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A propósito del veto a la banda Marduk: “Nuestra mirada crítica debe enfocarse en que estamos perdiendo derechos y libertades”

Luis Gonzalez
29 de septiembre, 2018

A propósito del veto a la banda Marduk, “Nuestra mirada crítica debe enfocarse en que estamos perdiendo derechos y libertades”, ESTE ES EL TEMA EN EL BLOG DE HISTORIAS URBANAS DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

Ligado desde su juventud a la escena metalera del país, el historiador Mario Castañeda considera que el veto impuesto por el congreso a Marduk, grupo de black metal sueco que se presentará por tercera vez Guatemala el 11 de octubre, refleja «un pensamiento oligárquico donde no se comprende que la cultura puede ser una oportunidad de vida y de crecimiento espiritual para la población» y sirvió para desviar la atención pública de la sentencia por genocidio cometido contra el pueblo ixil.

Viajás a presentar una ponencia acerca del Internal Circle de Sumpango en la Ciudad de México y Guanajuato, invitado por el Seminario Permanente de Estudios sobre Heavy Metal, y Guatemala te recibe con la campaña de firmas en contra del concierto de Marduk. ¿Qué impresión te causó?

Dos cosas: la profundización de los fundamentalismos religiosos como recurso de los poderes económico y político para distraer sobre los problemas centrales del país, y la hipocresía y lo retrógrado que representan personajes de la política nacional con desconocimiento total de la cultura y la contracultura. Nada novedoso.

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¿Habrá alguna explicación para que en el año 18 del siglo XXI haya tanta gente que se trague el cuento del satanismo en el rock y el metal?

Sí. Somos una sociedad culturalmente permeada hasta los huesos de cristianismo y de cristiandad. Uno como elemento cultural aprendido y el otro como justificación de las «cruzadas» que deben emprender para someter al otro, al que no es como ellos, al que según su lógica vive en pecado y debe ser salvado. No entienden al rock y el metal. Estas expresiones, como todas aquellas que no sean afines a sus prácticas, no van a ser comprendidas. El monoteísmo cristiano es impositivo, la historia lo demuestra. El fondo de ello es el poder, diezmos y sumisión para aceptar las desgracias por voluntad de su dios.

¿Tenés conocimiento de algún intento anterior de prohibir la entrada al país de algún grupo o solista, y las justificaciones que se invocaron? (Se cuenta que el gobierno de Jorge Serrano Elías impidió la entrada de Sepultura en 1991 o 1992).

No tengo recuerdo si se intentó evitar que Sepultura viniera a Guatemala. Sí tengo presente que en el concierto de Bon Joviimaginate!), habían protestantes repartiendo panfletos en contra del rock y de Bon Jovi.

El 1 de noviembre de 1970, la policía intentó prohibir un concierto realizado al final de la Avenida Las Américas y Rony de León, cantante del grupo SOS y organizador, le mostró la autorización emitida por la Dirección de Espectáculos Públicos. ¿Existe algún medio legal para revertir el punto resolutivo del congreso que recomienda vetar el ingreso de Marduk?

Habría qué indagar si, jurídicamente, el congreso tiene potestad de vetar un evento cultural. Como no soy jurista, debemos remitirnos a revisar la Ley de Espectáculos Públicos y los procedimientos que le competen al Ministerio de Cultura, y analizar si las razones que arguyen tienen pertinencia para ello. Definitivamente, me parece absurdo vetar un evento de tal dimensión solo por el capricho del diputado Oliverio García Rodas. Le compete a la empresa organizadora presentar un recurso de inconstitucionalidad ante la Corte de Constitucionalidad porque no se está violando ningún derecho que contenga la Constitución Política de la República, la Ley de Migración y la Ley de Espectáculos Públicos. Aparte, es una cortina de humo que se dio en el contexto de la sentencia por genocidio. Fue un distractor importante.
Me gusta recordar que el gobierno de El Salvador vio en el concierto de Iron Maiden ofrecido el 6 de marzo de 2016 la oportunidad de generar divisas para el país y facilitó los trámites en las fronteras para la llegada de miles de fans centroamericanos. Guatemala, en cambio, se repliega en sí misma. ¿Cómo explicar esa diferencia tan marcada, a seis horas de viaje por tierra?

Tiene sus raíces en la construcción del Estado. Hasta la fecha pesa una historia repleta de nacionalismo torpe que los liberales construyeron entre 1871 y 1944. Hay un pensamiento oligárquico donde no se comprende que la cultura puede ser una oportunidad de vida y de crecimiento espiritual para la población. Solo ven plata en sus modelos arcaicos de economía y no en potenciar la autogestión o las pequeñas y medianas empresas. La diferencia entre ambos estados habría que buscarla en los actores políticos que participan en contiendas electorales y, aunque tuvieron una guerra como nosotros, la diferencia radica en que esa sí fue guerra y no represión y genocidio como sucedió aquí. Las partes están plenamente identificadas en El Salvador y se redujo el miedo social instaurado con la violencia política, no como en Guatemala, que aún prevalece el miedo y la indiferencia.

