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El día a día en Nicaragua (segunda parte)

Luis Gonzalez
29 de julio, 2018

El día a día en Nicaragua (segunda parte), ESTE ES EL TEMA EN EL BLOG DE HISTORIAS URBANAS DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

“Un total de 448 muertos, 2 mil 830 heridos y 595 desaparecidos ha dejado la crisis que sacude Nicaragua, que este jueves cumplió 100 días, reportó Álvaro Leiva, titular de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos, mientras continúan las protestas antigubernamentales en el país”, reza la noticia publicada en la página 26 del periódico mexicano La Jornada que circuló el viernes 27 de julio.

En ese ambiente transcurren las vidas de miles de familias, desde las montañas de las Segovias hasta las orillas del Río San Juan, como las de mi amiga periodista Berta Centeno, de Managua. En esta ocasión nos centramos en el impacto que el pulso entre la ciudadanía y el régimen orteguista causa dentro del hogar.

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¿Cómo se amanece en Managua desde el 19 de abril, el día después de las primeras protestas?

Desde ese día para acá he perdido amigos, me quedé sin trabajo (los emprendedores fuimos los primeros golpeados) y casi no salgo de mi casa, lo que me ha generado un desorden de sueño: paso el día estresada siguiendo las noticias y por la noche debo recurrir a pastillas e infusiones para poder dormir. Me despierto de madrugada y no puedo evitar revisar mis mensajes y las noticias en las redes. Despierto tarde y cansada al día siguiente, siempre a colgarme de las noticias en la tele, esperando que no haya reportes de más muertos ni ataques sucedidos durante la noche.

¿Los chavalos van a clases?

Mis hijos no van a clases desde principios de mayo. Los más pequeños estudian por la tarde y tristemente se registró un incidente con uno de los recorridos. Estuvieron haciendo suspensiones esporádicas durante abril y parte de mayo, hasta que decidieron suspender totalmente. Este martes, después del ataque que acabó con la desocupación de la UNAN, la dirección del colegio (que queda en esa zona) decidió reanudar clases. Yo, por seguridad y por respeto a la memoria de los que murieron ahí, decidí que esperaría una semana más para enviarlos.

Si se quedan en casa, ¿cómo se entretienen?

Tenemos un parque en el barrio, de esos que se mantenían llenos de vagos y gente con celulares gracias al internet gratis que el gobierno “regalaba al pueblo”. También nos queda muy cerca el parque Luis Alfonso Velásquez y el Paseo Xolotlán. No me atrevo a llevarlos. Las calles son peligrosas ahora. El colegio, para no perder clases y poder evaluar los dos bimestres que transcurrieron en la casa (y de paso poder cobrar la colegiatura), asignó tareas a través del Sistema en Línea, recibiendo los trabajos por email. Eso los entretiene a ratos, pero es difícil conseguir que se concentren (ni yo misma logro concentrarme). El resto del día la pasan entre quehaceres inventados (ordenen sus libros, doblen esa pila de ropa y sábanas…) y las caricaturas de la tele, juegos en línea y películas descargadas de internet. Cuando les di la noticia del reinicio de clases, pero que esperaría unos días más, brincaron de alegría… querían retornar de inmediato.

¿Los niños más pequeños son conscientes de lo que está sucediendo?

Joaquín tiene 13 años. En los primeros días tuve que pedirle que desinstalara el Whatsapp de su teléfono (que apenas le dimos por primera vez en esta Navidad pasada) porque le llegaban los videos e imágenes crudas de gente muriendo, estudiantes sin un ojo, o con las vísceras expuestas. Se los compartían sus amigos de la misma edad. Tuve que explicarle lo que pasa y además decirle que no necesitaba consumir esa violencia para estar enterado de lo que sucede. Él sabe y entiende.

Carlos cumplirá 10 años pronto. Sabe y entiende también, por lo que escucha en las conversaciones de adultos, pero en su inocencia de niño, sigue sintiendo lejana esa realidad.

Ernesto celebró sus 7 años. Con pastel, helado y cacao. Preguntó al principio por qué no iba a la escuela, pero los juegos con los hermanos le hacen ignorar la realidad. Sabe que algo sucede, algo malo. Estuvo mojando la cama algunos días, pero ahora duerme con la abuela y reza con ella. Lo veo más tranquilo.

El pequeño Francisco solo tiene 4 años. Él vive en su mundo de dibujos animados y afortunadamente su escuela (un pequeño preescolar) ha mantenido cierta normalidad.

