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Un lector ingresa a la Academia

Redacción República
24 de marzo, 2019

Un lector ingresa a la Academia,ESTA ES LA HISTORIA URBANA DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

1. Estaba por vencer el plazo para concursar en los Juegos Florales Navideños convocados por la municipalidad de Santa Lucía Cotzumalguapa, a finales de 1975, cuando un joven procedente del Oriente del país aceptó una apuesta, prestó una máquina de escribir y se sentó «…con el estómago jodiéndome un poco / y con toda la decisión de la decisión / y con los niños (de fondo musical) / especializándose en el arte de llorar» para teclear a diez dedos el poema que tituló «Destierro».

Termina así:

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Noveno Décimo Décimo Primero y Décimo Segundo y Vigésimo y

Quincuagésimo y hasta el infinito!: la verdad siempre

ha sido incinerada la realidad real trata de esconderse

las letras inquietas son aquietadas por la indiferencia

y por lo tanto todo lo anterior –desde la primera hasta la

última letra– no merecen ni el último lugar en ningún certamen

de ninguna parte de nuestra Tierra Solo el fuego y la muerte

Porque después de todo

Solamente son las letras de un Exiliado de la Vida.

Y mereció el primer lugar por decisión –se desconoce si unánime o dividida– del jurado calificador compuesto por Julio Fausto Aguilera, Carlos Zipfel y García, Faustino Collado y Alfredo Saavedra.

Al abrirse la plica, rotulada con el seudónimo Manuel Maximiliano de la Victoria, se reveló la identidad del autor como José Luis Perdomo Orellana.

Tenía 17 años, residía en la zona 6 capitalina y estudiaba la carrera de perito contador en la Escuela de Comercio. Leía a escritores poco conocidos en el medio local –como el poeta Fayad Jamís, hijo de padre libanés y madre zacatecana, nacido en México y afincado en Cuba– y ya tenía el personal manejo de la palabra que expresa ante el público, la comparte al platicar o la apunta por escrito.

Si un taquígrafo con el oído bien entrenado se sentara a la par de Perdomo, y lo escuchara, acertaría a colocar las comas, los puntos y comas, los guiones, los paréntesis, los corchetes, el punto y seguido, el punto y final, y hasta las notas a pie de página, de hacer falta, en el lugar correcto.

Apenas necesitaría correcciones al pasarlo en limpio. Yo supongo, nunca me animé a preguntárselo, que la oratoria de Perdomo se debe a su educación en un hogar protestante. La lectura y el aprendizaje de memoria de la Biblia traducida por Casiodoro de la Reina, revisada por Cipriano de Valera, sometida a nuevos ajustes en 1862, 1909 y 1960, trazaron la métrica de su discurso.

Su formación continuó con los volúmenes de la Colección Salvat, que le acercaron la obra de Miguel Ángel Asturias, Fedor Dostoievski y Miguel Delibes, y se amplió con los libros que tuvo cerca durante su exilio en la Ciudad de México.

Su recorrido por centenares de páginas se refleja en las bibliografías incluidas al final de la compilación Sabiduría concentrada. 639 dosis para enfrentarse al berenjenal cotidiano y superarlo sin dañar a nadie (1999) y De regreso en el surco que traza el otro. [Manual (nada breve) de entrevista periodística para entrevistados, entrevistadores y demás propensos a este género] (1998). Declaró su propósito de divulgar su contenido en la «Presentación» que escribió en agosto de 2000 para Asquerosamente sentimental. Llaves y autorretratos de Borges (para estar más cerca de él), publicado un mes después:  

Cuando por fin leímos los libros que Guatemala nos vetaba, pensamos candorosamente en los paisanos que pasarían de largo, suspendidos de ese veto, sin siquiera darse cuenta […]

Acostumbrados a malas noticias, pues, un mediodía tuvimos la suerte de encontrar la sombra benefactora de Jorge Luis Borges y Stephen Vizinczey, de Voltaire y Ambrose Bierce, de [Mark] Twain y de [Thomas] Bernhard, quienes –entre otros creadores cada vez más soslayados o desfigurados por el supermercado editorial– nos otorgaran parte de su mirada para romper el cerco de la penumbra programada […]

Les convidaríamos algo de aquella sombra. A la primera oportunidad que tuviésemos, les insinuaríamos la proximidad de una luz diferente… aunque siguieran pasando de largo.

