Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Presidente ecuatoriano Noboa rompe con la derecha

.
Sebastián Gennari
07 de diciembre, 2023

El presidente ecuatoriano Daniel Noboa, quien asumió el cargo el 23 de noviembre, es acusado por la derecha de “traición”. El mandatario pretende desterrar a la vicepresidenta, Verónica Abad, a quien destinó a la Embajada ecuatoriana en Tel Aviv para fungir como “colaboradora para la paz”. 

  • La vicepresidenta tiene las manos atadas; de no acatar las órdenes, podría ser destituida por incumplimiento y abandono del cargo. Esto ya ocurrió durante el Gobierno de Lenín Moreno, que tuvo cuatro vicepresidentes. 

  • Abad aceptó el encargo con cinismo, agregando que, en vista de la incapacidad de EE. UU. de garantizar la armonía en Oriente Medio, resultaba inverosímil que Ecuador pudiera lograrlo. 

    SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER
  • Siendo francos, las relaciones Israel-Ecuador son de poquísima importancia. La Embajada ecuatoriana en Israel cuenta con cuatro funcionarios y no tiene embajador. En 2021, el comercio bilateral se valoró en US$49.86M. 

Entre líneas. El presidente, de 36 años, es hijo del magnate bananero Álvaro Noboa, candidato a la presidencia en seis ocasiones. Su perfil es el de un tecnócrata: nacido en Miami, es egresado de Stern y Kellogg, las escuelas de negocios de la Universidad de Nueva York (NYU) y de Northwestern, respectivamente. 

  • Las modas han cambiado: los herederos a grandes fortunas no son necesariamente de derecha. Noboa no se asemeja a su padre, que hacía campaña con la Biblia en mano; se considera centroizquierdista y afirma haber sido vegetariano. 

  • Sin embargo, su supuesto izquierdismo es una artimaña política. Noboa pretende romper con la dicotomía correísmo-anticorreísmo que domina a la política ecuatoriana. Sus inquietudes son, ante todo, económicas; ya ha prometido reformas fiscales. 

  • Las diferencias entre Noboa y Abad, de talante netamente conservador, han sido notorias desde la campaña. Abad defiende la privatización de la salud y educación, posturas que podrían perjudicar la reelección del presidente. 

Panorama general. Las alianzas parlamentarias de Noboa muestran su talante camaleónico. Ante su poca presencia en la Asamblea Nacional, acordó una suerte de coalición con el correísta Revolución Ciudadana y el derechista Partido Social Cristiano, con quienes se repartió las comisiones. 

  • Noboa no confía ciegamente en sus aliados. Le aseguró a su partido, Acción Democrática Nacional, la presidencia de todas las comisiones económicas. Para conseguirlo, tuvo que sacrificar puestos en las demás. 

  • La frágil coalición es necesaria para Noboa: ADN sólo tiene 17 de los 137 escaños de la Asamblea. La fortaleza de la alianza quedará constatada una vez Noboa someta a consideración sus reformas “urgentes”. 

  • Antes de que cierre el año, el presidente prevé enviar a la Asamblea sus reformas fiscal y energética, cuyos pormenores aún se ignoran. Declarará un estado de excepción para agilizar el trámite y hacer frente al crimen.  

El balance. Debe recordarse que Noboa llegó a la presidencia luego de que Guillermo Lasso disolviera la Asamblea y convocara elecciones generales anticipadas. El tiempo apremia para el joven presidente, que apenas cuenta con un año y medio para convencer al electorado. 

  • Noboa es un ejemplo más de la tendencia regional hacia figuras de ideología incierta. Al no ser correísta, tenía asegurado el apoyo de la derecha en las elecciones pasadas; ahora debe hacerse con el apoyo de la izquierda. 

  • Salvando las distancias, podría intentar imitar el camino marcado por Nayib Bukele, que empezó en la izquierda, para luego devenir en una figura hegemónica chic –donde su ideología bien podría ser él mismo– que alardea de su bilingüismo y eficacia administrativa. 

  • La tarea resulta en extremo compleja. Acertada o no su estrategia de aglutinar a todos, Noboa se enfrenta a una elevadísima deuda y un oneroso régimen de subsidios tan caro como políticamente difícil de reformar. 

