Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Desafiando las narrativas: Cómo evaluar las denuncias del proceso electoral de Guatemala

El camino de Guatemala hacia el progreso pasa por fomentar un entorno que respete el Estado de Derecho, proteja los derechos humanos de todos los ciudadanos y permita un proceso electoral justo y transparente, lo que implica reformas legales que fueron postergadas.

Las elecciones en Guatemala se realizarán el domingo 25 de junio.
Sofía Marty
20 de junio, 2023

Guatemala no cuenta con un sistema electoral perfecto, existen carencias son evidentes y los desafíos con más que los avances de este país de Centroamérica. Ni por asomo se puede comparar esta democracia con naciones tan avanzadas como Suiza, Suecia o Costa Rica siquiera.

Esto no da derecho, no obstante, a Rich Brown (periodista y editor de American Quarterly) a cometer una serie de imprecisiones sobre ciertos hechos recientes que pueden, dada la proximidad de las elecciones, influir o sesgar las voluntades de los votantes guatemaltecos. 

En un artículo publicado el 1 de junio, el autor retrata una nación atrapada en las garras del miedo, la represión y la erosión de los valores democráticos. Aunque no se puede desestimar la difícil situación de algunos periodistas, abogados y fiscales que buscan refugio en el extranjero, una comprensión global de la situación exige un examen más detenido de las acusaciones de corrupción a las que se enfrentan figuras como José Rubén Zamora

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER DE POLÍTICA

Es crucial abordar la narrativa presentada con cautela, ya que hace hincapié en la supuesta intensificación de las amenazas y presiones legales contra las voces independientes, sin considerar adecuadamente los procedimientos legales subyacentes y las pruebas contra los acusados.

El artículo destaca la marginación de varios candidatos presidenciales considerados agentes del cambio, presentándola como una estratagema deliberada para perpetuar un sistema político corrupto.

Sin embargo, es importante señalar que las sentencias judiciales que inhabilitaron a estos candidatos se basaban en fundamentos jurídicos y requisitos constitucionales, lo que indica un compromiso con la defensa del Estado de derecho y no una conspiración para mantener el statu quo.

Puede ser que las regulaciones violentadas no sean del agrado de muchos sectores que se han manifestado contra las reformas electorales de 2016, apoyadas por la extinta Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), pero es la ley vigente y hasta que no cambien, se deben cumplir.

La mención del conflicto armado y sus secuelas como un factor que contribuye a la situación actual proporciona un contexto histórico, pero no llega a establecer un vínculo causal directo.

Si bien es necesario reconocer los efectos persistentes de las atrocidades del pasado, también lo es reconocer los avances logrados en los últimos años en diversas instancias.

La  afirmación de que las próximas elecciones están predeterminadas a favor del statu quo, carece de fundamento y socava el ya desafiante proceso democrático.

Aunque es lógico (y hasta deseable, por la salud republicana guatemalteca) que la inhabilitación de algunos candidatos suscite cierta preocupación, es esencial respetar las decisiones tomadas por el sistema judicial del país, y si fuera posible, leerlas antes de emitir un condena.

Etiquetar al eventual ganador como aliado de un sistema semi-dictatorial y putrefacto, de antemano y sin pruebas, no ayuda ni guía: solo entorpece y obstruye un proceso que, por lo pronto, se ciñe a las reglas establecidas por políticos que hoy sufren las consecuencias que años atrás avalaron con el beneplácito de la comunidad internacional.

Por otro lado, el artículo menciona brevemente la violencia y las amenazas que sufren las comunidades rurales y los defensores de los derechos humanos, lo que implica una conexión con la situación política. Sin embargo, esta conexión requiere un mayor escrutinio, ya que los conflictos por la tierra y los recursos tienen raíces históricas complejas e implican a multitud de actores.

Es esencial evitar la simplificación excesiva y entender estos conflictos dentro de sus contextos específicos y ello es difícil para los que vemos desde lejos lo que sucede y leemos lo que reportan los medios de comunicación sobre diversos hechos en Guatemala.

Aunque el artículo plantea preocupaciones pertinentes sobre la libertad de prensa, la independencia judicial y las amenazas contra quienes luchan contra la corrupción, es imperativo abordar la narrativa presentada con escepticismo y buscar una comprensión equilibrada de las complejas realidades en juego. 

Al ahondar en los detalles específicos de las acusaciones de corrupción y los procesos judiciales, escudriñar la inhabilitación de candidatos en el marco de los requisitos constitucionales y examinar la dinámica multifacética de los conflictos rurales, surge una perspectiva más matizada. 

El camino de Guatemala hacia el progreso pasa por fomentar un entorno que respete el Estado de Derecho, proteja los derechos humanos de todos los ciudadanos y permita un proceso electoral justo y transparente, lo que implica reformas legales que fueron postergadas.