Si me dieras a elegir, dejaría a mis hijos en la ignorancia. Lo que sucede es tan violento, tan sanguinario. Ningún niño debería perder su visión de cómo el mundo debería ser. Mostrar a nuestros hijos esta violencia es enseñarles que es válido matar y ser violentos y que es “normal”. No, no quiero que mis hijos crean que es normal. Quiero que en su infancia se formen una idea de cómo el mundo debería de ser para que cuando sean adultos trabajen por ello.

¿Están abastecidos los mercados?

Los primeros días, todo normal. Lo que he visto es que supermercados no están tan abastecidos como antes. Muchos de ellos fueron saqueados y otros tenían mercadería estancada en las fronteras o en las carreteras por los tranques. Aun después de que los eliminaran, por las sanguinarias “caravanas de la paz”, esos supermercados colocan lo básico en las góndolas. Yo supongo (ojo, no me consta) que es por temor a nuevos saqueos. En el mercado Oriental (el más grande de Centroamérica) no noté desabastecimiento, pero sí noté falta de clientes. La gente tiene temor de salir y más temor de ir a un comercio tan grande e inseguro como el Oriental. Los comerciantes habían levantado barricadas de autoprotección (hubo varios incendios provocados y saqueos en los primeros días), pero los afines al gobierno las quitaron.

¿Se han encontrado con especulación de productos, o aumento de precios?

Al principio hubo algo de especulación, pero por la misma carencia de clientes (creo yo) muchos han bajado precios para poder vender. Productos que han subido: carnes, huevos, gas butano y productos importados (como la leche que toman mis hijos: en abril compraba el tarro en menos de 600 córdobas y ahora cuesta más de 700). La libra de queso llegó a costar 80 córdobas en mayo, pero ya la encontrás nuevamente en 40.

Los más golpeados han sido los comercios de servicios, las tiendas, los restaurantes. Los cierres y despidos han sido masivos. Ves anuncios de restaurantes en las redes casi que rogando a los clientes que lleguen a consumir. Muchos están yendo a la quiebra.

¿Han tenido cortes en servicios de agua, luz y teléfono?

Ha habido pocos cortes esporádicos de agua y luz. Pero se ha notado una tendencia con el internet, TV por cable y la telefonía celular y residencial: durante los ataques a Carazo y a Masaya, se quedan completamente incomunicados. En las marchas multitudinarias se vuelve difícil la conexión, no salen las llamadas y se corta el internet de los celulares (se cree que el gobierno utiliza inhibidores de señal).

¿Han censurado canales en televisión nacional y el cable?

Los primeros días sacaron del aire a algunos canales por algunas horas: canales 12, 14, 15 (100% Noticias), 23 y 51 (Canal Católico de Nicaragua). A todos se les restableció la señal en cuestión de horas, pero canal 15 tardó como seis días en volver y sin audio por algunas horas más. El gobierno ha obligado a todos a participar en cadenas nacionales en días como el reciente “repliegue” a Masaya o el 19 de julio. Lo más grave han sido las amenazas contra la vida de los periodistas, el amedrentamiento y la persecución.

¿Pueden movilizarse en taxi o en el transporte urbano de Managua?

Sí. Con miedo, pero sí. Se han reportado robos a pasajeros de taxis y en los buses, pero para la mayoría en este país, no queda de otra.

¿Pueden viajar a los departamentos para visitar a sus familiares?

Es posible, pero no es recomendable. Además de que los precios del transporte interdepartamental han sufrido alzas ilegales del pasaje, se sabe que grupos armados detienen y requisan a los pasajeros en las carreteras, algunos con listas en mano. Son incidentes aislados, pero que al circular por las redes, llenan de temor a la gente. Lo mismo sucede con los carros particulares. Algunos son detenidos y asaltados en las carreteras en los puntos donde había tranques de autoconvocados y ahora son controlados por los grupos de paramilitares afines al gobierno. Por supuesto, la versión oficial es contraria, pero es vox pópuli quién es quién en todo este asunto.

¿Pueden ir a misa, salir a pasear, ir al cine, comprar un sorbete o ir a la pulpería de la esquina sin temor?

Muchas parroquias, especialmente en los departamentos han sido saqueadas y violentadas. Ellas han suspendido actividades. Los cines y centros comerciales operan, pero después de las 6 de la tarde las calles son un desierto. De día, Managua experimenta una relativa normalidad, pero nunca se sabe dónde va a brincar un asalto o un ataque.

¿Se sienten espiados a través de redes sociales, el teléfono y demás aplicaciones para comunicarse con el exterior?

