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El partido Movimiento Semilla: más de lo mismo

Semilla, pero de la discordia

Ilustración: Gabriel López
Alejandro Palmieri
07 de febrero, 2023

El Partido Movimiento Semilla ha sufrido una serie de desencantos por parte de sus correligionarios y/o miembros en los últimos años -pero, sobre todo en los últimos días- que darían cuenta de pugnas internas propias de toda agrupación política, si no fuese por el alto estándar que ellos mismos se impusieron desde antes de su conformación. 

Los aires de superioridad parecen haberse enrarecido, sin duda.  Y es que, como se dijo, las disputas internas son propias de las organizaciones políticas, pero lo que hace la diferencia con Semilla es que desde sus inicios pretendieron ser distintos, cuando en realidad resultaron ser más de lo mismo y nada distinto a los otros partidos, por lo menos en cuanto a formas de manejar sus estructuras internas; si bien hay apariencia de descentralización y democracia, sus detractores -antiguos afines y afiliados- lo que ocurre es lo contrario: control centralizado.

Los affaires del Movimiento Semilla empezaron, probablemente, con la captura de uno de sus fundadores, vinculado a un acto de corrupción.  En 2018, durante el período de Iván Velásquez al frente de CICIG, la FECI acusó a Juan Alberto Fuentes Knight en el caso conocido como “Transurbano”.  

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Lo anterior derivó en su salida del movimiento; posteriormente se conoció en redes sociales que la pareja del exministro la de UNE recriminó la actitud que tuvo la dirigencia del partido, aunque no pasó a más.

En el año 2019, el partido Movimiento Semilla le pide la renuncia al exministro y excandidato a diputado Marcio Cuevas por tener una postura personal que no se alineaba con las directrices centralizadas del partido.  Es desde acá en donde se empieza a ver cómo la disidencia, la pluralidad, no sería algo que se respetase en ese partido.  De nuevo, nada distinto a lo que ocurre en otros partidos, también. 

En el 2021, la excandidata a diputada y fundadora de Semilla, Suzanne Brichaux es expulsada del partido que ayudó a fundar.  ¿La razón? Discrepancias en cómo era manejada la campaña y su intento -infructuoso- de fiscalizar los fondos invertidos en ella. 

Ese mismo 2021, otro fundador del partido y diputado, Jose Alberto Sánchez es separado de Movimiento Semilla por votar a favor de un proyecto (alianza público-privada) que el partido -por posicionamiento ideológico- adversaba.  

Ya, en este año y en el fragor de las luchas por espacios de elección popular, la actual diputada Ligia Hernández denunció un actual “irregular” en la colocación de candidatos en los listados, algo que ocasionaba su corrimiento hacia abajo en la lista, reduciendo sus posibilidades de éxito.  Renunció a su posición en el listado y sigue siendo miembro del partido, sin embargo, el manejo poco transparente y, de nuevo, centralizado de la toma de decisiones, resultó evidente. 

También trascendió la incorporación de una diputada “tránsfuga” como candidata por Semilla, por sobre la inclusión en una mejor posición de activistas de larga data del partido.  La excusa: procedimientos internos de selección.  Sin embargo, el viejo fantasma de la toma centralizada de decisiones se volvió a percibir.

Este recién pasado 3 de febrero, trascendió la renuncia en bloque de varios miembros del partido, algunos de ellos secretarios departamentales como Quetzalí Cerezo, secretaria departamental de Guatemala.  ¿La razón?  De nuevo la toma de decisiones centralizada, sobre todo en lo que se refiere a la colocación en los listados para cargos de elección popular.  

El comportamiento de la dirigencia nacional de ese partido deja mucho que desear, sobre todo, a la luz de su pretendida apertura, inclusión y toma de decisiones centralizada.  Ni hablar de la actitud de la dirigencia nacional con respecto a la disidencia u opiniones contrarias a las estrictas directrices del comité ejecutivo nacional o de la jefatura de bancada en el congreso.

Respecto a la crítica del público, los integrantes del partido Movimiento Semilla han sido poco tolerantes.  Es bien conocido que en redes sociales existen cuentas anónimas o troll que son utilizadas para desacreditar; su uso es nocivo, sin duda.  Pero la intolerancia de algunos “semilleros” hacia la crítica de políticos, periodistas o particulares también es patente.  Ante la más mínima crítica, algunos de los diputados de semilla han bloqueado las cuentas de los críticos.  La intolerancia e hiper susceptibilidad es una constante, y la disidencia es aplacada raudamente.  

El quehacer político involucra, necesariamente, la tolerancia, en particular de la disidencia partidaria.  No es posible que todos los miembros de una organización piensen de la misma forma.  Aunque hay estructura partidaria, la voz de todos debe ser atendida, cuando menos.  En Movimiento Semilla -como en los demás partidos- la disidencia no es tolerada, la crítica rechazada y la discusión solo se da si es bajo las condiciones y directrices de los dirigentes. 

El éxito de Movimiento Semilla en las elecciones pasadas, a pesar de no llevar candidatos a la presidencia, es algo que puede cambiar en estas elecciones del 2023, en buena parte, porque ahora, ya con 4 años de ejercicio político, han mostrado sus verdaderos colores.  Su actuar no dista -en lo absoluto- del de otros partidos, sobre todo de los viejos, a los que se ha acusado de eso y mucho más.  Semilla es más de lo mismo.  Ni más, ni menos.