2. Como lector, también se propuso «escuchar lo nunca antes visto e imaginar lo que no tenía antecedentes» e ideó un tipo de entrevista que dejó esta impresión en el poeta e historiador cubano Lester Flores López: «Perdomo interroga a los autores recordándoles las propias palabras que han escrito. No les deja escapatoria: los cita y los emplaza con fragmentos muy puntuales, los que más le interesan, los que más pueden iluminar las zonas oscuras, los entretelones del hombre. Y un lector le agradece estas sutilezas, esta sagacidad».

Lo confirma el poeta y narrador guatemalteco Ángel López Santizo: «Es un lector serio que entiende a cabalidad todo cuanto lee y tiene la capacidad para proyectar y ampliar, de una manera muy clara, eso que el autor interrogado o escrutado dijo o intenta dejar en la sombra».

Así, en persona, vía fax o intérprete de por medio, planteó las preguntas que le dejaron ciertos párrafos del húngaro Stephen Vizinczey, el cubano Guillermo Cabrera Infante, el guatemalteco nacido en Tegucigalpa Augusto Monterroso, el mexicano nacido en Panamá Carlos Fuentes, el chileno José Donoso, el español Arturo Pérez-Reverte, el alemán Günter Grass, el colombiano Fernando Vallejo, el uruguayo Eduardo Galeano y el paraguayo Augusto Roa Bastos, entre otros escritores de América y Europa además de la sudafricana Nadine Gordimer.

Aunque logró atravesar el cordón sanitario instalado cual férreo control fronterizo alrededor del poeta mexicano Octavio Paz, ciertos márgenes le cerraron el paso. El estadunidense Norman Mailer y el sefardí Elias Canetti le jugaron la vuelta; la devaluación del nuevo peso le impidió viajar a Argentina para buscar a Ernesto Sabato; la muerte evitó que el peruano Julio Ramón Ribeyro respondiera al cuestionario que le faxeó poco después de que le concedieran el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo en 1994.

Y ahí está, entre nosotros, el lector que obtuvo la admiración del novelista portugués José Saramago. «Dice que pocas veces le ha entrevistado alguien tan inteligente y con preguntas tan difíciles», cita Ángel López Santizo.

Al saber del encuentro de Perdomo con Guillermo Cabrera Infante y su esposa Miriam Gómez en Madrid, Lester Flores López comentó: «Sentí una sorpresa y una alegría. Tuvo esa oportunidad que no tendré yo: conocer, escuchar a un autor que me es entrañable. Su testimonio no es tan habitual cuando se piensa en lo que nos cuentan otros que conocieron a Cabrera Infante. Perdomo lo evoca como un hombre muy vital, simpático, lleno de humor y de información. Entonces, hay que agradecerle a Perdomo ese encuentro y vivirlo un poquito a través de su testimonio».

Del poeta nicaragüense José Coronel Urtecho se cuenta que su mejor obra quedó dispersa en sus conversaciones. De Perdomo se puede decir que su obra se encuentra subrayada, comentada, discutida y corregida en los libros que se encuentran, de paso o con derecho a la residencia permanente, en su biblioteca.

3. A 42 años y tres meses de la apuesta que lo lanzó a escribir su único poema, Perdomo se sentó para teclear a diez dedos el discurso de ingreso a la Academia Guatemalteca de la Lengua que tituló «Carlos Humberto López Barrios, orfebre supremo de La Palabra, persiste ante el exilio, la ingratitud y las demoliciones».

Fue un elogio del amor y el cuidado de la palabra que presiden el trabajo de Carlos López, maestro egresado del Instituto Mixto Rafael Aqueche y exiliado en México desde 1980, como poeta, editor y coordinador de talleres lierarios; también fue el informe de una injusticia cometida por la voracidad inmobiliaria que se ceba en la Ciudad de México, sobornos a las autoridades de por medio. Lo leyó ante los académicos y el público que se congregó en el auditorio Luis Cardoza y Aragón, del Fondo de Cultura Económica, la noche del 7 de marzo de 2019.

«Nada de la vida adentro de los libros ni afuera de éstos le es ajeno: ahí están las casi cuatro décadas de destierro a las que fue condenado por querer, igual que Heinrich Böll, un mundo justo», pronunció.

