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HISTORIA | El reencuentro de un guatemalteco separado de su hijo

Henry Pocasangre
16 de julio, 2018

Hermelindo Che Coc se reunió con su hijo de seis años, dos meses después de que los separaran en la frontera sur de EE. UU.

Hermelindo solicitó asilo a EE. UU. luego de huir de Guatemala con solo Q1 mil en el bolsillo y su hijo Jefferson de 6 años.

El guatemalteco trabajaba en el campo antes de migrar, su pequeño hijo le ayudaba mientras su esposa estaba en las labores del hogar.

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El domingo último se reunieron por primera vez, dos meses después de ser separados en la frontera sur de EE. UU. como parte del plan “tolerancia cero” de Donald Trump.

Che Coc llegó al aeropuerto de Los Ángeles a recibir a su hijo, quien estaba en un albergue en Nueva York. La historia fue documentada por el periódico Los Ángeles Times.

Jefferson bajó del avión y llegó una sala donde su padre lo esperaba con un globo con el mensaje “Happy Birthday” -feliz cumpleaños-.

El menor tenía una mirada vacía, moretones, un ojo rojo y erupciones en todo su cuerpo.

Esta es la historia documentada por la periodista Esmeralda Bermudez.


Hermelindo pasó toda la noche preparándose para ver a su hijo por primera vez. Estaba entusiasmado. Limpió los pisos de la casa, preparó sopa de pollo y compró ropa nueva para el pequeño, con dinero que había recibido de su suegro.


El padre de Jefferson guarda una biblia, documentos de inmigración y algunas frases que trata de aprender en inglés. La primera en la lista es “Yo quiero a mi niño”.


De camino al aeropuerto de Los Ángeles Hermelindo queda maravillado con el horizonte. ¿Está cerca la playa?, pregunta. Los abogados que están ayudando al guatemalteco le compraron un balón de futbol a Jefferson, como regalo de cumpleaños el próximo 20 de julio.


Ya en la sala de espera de la terminal aérea, Hermelindo está rodeado de lujos. Libros y café adornan la sala. Hermelindo lloraba, oraba y miraba su reloj contando los minutos para ver a su hijo.


Hermelindo ve la imágen de un avión y pregunta ¿De ese tamaño es el avión donde viene mi hijo?. No puede creer que el pequeño de 6 años viaje en un avión tan grande.


El guatemalteco está intranquilo, camina en un pasillo con un globo y una bolsa de regalo para su pequeño. “El es el amor de mi vida, mi héroe”, dijo.


Cuando al fin se vieron, el pequeño observó el suelo. Cuando subió la vista sus ojos estaban vacíos, no levantó los brazos, no alcanzó a su papá. “Papa”, gritó Hermelindo.


En el automóvil, de regreso a la casa donde se quedarán, la mamá de Jefferson llama desde Guatemala. ¿Cómo estás, mi amor?, ¿feliz de estar con papá?, le pregunta.

El pequeño se queda dormido con el teléfono en las manos. Durante el sueño su cuerpo tiembla cada pocos minutos. Está asustado y su padre le dice “aquí estoy, aquí estoy”.


Finalmente llegan a casa, después de un largo viaje desde Nueva York. Jefferson se hospedará con su padre y su abuelo. Papá Jacinto lo tomó en sus brazos desde el momento en que lo vio.


Hermelindo fue detenido por 25 días y no tuvo noticias de su hijo. Le dieron un teléfono pero las llamadas nunca pasaron. Los otros detenidos le decían, “debes comer o tu hijo no te reconocerá cuando te vea”.


El guatemalteco trabajaba en el campo con siembras de maíz y frijol. El crimen lo condujo al norte con Q1 mil. Su esposa acaba de dar a luz, también tenía un hijo de tres años. Antes de irse le dijo: “Sólo salí de la casa si es necesario. Si lo haces, anda con los familiares”.


En Guatemala, Hermelindo sabía que Trump era el presidente de EE. UU., pero las noticias sobre las políticas migratorias no llegaron. Después de todo lo que ha pasado dice que aprecia a EE. UU. “Nunca puedo decir que Estados Unidos no es bueno porque la gente me ha ayudado”.


Hermelindo no estaba seguro del cambio en su hijo. Ahora buscará ayuda experta para el trauma del pequeño. “El es mi primer hijo”, dijo. “Cuando sea grande un día, también será padre. Quiero que cuide de los demás, que haga cosas buenas en el mundo”.


Ahora Hermelindo luchará su caso de asilo con su hijo. Su esposa Margarita está en Guatemala con dos hijos más pequeños que Jefferson. Él no quiere que vayan a EE. UU. como le tocó. “He aprendido mi lección”, dijo.


El connacional quiere que Jefferson se inscriba en la escuela, haga amigos y aprenda inglés. Espera que le den un permiso de trabajo que podría demorar hasta seis meses. Mientras tanto, su suegro, que trabaja en una fábrica, le proporciona comida y refugio a él y su hijo.


Hermelindo anhela cosas sencillas. Quiere bañar a Jefferson como lo hacía en Guatemala, al volver de los campos de maíz. Quiere ponerle ropa fresca, llevarlo a la cama y al parque que encontró.