Totalmente. Es una sospecha generalizada de que las llamadas son escuchadas. El Facebook es monitoreado, así como otras redes como Twitter e Instagram. El teléfono celular se ha convertido en un arma para grabar y evidenciar algún evento violento. Sin embargo, ahora hay que tomar medidas de seguridad antes de salir de casa: respaldar y vaciar las galerías de fotos, vaciar conversaciones de Whatsapp, hay quienes incluso han borrado sus agendas de contactos. Yo he optado por salir sin teléfono a la calle, así que en realidad ha perdido su propósito de “teléfono móvil”.

Entre tu círculo cercano, ¿hay gente que perdió sus empleos? ¿Cómo enfrentan los gastos personales y los pagos del hogar?

Mucha gente pierde su empleo cada día. Como emprendedora estoy más conectada con la realidad de muchos dueños de pequeños negocios que han tenido que cerrar operaciones, o empresas grandes y medianas que han reducido su personal drásticamente. Otras han optado por recortar las horas laborales y de esta manera negocian con los empleados para bajar los salarios, a veces hasta la mitad. La gente tiene que elegir: un salario de miseria por menos horas trabajadas o la calle. Esto se convierte, claro, en una cadena. Los asalariados tienen menos ingresos o ningún ingreso y consumen menos productos de los pequeños negocios (en su mayoría tiendas y restaurantes) para priorizar gastos importantes como la comida y servicios básicos.

En mi caso, mi esposo y yo somos emprendedores, cada uno con un pequeño negocio. El mío, de organización de eventos, está paralizado con facturación cero desde mayo. Mi esposo ha logrado mantenerse un poco a flote, pero cada día le es más difícil reportar ingresos. La comida (sin lujos), el colegio de los niños y los servicios básicos son ahora nuestros únicos gastos. Vivimos un día a la vez, pues el futuro es tan incierto que las deudas son (al menos en mi caso) la última de las preocupaciones.

 En esas condiciones, ¿te has planteado emigrar? ¿O apostás por quedarte?

De hecho estamos evaluando seriamente la posibilidad de emigrar. Sabemos que muchos países están acogiendo a nicaragüenses debido a la crisis humanitaria que vivimos. No es fácil enfrentar esta decisión: es irte de tu país, de lo que conocés, de lo que has construido y de lo que añorás construir. Irte significa dejar de ser alguien: un emprendedor dueño de tu propio negocio (muy pequeño, pero propio) a ser un refugiado, en una tierra extraña, sin amigos, sin familia, sin raíces, sin algo propio. Irte significa empezar de cero. Pero todos esos pensamientos contrastan con la idea de poder dormir tranquila, sin estar pendiente de cada ruido de la noche, de ver a tu esposo o a tus hijos salir de la casa y rogarle a Dios y a todos los santos porque no les suceda nada camino al trabajo o al colegio. Irte significa empezar de cero en un país extraño, con una cultura extraña al que debés agradecer su hospitalidad y lamentar que en el tuyo la gente que se queda sigue padeciendo los horrores de este régimen, con las cifras de muertos, heridos, encarcelados y desaparecidos creciendo exponencialmente en cada reporte.

El día a día en Nicaragua (segunda parte)

Luis Gonzalez
29 de julio, 2018

El día a día en Nicaragua (segunda parte), ESTE ES EL TEMA EN EL BLOG DE HISTORIAS URBANAS DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

“Un total de 448 muertos, 2 mil 830 heridos y 595 desaparecidos ha dejado la crisis que sacude Nicaragua, que este jueves cumplió 100 días, reportó Álvaro Leiva, titular de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos, mientras continúan las protestas antigubernamentales en el país”, reza la noticia publicada en la página 26 del periódico mexicano La Jornada que circuló el viernes 27 de julio.

En ese ambiente transcurren las vidas de miles de familias, desde las montañas de las Segovias hasta las orillas del Río San Juan, como las de mi amiga periodista Berta Centeno, de Managua. En esta ocasión nos centramos en el impacto que el pulso entre la ciudadanía y el régimen orteguista causa dentro del hogar.

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¿Cómo se amanece en Managua desde el 19 de abril, el día después de las primeras protestas?

Desde ese día para acá he perdido amigos, me quedé sin trabajo (los emprendedores fuimos los primeros golpeados) y casi no salgo de mi casa, lo que me ha generado un desorden de sueño: paso el día estresada siguiendo las noticias y por la noche debo recurrir a pastillas e infusiones para poder dormir. Me despierto de madrugada y no puedo evitar revisar mis mensajes y las noticias en las redes. Despierto tarde y cansada al día siguiente, siempre a colgarme de las noticias en la tele, esperando que no haya reportes de más muertos ni ataques sucedidos durante la noche.