«En un mundo diseñado para que seres luminosos como él y como Heinrich Böll (sobre) vivan perennemente en el destierro, por supuesto que la siembra ha sido excesiva y escasa la cosecha. Una razón más para que a Carlos también se le conozca ya en otros idiomas además del español».

Minutos después, recordó el atropello que sufrió Carlos López por parte de la constructora Abec tras sitiarlo en la calle José María Vertiz, número 185, colonia Doctores, en agosto de 2015. Citó fragmentos de «Muerte y resurrección de la Editorial Praxis», artículo de Mario Roberto Morales publicado en La Jornada Semanal el 16 de diciembre de 2018:

Fue de sobra denunciado en su momento, por medios escritos y audiovisuales, que la constructora Abec ofreció a Carlos una irrisoria cantidad de dinero para que abandonara el inmueble, tal como hizo con el resto de inquilinos de la vecindad, los cuales accedieron ante las presiones de los abogados corporativos.

Carlos acudió a la legalidad y fue amparado, por lo que no accedió a evacuar su casa. Fue entonces cuando la destrucción de la misma empezó mientras él dormía. Al día siguiente, sin poder salir de su casa y mucho menos comer, debido a que se lo impedían los sellos que clausuraban su vivienda, Carlos fue entrevistado por la televisión mexicana y allí denunció abiertamente la situación.

Después, al romper los sellos para salir y atestiguar que miles de sus libros eran apilados en camiones con destino desconocido, fue apresado por las autoridades y encarcelado. Al ser liberado, continuó, ya desde fuera del domicilio de Praxis, su lucha por que le fueran devueltos los bienes robados por Abec, los cuales son valorados en varios millones de pesos.

También apeló al presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien «desde los saldos de Guatemala exigimos la pronta restitución del respeto y la justicia de los cuales Carlos Humberto López Barrios y Praxis fueron despojados desde el ya remoto año 2015. Sabemos que usted, como tabasqueño y como escritor, interpondrá sus buenos oficios para que así sea». Y finalizó: «Carlos: con tu vida y tu obra nos oxigenás la vida, porque tu vida y tu obra son clorofila pura… pese a tanto exilio, tanta ingratitud y tantas demoliciones».

En su respuesta al discurso de Perdomo, Mario Roberto Morales también hizo el elogio de Carlos López, «un cultor dedicado a escudriñar la palabra como pocos. De hecho, ha dedicado su vida al estudio del idioma castellano y plasmado en libros enjundiosos –como el monumental Redacción en movimiento– su aporte a la conservación estructural y al desarrollo y enriquecimiento de la lengua española, mediante innovaciones particularmente apreciables en sus poemas y en sus sutiles palíndromos [perdón que interrumpa: los palíndromos son frases que se leen igual de derecha a izquierda o en sentido contrario, como el feliz hallazgo que Carlos dedicó a su pueblo natal: A ti, Pajapita]».

Y no podía faltar la mención a la lectura: «Gracias, D. Carlos, por ser un erudito del idioma. Gracias, D. José Luis, por ser el mejor lector que conozco y, junto a D. Carlos, el más despiadado corrector de estilo del que tengo noticia. El idioma castellano se los agradece. Y estoy seguro de que todos los aquí presentes también».

Me consta que Perdomo y Carlos López son implacables a la hora de encontrarse con gazapos, erratas y demás fallas por escrito. Por eso el subrayado es mío.

Bibliografía

MORALES, Mario Roberto, «Muerte y resurrección de la Editorial Praxis», http://semanal.jornada.com.mx/2018/12/16/muerte-y-resurreccion-de-la-editorial-praxis-2574.html

_____, «Del idioma y sus cultores. Respuesta al discurso de ingreso a la Academia Guatemalteca de la Lengua de D. José Luis Perdomo Orellana», https://mariorobertomorales.info/2019/03/10/del-idioma-y-sus-cultores/

PERDOMO ORELLANA, JL, Asquerosamente sentimental. Llaves y autorretratos de Borges (para estar más cerca de él), Magna Terra Editores, Guatemala, 2000.

_____, La última y nos vamos, Magna Terra Editores, Guatemala, 2010.

VARIOS AUTORES, Juegos Florales Navideños 75. Rama verso y prosa, Santa Lucía Cotzumalguapa, 1975.

