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Todos contra Mulet

En política, nadie pierde el tiempo en atacar a quien viene detrás.  

Ilustración: Gabriel López
Alejandro Palmieri
14 de junio, 2023

Candidatos y excandidatos presidenciales atacan a Edmond Mulet, lo que reafirma la idea de que, en efecto, se encuentra a la cabeza de las preferencias electorales.

Es un proceso electoral escaso de encuestas; las pocas que hay, han sido atacadas por unos u otros, según aparecen en ellas. A pocos días de la publicación de la encuesta que levante ProDatos, publicada por el medio Prensa Libre, las percepciones de triunfo -o de puntear preferencias- hacen el papel de aquellas, tanto para los votantes, como para financistas.

Edmond Mulet quedó en tercer lugar en las elecciones generales del 2019, detrás de Sandra Torres y de Alejandro Giammattei; por prohibición constitucional, el segundo -y actual presidente- no puede volver a postularse, por lo que Torres y Mulet quedaron en línea para las presentes elecciones.  A ellos se suma Zury Ríos quien encabeza algunas mediciones, al igual que los otros dos.  Entendidos en la materia sostienen que la diferencia entre ellos hace muy difícil determinar quién de los tres encabeza las preferencias en determinado momento.  Será hasta ver los resultados del 25 de junio que se sabrá con certeza.

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Los ataques a Mulet han venido de Sandra Torres y de Zury Ríos -entendible, por la poca diferencia entre los porcentajes- pero también han venido de candidatos lejanos a la punta, como Bernardo Arévalo, Manuel Villacorta, Amílcar Rivera y Giulio Talamonti; Manuel Conde, un posible cuarto lugar, también se sube a ese tren de ataques.

A ellos, se suma Carlos Pineda, el excandidato de Prosperidad Ciudadana, quien luego de que las asambleas de nominación fuesen declaradas inválidas por virtud de un cuestionable amparo, se lanza a “echarle la culpa” de que no pudiese participar.  

Los ataques o la denominada “campaña negra” no se dan solamente en contra de Mulet, pero es más que evidente que él es el blanco de la mayoría de los ataques.  Las redes sociales hacen posible que dichos ataques puedan ser propalados desde cuentas anónimas y viralizados por estructuras creadas para al efecto: los denominados netcenters.

A todo ello se debe agregar el confuso y cuestionable intento de persecución penal por parte de la FECI en contra del candidato Mulet, acción que deja claro en la mente que en definitiva, Mulet no goza del favor del gobierno de Giammattei, dada la percepción que se tiene de que controla al ente investigador.

Debido a la evidente focalización de ataques en contra de Mulet, el efecto parece ser el contrario al deseado por los autores.  Es importante hacer notar que se trabaja con percepciones y no con números con sustento estadístico debido a la ya apuntada falta de encuestas creíbles o, cuando menos, aceptadas como creíbles por amplios sectores.  Lamentablemente, varios candidatos y/o partidos han instrumentalizado la herramienta de la encuesta de opinión, convirtiéndola en un elemento más de sus campañas.  El ciudadano, el elector, sin conocimientos técnicos y bombardeado por supuestas encuestas con resultados disímiles -algunos abiertamente inverosímiles- opta por desechar toda encuesta, incluyendo las realizadas por empresas reconocidas y con sólida metodología científica.  

Otro problema para poder tomar el pulso de las preferencias electorales ha sido la escaza participación en debates -no foros- de parte de los candidatos presidenciales.  En los que ha habido, han estado unos, pero no todos los punteros y no en todas las temáticas.  La estocada fue la cancelación del más añejo debate presidencial en Guatemala, el organizado por la Asociación de Gerentes de Guatemala.  Debido a la incertidumbre, hasta el último momento, de la participación de unas y otros candidatos, fue anunciado que no se llevaría a cabo.  

Los foros permiten que los candidatos se posicionen acerca de problemas y temáticas, pero los debates -los verdaderos debates- hacen que los candidatos contrasten y defiendan sus posturas frente a sus contrincantes.  Esto les permite a los votantes conocer no solo planes de gobierno, sino el nivel de conocimiento técnico y hasta el carácter de los candidatos que defienden -o no- sus posiciones ideológicas.

De esa cuenta, en Guatemala, en las elecciones de 2023, no se puede hablar con propiedad -o certeza- de intención de voto, sino solamente de percepción de triunfo.  Tal vez, también, de nivel de conocimiento, aceptación y rechazo, pero no de intención de voto.  La culpa de ello la tienen los propios políticos.

A Mulet, los otros candidatos presidenciales, le atribuyen ser el causante de todos sus males; lo acusan de ser el aliado secreto del actual gobierno.  Sobra decir que para sustentar tales señalamientos no han aportado prueba alguna.

Enfrentamos unas elecciones sin datos confiables de preferencias electorales mas sí de percepciones y, por ello es que los ataques focalizados en Mulet aumentan la percepción de que está al frente de las preferencias.  En política, nadie pierde el tiempo en atacar a quien viene detrás.  