El partido Movimiento Semilla: más de lo mismo

Semilla, pero de la discordia

Ilustración: Gabriel López
Alejandro Palmieri
07 de febrero, 2023

El Partido Movimiento Semilla ha sufrido una serie de desencantos por parte de sus correligionarios y/o miembros en los últimos años -pero, sobre todo en los últimos días- que darían cuenta de pugnas internas propias de toda agrupación política, si no fuese por el alto estándar que ellos mismos se impusieron desde antes de su conformación. 

Los aires de superioridad parecen haberse enrarecido, sin duda.  Y es que, como se dijo, las disputas internas son propias de las organizaciones políticas, pero lo que hace la diferencia con Semilla es que desde sus inicios pretendieron ser distintos, cuando en realidad resultaron ser más de lo mismo y nada distinto a los otros partidos, por lo menos en cuanto a formas de manejar sus estructuras internas; si bien hay apariencia de descentralización y democracia, sus detractores -antiguos afines y afiliados- lo que ocurre es lo contrario: control centralizado.

Los affaires del Movimiento Semilla empezaron, probablemente, con la captura de uno de sus fundadores, vinculado a un acto de corrupción.  En 2018, durante el período de Iván Velásquez al frente de CICIG, la FECI acusó a Juan Alberto Fuentes Knight en el caso conocido como “Transurbano”.  

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Lo anterior derivó en su salida del movimiento; posteriormente se conoció en redes sociales que la pareja del exministro la de UNE recriminó la actitud que tuvo la dirigencia del partido, aunque no pasó a más.

En el año 2019, el partido Movimiento Semilla le pide la renuncia al exministro y excandidato a diputado Marcio Cuevas por tener una postura personal que no se alineaba con las directrices centralizadas del partido.  Es desde acá en donde se empieza a ver cómo la disidencia, la pluralidad, no sería algo que se respetase en ese partido.  De nuevo, nada distinto a lo que ocurre en otros partidos, también. 

En el 2021, la excandidata a diputada y fundadora de Semilla, Suzanne Brichaux es expulsada del partido que ayudó a fundar.  ¿La razón? Discrepancias en cómo era manejada la campaña y su intento -infructuoso- de fiscalizar los fondos invertidos en ella. 

Ese mismo 2021, otro fundador del partido y diputado, Jose Alberto Sánchez es separado de Movimiento Semilla por votar a favor de un proyecto (alianza público-privada) que el partido -por posicionamiento ideológico- adversaba.  

Ya, en este año y en el fragor de las luchas por espacios de elección popular, la actual diputada Ligia Hernández denunció un actual “irregular” en la colocación de candidatos en los listados, algo que ocasionaba su corrimiento hacia abajo en la lista, reduciendo sus posibilidades de éxito.  Renunció a su posición en el listado y sigue siendo miembro del partido, sin embargo, el manejo poco transparente y, de nuevo, centralizado de la toma de decisiones, resultó evidente. 

También trascendió la incorporación de una diputada “tránsfuga” como candidata por Semilla, por sobre la inclusión en una mejor posición de activistas de larga data del partido.  La excusa: procedimientos internos de selección.  Sin embargo, el viejo fantasma de la toma centralizada de decisiones se volvió a percibir.

Este recién pasado 3 de febrero, trascendió la renuncia en bloque de varios miembros del partido, algunos de ellos secretarios departamentales como Quetzalí Cerezo, secretaria departamental de Guatemala.  ¿La razón?  De nuevo la toma de decisiones centralizada, sobre todo en lo que se refiere a la colocación en los listados para cargos de elección popular.  

El comportamiento de la dirigencia nacional de ese partido deja mucho que desear, sobre todo, a la luz de su pretendida apertura, inclusión y toma de decisiones centralizada.  Ni hablar de la actitud de la dirigencia nacional con respecto a la disidencia u opiniones contrarias a las estrictas directrices del comité ejecutivo nacional o de la jefatura de bancada en el congreso.

Respecto a la crítica del público, los integrantes del partido Movimiento Semilla han sido poco tolerantes.  Es bien conocido que en redes sociales existen cuentas anónimas o troll que son utilizadas para desacreditar; su uso es nocivo, sin duda.  Pero la intolerancia de algunos “semilleros” hacia la crítica de políticos, periodistas o particulares también es patente.  Ante la más mínima crítica, algunos de los diputados de semilla han bloqueado las cuentas de los críticos.  La intolerancia e hiper susceptibilidad es una constante, y la disidencia es aplacada raudamente.  

El quehacer político involucra, necesariamente, la tolerancia, en particular de la disidencia partidaria.  No es posible que todos los miembros de una organización piensen de la misma forma.  Aunque hay estructura partidaria, la voz de todos debe ser atendida, cuando menos.  En Movimiento Semilla -como en los demás partidos- la disidencia no es tolerada, la crítica rechazada y la discusión solo se da si es bajo las condiciones y directrices de los dirigentes. 

El éxito de Movimiento Semilla en las elecciones pasadas, a pesar de no llevar candidatos a la presidencia, es algo que puede cambiar en estas elecciones del 2023, en buena parte, porque ahora, ya con 4 años de ejercicio político, han mostrado sus verdaderos colores.  Su actuar no dista -en lo absoluto- del de otros partidos, sobre todo de los viejos, a los que se ha acusado de eso y mucho más.  Semilla es más de lo mismo.  Ni más, ni menos.