HISTORIA | El reencuentro de un guatemalteco separado de su hijo

Henry Pocasangre
16 de julio, 2018

Hermelindo Che Coc se reunió con su hijo de seis años, dos meses después de que los separaran en la frontera sur de EE. UU.

Hermelindo solicitó asilo a EE. UU. luego de huir de Guatemala con solo Q1 mil en el bolsillo y su hijo Jefferson de 6 años.

El guatemalteco trabajaba en el campo antes de migrar, su pequeño hijo le ayudaba mientras su esposa estaba en las labores del hogar.

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El domingo último se reunieron por primera vez, dos meses después de ser separados en la frontera sur de EE. UU. como parte del plan “tolerancia cero” de Donald Trump.

Che Coc llegó al aeropuerto de Los Ángeles a recibir a su hijo, quien estaba en un albergue en Nueva York. La historia fue documentada por el periódico Los Ángeles Times.

Jefferson bajó del avión y llegó una sala donde su padre lo esperaba con un globo con el mensaje “Happy Birthday” -feliz cumpleaños-.

El menor tenía una mirada vacía, moretones, un ojo rojo y erupciones en todo su cuerpo.

Esta es la historia documentada por la periodista Esmeralda Bermudez.


Hermelindo pasó toda la noche preparándose para ver a su hijo por primera vez. Estaba entusiasmado. Limpió los pisos de la casa, preparó sopa de pollo y compró ropa nueva para el pequeño, con dinero que había recibido de su suegro.


El padre de Jefferson guarda una biblia, documentos de inmigración y algunas frases que trata de aprender en inglés. La primera en la lista es “Yo quiero a mi niño”.


De camino al aeropuerto de Los Ángeles Hermelindo queda maravillado con el horizonte. ¿Está cerca la playa?, pregunta. Los abogados que están ayudando al guatemalteco le compraron un balón de futbol a Jefferson, como regalo de cumpleaños el próximo 20 de julio.


Ya en la sala de espera de la terminal aérea, Hermelindo está rodeado de lujos. Libros y café adornan la sala. Hermelindo lloraba, oraba y miraba su reloj contando los minutos para ver a su hijo.


Hermelindo ve la imágen de un avión y pregunta ¿De ese tamaño es el avión donde viene mi hijo?. No puede creer que el pequeño de 6 años viaje en un avión tan grande.


El guatemalteco está intranquilo, camina en un pasillo con un globo y una bolsa de regalo para su pequeño. “El es el amor de mi vida, mi héroe”, dijo.


Cuando al fin se vieron, el pequeño observó el suelo. Cuando subió la vista sus ojos estaban vacíos, no levantó los brazos, no alcanzó a su papá. “Papa”, gritó Hermelindo.


En el automóvil, de regreso a la casa donde se quedarán, la mamá de Jefferson llama desde Guatemala. ¿Cómo estás, mi amor?, ¿feliz de estar con papá?, le pregunta.

El pequeño se queda dormido con el teléfono en las manos. Durante el sueño su cuerpo tiembla cada pocos minutos. Está asustado y su padre le dice “aquí estoy, aquí estoy”.


Finalmente llegan a casa, después de un largo viaje desde Nueva York. Jefferson se hospedará con su padre y su abuelo. Papá Jacinto lo tomó en sus brazos desde el momento en que lo vio.


Hermelindo fue detenido por 25 días y no tuvo noticias de su hijo. Le dieron un teléfono pero las llamadas nunca pasaron. Los otros detenidos le decían, “debes comer o tu hijo no te reconocerá cuando te vea”.


El guatemalteco trabajaba en el campo con siembras de maíz y frijol. El crimen lo condujo al norte con Q1 mil. Su esposa acaba de dar a luz, también tenía un hijo de tres años. Antes de irse le dijo: “Sólo salí de la casa si es necesario. Si lo haces, anda con los familiares”.


En Guatemala, Hermelindo sabía que Trump era el presidente de EE. UU., pero las noticias sobre las políticas migratorias no llegaron. Después de todo lo que ha pasado dice que aprecia a EE. UU. “Nunca puedo decir que Estados Unidos no es bueno porque la gente me ha ayudado”.


Hermelindo no estaba seguro del cambio en su hijo. Ahora buscará ayuda experta para el trauma del pequeño. “El es mi primer hijo”, dijo. “Cuando sea grande un día, también será padre. Quiero que cuide de los demás, que haga cosas buenas en el mundo”.


Ahora Hermelindo luchará su caso de asilo con su hijo. Su esposa Margarita está en Guatemala con dos hijos más pequeños que Jefferson. Él no quiere que vayan a EE. UU. como le tocó. “He aprendido mi lección”, dijo.


El connacional quiere que Jefferson se inscriba en la escuela, haga amigos y aprenda inglés. Espera que le den un permiso de trabajo que podría demorar hasta seis meses. Mientras tanto, su suegro, que trabaja en una fábrica, le proporciona comida y refugio a él y su hijo.


Hermelindo anhela cosas sencillas. Quiere bañar a Jefferson como lo hacía en Guatemala, al volver de los campos de maíz. Quiere ponerle ropa fresca, llevarlo a la cama y al parque que encontró.