 

Presidente ecuatoriano Noboa rompe con la derecha

.
Sebastián Gennari
07 de diciembre, 2023

El presidente ecuatoriano Daniel Noboa, quien asumió el cargo el 23 de noviembre, es acusado por la derecha de “traición”. El mandatario pretende desterrar a la vicepresidenta, Verónica Abad, a quien destinó a la Embajada ecuatoriana en Tel Aviv para fungir como “colaboradora para la paz”. 

  • La vicepresidenta tiene las manos atadas; de no acatar las órdenes, podría ser destituida por incumplimiento y abandono del cargo. Esto ya ocurrió durante el Gobierno de Lenín Moreno, que tuvo cuatro vicepresidentes. 

  • Abad aceptó el encargo con cinismo, agregando que, en vista de la incapacidad de EE. UU. de garantizar la armonía en Oriente Medio, resultaba inverosímil que Ecuador pudiera lograrlo. 

    SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER
  • Siendo francos, las relaciones Israel-Ecuador son de poquísima importancia. La Embajada ecuatoriana en Israel cuenta con cuatro funcionarios y no tiene embajador. En 2021, el comercio bilateral se valoró en US$49.86M. 

Entre líneas. El presidente, de 36 años, es hijo del magnate bananero Álvaro Noboa, candidato a la presidencia en seis ocasiones. Su perfil es el de un tecnócrata: nacido en Miami, es egresado de Stern y Kellogg, las escuelas de negocios de la Universidad de Nueva York (NYU) y de Northwestern, respectivamente. 

  • Las modas han cambiado: los herederos a grandes fortunas no son necesariamente de derecha. Noboa no se asemeja a su padre, que hacía campaña con la Biblia en mano; se considera centroizquierdista y afirma haber sido vegetariano. 

  • Sin embargo, su supuesto izquierdismo es una artimaña política. Noboa pretende romper con la dicotomía correísmo-anticorreísmo que domina a la política ecuatoriana. Sus inquietudes son, ante todo, económicas; ya ha prometido reformas fiscales. 

  • Las diferencias entre Noboa y Abad, de talante netamente conservador, han sido notorias desde la campaña. Abad defiende la privatización de la salud y educación, posturas que podrían perjudicar la reelección del presidente. 

Panorama general. Las alianzas parlamentarias de Noboa muestran su talante camaleónico. Ante su poca presencia en la Asamblea Nacional, acordó una suerte de coalición con el correísta Revolución Ciudadana y el derechista Partido Social Cristiano, con quienes se repartió las comisiones. 

  • Noboa no confía ciegamente en sus aliados. Le aseguró a su partido, Acción Democrática Nacional, la presidencia de todas las comisiones económicas. Para conseguirlo, tuvo que sacrificar puestos en las demás. 

  • La frágil coalición es necesaria para Noboa: ADN sólo tiene 17 de los 137 escaños de la Asamblea. La fortaleza de la alianza quedará constatada una vez Noboa someta a consideración sus reformas “urgentes”. 

  • Antes de que cierre el año, el presidente prevé enviar a la Asamblea sus reformas fiscal y energética, cuyos pormenores aún se ignoran. Declarará un estado de excepción para agilizar el trámite y hacer frente al crimen.  

El balance. Debe recordarse que Noboa llegó a la presidencia luego de que Guillermo Lasso disolviera la Asamblea y convocara elecciones generales anticipadas. El tiempo apremia para el joven presidente, que apenas cuenta con un año y medio para convencer al electorado. 

  • Noboa es un ejemplo más de la tendencia regional hacia figuras de ideología incierta. Al no ser correísta, tenía asegurado el apoyo de la derecha en las elecciones pasadas; ahora debe hacerse con el apoyo de la izquierda. 

  • Salvando las distancias, podría intentar imitar el camino marcado por Nayib Bukele, que empezó en la izquierda, para luego devenir en una figura hegemónica chic –donde su ideología bien podría ser él mismo– que alardea de su bilingüismo y eficacia administrativa. 

  • La tarea resulta en extremo compleja. Acertada o no su estrategia de aglutinar a todos, Noboa se enfrenta a una elevadísima deuda y un oneroso régimen de subsidios tan caro como políticamente difícil de reformar.