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Biden-Harris 2020: el cálculo racial cómo estrategia presidencial.

Nicholas Virzi
12 de agosto, 2020

El 11 de agosto el ex Vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden, candidato a la Presidencia en las elecciones de noviembre, anunció que había elegido a la Senadora de California Kamala Harris como su candidata para la vicepresidencia. Esta decisión se elogia en muchos círculos de los Demócratas y los medios, pero también despierta ciertas dudas.

Biden había anunciado meses antes su intención de escoger a una mujer como su candidata para la vicepresidencia. De inmediato surgieron presiones para que fuera una mujer de color. Esto obedece a varias razones. En el partido Demócrata predomina la política de identidad. Entre más cajitas se pueden chequear que indican pertenencia a alguna minoría oprimida, mejor la candidatura. Kamala Harris vale por varias. Es mujer, es afrodescendiente, asiática, e hija de inmigrantes. El equipo detrás de Biden claramente tenían ese cálculo racial después de que surgieran fuertes presiones dentro del partido Demócrata y en los medios afines de escoger no sólo a una mujer, sino a una mujer minoría, además. 

Con esos factores de política de identidad detrás de Harris, quedó fuera Elizabeth Warren, la candidata más formidable en contienda para la presidencia en las primarias Demócratas. Warren también jugó a la política racial, afirmando falsamente por años de ser descendiente de indígenas norteamericanos, pero se tuvo que disculpar eventualmente por el pecado de apropriación racial/cultural. La lógica racial en el partido Demócrata no es nada sino imperioso. La elección de Harris como compañera de formula de Biden tiene mucho sentido en un partido que ve a las personas como miembros de grupos específicos de votantes, más que cómo individuos cuyos méritos deberían de hablar por sí mismo.

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El equipo de Biden obviamente quieren replicar la fórmula exitosa de Barack Obama, que logró la famosa coalición Obama que lo llevó a la Presidencia dos veces: mujeres, jóvenes y negros. Los tres grupos suelen votar en grandes mayorías por los Demócratas, pero sobre todo los negros, que votaron en un 95% por Obama en las elecciones generales de 2016. Los Republicanos, a cambio, han obtenido un promedio de sólo 9% del voto negro desde 1984. 

El voto negro pesa potentemente en las primarias del partido Demócrata. En 2016, los votantes negros representaban aproximadamente la cuarta parte de todos sus votantes.  Desde 1992, ningún Demócrata ha sido nominado para ser el candidato presidencial del partido sin ganarse la mayoría del voto negro. En 1984 y 1988, las personas finalmente nominadas como candidatos del partido (Walter Mondale y Michael Dukakis, respectivamente) no obtuvieron la mayoría del voto negro, pero eso fue porque el candidato Jesse Jackson, un famoso activista por los derechos civiles de los negros, se llevó el voto negro. Ambos Mondale y Dukakis perdieron en las elecciones generales ante Ronald Reagan y George H.W. Bush, respectivamente. Desde entonces, los candidatos Demócratas han centrado su estrategia presidencial en activar el voto negro: necesitan recibir la aprobación de los negros, que participen fuertemente en las elecciones generales, y que voten por encima del 90% para su candidato.

Aquí es donde el asunto se complica un poco. Ciertamente, el binomio Biden/Harris será elogiado en los medios; lo hacen para cualquier Demócrata. Eso empezó desde que se anunció que Harris fue elegida por el equipo de Biden. Sin embargo, existen razones para cuestionar la elección de Harris. En primer lugar, sus méritos en como candidata están por probarse. La campaña de Harris nunca destacó en las primarias. Ni ganó su propio estado de California, y se tuvo que retirar sin haber ganado delegados para la convención del partido. Su mejor momento en las primarias fue cuando criticó los vínculos con los [Demócratas] segregacionistas (valga la redundancia) de … Joe Biden.

Harris tampoco resultó popular con los negros en las primarias, recibiendo menos aprobación que Biden, Sanders, e incluso Warren en varias ocasiones. Muchos cuestionaban su renuencia a identificarse como afroamericana hasta que se vio necesitada del voto negro. Biden obtuvó grandes mayorías del voto negro en las primarias, derivado por el cariño que le tiene la comunidad negra en Estados Unidos dada su asociación con el primer Presidente negro, Barack Obama. Dado que el voto negro efectivamente representó la base fuerte de Biden en las primarias, la pregunta sería ¿qué aporta Harris que Biden no tiene sin ella?

