Nació en Bélgica, pero tiene ascendencia congoleña. Romelu Lukaku es el ejemplo de cómo un sueño puede hacerse realidad con esfuerzo y dedicación, a pesar de las adversidades y grandes obstáculos de la vida.
Cuando era niño, Romelu Lukaku hizo una promesa a su padre y en poco tiempo cumplió lo dicho y logró convertirse en un goleador nato, un líder de la selección de Bélgica y ejemplo para las nuevas generaciones.
La historia contada por Romelu Lukaku
“Tenía seis años, y volví a casa a almorzar al salir del colegio. Mamá tenía lo mismo de siempre en el menú: pan y leche. Pero ese día volví a casa y mamá empezó a mezclar la botella de leche con algo más. Ella me sirvió el almuerzo con una sonrisa como si todo estuviera bien. Pero comprendí lo que estaba haciendo. Estaba mezclando leche con agua. No teníamos suficiente dinero para hacer durar la botella toda la semana. No éramos solo pobres; estábamos quebrados”.
Con el tiempo, su apuesta fue creciendo. No solo quería jugar profesionalmente, sino ser el mejor jugador belga de la historia.
“No bueno. No excelente. El mejor. Jugué con mucha bronca, por muchas cosas: por las ratas que corrían por nuestro departamento, porque no podía ver la Champions League por televisión, por los padres de compañeros que me miraban mal (lo cuestionaban por su raza y no parecer de la edad ni la nacionalidad para jugar). Y a los 12 anoté 76 goles en 34 partidos; todos los hice con los botines de mi papá”.
Así fue como Romelu le preguntó a su padre a qué edad podía empezar a jugar profesionalmente como él. Su respuesta fue a los 16 años. Dicho y hecho: a los 16 años y 11 días Lukaku firmó su contrato profesional con Anderlecht, tal y como se lo prometió a su familia.
“A la gente del fútbol le gusta hablar de fortaleza mental. Bueno, soy el tipo más fuerte que jamás conocerán. Porque me acuerdo sentado en la oscuridad con mi hermano y mi mamá, rezando, y pensando, y creyendo, y sabiendo que iba a pasar”.
En Rusia 2018, Lukaku tiene 25 años y jugó su segundo Mundial de Fútbol con la camiseta de la selección de Bélgica. Es la estrella del equipo. Sus promesas se cumplieron, y su madre solo llora de emoción y orgullo.
Nació en Bélgica, pero tiene ascendencia congoleña. Romelu Lukaku es el ejemplo de cómo un sueño puede hacerse realidad con esfuerzo y dedicación, a pesar de las adversidades y grandes obstáculos de la vida.
Cuando era niño, Romelu Lukaku hizo una promesa a su padre y en poco tiempo cumplió lo dicho y logró convertirse en un goleador nato, un líder de la selección de Bélgica y ejemplo para las nuevas generaciones.
La historia contada por Romelu Lukaku
“Tenía seis años, y volví a casa a almorzar al salir del colegio. Mamá tenía lo mismo de siempre en el menú: pan y leche. Pero ese día volví a casa y mamá empezó a mezclar la botella de leche con algo más. Ella me sirvió el almuerzo con una sonrisa como si todo estuviera bien. Pero comprendí lo que estaba haciendo. Estaba mezclando leche con agua. No teníamos suficiente dinero para hacer durar la botella toda la semana. No éramos solo pobres; estábamos quebrados”.
Con el tiempo, su apuesta fue creciendo. No solo quería jugar profesionalmente, sino ser el mejor jugador belga de la historia.
“No bueno. No excelente. El mejor. Jugué con mucha bronca, por muchas cosas: por las ratas que corrían por nuestro departamento, porque no podía ver la Champions League por televisión, por los padres de compañeros que me miraban mal (lo cuestionaban por su raza y no parecer de la edad ni la nacionalidad para jugar). Y a los 12 anoté 76 goles en 34 partidos; todos los hice con los botines de mi papá”.
Así fue como Romelu le preguntó a su padre a qué edad podía empezar a jugar profesionalmente como él. Su respuesta fue a los 16 años. Dicho y hecho: a los 16 años y 11 días Lukaku firmó su contrato profesional con Anderlecht, tal y como se lo prometió a su familia.
“A la gente del fútbol le gusta hablar de fortaleza mental. Bueno, soy el tipo más fuerte que jamás conocerán. Porque me acuerdo sentado en la oscuridad con mi hermano y mi mamá, rezando, y pensando, y creyendo, y sabiendo que iba a pasar”.
En Rusia 2018, Lukaku tiene 25 años y jugó su segundo Mundial de Fútbol con la camiseta de la selección de Bélgica. Es la estrella del equipo. Sus promesas se cumplieron, y su madre solo llora de emoción y orgullo.