Tampoco hay que caer en que Marduk es una banda que genera divisas como Iron Maiden. Jamás. Es estúpido, como muchos han opinado recientemente, decir que es publicidad para la banda para aumentar sus ingresos. Esta es una banda que lleva alrededor de 30 años sin ser estrellas del rock. No son empresas como Iron Maiden. Siguen siendo de la parte subterránea musical aunque sean de un país desarrollado.

Sin afán de victimizarse, ¿por qué no vemos una misma reacción gubernamental en contra de la música popular caracterizada por la vulgaridad o por hundir al oyente en el más profundo bajón? ¿Por qué la autoridad, sea bajo la cruz o la hoz y el martillo, siempre la toma contra el rock y el metal?

Porque está normalizada. El rock y el metal todavía causan escozor en sociedades conservadoras como la nuestra. Vos que conocés más Cuba, no me dejarás mentir que, a pesar de los controles que el Estado tiene, apoyan a bandas nacionales y hay eventos internacionales de mucha mayor calidad técnica, musicalmente hablando. Es un Estado muy diferente al nuestro. Una cosa es la diferencia ideológica y política que se tenga al Estado cubano y otra es la calidad cultural que los cubanos han desarrollado en comparación con nosotros. Nos guste o no, nos llevan años luz de ventaja en lo musical.

El fondo no es solamente reprimir las expresiones artísticas y culturales. Lo que nos debe poner alertas no es si atacan a Marduk o al tal Maluma: el punto nodal es que este Estado está cayendo en un fundamentalismo religioso-militar. Si ahorita sucede esto, no quiero imaginar lo que nos tocará afrontar dentro de diez años. Los militares tienen un proyecto de cooptación del Estado a mediano y largo plazo, y parte de sus alianzas estratégicas es la religión, sobre todo la protestante. Entonces, nuestra mirada crítica debe enfocarse en que estamos perdiendo derechos y libertades. Un país que se convierte cada día más en el refugio emocional de una sociedad sin satisfactores materiales. Una sociedad que legitima la violación de niñas en hogares cristianos heterosexuales pero se opone a las diversidades culturales y sexuales bajo preceptos arcaicos religiosos. No es un Estado laico, como la constitución lo dicta. Es el uso del poder de corruptos que se esconden tras la fe. Lucran con ella y se dan baños de pureza. Hipócritas.

A propósito del veto a la banda Marduk: “Nuestra mirada crítica debe enfocarse en que estamos perdiendo derechos y libertades”

Luis Gonzalez
29 de septiembre, 2018

A propósito del veto a la banda Marduk, “Nuestra mirada crítica debe enfocarse en que estamos perdiendo derechos y libertades”, ESTE ES EL TEMA EN EL BLOG DE HISTORIAS URBANAS DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

Ligado desde su juventud a la escena metalera del país, el historiador Mario Castañeda considera que el veto impuesto por el congreso a Marduk, grupo de black metal sueco que se presentará por tercera vez Guatemala el 11 de octubre, refleja «un pensamiento oligárquico donde no se comprende que la cultura puede ser una oportunidad de vida y de crecimiento espiritual para la población» y sirvió para desviar la atención pública de la sentencia por genocidio cometido contra el pueblo ixil.

Viajás a presentar una ponencia acerca del Internal Circle de Sumpango en la Ciudad de México y Guanajuato, invitado por el Seminario Permanente de Estudios sobre Heavy Metal, y Guatemala te recibe con la campaña de firmas en contra del concierto de Marduk. ¿Qué impresión te causó?

Dos cosas: la profundización de los fundamentalismos religiosos como recurso de los poderes económico y político para distraer sobre los problemas centrales del país, y la hipocresía y lo retrógrado que representan personajes de la política nacional con desconocimiento total de la cultura y la contracultura. Nada novedoso.

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¿Habrá alguna explicación para que en el año 18 del siglo XXI haya tanta gente que se trague el cuento del satanismo en el rock y el metal?

Sí. Somos una sociedad culturalmente permeada hasta los huesos de cristianismo y de cristiandad. Uno como elemento cultural aprendido y el otro como justificación de las «cruzadas» que deben emprender para someter al otro, al que no es como ellos, al que según su lógica vive en pecado y debe ser salvado. No entienden al rock y el metal. Estas expresiones, como todas aquellas que no sean afines a sus prácticas, no van a ser comprendidas. El monoteísmo cristiano es impositivo, la historia lo demuestra. El fondo de ello es el poder, diezmos y sumisión para aceptar las desgracias por voluntad de su dios.

¿Tenés conocimiento de algún intento anterior de prohibir la entrada al país de algún grupo o solista, y las justificaciones que se invocaron? (Se cuenta que el gobierno de Jorge Serrano Elías impidió la entrada de Sepultura en 1991 o 1992).