 

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER DE POLÍTICA

Desafiando las narrativas: Cómo evaluar las denuncias del proceso electoral de Guatemala

El camino de Guatemala hacia el progreso pasa por fomentar un entorno que respete el Estado de Derecho, proteja los derechos humanos de todos los ciudadanos y permita un proceso electoral justo y transparente, lo que implica reformas legales que fueron postergadas.

Las elecciones en Guatemala se realizarán el domingo 25 de junio.
Sofía Marty
20 de junio, 2023

Guatemala no cuenta con un sistema electoral perfecto, existen carencias son evidentes y los desafíos con más que los avances de este país de Centroamérica. Ni por asomo se puede comparar esta democracia con naciones tan avanzadas como Suiza, Suecia o Costa Rica siquiera.

Esto no da derecho, no obstante, a Rich Brown (periodista y editor de American Quarterly) a cometer una serie de imprecisiones sobre ciertos hechos recientes que pueden, dada la proximidad de las elecciones, influir o sesgar las voluntades de los votantes guatemaltecos. 

En un artículo publicado el 1 de junio, el autor retrata una nación atrapada en las garras del miedo, la represión y la erosión de los valores democráticos. Aunque no se puede desestimar la difícil situación de algunos periodistas, abogados y fiscales que buscan refugio en el extranjero, una comprensión global de la situación exige un examen más detenido de las acusaciones de corrupción a las que se enfrentan figuras como José Rubén Zamora

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER DE POLÍTICA

Es crucial abordar la narrativa presentada con cautela, ya que hace hincapié en la supuesta intensificación de las amenazas y presiones legales contra las voces independientes, sin considerar adecuadamente los procedimientos legales subyacentes y las pruebas contra los acusados.

El artículo destaca la marginación de varios candidatos presidenciales considerados agentes del cambio, presentándola como una estratagema deliberada para perpetuar un sistema político corrupto.

Sin embargo, es importante señalar que las sentencias judiciales que inhabilitaron a estos candidatos se basaban en fundamentos jurídicos y requisitos constitucionales, lo que indica un compromiso con la defensa del Estado de derecho y no una conspiración para mantener el statu quo.

Puede ser que las regulaciones violentadas no sean del agrado de muchos sectores que se han manifestado contra las reformas electorales de 2016, apoyadas por la extinta Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), pero es la ley vigente y hasta que no cambien, se deben cumplir.

La mención del conflicto armado y sus secuelas como un factor que contribuye a la situación actual proporciona un contexto histórico, pero no llega a establecer un vínculo causal directo.

Si bien es necesario reconocer los efectos persistentes de las atrocidades del pasado, también lo es reconocer los avances logrados en los últimos años en diversas instancias.

La  afirmación de que las próximas elecciones están predeterminadas a favor del statu quo, carece de fundamento y socava el ya desafiante proceso democrático.

Aunque es lógico (y hasta deseable, por la salud republicana guatemalteca) que la inhabilitación de algunos candidatos suscite cierta preocupación, es esencial respetar las decisiones tomadas por el sistema judicial del país, y si fuera posible, leerlas antes de emitir un condena.

Etiquetar al eventual ganador como aliado de un sistema semi-dictatorial y putrefacto, de antemano y sin pruebas, no ayuda ni guía: solo entorpece y obstruye un proceso que, por lo pronto, se ciñe a las reglas establecidas por políticos que hoy sufren las consecuencias que años atrás avalaron con el beneplácito de la comunidad internacional.

Por otro lado, el artículo menciona brevemente la violencia y las amenazas que sufren las comunidades rurales y los defensores de los derechos humanos, lo que implica una conexión con la situación política. Sin embargo, esta conexión requiere un mayor escrutinio, ya que los conflictos por la tierra y los recursos tienen raíces históricas complejas e implican a multitud de actores.

Es esencial evitar la simplificación excesiva y entender estos conflictos dentro de sus contextos específicos y ello es difícil para los que vemos desde lejos lo que sucede y leemos lo que reportan los medios de comunicación sobre diversos hechos en Guatemala.

Aunque el artículo plantea preocupaciones pertinentes sobre la libertad de prensa, la independencia judicial y las amenazas contra quienes luchan contra la corrupción, es imperativo abordar la narrativa presentada con escepticismo y buscar una comprensión equilibrada de las complejas realidades en juego. 

Al ahondar en los detalles específicos de las acusaciones de corrupción y los procesos judiciales, escudriñar la inhabilitación de candidatos en el marco de los requisitos constitucionales y examinar la dinámica multifacética de los conflictos rurales, surge una perspectiva más matizada. 

El camino de Guatemala hacia el progreso pasa por fomentar un entorno que respete el Estado de Derecho, proteja los derechos humanos de todos los ciudadanos y permita un proceso electoral justo y transparente, lo que implica reformas legales que fueron postergadas.