Un lector ingresa a la Academia

Redacción República
24 de marzo, 2019

Un lector ingresa a la Academia,ESTA ES LA HISTORIA URBANA DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

1. Estaba por vencer el plazo para concursar en los Juegos Florales Navideños convocados por la municipalidad de Santa Lucía Cotzumalguapa, a finales de 1975, cuando un joven procedente del Oriente del país aceptó una apuesta, prestó una máquina de escribir y se sentó «…con el estómago jodiéndome un poco / y con toda la decisión de la decisión / y con los niños (de fondo musical) / especializándose en el arte de llorar» para teclear a diez dedos el poema que tituló «Destierro».

Termina así:

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Noveno Décimo Décimo Primero y Décimo Segundo y Vigésimo y

Quincuagésimo y hasta el infinito!: la verdad siempre

ha sido incinerada la realidad real trata de esconderse

las letras inquietas son aquietadas por la indiferencia

y por lo tanto todo lo anterior –desde la primera hasta la

última letra– no merecen ni el último lugar en ningún certamen

de ninguna parte de nuestra Tierra Solo el fuego y la muerte

Porque después de todo

Solamente son las letras de un Exiliado de la Vida.

Y mereció el primer lugar por decisión –se desconoce si unánime o dividida– del jurado calificador compuesto por Julio Fausto Aguilera, Carlos Zipfel y García, Faustino Collado y Alfredo Saavedra.

Al abrirse la plica, rotulada con el seudónimo Manuel Maximiliano de la Victoria, se reveló la identidad del autor como José Luis Perdomo Orellana.

Tenía 17 años, residía en la zona 6 capitalina y estudiaba la carrera de perito contador en la Escuela de Comercio. Leía a escritores poco conocidos en el medio local –como el poeta Fayad Jamís, hijo de padre libanés y madre zacatecana, nacido en México y afincado en Cuba– y ya tenía el personal manejo de la palabra que expresa ante el público, la comparte al platicar o la apunta por escrito.

Si un taquígrafo con el oído bien entrenado se sentara a la par de Perdomo, y lo escuchara, acertaría a colocar las comas, los puntos y comas, los guiones, los paréntesis, los corchetes, el punto y seguido, el punto y final, y hasta las notas a pie de página, de hacer falta, en el lugar correcto.

Apenas necesitaría correcciones al pasarlo en limpio. Yo supongo, nunca me animé a preguntárselo, que la oratoria de Perdomo se debe a su educación en un hogar protestante. La lectura y el aprendizaje de memoria de la Biblia traducida por Casiodoro de la Reina, revisada por Cipriano de Valera, sometida a nuevos ajustes en 1862, 1909 y 1960, trazaron la métrica de su discurso.

Su formación continuó con los volúmenes de la Colección Salvat, que le acercaron la obra de Miguel Ángel Asturias, Fedor Dostoievski y Miguel Delibes, y se amplió con los libros que tuvo cerca durante su exilio en la Ciudad de México.

Su recorrido por centenares de páginas se refleja en las bibliografías incluidas al final de la compilación Sabiduría concentrada. 639 dosis para enfrentarse al berenjenal cotidiano y superarlo sin dañar a nadie (1999) y De regreso en el surco que traza el otro. [Manual (nada breve) de entrevista periodística para entrevistados, entrevistadores y demás propensos a este género] (1998). Declaró su propósito de divulgar su contenido en la «Presentación» que escribió en agosto de 2000 para Asquerosamente sentimental. Llaves y autorretratos de Borges (para estar más cerca de él), publicado un mes después:  

Cuando por fin leímos los libros que Guatemala nos vetaba, pensamos candorosamente en los paisanos que pasarían de largo, suspendidos de ese veto, sin siquiera darse cuenta […]

Acostumbrados a malas noticias, pues, un mediodía tuvimos la suerte de encontrar la sombra benefactora de Jorge Luis Borges y Stephen Vizinczey, de Voltaire y Ambrose Bierce, de [Mark] Twain y de [Thomas] Bernhard, quienes –entre otros creadores cada vez más soslayados o desfigurados por el supermercado editorial– nos otorgaran parte de su mirada para romper el cerco de la penumbra programada […]

Les convidaríamos algo de aquella sombra. A la primera oportunidad que tuviésemos, les insinuaríamos la proximidad de una luz diferente… aunque siguieran pasando de largo.