Los Demócratas quieren revivir los momentos mágicos de las candidaturas de Obama. Les preocupa que la participación electoral de los negros cayó siete puntos porcentuales en 2016, cuando Obama no estaba en la balota. El factor generacional también pesa. Biden es más popular con los negros viejos que los jóvenes negros. A los Demócratas les preocupa que puede haber falta de entusiasmo entre los votantes negros por Biden, quien seguramente captará la mayoría de los votos negros, pero eso no significa que los motivará a votar en grandes números.

Habría también que considerar la narrativa racial ferviente que los Demócratas han estado moviendo. Esta se centra en las inequidades del sistema judicial. La elección de Harris en este contexto representa un riesgo. Trump, quien firmó la reforma criminal, es el Presidente Republicano que más ha intentado debilitar el monopolio de control Demócrata sobre el voto negro. Seguramente les recordará a todos que Harris fue fiscal general en California. En esta capacidad, Harris fue directamente responsable de encarcelar a muchos negros por delitos menores. Biden aparte de haberse asociado con segregacionistas del partido Demócrata por décadas, también tiene problemas con la aplicación leyes que han golpeado fuertemente a los negros. Auspició la Ley Biden que endureció el sistema de justicia criminal, un tema bastante sensible en la comunidad negra. 

Asimismo, en las últimas semanas Biden ha hecho comentarios estereotípicos sobre los negros que no precisamente lo enaltecen como la segunda venida de Obama. Es cierto que fue el vicepresidente de Obama, pero la condición de los negros no mejoró sustancialmente durante su presidencia. Seguramente, Biden/Harris se llevarán la gran mayoría de votos negros, pero ¿votarán en los mismos niveles que 2008 y 2012? ¿Podrán mantener la participación de Trump abajo del 10%, cuando la aprobación de Trump entre los negros supera el 30%? Esas son las incógnitas de las elecciones en 2020.

La narrativa racial extremista que la izquierda ha armado solo pintan a Biden y Harris como candidatos no idóneos para un partido Demócrata que se ha radicalizado de manera fulminante. Ante Trump, puede que aún así ganen. Sin embargo, es probable que Biden necesitará algo más que recuerdos nostálgicos por una presidencia que ya pasó. Sería de ver si Kamala Harris puede hacer para la campaña de Biden lo que no pudo hacer para su propia campaña, entusiasmar al votante negro.

Biden-Harris 2020: el cálculo racial cómo estrategia presidencial.

Nicholas Virzi
12 de agosto, 2020

El 11 de agosto el ex Vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden, candidato a la Presidencia en las elecciones de noviembre, anunció que había elegido a la Senadora de California Kamala Harris como su candidata para la vicepresidencia. Esta decisión se elogia en muchos círculos de los Demócratas y los medios, pero también despierta ciertas dudas.

Biden había anunciado meses antes su intención de escoger a una mujer como su candidata para la vicepresidencia. De inmediato surgieron presiones para que fuera una mujer de color. Esto obedece a varias razones. En el partido Demócrata predomina la política de identidad. Entre más cajitas se pueden chequear que indican pertenencia a alguna minoría oprimida, mejor la candidatura. Kamala Harris vale por varias. Es mujer, es afrodescendiente, asiática, e hija de inmigrantes. El equipo detrás de Biden claramente tenían ese cálculo racial después de que surgieran fuertes presiones dentro del partido Demócrata y en los medios afines de escoger no sólo a una mujer, sino a una mujer minoría, además. 

Con esos factores de política de identidad detrás de Harris, quedó fuera Elizabeth Warren, la candidata más formidable en contienda para la presidencia en las primarias Demócratas. Warren también jugó a la política racial, afirmando falsamente por años de ser descendiente de indígenas norteamericanos, pero se tuvo que disculpar eventualmente por el pecado de apropriación racial/cultural. La lógica racial en el partido Demócrata no es nada sino imperioso. La elección de Harris como compañera de formula de Biden tiene mucho sentido en un partido que ve a las personas como miembros de grupos específicos de votantes, más que cómo individuos cuyos méritos deberían de hablar por sí mismo.

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El equipo de Biden obviamente quieren replicar la fórmula exitosa de Barack Obama, que logró la famosa coalición Obama que lo llevó a la Presidencia dos veces: mujeres, jóvenes y negros. Los tres grupos suelen votar en grandes mayorías por los Demócratas, pero sobre todo los negros, que votaron en un 95% por Obama en las elecciones generales de 2016. Los Republicanos, a cambio, han obtenido un promedio de sólo 9% del voto negro desde 1984. 