Todos contra Mulet

En política, nadie pierde el tiempo en atacar a quien viene detrás.  

Ilustración: Gabriel López
Alejandro Palmieri
14 de junio, 2023

Candidatos y excandidatos presidenciales atacan a Edmond Mulet, lo que reafirma la idea de que, en efecto, se encuentra a la cabeza de las preferencias electorales.

Es un proceso electoral escaso de encuestas; las pocas que hay, han sido atacadas por unos u otros, según aparecen en ellas. A pocos días de la publicación de la encuesta que levante ProDatos, publicada por el medio Prensa Libre, las percepciones de triunfo -o de puntear preferencias- hacen el papel de aquellas, tanto para los votantes, como para financistas.

Edmond Mulet quedó en tercer lugar en las elecciones generales del 2019, detrás de Sandra Torres y de Alejandro Giammattei; por prohibición constitucional, el segundo -y actual presidente- no puede volver a postularse, por lo que Torres y Mulet quedaron en línea para las presentes elecciones.  A ellos se suma Zury Ríos quien encabeza algunas mediciones, al igual que los otros dos.  Entendidos en la materia sostienen que la diferencia entre ellos hace muy difícil determinar quién de los tres encabeza las preferencias en determinado momento.  Será hasta ver los resultados del 25 de junio que se sabrá con certeza.

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Los ataques a Mulet han venido de Sandra Torres y de Zury Ríos -entendible, por la poca diferencia entre los porcentajes- pero también han venido de candidatos lejanos a la punta, como Bernardo Arévalo, Manuel Villacorta, Amílcar Rivera y Giulio Talamonti; Manuel Conde, un posible cuarto lugar, también se sube a ese tren de ataques.

A ellos, se suma Carlos Pineda, el excandidato de Prosperidad Ciudadana, quien luego de que las asambleas de nominación fuesen declaradas inválidas por virtud de un cuestionable amparo, se lanza a “echarle la culpa” de que no pudiese participar.  

Los ataques o la denominada “campaña negra” no se dan solamente en contra de Mulet, pero es más que evidente que él es el blanco de la mayoría de los ataques.  Las redes sociales hacen posible que dichos ataques puedan ser propalados desde cuentas anónimas y viralizados por estructuras creadas para al efecto: los denominados netcenters.

A todo ello se debe agregar el confuso y cuestionable intento de persecución penal por parte de la FECI en contra del candidato Mulet, acción que deja claro en la mente que en definitiva, Mulet no goza del favor del gobierno de Giammattei, dada la percepción que se tiene de que controla al ente investigador.

Debido a la evidente focalización de ataques en contra de Mulet, el efecto parece ser el contrario al deseado por los autores.  Es importante hacer notar que se trabaja con percepciones y no con números con sustento estadístico debido a la ya apuntada falta de encuestas creíbles o, cuando menos, aceptadas como creíbles por amplios sectores.  Lamentablemente, varios candidatos y/o partidos han instrumentalizado la herramienta de la encuesta de opinión, convirtiéndola en un elemento más de sus campañas.  El ciudadano, el elector, sin conocimientos técnicos y bombardeado por supuestas encuestas con resultados disímiles -algunos abiertamente inverosímiles- opta por desechar toda encuesta, incluyendo las realizadas por empresas reconocidas y con sólida metodología científica.  

Otro problema para poder tomar el pulso de las preferencias electorales ha sido la escaza participación en debates -no foros- de parte de los candidatos presidenciales.  En los que ha habido, han estado unos, pero no todos los punteros y no en todas las temáticas.  La estocada fue la cancelación del más añejo debate presidencial en Guatemala, el organizado por la Asociación de Gerentes de Guatemala.  Debido a la incertidumbre, hasta el último momento, de la participación de unas y otros candidatos, fue anunciado que no se llevaría a cabo.  

Los foros permiten que los candidatos se posicionen acerca de problemas y temáticas, pero los debates -los verdaderos debates- hacen que los candidatos contrasten y defiendan sus posturas frente a sus contrincantes.  Esto les permite a los votantes conocer no solo planes de gobierno, sino el nivel de conocimiento técnico y hasta el carácter de los candidatos que defienden -o no- sus posiciones ideológicas.

De esa cuenta, en Guatemala, en las elecciones de 2023, no se puede hablar con propiedad -o certeza- de intención de voto, sino solamente de percepción de triunfo.  Tal vez, también, de nivel de conocimiento, aceptación y rechazo, pero no de intención de voto.  La culpa de ello la tienen los propios políticos.

A Mulet, los otros candidatos presidenciales, le atribuyen ser el causante de todos sus males; lo acusan de ser el aliado secreto del actual gobierno.  Sobra decir que para sustentar tales señalamientos no han aportado prueba alguna.

Enfrentamos unas elecciones sin datos confiables de preferencias electorales mas sí de percepciones y, por ello es que los ataques focalizados en Mulet aumentan la percepción de que está al frente de las preferencias.  En política, nadie pierde el tiempo en atacar a quien viene detrás.