¿Los chavalos van a clases?

Mis hijos no van a clases desde principios de mayo. Los más pequeños estudian por la tarde y tristemente se registró un incidente con uno de los recorridos. Estuvieron haciendo suspensiones esporádicas durante abril y parte de mayo, hasta que decidieron suspender totalmente. Este martes, después del ataque que acabó con la desocupación de la UNAN, la dirección del colegio (que queda en esa zona) decidió reanudar clases. Yo, por seguridad y por respeto a la memoria de los que murieron ahí, decidí que esperaría una semana más para enviarlos.

Si se quedan en casa, ¿cómo se entretienen?

Tenemos un parque en el barrio, de esos que se mantenían llenos de vagos y gente con celulares gracias al internet gratis que el gobierno “regalaba al pueblo”. También nos queda muy cerca el parque Luis Alfonso Velásquez y el Paseo Xolotlán. No me atrevo a llevarlos. Las calles son peligrosas ahora. El colegio, para no perder clases y poder evaluar los dos bimestres que transcurrieron en la casa (y de paso poder cobrar la colegiatura), asignó tareas a través del Sistema en Línea, recibiendo los trabajos por email. Eso los entretiene a ratos, pero es difícil conseguir que se concentren (ni yo misma logro concentrarme). El resto del día la pasan entre quehaceres inventados (ordenen sus libros, doblen esa pila de ropa y sábanas…) y las caricaturas de la tele, juegos en línea y películas descargadas de internet. Cuando les di la noticia del reinicio de clases, pero que esperaría unos días más, brincaron de alegría… querían retornar de inmediato.

¿Los niños más pequeños son conscientes de lo que está sucediendo?

Joaquín tiene 13 años. En los primeros días tuve que pedirle que desinstalara el Whatsapp de su teléfono (que apenas le dimos por primera vez en esta Navidad pasada) porque le llegaban los videos e imágenes crudas de gente muriendo, estudiantes sin un ojo, o con las vísceras expuestas. Se los compartían sus amigos de la misma edad. Tuve que explicarle lo que pasa y además decirle que no necesitaba consumir esa violencia para estar enterado de lo que sucede. Él sabe y entiende.

Carlos cumplirá 10 años pronto. Sabe y entiende también, por lo que escucha en las conversaciones de adultos, pero en su inocencia de niño, sigue sintiendo lejana esa realidad.

Ernesto celebró sus 7 años. Con pastel, helado y cacao. Preguntó al principio por qué no iba a la escuela, pero los juegos con los hermanos le hacen ignorar la realidad. Sabe que algo sucede, algo malo. Estuvo mojando la cama algunos días, pero ahora duerme con la abuela y reza con ella. Lo veo más tranquilo.

El pequeño Francisco solo tiene 4 años. Él vive en su mundo de dibujos animados y afortunadamente su escuela (un pequeño preescolar) ha mantenido cierta normalidad.

Si me dieras a elegir, dejaría a mis hijos en la ignorancia. Lo que sucede es tan violento, tan sanguinario. Ningún niño debería perder su visión de cómo el mundo debería ser. Mostrar a nuestros hijos esta violencia es enseñarles que es válido matar y ser violentos y que es “normal”. No, no quiero que mis hijos crean que es normal. Quiero que en su infancia se formen una idea de cómo el mundo debería de ser para que cuando sean adultos trabajen por ello.

¿Están abastecidos los mercados?

Los primeros días, todo normal. Lo que he visto es que supermercados no están tan abastecidos como antes. Muchos de ellos fueron saqueados y otros tenían mercadería estancada en las fronteras o en las carreteras por los tranques. Aun después de que los eliminaran, por las sanguinarias “caravanas de la paz”, esos supermercados colocan lo básico en las góndolas. Yo supongo (ojo, no me consta) que es por temor a nuevos saqueos. En el mercado Oriental (el más grande de Centroamérica) no noté desabastecimiento, pero sí noté falta de clientes. La gente tiene temor de salir y más temor de ir a un comercio tan grande e inseguro como el Oriental. Los comerciantes habían levantado barricadas de autoprotección (hubo varios incendios provocados y saqueos en los primeros días), pero los afines al gobierno las quitaron.

¿Se han encontrado con especulación de productos, o aumento de precios?

