Por José Carlos Ortega Santa Cruz
Leo, y vuelvo a leer, y releo, los datos sobre la pobreza y extrema pobreza que voy encontrando de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) publicados y trabajados por el INE y me da vergüenza, ansiedad y tristeza, también enojo. Me siento privilegiado, lo soy, y lo agradezco, y me mueve a seguir luchando por mi país, por el país de mis hijos, por el país de mis hermanos. Leerla y no hacer nada sería atentar contra mis valores, contra lo que creo, contra lo que valoro. Sería ser una persona sin amor, sin corazón, sin misericordia. En el ámbito personal, puedo hacer pequeñas cosas, no tan pequeñas para quien las reciba, así como a nivel iglesia o comunidad.
El dilema es que vamos en caída libre. Rescatar de la pobreza y de la extrema pobreza a los más desfavorecidos es tarea de todos. Mientras se discuten muchas cosas y posibles soluciones, algunas que ayudan más que otras, niños mueren, personas pierden oportunidades de por vida, nos atrasamos más. El costo de procrastinar, se mide en vidas humanas. Leo comentarios, que si incrementamos el presupuesto de salud, de nutrición, de asistencia en los primeros 60 meses, de educación, el enfoque de los programas sociales, que lo importante es combatir frontalmente la corrupción, etc. ¡Estoy completamente de acuerdo con todos! Y estoy más de acuerdo con el combate frontal a la corrupción. Hasta que no entendamos que el dinero robado, por cualquiera, con apellidos europeos o no, es igual a dispararle a una persona, solo que esta vez, a uno que está enfermo en un hospital, o recibiendo clases debajo de una lámina que no cubre ni el sol, ni la lluvia. ¡La corrupción mata, y el que la ejerce, es asesino!
Pero la solución al problema pasa por una respuesta contable, matemática, aritmética. Estoy de acuerdo en incrementar los servicios de cuidado materno-infantil, sobre todo en los primeros dos años de vida. También con la educación universal, de calidad y obligatoria a todos los jóvenes y niños del país. Creo que es importante que todos tengan acceso a la salud, sobre todo a programas de prevención. Pero todo eso, es hacer más de lo mismo, y que desgraciadamente, termina en más funciones del Estado, que las ha hecho mal, parciales, y con exceso de corrupción o desvío de programas. Si debemos incrementar el presupuesto de gastos de la nación, hay que incrementar los ingresos, y eso solo puede ser por medio de más impuestos, o por adquisición de deuda. Los que pagamos impuestos, los que estamos en la formalidad, pagamos ya suficientes impuestos, sin recibir beneficios. Pero aun así, si incrementáramos los programas sociales, ¡no alcanza!
Entonces, ¿qué hacemos? ¿Qué se necesita para que una persona salga de la pobreza? Recibir ingresos. Los ingresos los puede recibir por medio de programas asistenciales, como bonos, o canastas, por medio de acceso a salud, educación, etc. o por medio de ingresos directos, por medio de su trabajo independiente, empresarial, o por medio de un empleo… ¿Con cuántas bolsas solidarias – seguras, o como se llamen, sale una familia de la pobreza? Con muchas. ¿Y cuántos les dieron los últimos gobiernos corruptos? 2 ó 3 ó 4 al año. Demos desayunos en las escuelas (¿y los niños que no van a las escuelas, porque no alcanza para ellos?), pero, ¿por qué nos les damos también almuerzo y cena? El mejor desayuno, almuerzo y cena escolar, es el que le da el papá y la mamá al niño en casa.
Para crear empleos, primero tiene que haber empresas que contraten. Para que haya empresas, y empresas pequeñas, de trabajo propio, tiene que haber inversión. Para que haya inversión, tiene que haber confianza. La confianza se logra sólo por medio de reglas claras, justicia y seguridad. No hay otro camino.