2. Como lector, también se propuso «escuchar lo nunca antes visto e imaginar lo que no tenía antecedentes» e ideó un tipo de entrevista que dejó esta impresión en el poeta e historiador cubano Lester Flores López: «Perdomo interroga a los autores recordándoles las propias palabras que han escrito. No les deja escapatoria: los cita y los emplaza con fragmentos muy puntuales, los que más le interesan, los que más pueden iluminar las zonas oscuras, los entretelones del hombre. Y un lector le agradece estas sutilezas, esta sagacidad».

Lo confirma el poeta y narrador guatemalteco Ángel López Santizo: «Es un lector serio que entiende a cabalidad todo cuanto lee y tiene la capacidad para proyectar y ampliar, de una manera muy clara, eso que el autor interrogado o escrutado dijo o intenta dejar en la sombra».

Así, en persona, vía fax o intérprete de por medio, planteó las preguntas que le dejaron ciertos párrafos del húngaro Stephen Vizinczey, el cubano Guillermo Cabrera Infante, el guatemalteco nacido en Tegucigalpa Augusto Monterroso, el mexicano nacido en Panamá Carlos Fuentes, el chileno José Donoso, el español Arturo Pérez-Reverte, el alemán Günter Grass, el colombiano Fernando Vallejo, el uruguayo Eduardo Galeano y el paraguayo Augusto Roa Bastos, entre otros escritores de América y Europa además de la sudafricana Nadine Gordimer.

Aunque logró atravesar el cordón sanitario instalado cual férreo control fronterizo alrededor del poeta mexicano Octavio Paz, ciertos márgenes le cerraron el paso. El estadunidense Norman Mailer y el sefardí Elias Canetti le jugaron la vuelta; la devaluación del nuevo peso le impidió viajar a Argentina para buscar a Ernesto Sabato; la muerte evitó que el peruano Julio Ramón Ribeyro respondiera al cuestionario que le faxeó poco después de que le concedieran el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo en 1994.

Y ahí está, entre nosotros, el lector que obtuvo la admiración del novelista portugués José Saramago. «Dice que pocas veces le ha entrevistado alguien tan inteligente y con preguntas tan difíciles», cita Ángel López Santizo.

Al saber del encuentro de Perdomo con Guillermo Cabrera Infante y su esposa Miriam Gómez en Madrid, Lester Flores López comentó: «Sentí una sorpresa y una alegría. Tuvo esa oportunidad que no tendré yo: conocer, escuchar a un autor que me es entrañable. Su testimonio no es tan habitual cuando se piensa en lo que nos cuentan otros que conocieron a Cabrera Infante. Perdomo lo evoca como un hombre muy vital, simpático, lleno de humor y de información. Entonces, hay que agradecerle a Perdomo ese encuentro y vivirlo un poquito a través de su testimonio».

Del poeta nicaragüense José Coronel Urtecho se cuenta que su mejor obra quedó dispersa en sus conversaciones. De Perdomo se puede decir que su obra se encuentra subrayada, comentada, discutida y corregida en los libros que se encuentran, de paso o con derecho a la residencia permanente, en su biblioteca.

3. A 42 años y tres meses de la apuesta que lo lanzó a escribir su único poema, Perdomo se sentó para teclear a diez dedos el discurso de ingreso a la Academia Guatemalteca de la Lengua que tituló «Carlos Humberto López Barrios, orfebre supremo de La Palabra, persiste ante el exilio, la ingratitud y las demoliciones».

Fue un elogio del amor y el cuidado de la palabra que presiden el trabajo de Carlos López, maestro egresado del Instituto Mixto Rafael Aqueche y exiliado en México desde 1980, como poeta, editor y coordinador de talleres lierarios; también fue el informe de una injusticia cometida por la voracidad inmobiliaria que se ceba en la Ciudad de México, sobornos a las autoridades de por medio. Lo leyó ante los académicos y el público que se congregó en el auditorio Luis Cardoza y Aragón, del Fondo de Cultura Económica, la noche del 7 de marzo de 2019.

«Nada de la vida adentro de los libros ni afuera de éstos le es ajeno: ahí están las casi cuatro décadas de destierro a las que fue condenado por querer, igual que Heinrich Böll, un mundo justo», pronunció.

