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Ecuanimidad y justicia

Betty Marroquin
31 de mayo, 2018

El problema de la polarización es mundial, tristemente. En algunos medios de habla inglesa se ha reportado con mayor frecuencia que el multimillonario George Soros está utilizando su cuantiosa fortuna en promover inestabilidad política y social en casi todo el planeta, salvándose sólo los países que han prohibido su ingreso y el de cualquier tipo de operación de su Open Society Foundation (Commonwealth Inglés, Austria, Rusia, Israel, y Hungría). Este anciano octagenario está empeñado en que el mundo pague resarcimientos por doquier y utiliza cualquier medio para lograrlo. Últimamente vendiendo un sentimiento de culpa hacia Africa y otras áreas del planeta en desarrollo, entre la opinión pública europea y en especial escandinava, donde tiene público receptor. En el Continente Americano, no es la excepción y Guatemala definitivamente no está excenta.

Cómo combatir esto, difícil. Las nuevas generaciones están resultando fáciles de influenciar en este sentido y mucha gente cree que tiene culpas que no tiene. ¿Qué culpa tiene un americano anglosajón de 25 años de lo que sucedió durante los años de esclavitud negra en los Estados Unidos? ¿Qué culpa tienen los europeos de esa edad en promedio de lo que hicieran Holanda, España, Francia, Inglaterra o Portugal durante la colonización en Africa o América Latina? ¿Qué culpa tienen los alemanes jóvenes de lo que hicieran los Nazis? Lo que me trae a la pregunta que nos compete: ¿Qué culpa tienen los jóvenes de esa misma edad en Guatemala de lo que sucedió en el conflicto armado interno?

Yo no tengo esa edad, y no me siento responsable de lo que sucedió en el conflicto armado interno. Guste o no fuimos otro escenario de Guerra Fría y como tal otro campo de batalla de una guerra sucia de baja intensidad sin reglas de enfrentamiento. Cómo bien lo puntualiza Alfred Kaltschmitt en su columna del miércoles 30 de mayo en Prensa Libre titulada “Siempre un lado, nunca dos” cuando fueron firmados los Acuerdos de Paz se supuso que sería un borrón y cuenta nueva. Sin embargo, el Ejército sigue pagando facturas que la guerrilla no paga. ¿Dónde están los resarcimientos para los secuestrados, mutilados, torturados y asesinados por la guerrilla?

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Muchos pensamos que los Acuerdos de Paz son vistos cual carta higiénica por la izquierda, y sólo se acogen a ellos, como a todas las leyes, a conveniencia. Un experto me puntualizó que existe un decreto de amnistía al que el Ejército no se acogió en su momento porque lo vieron como una aceptación de culpabilidad. Implicaba un perdón que en ese momento les hubiera sido extendido pero era aceptar haber hecho algo ilegal cuando ellos sentían haber actuado dentro del marco legal al salvar al país del comunismo. Los guerrilleros que si se acogieron (por supuesto no todos) y por ello están fuera del alcance de las leyes que podrían castigarlos. Es un punto importante que vendría a explicar el porqué se están aprovechando de esa base para pedir resarcimientos y meter presos a quienes ganaron la guerra. Sin embargo, la Constitución misma aún lo prohibe.

Pero el problema fundamental, de raíz, es esa división de sentir y de pensar que tiene nuestra sociedad y que parece es mundial. Por ejemplo, el ilustre defensor de los derechos ciudadanos Profesor de Harvard Alan Dershowitz lo está viviendo en carne propia. El trabajó por la campaña de Hillary Clinton siendo un Demócrata, pero hoy defiende a Trump de los deseos de enjuiciarlo por cuestión de principios. Se apega a la Constitución y a las Leyes y con esa base justifica su actitud hacia Trump, aunque no votara por él. Repito, cuestión de principios. Porque alega que los principios y las leyes no deben seguir ideología alguna, deben ser ecuánimes y justas, sin eso, no se puede construir, sin eso, no hay patria. La izquierda ahora lo ignora, incluyendo sus propios parientes, por defender esos mismos principios, como lo hizo cuando trataron de enjuiciar a Bill Clinton, y ahí si le aplaudieron. ¿Es esa actitud justa y correcta?

