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Centroamérica, ¿sus habitantes prefieren migrar aunque en ello pierdan la vida?

Redacción
25 de octubre, 2018

Se ha mostrado con números, en más de una oportunidad, que nuestro país genera su riqueza primaria principalmente en el sector agropecuario.

No obstante nuestras autoridades y aquellos que se dedican a hacer sus análisis económicos, parecen no entender algo tan obvio y tan básico.

Sin embargo, cuando los astros se alinean negativamente, tal es el caso de la situación de la economía actual, en donde los precios del café, está en su peor momento, el de la caña de azúcar, el hule, la palma, las hortalizas, el tomate, frutas, aguacate, los granos básico como el maíz y el frijol, así como el ganado bovino y lechero, sólo por dar unos pocos ejemplos de tal realidad.

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Lo triste es que una crisis de rentabilidad en el sector agropecuario impacta muy fuertemente a los demás sectores, tales como el comercio, la industria, los servicios, financieros y otros. Y si a esto sumamos que el costo de producción para el sector agropecuario en Guatemala, el problema se hace peor. Principalmente debido a factores como los siguientes: cambio climático, alto costo financiero, disparidad de los impuestos al valor agregado o sobre las ventas respecto al de nuestros vecinos México, Honduras y el resto de países latinoamericanos, falta de incentivos fiscales, no subsidios comparados a México en el Agro, falta de seguros agrícolas, pésima infraestructura vial, etc.

De tal suerte que debido a lo anterior, es muy lógico tener como consecuencia, la falta de oportunidades de trabajo para todos.

A esto debemos sumarle atenuantes como la violencia, la extorsión, falta de certeza jurídica, las invasiones a fincas, carencia de profesionalización de obreros y técnicos, la situación se empeora más. No digamos la alta tasa de crecimiento de la población.

Con todo esto tenemos el combustible ideal para alimentar la hoguera de la crisis social. Una vez integrada esta ecuación del desastre, es perfectamente entendible que esta falencia de opciones de subsistencia, provoque qué los que no encuentran oportunidades busquen emigrar tratando de alcanzar la posibilidad de generar riqueza en un país desarrollado como lo es Estados unidos. Donde una hora de trabajo arduo puede equivaler a uno o dos días de trabajo en nuestros países, cuando se tiene la suerte de conseguir quien los contrate.

Y esto se agrava a causa de la relación de rentabilidad de los países desarrollados, donde el porcentaje pagado por nuestros productos: “commodities” y materias primas (postres y café); cada día es más desfavorable para estos países “bananeros”.

Me parece que debiera haber un mejor balance de quienes manejan los hilos del mercado internacional, respecto a la fijación de precios, con la supuesta regulación a partir de la oferta y la demanda mundial. Hasta el día de hoy ha sido perfectamente rentable a favor de los países desarrollados, en detrimento de quienes no lo somos.

Empero, tanto llega el cántaro al agua que finalmente se rompe. Y creo que tal evento se está dando. De igual manera que un pedazo de caucho se estira, hay un punto, donde su elasticidad llega al límite y cede a la presión.

La rentabilidad de los países desarrollados ha exprimido tanto a los productores de materias primas, que ha provocado la emigración de los sitios que se han explotado, hasta su propia casa (USA). Allí el balance perfecto del péndulo empieza a cobrar la revancha a partir del abuso del sistema. Poco a poco y de forma gradual, la falta de empatía puede causar una invasión de los humanos utilizados y se han ido convirtiendo en quienes puedan dictar el destino de aquellos que otrora usufructuaban el confort del sudor de los otros.

Como dijo alguien, algunas décadas atrás, con ocho sacos de café se podía comprar un camión. Hoy día se puede enviar un contenedor de 40 pies repleto de café y con el rédito no alcanza  para comprar un pequeño pickup de trabajo.

Creo que estamos empezando a ver un  punto de quiebre, en donde los ajustes se irán sucediendo en busca del equilibrio. No obstante, estas reacciones van a crear un efecto exotérmico, antes de llegar a este balance natural.

Que esto puede provocar conflictos y reacciones de aquellos que quieren proteger el “status quo”, sí, es posible y muy probable.

Pero porque no pensar en una alternativa negociada a esta encrucijada. ¿Qué pasaría si el sueño americano de los centroamericanos se pudiera realizar en su propio terruño? ¿Qué tal si logramos crear oportunidades de desarrollo sin salir de nuestra tierra? ¿Qué pasaría sí solo nos pagan un precio más justo por nuestros productos? ¿Y si nos dejaran tener la rentabilidad suficiente para lograr nuestro propio desarrollo? ¿Podríamos conseguir un mejor mundo para todos?

¿O la naturaleza humana volverá a sacar lo peor de todos una vez más? ¿Seremos capaces los humanos de este tiempo de encontrar una salida racional a este entuerto?