«En un mundo diseñado para que seres luminosos como él y como Heinrich Böll (sobre) vivan perennemente en el destierro, por supuesto que la siembra ha sido excesiva y escasa la cosecha. Una razón más para que a Carlos también se le conozca ya en otros idiomas además del español».

Minutos después, recordó el atropello que sufrió Carlos López por parte de la constructora Abec tras sitiarlo en la calle José María Vertiz, número 185, colonia Doctores, en agosto de 2015. Citó fragmentos de «Muerte y resurrección de la Editorial Praxis», artículo de Mario Roberto Morales publicado en La Jornada Semanal el 16 de diciembre de 2018:

Fue de sobra denunciado en su momento, por medios escritos y audiovisuales, que la constructora Abec ofreció a Carlos una irrisoria cantidad de dinero para que abandonara el inmueble, tal como hizo con el resto de inquilinos de la vecindad, los cuales accedieron ante las presiones de los abogados corporativos.

Carlos acudió a la legalidad y fue amparado, por lo que no accedió a evacuar su casa. Fue entonces cuando la destrucción de la misma empezó mientras él dormía. Al día siguiente, sin poder salir de su casa y mucho menos comer, debido a que se lo impedían los sellos que clausuraban su vivienda, Carlos fue entrevistado por la televisión mexicana y allí denunció abiertamente la situación.

Después, al romper los sellos para salir y atestiguar que miles de sus libros eran apilados en camiones con destino desconocido, fue apresado por las autoridades y encarcelado. Al ser liberado, continuó, ya desde fuera del domicilio de Praxis, su lucha por que le fueran devueltos los bienes robados por Abec, los cuales son valorados en varios millones de pesos.

También apeló al presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien «desde los saldos de Guatemala exigimos la pronta restitución del respeto y la justicia de los cuales Carlos Humberto López Barrios y Praxis fueron despojados desde el ya remoto año 2015. Sabemos que usted, como tabasqueño y como escritor, interpondrá sus buenos oficios para que así sea». Y finalizó: «Carlos: con tu vida y tu obra nos oxigenás la vida, porque tu vida y tu obra son clorofila pura… pese a tanto exilio, tanta ingratitud y tantas demoliciones».

En su respuesta al discurso de Perdomo, Mario Roberto Morales también hizo el elogio de Carlos López, «un cultor dedicado a escudriñar la palabra como pocos. De hecho, ha dedicado su vida al estudio del idioma castellano y plasmado en libros enjundiosos –como el monumental Redacción en movimiento– su aporte a la conservación estructural y al desarrollo y enriquecimiento de la lengua española, mediante innovaciones particularmente apreciables en sus poemas y en sus sutiles palíndromos [perdón que interrumpa: los palíndromos son frases que se leen igual de derecha a izquierda o en sentido contrario, como el feliz hallazgo que Carlos dedicó a su pueblo natal: A ti, Pajapita]».

Y no podía faltar la mención a la lectura: «Gracias, D. Carlos, por ser un erudito del idioma. Gracias, D. José Luis, por ser el mejor lector que conozco y, junto a D. Carlos, el más despiadado corrector de estilo del que tengo noticia. El idioma castellano se los agradece. Y estoy seguro de que todos los aquí presentes también».

Me consta que Perdomo y Carlos López son implacables a la hora de encontrarse con gazapos, erratas y demás fallas por escrito. Por eso el subrayado es mío.

Bibliografía

MORALES, Mario Roberto, «Muerte y resurrección de la Editorial Praxis», http://semanal.jornada.com.mx/2018/12/16/muerte-y-resurreccion-de-la-editorial-praxis-2574.html

_____, «Del idioma y sus cultores. Respuesta al discurso de ingreso a la Academia Guatemalteca de la Lengua de D. José Luis Perdomo Orellana», https://mariorobertomorales.info/2019/03/10/del-idioma-y-sus-cultores/

PERDOMO ORELLANA, JL, Asquerosamente sentimental. Llaves y autorretratos de Borges (para estar más cerca de él), Magna Terra Editores, Guatemala, 2000.

_____, La última y nos vamos, Magna Terra Editores, Guatemala, 2010.

VARIOS AUTORES, Juegos Florales Navideños 75. Rama verso y prosa, Santa Lucía Cotzumalguapa, 1975.