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Estampa citadina

Luis Gonzalez
26 de agosto, 2018

Estampa citadina, ESTE ES EL TEMA EN EL BLOG DE HISTORIAS URBANAS DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

Los que venían por la sexta avenida, desde la 18 calle, no se imaginaban la escena que se encontrarían cuatro cuadras después.

Todos los que íbamos en sentido contrario la acabábamos de ver.

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En la esquina de la 15 calle, frente al parque Concordia, la gente se amontonaba frente al edificio donde estuvo la venta de bicicletas y electrodomésticos Casa Automoto.

Varios policías sujetaban a dos muchachos. El más pequeño vestía playera roja y andaba con gorra. El alto y delgado tenía una mochila a cuestas.

Los dos estaban siendo esposados.

No pregunté qué pasaba. Las masas me asustan. Basta que alguien se ponga a gritar para que cometan un crimen o armen un alboroto entre todos. Y a uno se lo pasan trayendo de corbata.

Más adelante, frente al edificio ocupado en la planta baja por el almacén Tropigás, había otra multitud que rodeaba a más policías y a otra persona.

Era una mujer, acaso un transexual en vías de serlo –lo supuse por la estatura y por la ronquera de la voz. Acaso era la víctima de robo, u otra sospechosa. Tampoco lo pregunté.

Por la cuadra situada entre la 16 y 17 calle venían dos policías, uno nacional, otro municipal, montados en bicicletas. Al rato los siguió una autopatrulla.

Los que venían desde la 18 se preguntaron qué pudo suceder y caminaron más ligero para acercarse a la primera aglomeración.

Supongo que los muchachos fueron liberados si no se presentó denuncia en su contra o los cargos no estaban justificados.

La sexta prosiguió como si nada hubiera pasado.

Hasta la próxima captura y la siguiente función.

Estampa citadina

Luis Gonzalez
26 de agosto, 2018

Estampa citadina, ESTE ES EL TEMA EN EL BLOG DE HISTORIAS URBANAS DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

Los que venían por la sexta avenida, desde la 18 calle, no se imaginaban la escena que se encontrarían cuatro cuadras después.

Todos los que íbamos en sentido contrario la acabábamos de ver.

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En la esquina de la 15 calle, frente al parque Concordia, la gente se amontonaba frente al edificio donde estuvo la venta de bicicletas y electrodomésticos Casa Automoto.

Varios policías sujetaban a dos muchachos. El más pequeño vestía playera roja y andaba con gorra. El alto y delgado tenía una mochila a cuestas.

Los dos estaban siendo esposados.

No pregunté qué pasaba. Las masas me asustan. Basta que alguien se ponga a gritar para que cometan un crimen o armen un alboroto entre todos. Y a uno se lo pasan trayendo de corbata.

Más adelante, frente al edificio ocupado en la planta baja por el almacén Tropigás, había otra multitud que rodeaba a más policías y a otra persona.

Era una mujer, acaso un transexual en vías de serlo –lo supuse por la estatura y por la ronquera de la voz. Acaso era la víctima de robo, u otra sospechosa. Tampoco lo pregunté.

Por la cuadra situada entre la 16 y 17 calle venían dos policías, uno nacional, otro municipal, montados en bicicletas. Al rato los siguió una autopatrulla.

Los que venían desde la 18 se preguntaron qué pudo suceder y caminaron más ligero para acercarse a la primera aglomeración.

Supongo que los muchachos fueron liberados si no se presentó denuncia en su contra o los cargos no estaban justificados.

La sexta prosiguió como si nada hubiera pasado.

Hasta la próxima captura y la siguiente función.