Pero, sumado a las limitaciones de la Ley Electoral y de Partidos Políticos, LEPP, las tardanzas en resolver, los secretos y las evasivas, hacen que las próximas elecciones se anticipen más complejas y menos creíbles de lo que los guatemaltecos queremos.

TSE Tardanzas, Secretos y Evasivas

El TSE y el congreso (con minúsculas) son los grandes responsables de todo esto. Pudimos haber tenido un proceso electoral abierto, positivo, constructivo y que motivara a los ciudadanos a salir a votar.

Carolina Castellanos |
10 de febrero, 2023
Tribunal Supremo Electoral

Se le conoce como Tribunal Supremo Electoral. Me llama la atención la palabra “supremo” pues el actual está muy lejos de merecer tal calificativo. Quienes recordamos la época del Magistrado Arturo Herbruger, QEPD, nos da muchísima rabia que ese tribunal (con minúsculas), se haya convertido en un centro de engaños, retrasos, manipulaciones y quién sabe qué más.

A pocos meses de la primera vuelta electoral, la magistrada presidente finalmente reconoció que hay “irregularidades en sus sistemas electorales” (cita textual tomada del artículo “TSE reconoce que utiliza sistema obsoleto para inscripciones de candidatos”, República, 9 de febrero de 2023). Esto suena a “crónica de una muerte anunciada” (novela de Gabriel García Márquez). Es un abuso y un atrevimiento de mi parte el citar este libro de un gran escritor para referirme a algo tan falso como la supuesta transparencia que dice el TSE que habrá en las próximas elecciones.

La mayoría de nosotros somos desconocedores de los sistemas informáticos que se utilizan para guardar la información en “la nube”. Me parece que la garantía de la transparencia y veracidad de los resultados electorales estará en alguna nube que, por ahora, pareciera estar formada por vapor de agua y no por programas técnicos a prueba de fraude. Esta es una palabra fuerte y dura. No quisiéramos que existiera en el vocabulario electoral, pero ante las tardanzas, los secretos (seguramente los hay) y las evasivas, por parte de los magistrados, se repite demasiadas veces en los medios y redes sociales.

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Las consecuencias no son buenas. La primera de ella puede ser un nivel de abstencionismo demasiado alto. “¿Para qué ir a votar si los resultados serán manipulados?”. Otra puede ser la falta de credibilidad en el ganador pues la sombra de fraude lo acompañaría durante su mandato. Le sería muy difícil lograr acuerdos con los diferentes sectores. Es como entrar por la puerta grande, pero caminando de retroceso.

Guatemala tiene demasiados problemas que resolver, y los candidatos tienen la obligación de decirnos cómo planean mejorarlos. Pero la ley electoral es tan restrictiva que hay muy poco tiempo para que puedan decirnos todo lo que queremos escuchar. Aquí cabe responsabilizar a la corte de constitucionalidad (con minúsculas también), por no haber resuelto las impugnaciones.

Urge discutir propuestas, por ejemplo, para reducir la desnutrición o mejorar la calidad educativa. Sin embargo, el centro de la atención está ahora en la transparencia de las elecciones. Con un tiempo tan corto, la participación ciudadana se limita a leer y escuchar lo poco que los medios de comunicación podrán transmitir.

Nos quedan las redes sociales, donde todo se vale. Cualquier ciudadano es libre de publicar lo que quiera, sin necesidad de verificarlo previamente. De cada publicación surgen infinidad de comentarios que no necesariamente contribuirán a construir propuestas. Pero, somos libres de expresarnos, por cualquier vía, y esta libertad la defenderemos hasta el fin de los tiempos. El problema es el libertinaje, o sea, escribir anónimamente para evitar la responsabilidad de lo dicho.

El TSE y el congreso (con minúsculas) son los grandes responsables de todo esto. Pudimos haber tenido un proceso electoral abierto, positivo, constructivo y que motivara a los ciudadanos a salir a votar.

Pero, sumado a las limitaciones de la Ley Electoral y de Partidos Políticos, LEPP, las tardanzas en resolver, los secretos y las evasivas, hacen que las próximas elecciones se anticipen más complejas y menos creíbles de lo que los guatemaltecos queremos.