Varios miles de personas se espera que se manifiesten este sábado en Quimper, en la región de Bretaña (oeste de Francia), que sufre una grave crisis social, en una protesta por el empleo que el Gobierno teme que derive en disturbios.
Agricultores, pescadores, patrones, asalariados y comerciales convergerán en Quimper a primera hora de la tarde para esta manifestación, que también podría también reunir a partidarios de diferente signo político de una autonomía para las regiones, todo ello en un contexto de reiterados planes de ajuste social que afectan a Bretaña.
Las autoridades han previsto importantes despliegues de policías y gendarmes, debido sobre todo al riesgo de enfrentamientos entre grupúsculos de extrema derecha y de extrema izquierda. Además, el ayuntamiento de Quimper ordenó por precaución que se desmontara el mobiliario urbano, y se prohibió el acceso a los tractores al centro de la ciudad.
El primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, lanzó el viernes, durante una visita oficial a Moscú, una advertencia contra la ‘espiral de violencia’ en Bretaña. Una manifestación celebrada la semana pasada en Pont-de-Buis, cerca Quimper, contra la imposición de la ‘ecotasa’ (una tasa ecológica para los vehículos pesados), terminó con unos enfrentamientos que dejaron un herido grave. El Gobierno anunció posteriormente la suspensión de la ‘ecotasa’, que debía entrar en vigor el 1 de enero, por lo que varios sindicatos se desvincularon de la manifestación de este sábado.
La manifestación de esta jornada ‘unirá a un gran número de grupos muy diferentes entre ellos, incluyendo a militantes de extrema derecha identitaria y a grupos de izquierda, con un riesgo de enfrentamiento de estos grupos’, advirtió el prefecto del departamento de Finisterre, Jean-Luc Videlaine,
Más allá de la cuestión de la ‘ecotasa’, de la que los organizadores piden la supresión total, esta manifestación puede conglomerar a todos los descontentos contra el Ejecutivo, en un contexto de desilusión social creciente en Bretaña, una región golpeada de lleno por la crisis agroalimentaria.
Varios miles de personas se espera que se manifiesten este sábado en Quimper, en la región de Bretaña (oeste de Francia), que sufre una grave crisis social, en una protesta por el empleo que el Gobierno teme que derive en disturbios.
Agricultores, pescadores, patrones, asalariados y comerciales convergerán en Quimper a primera hora de la tarde para esta manifestación, que también podría también reunir a partidarios de diferente signo político de una autonomía para las regiones, todo ello en un contexto de reiterados planes de ajuste social que afectan a Bretaña.
Las autoridades han previsto importantes despliegues de policías y gendarmes, debido sobre todo al riesgo de enfrentamientos entre grupúsculos de extrema derecha y de extrema izquierda. Además, el ayuntamiento de Quimper ordenó por precaución que se desmontara el mobiliario urbano, y se prohibió el acceso a los tractores al centro de la ciudad.
El primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, lanzó el viernes, durante una visita oficial a Moscú, una advertencia contra la ‘espiral de violencia’ en Bretaña. Una manifestación celebrada la semana pasada en Pont-de-Buis, cerca Quimper, contra la imposición de la ‘ecotasa’ (una tasa ecológica para los vehículos pesados), terminó con unos enfrentamientos que dejaron un herido grave. El Gobierno anunció posteriormente la suspensión de la ‘ecotasa’, que debía entrar en vigor el 1 de enero, por lo que varios sindicatos se desvincularon de la manifestación de este sábado.
La manifestación de esta jornada ‘unirá a un gran número de grupos muy diferentes entre ellos, incluyendo a militantes de extrema derecha identitaria y a grupos de izquierda, con un riesgo de enfrentamiento de estos grupos’, advirtió el prefecto del departamento de Finisterre, Jean-Luc Videlaine,
Más allá de la cuestión de la ‘ecotasa’, de la que los organizadores piden la supresión total, esta manifestación puede conglomerar a todos los descontentos contra el Ejecutivo, en un contexto de desilusión social creciente en Bretaña, una región golpeada de lleno por la crisis agroalimentaria.