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Si Dios me quita la vida 3

Gabriel Arana Fuentes
26 de noviembre, 2017

Estas son las Crónicas policiales del Comisario W.P. Chanan. Comenzamos con Si Dios me quita la vida. El autor es Francisco Alejandro Méndez. República la publicará domingo a domingo. Para más información consultá el correo [email protected] o en Twitter: @elgranfascinado

Capítulo 3

Estadio Doroteo Flores Guamuch, 20:07 horas

Ambos detectives estaban enterados de la situación. Fabio se dirigió con varios agentes hacia el área de conflicto. Cuando habló con el comisario le expresó con horror que había visto cómo morían prensados contra la malla algunos aficionados. Se escuchaban gritos para que abrieran las puertas, pero contrario a las súplicas, algunos miembros de la seguridad del estadio las aseguraban con candados. Enio había escalado todo el graderío. Desde allí contemplaba cómo la masa humana se compactaba. Le relató a su superior lo que ocurría:

—Comisario. Es algo indescriptible. Es como una cascada humana que cae contra la malla. Creo que ya hay personas muertas. Es necesario que abran las puertas o va a ser una tragedia de grandes proporciones.

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—Enio. Haga todo lo posible por salvar a los niños. ¿Cuántos agentes lo acompañan?

—Son veinte efectivos, aunque ya he solicitado más refuerzos, creo que esto ya está tomando dimensiones de tragedia nacional.

Fabio intercambió palabras con oficiales del ejército, que se oponían a que se abrieran las puertas. Uno de ellos expresó que primero estaba la seguridad de ambos jefes de Estado. El policía lanzó un puñetazo hacia el militar, pero fue encañonado por varios soldados, que, de inmediato lo redujeron al orden.

La malla cedió y tras desmoronarse cayó la avalancha humana. Algunos fueron aplastados hasta por sus propios familiares. Poco a poco se empezó a observar un reguero de cuerpos inertes. Los futbolistas de ambos equipos lloraban y se hincaban ante esa esperpéntica estampa, en la que se observan decenas de muertos, entre ellos, también mujeres y niños.

El comisario Pérez Chanán se había comunicado con comandantes de los bomberos.

Su patrulla enfiló hacia el Mateo Flores.

Recibió una llamada de Wendy. Su compañera le preguntó si se encontraba a salvo. Se escuchaba el triste llanto que salía del auricular del teléfono. El horrible, Wences. Envié a los niños a sus cuartos. Ellos también están llorando. Todo ha salido en televisión. Se miran como cuarenta muertos. Qué tragedia, Dios mío.

A los pocos minutos Wenceslao ingresó al estadio y luego saltó a la gramilla.

Se encontró con imágenes inéditas para su carrera como miembro de la policía nacional. Los bomberos ubicaban en una larga fila todos los cadáveres. Ubicaban uno a uno a lo largo de la cancha. Las otras localidades estaban siendo evacuadas. Aunque el presidente guatemalteco había expresado su intención de iniciar el encuentro, el tico había corrido a consolar a los futbolistas de su país, quienes, junto a los guatemaltecos, permanecían abrazados y desconsolados ante lo que presenciaban.

Mientras tanto en la zona 2…

Estas son las Crónicas policiales del Comisario W.P. Chanan. Comenzamos con Si Dios me quita la vida. El autor es Francisco Alejandro Méndez. República la publicará domingo a domingo. Para más información consultá el correo [email protected] o en Twitter: @elgranfascinado

Francisco Alejandro Méndez es Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias 2017

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Si Dios me quita la vida 3

Gabriel Arana Fuentes
26 de noviembre, 2017

Estas son las Crónicas policiales del Comisario W.P. Chanan. Comenzamos con Si Dios me quita la vida. El autor es Francisco Alejandro Méndez. República la publicará domingo a domingo. Para más información consultá el correo [email protected] o en Twitter: @elgranfascinado

Capítulo 3

Estadio Doroteo Flores Guamuch, 20:07 horas

Ambos detectives estaban enterados de la situación. Fabio se dirigió con varios agentes hacia el área de conflicto. Cuando habló con el comisario le expresó con horror que había visto cómo morían prensados contra la malla algunos aficionados. Se escuchaban gritos para que abrieran las puertas, pero contrario a las súplicas, algunos miembros de la seguridad del estadio las aseguraban con candados. Enio había escalado todo el graderío. Desde allí contemplaba cómo la masa humana se compactaba. Le relató a su superior lo que ocurría:

—Comisario. Es algo indescriptible. Es como una cascada humana que cae contra la malla. Creo que ya hay personas muertas. Es necesario que abran las puertas o va a ser una tragedia de grandes proporciones.

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—Enio. Haga todo lo posible por salvar a los niños. ¿Cuántos agentes lo acompañan?

—Son veinte efectivos, aunque ya he solicitado más refuerzos, creo que esto ya está tomando dimensiones de tragedia nacional.

Fabio intercambió palabras con oficiales del ejército, que se oponían a que se abrieran las puertas. Uno de ellos expresó que primero estaba la seguridad de ambos jefes de Estado. El policía lanzó un puñetazo hacia el militar, pero fue encañonado por varios soldados, que, de inmediato lo redujeron al orden.

La malla cedió y tras desmoronarse cayó la avalancha humana. Algunos fueron aplastados hasta por sus propios familiares. Poco a poco se empezó a observar un reguero de cuerpos inertes. Los futbolistas de ambos equipos lloraban y se hincaban ante esa esperpéntica estampa, en la que se observan decenas de muertos, entre ellos, también mujeres y niños.

El comisario Pérez Chanán se había comunicado con comandantes de los bomberos.

Su patrulla enfiló hacia el Mateo Flores.

Recibió una llamada de Wendy. Su compañera le preguntó si se encontraba a salvo. Se escuchaba el triste llanto que salía del auricular del teléfono. El horrible, Wences. Envié a los niños a sus cuartos. Ellos también están llorando. Todo ha salido en televisión. Se miran como cuarenta muertos. Qué tragedia, Dios mío.

A los pocos minutos Wenceslao ingresó al estadio y luego saltó a la gramilla.

Se encontró con imágenes inéditas para su carrera como miembro de la policía nacional. Los bomberos ubicaban en una larga fila todos los cadáveres. Ubicaban uno a uno a lo largo de la cancha. Las otras localidades estaban siendo evacuadas. Aunque el presidente guatemalteco había expresado su intención de iniciar el encuentro, el tico había corrido a consolar a los futbolistas de su país, quienes, junto a los guatemaltecos, permanecían abrazados y desconsolados ante lo que presenciaban.

Mientras tanto en la zona 2…

Estas son las Crónicas policiales del Comisario W.P. Chanan. Comenzamos con Si Dios me quita la vida. El autor es Francisco Alejandro Méndez. República la publicará domingo a domingo. Para más información consultá el correo [email protected] o en Twitter: @elgranfascinado

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