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7 consejos para mejorar la inteligencia emocional

Edgar Quiñónez
19 de octubre, 2021

La inteligencia emocional es la habilidad de identificar, comprender y regular las propias emociones y las de los demás. El desarrollo adecuado de esta capacidad garantiza un mayor bienestar psicológico. Por eso, mejorar la inteligencia emocional nos ayuda a mantener relaciones sanas.

A diferencia del coeficiente intelectual (CI), que se mantiene constante a lo largo de la vida, la inteligencia emocional puede fortalecerse con la práctica. En este sentido, existen estudios que han demostrado que sí es posible mejorarla mediante una serie de programas y propuestas.

A continuación, resumiremos algunas de las claves que deben ejecutarse para lograrlo. Vamos a ponerlas en práctica.


1. Identifica la emoción detrás de tus acciones

La mayoría de las personas viven desconectadas de sus emociones. Están tan ocupadas con las responsabilidades diarias, que nunca se detienen a pensar en cómo se sienten. Es por ello que es bastante común encontrarse con gente de mal humor que no sabe por qué está así.

De esta forma, para mejorar la inteligencia emocional es esencial que prestes atención a tu vida emocional. Cuando algo te haga actuar o sentirte de determinada manera, espera un momento y reflexiona sobre la emoción que hay detrás. Para ello, empieza a ponerles nombres a tus emociones.

Al principio es muy probable que te cueste identificar por qué actúas o te sientes de determinada manera. Pero no desesperes. Es normal que pase. A medida que vayas enfocándote en tus emociones, irás encontrando las respuestas más fácilmente.

2. Amplía tu vocabulario emocional

Para que puedas identificar la emoción correcta es importante que aprendas el bagaje de emociones que puedes experimentar. Según algunos modelos explicativos, existen 6 emociones básicas: alegría, tristeza, enojo, miedo, sorpresa y asco. A partir de ellas se crean todas las demás.

Para poder comprender tus emociones es esencial que los nombres que les pongas sean específicos y acordes. Evita decir “estoy enojado” cuando las palabras que mejor describirían tu estado emocional serían las siguientes: decepcionado, indignado o abochornado.

Es por ello que tener un vocabulario rico en emociones te ayudará a describir tus sentimientos. Desconocer el complejo abanico de emociones limita la comprensión de lo que estás experimentando, creando la sensación de que no sabes lo que te ocurre.

Imagen de Gino Crescoli en Pixabay, utilizada con fines ilustrativos.

3. Profundiza tu análisis emocional

Otro aspecto importante que debes tomar en cuenta al momento de identificar tus emociones es que, por lo general, detrás de una emoción se esconden otras. Imagínate que algún compañero de trabajo no te cae bien; no sabes muy bien por qué y te enfadan algunas de sus acciones.

4. Evita juzgar a las emociones como buenas o malas

La mayoría de las personas tienden a juzgar las emociones positivas (alegría, entusiasmo, placer) como buenas y las negativas (miedo, enojo, tristeza) como malas. De esta forma, suelen evadir y suprimir estas últimas.

No obstante, todas las emociones negativas tienen una función. Por ejemplo, el miedo te advierte de las amenazas; el enojo te empuja hacia la defensa cuando vulneran tus derechos; la tristeza te prepara para superar una pérdida.

Por lo tanto, luchar contra ellas te generará más problemas. En su lugar, debes entenderlas, abordarlas y sentirlas. Así serás más consciente de ti mismo y de tu entorno.

Fotografía de 1388843 en Pixabay, utilizada con fines ilustrativos.

5. Atiende a tu lenguaje corporal

Fijarse en el lenguaje corporal es una gran herramienta para identificar nuestras propias emociones y las de los demás. En este caso, los cambios posturales y las reacciones fisiológicas nos proporcionan pistas de lo que está ocurriendo en el interior de las personas.

Por ejemplo, cruzarse de brazos puede ser un indicio de enfado, porque la persona se siente agredida. El rubor de la cara puede indicar enojo o vergüenza. Apretar los puños es una señal de enfado.

