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Entre la tos y el estornudo

Redacción República
14 de abril, 2019

Entre la tos y el estornudo, ESTA ES LA HISTORIA URBANA DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

Cada vez que tosemos o estornudamos, decía el coordinador del colegio donde saqué los básicos, se expulsan hasta 20 mil virus. «Por eso», adoptaba un tono didáctico, «hay que taparse la boca para no contagiarles enfermedades a los demás». La higiene, supe entonces, también forma parte de los buenos modales.

Después me enteré que no se debe usar la mano para frenar el paso de las flemas y las gotas de saliva. Los virus se refugian entre los pliegues de la palma y brincan de la felicidad cuando el portador estrecha manos al saludar, o al despedirse. Hay que hacerlo con el brazo, justo en el punto donde el codo sirve de engranaje.

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En otros tiempos, las fiebres y los resfriados se limitaban a causar problemas de mayo a octubre, cuando los aguaceros atrapaban en la calle a cuantos olvidaban el paraguas en casa, o no encontraban alero donde refugiarse hasta que el cielo se despejara.

Ahora son enfermedades crónicas. Entre levantarse a las tres de la madrugada, bañarse a guacalazos porque el agua tiene una semana de no caer en la colonia –tampoco hay suficiente gas para calentarla–, medio secarse y salir con la cabeza empapada, expuesta al sereno, tenemos las causas de que dos o tres pasajeros se la pasen tosiendo o estornudando en todo el camino. Por supuesto, no tienen el decoro, la consideración, de taparse la boca. Comparten desde un simple catarro hasta la tuberculosis. ¿Cuántos tendremos –yo me incluyo pues hace tiempo que no voy donde el doctor para revisarme– los pulmones horadados?

Hay quien tose como si le rajaran la tráquea a hachazos.

Otro se la pasa como si le repartiera martillazos a clavos que no están enderezados.

A veces, la tos o el estornudo suenan cual disparo sofocado por una almohada.

Hay quien estornuda como si compitiera con el lobo feroz para ver quién es el primero que tira abajo la casa de los tres cochinitos.

Otro lo hace de golpe, como si tuviera la intención de asustar al vecino para quitarle el hipo.

En fin, hay quienes tosen o estornudan porque es la única forma de llamar la atención, de que se fijen en ellos, aunque sea para maltratarlos.

Los virus, mientras tanto, se colocan en plataforma de lanzamiento. Se esparcen de un cuerpo a otro. Encontrarán nueva tierra donde prosperar y fundar colonias. Si el huésped tampoco se tapa la boca al expectorar, tienen segura la perpetuación de su estirpe. 

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Después me enteré que no se debe usar la mano para frenar el paso de las flemas y las gotas de saliva. Los virus se refugian entre los pliegues de la palma y brincan de la felicidad cuando el portador estrecha manos al saludar, o al despedirse. Hay que hacerlo con el brazo, justo en el punto donde el codo sirve de engranaje.

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Hay quien estornuda como si compitiera con el lobo feroz para ver quién es el primero que tira abajo la casa de los tres cochinitos.

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En fin, hay quienes tosen o estornudan porque es la única forma de llamar la atención, de que se fijen en ellos, aunque sea para maltratarlos.

Los virus, mientras tanto, se colocan en plataforma de lanzamiento. Se esparcen de un cuerpo a otro. Encontrarán nueva tierra donde prosperar y fundar colonias. Si el huésped tampoco se tapa la boca al expectorar, tienen segura la perpetuación de su estirpe. 

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