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Nobel: el premio de Economía, prestigioso pero poco escuchado

Redacción República
13 de octubre, 2013

El premio Nobel de Economía, que se anunciará el lunes, dará a uno o varios economistas un gran prestigio, pero ninguna garantía de ser escuchados por los responsables de la política económica, que desdeñan o no llegan a aplicar sus teorías.

El galardón, que oficialmente se denomina Premio del Banco de Suecia en ciencias económicas en memoria de Alfred Nobel, se atribuirá el lunes a las 11H00 GMT en Estocolmo.

El anuncio cerrará la temporada de los Nobel, marcada por la consagración de los padres del bosón de Higgs (Física), Alice Munro (Literatura) y la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (Paz), que trabaja en Siria.

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Los economistas estadounidenses son, una vez más, los grandes favoritos. En los diez últimos años, 17 de los 20 galardonados eran norteamericanos.

Tras premiar en 2012 la teoría de los juegos, un campo secundario en la ciencia económica, el jurado podría este año volver a recompensar a estudiosos de cuestiones más centrales de la macroeconomía.

En este caso, Robert Barro y Paul Romer, que han trabajado sobre el crecimiento, tienen muchas opciones.

Pero si el jurado opta más bien por las finanzas, estarían mejor situados Eugene Fama y Kenneth French, teóricos de los mercados. También podrían ser premiados Andrei Shleifer, Robert Vishny y Robert Shiller, que han estudiado los aspectos psicológicos de las finanzas.

En el jurado se sientan seis profesores suecos de universidad. El premio Nobel de Economía ‘está reconocido como el súmmum de la realización intelectual en las ciencias económicas’, según Avner Offer, profesor de historia económica en la Universidad de Oxford.

Sin embargo, este reconocimiento no los convierte en los mejores consejeros de quienes toman decisiones económicas y, en algunos casos, ni siquiera pretenden serlo.

‘Toda la investigación económica recompensada por el Nobel no es aplicable por parte de quienes hacen la política económica. Si acaso, sólo en casos muy específicos, como la investigación sobre el funcionamiento de los mercados’, explica Jan Häggström, economista en jefe del banco sueco Handelsbanken.

El directivo se refiere a los laureados de 2012, Lloyd Shapley y Alvin Roth, cuyos trabajos dicen cómo encontrar (en teoría) el mejor cónyuge para cada miembro de un grupo de 20 ó 100 personas, pero no cómo encontrar empleo para 20.000 o 100.000 parados.

Los jefes de gobierno que tienen que resolver esta clase de problemas leerán más bien a los laureados de 2010, Peter Diamond, Dale Mortensen y Christopher Pissarides. Sus trabajos sobre el mercado de trabajo y sus rigideces son de referencia.

Sin embargo, no le han valido a Peter Diamond para entrar en el consejo de gobernadores de la Reserva Federal de Estados Unidos, encargada precisamente de buscar el pleno empleo, entre otras misiones. La decisión del presidente estadounidense, Barack Obama, de nombrarlo para el puesto se encontró con la oposición de los senadores republicanos, que acabaron tumbando la candidatura de Diamond.

‘Ser premio Nobel no significa que uno esté cualificado para desempeñar cualquier puesto’, dijo Richard Shelby, que lideró la campaña republicana contra el economista, profesor en el prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT).

Del otro lado del Atlántico, la crisis griega ha venido a darle la razón a uno de los ganadores de 2011, el macroeconomista Christopher Sims. En 1999, Sims criticó la zona euro, que según él, ‘parece un intento de crear un banco central y una divisa, que no tienen detrás una autoridad presupuestaria competente’.

Según Offer, es normal que haya dudas sobre la investigación económica entre los políticos que deben gestionar crisis en el día a día.

Offer explica que lo que se pone en cuestión es ‘la validez exterior’ de la teoría, ‘hasta qué punto nos habla de las economías reales’.

El economista sueco Klas Eklund, que fue consejero gubernamental, hace valer que ‘construir un modelo económico es un trabajo complicado y ponerlo a prueba lleva tiempo’. ‘E incluso si funciona en un país en un momento dado, puede no funcionar en otro país’.