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Ecuanimidad y justicia

Betty Marroquin
31 de mayo, 2018

El problema de la polarización es mundial, tristemente. En algunos medios de habla inglesa se ha reportado con mayor frecuencia que el multimillonario George Soros está utilizando su cuantiosa fortuna en promover inestabilidad política y social en casi todo el planeta, salvándose sólo los países que han prohibido su ingreso y el de cualquier tipo de operación de su Open Society Foundation (Commonwealth Inglés, Austria, Rusia, Israel, y Hungría). Este anciano octagenario está empeñado en que el mundo pague resarcimientos por doquier y utiliza cualquier medio para lograrlo. Últimamente vendiendo un sentimiento de culpa hacia Africa y otras áreas del planeta en desarrollo, entre la opinión pública europea y en especial escandinava, donde tiene público receptor. En el Continente Americano, no es la excepción y Guatemala definitivamente no está excenta.

Cómo combatir esto, difícil. Las nuevas generaciones están resultando fáciles de influenciar en este sentido y mucha gente cree que tiene culpas que no tiene. ¿Qué culpa tiene un americano anglosajón de 25 años de lo que sucedió durante los años de esclavitud negra en los Estados Unidos? ¿Qué culpa tienen los europeos de esa edad en promedio de lo que hicieran Holanda, España, Francia, Inglaterra o Portugal durante la colonización en Africa o América Latina? ¿Qué culpa tienen los alemanes jóvenes de lo que hicieran los Nazis? Lo que me trae a la pregunta que nos compete: ¿Qué culpa tienen los jóvenes de esa misma edad en Guatemala de lo que sucedió en el conflicto armado interno?

Yo no tengo esa edad, y no me siento responsable de lo que sucedió en el conflicto armado interno. Guste o no fuimos otro escenario de Guerra Fría y como tal otro campo de batalla de una guerra sucia de baja intensidad sin reglas de enfrentamiento. Cómo bien lo puntualiza Alfred Kaltschmitt en su columna del miércoles 30 de mayo en Prensa Libre titulada “Siempre un lado, nunca dos” cuando fueron firmados los Acuerdos de Paz se supuso que sería un borrón y cuenta nueva. Sin embargo, el Ejército sigue pagando facturas que la guerrilla no paga. ¿Dónde están los resarcimientos para los secuestrados, mutilados, torturados y asesinados por la guerrilla?

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Muchos pensamos que los Acuerdos de Paz son vistos cual carta higiénica por la izquierda, y sólo se acogen a ellos, como a todas las leyes, a conveniencia. Un experto me puntualizó que existe un decreto de amnistía al que el Ejército no se acogió en su momento porque lo vieron como una aceptación de culpabilidad. Implicaba un perdón que en ese momento les hubiera sido extendido pero era aceptar haber hecho algo ilegal cuando ellos sentían haber actuado dentro del marco legal al salvar al país del comunismo. Los guerrilleros que si se acogieron (por supuesto no todos) y por ello están fuera del alcance de las leyes que podrían castigarlos. Es un punto importante que vendría a explicar el porqué se están aprovechando de esa base para pedir resarcimientos y meter presos a quienes ganaron la guerra. Sin embargo, la Constitución misma aún lo prohibe.

Pero el problema fundamental, de raíz, es esa división de sentir y de pensar que tiene nuestra sociedad y que parece es mundial. Por ejemplo, el ilustre defensor de los derechos ciudadanos Profesor de Harvard Alan Dershowitz lo está viviendo en carne propia. El trabajó por la campaña de Hillary Clinton siendo un Demócrata, pero hoy defiende a Trump de los deseos de enjuiciarlo por cuestión de principios. Se apega a la Constitución y a las Leyes y con esa base justifica su actitud hacia Trump, aunque no votara por él. Repito, cuestión de principios. Porque alega que los principios y las leyes no deben seguir ideología alguna, deben ser ecuánimes y justas, sin eso, no se puede construir, sin eso, no hay patria. La izquierda ahora lo ignora, incluyendo sus propios parientes, por defender esos mismos principios, como lo hizo cuando trataron de enjuiciar a Bill Clinton, y ahí si le aplaudieron. ¿Es esa actitud justa y correcta?

República es ajena a la opinión expresada en este artículo