No tengo recuerdo si se intentó evitar que Sepultura viniera a Guatemala. Sí tengo presente que en el concierto de Bon Joviimaginate!), habían protestantes repartiendo panfletos en contra del rock y de Bon Jovi.

El 1 de noviembre de 1970, la policía intentó prohibir un concierto realizado al final de la Avenida Las Américas y Rony de León, cantante del grupo SOS y organizador, le mostró la autorización emitida por la Dirección de Espectáculos Públicos. ¿Existe algún medio legal para revertir el punto resolutivo del congreso que recomienda vetar el ingreso de Marduk?

Habría qué indagar si, jurídicamente, el congreso tiene potestad de vetar un evento cultural. Como no soy jurista, debemos remitirnos a revisar la Ley de Espectáculos Públicos y los procedimientos que le competen al Ministerio de Cultura, y analizar si las razones que arguyen tienen pertinencia para ello. Definitivamente, me parece absurdo vetar un evento de tal dimensión solo por el capricho del diputado Oliverio García Rodas. Le compete a la empresa organizadora presentar un recurso de inconstitucionalidad ante la Corte de Constitucionalidad porque no se está violando ningún derecho que contenga la Constitución Política de la República, la Ley de Migración y la Ley de Espectáculos Públicos. Aparte, es una cortina de humo que se dio en el contexto de la sentencia por genocidio. Fue un distractor importante.
Me gusta recordar que el gobierno de El Salvador vio en el concierto de Iron Maiden ofrecido el 6 de marzo de 2016 la oportunidad de generar divisas para el país y facilitó los trámites en las fronteras para la llegada de miles de fans centroamericanos. Guatemala, en cambio, se repliega en sí misma. ¿Cómo explicar esa diferencia tan marcada, a seis horas de viaje por tierra?

Tiene sus raíces en la construcción del Estado. Hasta la fecha pesa una historia repleta de nacionalismo torpe que los liberales construyeron entre 1871 y 1944. Hay un pensamiento oligárquico donde no se comprende que la cultura puede ser una oportunidad de vida y de crecimiento espiritual para la población. Solo ven plata en sus modelos arcaicos de economía y no en potenciar la autogestión o las pequeñas y medianas empresas. La diferencia entre ambos estados habría que buscarla en los actores políticos que participan en contiendas electorales y, aunque tuvieron una guerra como nosotros, la diferencia radica en que esa sí fue guerra y no represión y genocidio como sucedió aquí. Las partes están plenamente identificadas en El Salvador y se redujo el miedo social instaurado con la violencia política, no como en Guatemala, que aún prevalece el miedo y la indiferencia.

Tampoco hay que caer en que Marduk es una banda que genera divisas como Iron Maiden. Jamás. Es estúpido, como muchos han opinado recientemente, decir que es publicidad para la banda para aumentar sus ingresos. Esta es una banda que lleva alrededor de 30 años sin ser estrellas del rock. No son empresas como Iron Maiden. Siguen siendo de la parte subterránea musical aunque sean de un país desarrollado.

Sin afán de victimizarse, ¿por qué no vemos una misma reacción gubernamental en contra de la música popular caracterizada por la vulgaridad o por hundir al oyente en el más profundo bajón? ¿Por qué la autoridad, sea bajo la cruz o la hoz y el martillo, siempre la toma contra el rock y el metal?

Porque está normalizada. El rock y el metal todavía causan escozor en sociedades conservadoras como la nuestra. Vos que conocés más Cuba, no me dejarás mentir que, a pesar de los controles que el Estado tiene, apoyan a bandas nacionales y hay eventos internacionales de mucha mayor calidad técnica, musicalmente hablando. Es un Estado muy diferente al nuestro. Una cosa es la diferencia ideológica y política que se tenga al Estado cubano y otra es la calidad cultural que los cubanos han desarrollado en comparación con nosotros. Nos guste o no, nos llevan años luz de ventaja en lo musical.

El fondo no es solamente reprimir las expresiones artísticas y culturales. Lo que nos debe poner alertas no es si atacan a Marduk o al tal Maluma: el punto nodal es que este Estado está cayendo en un fundamentalismo religioso-militar. Si ahorita sucede esto, no quiero imaginar lo que nos tocará afrontar dentro de diez años. Los militares tienen un proyecto de cooptación del Estado a mediano y largo plazo, y parte de sus alianzas estratégicas es la religión, sobre todo la protestante. Entonces, nuestra mirada crítica debe enfocarse en que estamos perdiendo derechos y libertades. Un país que se convierte cada día más en el refugio emocional de una sociedad sin satisfactores materiales. Una sociedad que legitima la violación de niñas en hogares cristianos heterosexuales pero se opone a las diversidades culturales y sexuales bajo preceptos arcaicos religiosos. No es un Estado laico, como la constitución lo dicta. Es el uso del poder de corruptos que se esconden tras la fe. Lucran con ella y se dan baños de pureza. Hipócritas.