Si queremos salir de la pobreza, debemos crear el camino del desarrollo, que es crear más riqueza, no repartir la pobreza. Con más empresas y más empleados, ¡oh coincidencia!, hay más recolección de impuestos, y más presupuesto para todas las necesidades. ¡Basta ya de seguir repartiendo nuestra pobreza! Creemos riqueza…
Por José Carlos Ortega Santa Cruz
Leo, y vuelvo a leer, y releo, los datos sobre la pobreza y extrema pobreza que voy encontrando de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) publicados y trabajados por el INE y me da vergüenza, ansiedad y tristeza, también enojo. Me siento privilegiado, lo soy, y lo agradezco, y me mueve a seguir luchando por mi país, por el país de mis hijos, por el país de mis hermanos. Leerla y no hacer nada sería atentar contra mis valores, contra lo que creo, contra lo que valoro. Sería ser una persona sin amor, sin corazón, sin misericordia. En el ámbito personal, puedo hacer pequeñas cosas, no tan pequeñas para quien las reciba, así como a nivel iglesia o comunidad.
El dilema es que vamos en caída libre. Rescatar de la pobreza y de la extrema pobreza a los más desfavorecidos es tarea de todos. Mientras se discuten muchas cosas y posibles soluciones, algunas que ayudan más que otras, niños mueren, personas pierden oportunidades de por vida, nos atrasamos más. El costo de procrastinar, se mide en vidas humanas. Leo comentarios, que si incrementamos el presupuesto de salud, de nutrición, de asistencia en los primeros 60 meses, de educación, el enfoque de los programas sociales, que lo importante es combatir frontalmente la corrupción, etc. ¡Estoy completamente de acuerdo con todos! Y estoy más de acuerdo con el combate frontal a la corrupción. Hasta que no entendamos que el dinero robado, por cualquiera, con apellidos europeos o no, es igual a dispararle a una persona, solo que esta vez, a uno que está enfermo en un hospital, o recibiendo clases debajo de una lámina que no cubre ni el sol, ni la lluvia. ¡La corrupción mata, y el que la ejerce, es asesino!
Pero la solución al problema pasa por una respuesta contable, matemática, aritmética. Estoy de acuerdo en incrementar los servicios de cuidado materno-infantil, sobre todo en los primeros dos años de vida. También con la educación universal, de calidad y obligatoria a todos los jóvenes y niños del país. Creo que es importante que todos tengan acceso a la salud, sobre todo a programas de prevención. Pero todo eso, es hacer más de lo mismo, y que desgraciadamente, termina en más funciones del Estado, que las ha hecho mal, parciales, y con exceso de corrupción o desvío de programas. Si debemos incrementar el presupuesto de gastos de la nación, hay que incrementar los ingresos, y eso solo puede ser por medio de más impuestos, o por adquisición de deuda. Los que pagamos impuestos, los que estamos en la formalidad, pagamos ya suficientes impuestos, sin recibir beneficios. Pero aun así, si incrementáramos los programas sociales, ¡no alcanza!
Entonces, ¿qué hacemos? ¿Qué se necesita para que una persona salga de la pobreza? Recibir ingresos. Los ingresos los puede recibir por medio de programas asistenciales, como bonos, o canastas, por medio de acceso a salud, educación, etc. o por medio de ingresos directos, por medio de su trabajo independiente, empresarial, o por medio de un empleo… ¿Con cuántas bolsas solidarias – seguras, o como se llamen, sale una familia de la pobreza? Con muchas. ¿Y cuántos les dieron los últimos gobiernos corruptos? 2 ó 3 ó 4 al año. Demos desayunos en las escuelas (¿y los niños que no van a las escuelas, porque no alcanza para ellos?), pero, ¿por qué nos les damos también almuerzo y cena? El mejor desayuno, almuerzo y cena escolar, es el que le da el papá y la mamá al niño en casa.
Para crear empleos, primero tiene que haber empresas que contraten. Para que haya empresas, y empresas pequeñas, de trabajo propio, tiene que haber inversión. Para que haya inversión, tiene que haber confianza. La confianza se logra sólo por medio de reglas claras, justicia y seguridad. No hay otro camino.
Si queremos salir de la pobreza, debemos crear el camino del desarrollo, que es crear más riqueza, no repartir la pobreza. Con más empresas y más empleados, ¡oh coincidencia!, hay más recolección de impuestos, y más presupuesto para todas las necesidades. ¡Basta ya de seguir repartiendo nuestra pobreza! Creemos riqueza…