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Centroamérica, ¿sus habitantes prefieren migrar aunque en ello pierdan la vida?

Redacción
25 de octubre, 2018

Se ha mostrado con números, en más de una oportunidad, que nuestro país genera su riqueza primaria principalmente en el sector agropecuario.

No obstante nuestras autoridades y aquellos que se dedican a hacer sus análisis económicos, parecen no entender algo tan obvio y tan básico.

Sin embargo, cuando los astros se alinean negativamente, tal es el caso de la situación de la economía actual, en donde los precios del café, está en su peor momento, el de la caña de azúcar, el hule, la palma, las hortalizas, el tomate, frutas, aguacate, los granos básico como el maíz y el frijol, así como el ganado bovino y lechero, sólo por dar unos pocos ejemplos de tal realidad.

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Lo triste es que una crisis de rentabilidad en el sector agropecuario impacta muy fuertemente a los demás sectores, tales como el comercio, la industria, los servicios, financieros y otros. Y si a esto sumamos que el costo de producción para el sector agropecuario en Guatemala, el problema se hace peor. Principalmente debido a factores como los siguientes: cambio climático, alto costo financiero, disparidad de los impuestos al valor agregado o sobre las ventas respecto al de nuestros vecinos México, Honduras y el resto de países latinoamericanos, falta de incentivos fiscales, no subsidios comparados a México en el Agro, falta de seguros agrícolas, pésima infraestructura vial, etc.

De tal suerte que debido a lo anterior, es muy lógico tener como consecuencia, la falta de oportunidades de trabajo para todos.

A esto debemos sumarle atenuantes como la violencia, la extorsión, falta de certeza jurídica, las invasiones a fincas, carencia de profesionalización de obreros y técnicos, la situación se empeora más. No digamos la alta tasa de crecimiento de la población.

Con todo esto tenemos el combustible ideal para alimentar la hoguera de la crisis social. Una vez integrada esta ecuación del desastre, es perfectamente entendible que esta falencia de opciones de subsistencia, provoque qué los que no encuentran oportunidades busquen emigrar tratando de alcanzar la posibilidad de generar riqueza en un país desarrollado como lo es Estados unidos. Donde una hora de trabajo arduo puede equivaler a uno o dos días de trabajo en nuestros países, cuando se tiene la suerte de conseguir quien los contrate.

Y esto se agrava a causa de la relación de rentabilidad de los países desarrollados, donde el porcentaje pagado por nuestros productos: “commodities” y materias primas (postres y café); cada día es más desfavorable para estos países “bananeros”.

Me parece que debiera haber un mejor balance de quienes manejan los hilos del mercado internacional, respecto a la fijación de precios, con la supuesta regulación a partir de la oferta y la demanda mundial. Hasta el día de hoy ha sido perfectamente rentable a favor de los países desarrollados, en detrimento de quienes no lo somos.

Empero, tanto llega el cántaro al agua que finalmente se rompe. Y creo que tal evento se está dando. De igual manera que un pedazo de caucho se estira, hay un punto, donde su elasticidad llega al límite y cede a la presión.

La rentabilidad de los países desarrollados ha exprimido tanto a los productores de materias primas, que ha provocado la emigración de los sitios que se han explotado, hasta su propia casa (USA). Allí el balance perfecto del péndulo empieza a cobrar la revancha a partir del abuso del sistema. Poco a poco y de forma gradual, la falta de empatía puede causar una invasión de los humanos utilizados y se han ido convirtiendo en quienes puedan dictar el destino de aquellos que otrora usufructuaban el confort del sudor de los otros.

Como dijo alguien, algunas décadas atrás, con ocho sacos de café se podía comprar un camión. Hoy día se puede enviar un contenedor de 40 pies repleto de café y con el rédito no alcanza  para comprar un pequeño pickup de trabajo.

Creo que estamos empezando a ver un  punto de quiebre, en donde los ajustes se irán sucediendo en busca del equilibrio. No obstante, estas reacciones van a crear un efecto exotérmico, antes de llegar a este balance natural.

Que esto puede provocar conflictos y reacciones de aquellos que quieren proteger el “status quo”, sí, es posible y muy probable.

Pero porque no pensar en una alternativa negociada a esta encrucijada. ¿Qué pasaría si el sueño americano de los centroamericanos se pudiera realizar en su propio terruño? ¿Qué tal si logramos crear oportunidades de desarrollo sin salir de nuestra tierra? ¿Qué pasaría sí solo nos pagan un precio más justo por nuestros productos? ¿Y si nos dejaran tener la rentabilidad suficiente para lograr nuestro propio desarrollo? ¿Podríamos conseguir un mejor mundo para todos?

¿O la naturaleza humana volverá a sacar lo peor de todos una vez más? ¿Seremos capaces los humanos de este tiempo de encontrar una salida racional a este entuerto?

República es ajena a la opinión expresada en este artículo