Cazadores de ballenas. Este artículo fue tomado del blog Pluma Joven de la Universidad Francisco Marroquín. Un espacio donde los estudiantes exponen sus inquietudes literarias.
Hoy vi a un señor enrollando una pita. Lo hacía con maestría y facilidad.
Todo su enfoque estaba dirigido a sus movimientos. En su mano izquierda sostenía la pita y con su derecha la enrollaba. Cuando estaba girada a un lado incorrecto, la corregía de tal modo que los círculos que caían de su mano izquierda eran uniformes.
- Deberías leer: Hasta el alma
Yo estaba observando la escena desde mi carro, mientras me llenaban el tanque de gasolina. Podría haberme quedado toda la mañana viéndolo. Pertenecía a un grupo de trabajadores que cambiaban el anuncio de una valla publicitaria.
Estaban en ese momento bajando la manta gigante. Ese cadáver plástico. Ellos cual cazadores de ballenas.
Todos los tripulantes, en esfuerzo conjunto, descendiendo victoriosamente los restos de aquel animal muerto. Solo faltó un «¡Hurra!» al unísono.
Te sugerimos leer:
Otro artículo del blog Pluma Joven
Sueños de verano
Caminaba por las tardes
atravesando horizontes.
Soñaba con atardeceres de luna,
y mañanas estrelladas.
El canto de los cardenales,
el petricor de la lluvia al caer.
El húmedo calor de la tierra libre,
la senda de luz que entra por el ventanal.
Todo era perfecto.
No, realmente no,
faltaba una pieza clave.
La piedra angular de esa
magnanimidad perpetua.
La parte que completaba el todo,
y sin la cual, el todo carecía de coherencia.
Llegué a una conclusión,
me faltabas tú.
Y es que al final necesito mil tardes
para reponer las que no he estado contigo.
Con ese que alguna vez fue
solo el extraño del libro y el café.
J.W. Nolck
Cine, Artes Visuales y Emprendimiento
Alumni, Universidad Francisco Marroquín
Cazadores de ballenas. Este artículo fue tomado del blog Pluma Joven de la Universidad Francisco Marroquín. Un espacio donde los estudiantes exponen sus inquietudes literarias.
Hoy vi a un señor enrollando una pita. Lo hacía con maestría y facilidad.
Todo su enfoque estaba dirigido a sus movimientos. En su mano izquierda sostenía la pita y con su derecha la enrollaba. Cuando estaba girada a un lado incorrecto, la corregía de tal modo que los círculos que caían de su mano izquierda eran uniformes.
- Deberías leer: Hasta el alma
Yo estaba observando la escena desde mi carro, mientras me llenaban el tanque de gasolina. Podría haberme quedado toda la mañana viéndolo. Pertenecía a un grupo de trabajadores que cambiaban el anuncio de una valla publicitaria.
Estaban en ese momento bajando la manta gigante. Ese cadáver plástico. Ellos cual cazadores de ballenas.
Todos los tripulantes, en esfuerzo conjunto, descendiendo victoriosamente los restos de aquel animal muerto. Solo faltó un «¡Hurra!» al unísono.
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Caminaba por las tardes
atravesando horizontes.
Soñaba con atardeceres de luna,
y mañanas estrelladas.
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el petricor de la lluvia al caer.
El húmedo calor de la tierra libre,
la senda de luz que entra por el ventanal.
Todo era perfecto.
No, realmente no,
faltaba una pieza clave.
La piedra angular de esa
magnanimidad perpetua.
La parte que completaba el todo,
y sin la cual, el todo carecía de coherencia.
Llegué a una conclusión,
me faltabas tú.
Y es que al final necesito mil tardes
para reponer las que no he estado contigo.
Con ese que alguna vez fue
solo el extraño del libro y el café.
J.W. Nolck
Cine, Artes Visuales y Emprendimiento
Alumni, Universidad Francisco Marroquín