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Nobel: el premio de Economía, prestigioso pero poco escuchado

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13 de octubre, 2013

El premio Nobel de Economía, que se anunciará el lunes, dará a uno o varios economistas un gran prestigio, pero ninguna garantía de ser escuchados por los responsables de la política económica, que desdeñan o no llegan a aplicar sus teorías.

El galardón, que oficialmente se denomina Premio del Banco de Suecia en ciencias económicas en memoria de Alfred Nobel, se atribuirá el lunes a las 11H00 GMT en Estocolmo.

El anuncio cerrará la temporada de los Nobel, marcada por la consagración de los padres del bosón de Higgs (Física), Alice Munro (Literatura) y la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (Paz), que trabaja en Siria.

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Los economistas estadounidenses son, una vez más, los grandes favoritos. En los diez últimos años, 17 de los 20 galardonados eran norteamericanos.

Tras premiar en 2012 la teoría de los juegos, un campo secundario en la ciencia económica, el jurado podría este año volver a recompensar a estudiosos de cuestiones más centrales de la macroeconomía.

En este caso, Robert Barro y Paul Romer, que han trabajado sobre el crecimiento, tienen muchas opciones.

Pero si el jurado opta más bien por las finanzas, estarían mejor situados Eugene Fama y Kenneth French, teóricos de los mercados. También podrían ser premiados Andrei Shleifer, Robert Vishny y Robert Shiller, que han estudiado los aspectos psicológicos de las finanzas.

En el jurado se sientan seis profesores suecos de universidad. El premio Nobel de Economía ‘está reconocido como el súmmum de la realización intelectual en las ciencias económicas’, según Avner Offer, profesor de historia económica en la Universidad de Oxford.

Sin embargo, este reconocimiento no los convierte en los mejores consejeros de quienes toman decisiones económicas y, en algunos casos, ni siquiera pretenden serlo.

‘Toda la investigación económica recompensada por el Nobel no es aplicable por parte de quienes hacen la política económica. Si acaso, sólo en casos muy específicos, como la investigación sobre el funcionamiento de los mercados’, explica Jan Häggström, economista en jefe del banco sueco Handelsbanken.

El directivo se refiere a los laureados de 2012, Lloyd Shapley y Alvin Roth, cuyos trabajos dicen cómo encontrar (en teoría) el mejor cónyuge para cada miembro de un grupo de 20 ó 100 personas, pero no cómo encontrar empleo para 20.000 o 100.000 parados.

Los jefes de gobierno que tienen que resolver esta clase de problemas leerán más bien a los laureados de 2010, Peter Diamond, Dale Mortensen y Christopher Pissarides. Sus trabajos sobre el mercado de trabajo y sus rigideces son de referencia.

Sin embargo, no le han valido a Peter Diamond para entrar en el consejo de gobernadores de la Reserva Federal de Estados Unidos, encargada precisamente de buscar el pleno empleo, entre otras misiones. La decisión del presidente estadounidense, Barack Obama, de nombrarlo para el puesto se encontró con la oposición de los senadores republicanos, que acabaron tumbando la candidatura de Diamond.

‘Ser premio Nobel no significa que uno esté cualificado para desempeñar cualquier puesto’, dijo Richard Shelby, que lideró la campaña republicana contra el economista, profesor en el prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT).

Del otro lado del Atlántico, la crisis griega ha venido a darle la razón a uno de los ganadores de 2011, el macroeconomista Christopher Sims. En 1999, Sims criticó la zona euro, que según él, ‘parece un intento de crear un banco central y una divisa, que no tienen detrás una autoridad presupuestaria competente’.

Según Offer, es normal que haya dudas sobre la investigación económica entre los políticos que deben gestionar crisis en el día a día.

Offer explica que lo que se pone en cuestión es ‘la validez exterior’ de la teoría, ‘hasta qué punto nos habla de las economías reales’.

El economista sueco Klas Eklund, que fue consejero gubernamental, hace valer que ‘construir un modelo económico es un trabajo complicado y ponerlo a prueba lleva tiempo’. ‘E incluso si funciona en un país en un momento dado, puede no funcionar en otro país’.