Dicho esto, te aconsejamos que empieces a identificar los patrones fisiológicos y gestuales de cada estado emocional. Así, no solo advertirás cómo te estás sintiendo en un momento determinado, sino que también reconocerás qué pueden estar sintiendo los demás.

6. Controla tus pensamientos

Los sentimientos son el resultado de la emoción y de lo que piensas de esa emoción. En este sentido, las emociones son automáticas y no las podemos evitar, pero sí podemos modificar los pensamientos al respecto.

De esta forma, la próxima vez que experimentes una emoción, presta atención a los pensamientos que surgen en torno a la misma. A partir de allí, decide qué pensamiento quieres tener y cómo deseas comportarte.

7. Pregúntate qué sentimientos están experimentando los demás

Otra forma de mejorar la inteligencia emocional es cuestionándonos qué sentimientos puede haber detrás de las reacciones de los demás. Solemos cometer el error de juzgar solo la reacción y obviamos el estado emocional de fondo. Esto nos impide comprender a las personas.


¿Qué es la inteligencia emocional?

La inteligencia emocional es uno de los conceptos clave para comprender el rumbo que ha tomado la psicología en las últimas décadas. De un modelo preocupado fundamentalmente en los trastornos mentales por un lado y por las capacidades de razonamiento por el otro, se ha pasado a otro en el que se considera que las emociones son algo intrínseco a nuestro comportamiento y actividad mental no patológica y que, por consiguiente, son algo que debe ser estudiado para comprender cómo somos.

Así pues, la inteligencia emocional es un constructo que nos ayuda a entender de qué manera podemos influir de un modo adaptativo e inteligente tanto sobre nuestras emociones como en nuestra interpretación de los estados emocionales de los demás. Este aspecto de la dimensión psicológicca humana tiene un papel fundamental tanto en nuestra manera de socializar como en las estrategias de adaptación al medio que seguimos.

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7 consejos para mejorar la inteligencia emocional

Edgar Quiñónez
19 de octubre, 2021

La inteligencia emocional es la habilidad de identificar, comprender y regular las propias emociones y las de los demás. El desarrollo adecuado de esta capacidad garantiza un mayor bienestar psicológico. Por eso, mejorar la inteligencia emocional nos ayuda a mantener relaciones sanas.

A diferencia del coeficiente intelectual (CI), que se mantiene constante a lo largo de la vida, la inteligencia emocional puede fortalecerse con la práctica. En este sentido, existen estudios que han demostrado que sí es posible mejorarla mediante una serie de programas y propuestas.

A continuación, resumiremos algunas de las claves que deben ejecutarse para lograrlo. Vamos a ponerlas en práctica.


1. Identifica la emoción detrás de tus acciones

La mayoría de las personas viven desconectadas de sus emociones. Están tan ocupadas con las responsabilidades diarias, que nunca se detienen a pensar en cómo se sienten. Es por ello que es bastante común encontrarse con gente de mal humor que no sabe por qué está así.

De esta forma, para mejorar la inteligencia emocional es esencial que prestes atención a tu vida emocional. Cuando algo te haga actuar o sentirte de determinada manera, espera un momento y reflexiona sobre la emoción que hay detrás. Para ello, empieza a ponerles nombres a tus emociones.

Al principio es muy probable que te cueste identificar por qué actúas o te sientes de determinada manera. Pero no desesperes. Es normal que pase. A medida que vayas enfocándote en tus emociones, irás encontrando las respuestas más fácilmente.

2. Amplía tu vocabulario emocional

Para que puedas identificar la emoción correcta es importante que aprendas el bagaje de emociones que puedes experimentar. Según algunos modelos explicativos, existen 6 emociones básicas: alegría, tristeza, enojo, miedo, sorpresa y asco. A partir de ellas se crean todas las demás.