El voto negro pesa potentemente en las primarias del partido Demócrata. En 2016, los votantes negros representaban aproximadamente la cuarta parte de todos sus votantes.  Desde 1992, ningún Demócrata ha sido nominado para ser el candidato presidencial del partido sin ganarse la mayoría del voto negro. En 1984 y 1988, las personas finalmente nominadas como candidatos del partido (Walter Mondale y Michael Dukakis, respectivamente) no obtuvieron la mayoría del voto negro, pero eso fue porque el candidato Jesse Jackson, un famoso activista por los derechos civiles de los negros, se llevó el voto negro. Ambos Mondale y Dukakis perdieron en las elecciones generales ante Ronald Reagan y George H.W. Bush, respectivamente. Desde entonces, los candidatos Demócratas han centrado su estrategia presidencial en activar el voto negro: necesitan recibir la aprobación de los negros, que participen fuertemente en las elecciones generales, y que voten por encima del 90% para su candidato.

Aquí es donde el asunto se complica un poco. Ciertamente, el binomio Biden/Harris será elogiado en los medios; lo hacen para cualquier Demócrata. Eso empezó desde que se anunció que Harris fue elegida por el equipo de Biden. Sin embargo, existen razones para cuestionar la elección de Harris. En primer lugar, sus méritos en como candidata están por probarse. La campaña de Harris nunca destacó en las primarias. Ni ganó su propio estado de California, y se tuvo que retirar sin haber ganado delegados para la convención del partido. Su mejor momento en las primarias fue cuando criticó los vínculos con los [Demócratas] segregacionistas (valga la redundancia) de … Joe Biden.

Harris tampoco resultó popular con los negros en las primarias, recibiendo menos aprobación que Biden, Sanders, e incluso Warren en varias ocasiones. Muchos cuestionaban su renuencia a identificarse como afroamericana hasta que se vio necesitada del voto negro. Biden obtuvó grandes mayorías del voto negro en las primarias, derivado por el cariño que le tiene la comunidad negra en Estados Unidos dada su asociación con el primer Presidente negro, Barack Obama. Dado que el voto negro efectivamente representó la base fuerte de Biden en las primarias, la pregunta sería ¿qué aporta Harris que Biden no tiene sin ella?

Los Demócratas quieren revivir los momentos mágicos de las candidaturas de Obama. Les preocupa que la participación electoral de los negros cayó siete puntos porcentuales en 2016, cuando Obama no estaba en la balota. El factor generacional también pesa. Biden es más popular con los negros viejos que los jóvenes negros. A los Demócratas les preocupa que puede haber falta de entusiasmo entre los votantes negros por Biden, quien seguramente captará la mayoría de los votos negros, pero eso no significa que los motivará a votar en grandes números.

Habría también que considerar la narrativa racial ferviente que los Demócratas han estado moviendo. Esta se centra en las inequidades del sistema judicial. La elección de Harris en este contexto representa un riesgo. Trump, quien firmó la reforma criminal, es el Presidente Republicano que más ha intentado debilitar el monopolio de control Demócrata sobre el voto negro. Seguramente les recordará a todos que Harris fue fiscal general en California. En esta capacidad, Harris fue directamente responsable de encarcelar a muchos negros por delitos menores. Biden aparte de haberse asociado con segregacionistas del partido Demócrata por décadas, también tiene problemas con la aplicación leyes que han golpeado fuertemente a los negros. Auspició la Ley Biden que endureció el sistema de justicia criminal, un tema bastante sensible en la comunidad negra. 

Asimismo, en las últimas semanas Biden ha hecho comentarios estereotípicos sobre los negros que no precisamente lo enaltecen como la segunda venida de Obama. Es cierto que fue el vicepresidente de Obama, pero la condición de los negros no mejoró sustancialmente durante su presidencia. Seguramente, Biden/Harris se llevarán la gran mayoría de votos negros, pero ¿votarán en los mismos niveles que 2008 y 2012? ¿Podrán mantener la participación de Trump abajo del 10%, cuando la aprobación de Trump entre los negros supera el 30%? Esas son las incógnitas de las elecciones en 2020.

La narrativa racial extremista que la izquierda ha armado solo pintan a Biden y Harris como candidatos no idóneos para un partido Demócrata que se ha radicalizado de manera fulminante. Ante Trump, puede que aún así ganen. Sin embargo, es probable que Biden necesitará algo más que recuerdos nostálgicos por una presidencia que ya pasó. Sería de ver si Kamala Harris puede hacer para la campaña de Biden lo que no pudo hacer para su propia campaña, entusiasmar al votante negro.