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Carta de una nica/chapina

Luis Gonzalez
19 de julio, 2018

Carta de una nica/chapina

A casi tres meses de haberse producido el levantamiento de la sociedad civil en Nicaragua, solo miro con horror las mas de 300 muertes, los miles de heridos, la dolorosa separación de familias, los ultrajes a los sacerdotes y los sacrilegios al cuerpo y sangre de nuestro señor Jesucristo.

Mi pregunta desde un comienzo es: ¿cómo es posible que no se pronuncien los hermanos países centroamericanos? ¿Cómo no condenan los gobiernos centroamericanos el estado de terror que el binomio conformado por Daniel Ortega y Rosario Murillo, ha sumido al pueblo hermano de Nicaragua?

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Todo comenzó el 19 de abril y fue el diputado costarricense, Pedro Muñoz, el 20 de mayo, quien primero hizo un llamamiento a su gobierno para que se pronunciara contra las aberraciones, y lo logró. Luego el diputado salvadoreño, Ricardo Andrés Velázquez Parker, ese mismo mes de mayo, hizo una exposición fuerte ante la asamblea legislativa de su país.

Soy nicaragüense de nacimiento, viví solamente mis primeros trece años en Nicaragua. A causa del régimen dictatorial de la familia Somoza tuvimos que salir un 5 de septiembre de 1978 hacia Costa Rica, pues habían puesto una bomba en la casa de unos amigos contrarios al régimen y enviaron anónimos amenazantes a las casas de los opositores diciendo que este sería el futuro para todos los demás hogares opositores.

En ese momento, no hubo daño físico. Recuerdo las palabras de mi papá: “no se preocupen esto dilatará un par de semanas”; ese par de semanas se volvieron doce años, pues rápidamente los sandinistas sacaron sus uñas.

Luego, en 1991, me casé con un nicaragüense radicado en Guatemala y aquí comenzó mi historia en este país. Adquirí inmediatamente la nacionalidad guatemalteca sin dudarlo un momento. Me enamoré del país y de su gente.

Hoy, hace casi 40 años de mi salida a Costa Rica, tengo a mi mamá anciana y tres sobrinos viviendo conmigo en Guatemala, con la esperanza de ser poco tiempo, y que no se repita la historia de mi generación.

Desde que empezó la violencia en Nicaragua, he tenido la esperanza y he buscado por varios medios que el gobierno de Guatemala, el país que me adoptó, se pronuncie y condene tanta masacre, tanta aberración.

Si, la Cámara de Comercio lo hizo junto con las cámaras de Comercio de Latinoamérica , pero el gobierno ha permanecido callado. En la asamblea general de la OEA y en la sesión extraordinaria siguió callado.

Hoy desperté con la buena noticia que el periódico exigía al gobierno de Guatemala una condena. Y luego en twitter, el Ministerio de Relaciones Exteriores (Minex) salió condenando, finalmente, la situación en Nicaragua.

También un comunicado de Panamá. En esas dos comunicaciones no queda clara la condena al régimen totalitario Ortega/Murillo, pues se entiende que la lucha es entre iguales. No es así: es una lucha de David contra Goliat. Pero bueno, por algo se comienza.

¿Es necesario aplicar más presión? Sí, es necesario. La saña de los Ortega contra su pueblo va en escalonada. Cómo me gustaría, como guatemalteca, escuchar la voz fuerte de Guatemala, condenando al régimen totalitario y terrorista de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

María Gabriela Urcuyo de Tefel

Fotografía: La Prensa de Nicaragua

Carta de una nica/chapina

Luis Gonzalez
19 de julio, 2018

Carta de una nica/chapina

A casi tres meses de haberse producido el levantamiento de la sociedad civil en Nicaragua, solo miro con horror las mas de 300 muertes, los miles de heridos, la dolorosa separación de familias, los ultrajes a los sacerdotes y los sacrilegios al cuerpo y sangre de nuestro señor Jesucristo.

Mi pregunta desde un comienzo es: ¿cómo es posible que no se pronuncien los hermanos países centroamericanos? ¿Cómo no condenan los gobiernos centroamericanos el estado de terror que el binomio conformado por Daniel Ortega y Rosario Murillo, ha sumido al pueblo hermano de Nicaragua?

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Todo comenzó el 19 de abril y fue el diputado costarricense, Pedro Muñoz, el 20 de mayo, quien primero hizo un llamamiento a su gobierno para que se pronunciara contra las aberraciones, y lo logró. Luego el diputado salvadoreño, Ricardo Andrés Velázquez Parker, ese mismo mes de mayo, hizo una exposición fuerte ante la asamblea legislativa de su país.

Soy nicaragüense de nacimiento, viví solamente mis primeros trece años en Nicaragua. A causa del régimen dictatorial de la familia Somoza tuvimos que salir un 5 de septiembre de 1978 hacia Costa Rica, pues habían puesto una bomba en la casa de unos amigos contrarios al régimen y enviaron anónimos amenazantes a las casas de los opositores diciendo que este sería el futuro para todos los demás hogares opositores.

En ese momento, no hubo daño físico. Recuerdo las palabras de mi papá: “no se preocupen esto dilatará un par de semanas”; ese par de semanas se volvieron doce años, pues rápidamente los sandinistas sacaron sus uñas.

Luego, en 1991, me casé con un nicaragüense radicado en Guatemala y aquí comenzó mi historia en este país. Adquirí inmediatamente la nacionalidad guatemalteca sin dudarlo un momento. Me enamoré del país y de su gente.

Hoy, hace casi 40 años de mi salida a Costa Rica, tengo a mi mamá anciana y tres sobrinos viviendo conmigo en Guatemala, con la esperanza de ser poco tiempo, y que no se repita la historia de mi generación.

Desde que empezó la violencia en Nicaragua, he tenido la esperanza y he buscado por varios medios que el gobierno de Guatemala, el país que me adoptó, se pronuncie y condene tanta masacre, tanta aberración.

Si, la Cámara de Comercio lo hizo junto con las cámaras de Comercio de Latinoamérica , pero el gobierno ha permanecido callado. En la asamblea general de la OEA y en la sesión extraordinaria siguió callado.

Hoy desperté con la buena noticia que el periódico exigía al gobierno de Guatemala una condena. Y luego en twitter, el Ministerio de Relaciones Exteriores (Minex) salió condenando, finalmente, la situación en Nicaragua.

También un comunicado de Panamá. En esas dos comunicaciones no queda clara la condena al régimen totalitario Ortega/Murillo, pues se entiende que la lucha es entre iguales. No es así: es una lucha de David contra Goliat. Pero bueno, por algo se comienza.

¿Es necesario aplicar más presión? Sí, es necesario. La saña de los Ortega contra su pueblo va en escalonada. Cómo me gustaría, como guatemalteca, escuchar la voz fuerte de Guatemala, condenando al régimen totalitario y terrorista de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

María Gabriela Urcuyo de Tefel

Fotografía: La Prensa de Nicaragua