Para poder comprender tus emociones es esencial que los nombres que les pongas sean específicos y acordes. Evita decir “estoy enojado” cuando las palabras que mejor describirían tu estado emocional serían las siguientes: decepcionado, indignado o abochornado.

Es por ello que tener un vocabulario rico en emociones te ayudará a describir tus sentimientos. Desconocer el complejo abanico de emociones limita la comprensión de lo que estás experimentando, creando la sensación de que no sabes lo que te ocurre.

Imagen de Gino Crescoli en Pixabay, utilizada con fines ilustrativos.

3. Profundiza tu análisis emocional

Otro aspecto importante que debes tomar en cuenta al momento de identificar tus emociones es que, por lo general, detrás de una emoción se esconden otras. Imagínate que algún compañero de trabajo no te cae bien; no sabes muy bien por qué y te enfadan algunas de sus acciones.

4. Evita juzgar a las emociones como buenas o malas

La mayoría de las personas tienden a juzgar las emociones positivas (alegría, entusiasmo, placer) como buenas y las negativas (miedo, enojo, tristeza) como malas. De esta forma, suelen evadir y suprimir estas últimas.

No obstante, todas las emociones negativas tienen una función. Por ejemplo, el miedo te advierte de las amenazas; el enojo te empuja hacia la defensa cuando vulneran tus derechos; la tristeza te prepara para superar una pérdida.

Por lo tanto, luchar contra ellas te generará más problemas. En su lugar, debes entenderlas, abordarlas y sentirlas. Así serás más consciente de ti mismo y de tu entorno.

Fotografía de 1388843 en Pixabay, utilizada con fines ilustrativos.

5. Atiende a tu lenguaje corporal

Fijarse en el lenguaje corporal es una gran herramienta para identificar nuestras propias emociones y las de los demás. En este caso, los cambios posturales y las reacciones fisiológicas nos proporcionan pistas de lo que está ocurriendo en el interior de las personas.

Por ejemplo, cruzarse de brazos puede ser un indicio de enfado, porque la persona se siente agredida. El rubor de la cara puede indicar enojo o vergüenza. Apretar los puños es una señal de enfado.

Dicho esto, te aconsejamos que empieces a identificar los patrones fisiológicos y gestuales de cada estado emocional. Así, no solo advertirás cómo te estás sintiendo en un momento determinado, sino que también reconocerás qué pueden estar sintiendo los demás.

6. Controla tus pensamientos

Los sentimientos son el resultado de la emoción y de lo que piensas de esa emoción. En este sentido, las emociones son automáticas y no las podemos evitar, pero sí podemos modificar los pensamientos al respecto.

De esta forma, la próxima vez que experimentes una emoción, presta atención a los pensamientos que surgen en torno a la misma. A partir de allí, decide qué pensamiento quieres tener y cómo deseas comportarte.

7. Pregúntate qué sentimientos están experimentando los demás

Otra forma de mejorar la inteligencia emocional es cuestionándonos qué sentimientos puede haber detrás de las reacciones de los demás. Solemos cometer el error de juzgar solo la reacción y obviamos el estado emocional de fondo. Esto nos impide comprender a las personas.


¿Qué es la inteligencia emocional?

La inteligencia emocional es uno de los conceptos clave para comprender el rumbo que ha tomado la psicología en las últimas décadas. De un modelo preocupado fundamentalmente en los trastornos mentales por un lado y por las capacidades de razonamiento por el otro, se ha pasado a otro en el que se considera que las emociones son algo intrínseco a nuestro comportamiento y actividad mental no patológica y que, por consiguiente, son algo que debe ser estudiado para comprender cómo somos.

Así pues, la inteligencia emocional es un constructo que nos ayuda a entender de qué manera podemos influir de un modo adaptativo e inteligente tanto sobre nuestras emociones como en nuestra interpretación de los estados emocionales de los demás. Este aspecto de la dimensión psicológicca humana tiene un papel fundamental tanto en nuestra manera de socializar como en las estrategias de adaptación al medio que seguimos.

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