Al principio hubo algo de especulación, pero por la misma carencia de clientes (creo yo) muchos han bajado precios para poder vender. Productos que han subido: carnes, huevos, gas butano y productos importados (como la leche que toman mis hijos: en abril compraba el tarro en menos de 600 córdobas y ahora cuesta más de 700). La libra de queso llegó a costar 80 córdobas en mayo, pero ya la encontrás nuevamente en 40.

Los más golpeados han sido los comercios de servicios, las tiendas, los restaurantes. Los cierres y despidos han sido masivos. Ves anuncios de restaurantes en las redes casi que rogando a los clientes que lleguen a consumir. Muchos están yendo a la quiebra.

¿Han tenido cortes en servicios de agua, luz y teléfono?

Ha habido pocos cortes esporádicos de agua y luz. Pero se ha notado una tendencia con el internet, TV por cable y la telefonía celular y residencial: durante los ataques a Carazo y a Masaya, se quedan completamente incomunicados. En las marchas multitudinarias se vuelve difícil la conexión, no salen las llamadas y se corta el internet de los celulares (se cree que el gobierno utiliza inhibidores de señal).

¿Han censurado canales en televisión nacional y el cable?

Los primeros días sacaron del aire a algunos canales por algunas horas: canales 12, 14, 15 (100% Noticias), 23 y 51 (Canal Católico de Nicaragua). A todos se les restableció la señal en cuestión de horas, pero canal 15 tardó como seis días en volver y sin audio por algunas horas más. El gobierno ha obligado a todos a participar en cadenas nacionales en días como el reciente “repliegue” a Masaya o el 19 de julio. Lo más grave han sido las amenazas contra la vida de los periodistas, el amedrentamiento y la persecución.

¿Pueden movilizarse en taxi o en el transporte urbano de Managua?

Sí. Con miedo, pero sí. Se han reportado robos a pasajeros de taxis y en los buses, pero para la mayoría en este país, no queda de otra.

¿Pueden viajar a los departamentos para visitar a sus familiares?

Es posible, pero no es recomendable. Además de que los precios del transporte interdepartamental han sufrido alzas ilegales del pasaje, se sabe que grupos armados detienen y requisan a los pasajeros en las carreteras, algunos con listas en mano. Son incidentes aislados, pero que al circular por las redes, llenan de temor a la gente. Lo mismo sucede con los carros particulares. Algunos son detenidos y asaltados en las carreteras en los puntos donde había tranques de autoconvocados y ahora son controlados por los grupos de paramilitares afines al gobierno. Por supuesto, la versión oficial es contraria, pero es vox pópuli quién es quién en todo este asunto.

¿Pueden ir a misa, salir a pasear, ir al cine, comprar un sorbete o ir a la pulpería de la esquina sin temor?

Muchas parroquias, especialmente en los departamentos han sido saqueadas y violentadas. Ellas han suspendido actividades. Los cines y centros comerciales operan, pero después de las 6 de la tarde las calles son un desierto. De día, Managua experimenta una relativa normalidad, pero nunca se sabe dónde va a brincar un asalto o un ataque.

¿Se sienten espiados a través de redes sociales, el teléfono y demás aplicaciones para comunicarse con el exterior?

Totalmente. Es una sospecha generalizada de que las llamadas son escuchadas. El Facebook es monitoreado, así como otras redes como Twitter e Instagram. El teléfono celular se ha convertido en un arma para grabar y evidenciar algún evento violento. Sin embargo, ahora hay que tomar medidas de seguridad antes de salir de casa: respaldar y vaciar las galerías de fotos, vaciar conversaciones de Whatsapp, hay quienes incluso han borrado sus agendas de contactos. Yo he optado por salir sin teléfono a la calle, así que en realidad ha perdido su propósito de “teléfono móvil”.

Entre tu círculo cercano, ¿hay gente que perdió sus empleos? ¿Cómo enfrentan los gastos personales y los pagos del hogar?

Mucha gente pierde su empleo cada día. Como emprendedora estoy más conectada con la realidad de muchos dueños de pequeños negocios que han tenido que cerrar operaciones, o empresas grandes y medianas que han reducido su personal drásticamente. Otras han optado por recortar las horas laborales y de esta manera negocian con los empleados para bajar los salarios, a veces hasta la mitad. La gente tiene que elegir: un salario de miseria por menos horas trabajadas o la calle. Esto se convierte, claro, en una cadena. Los asalariados tienen menos ingresos o ningún ingreso y consumen menos productos de los pequeños negocios (en su mayoría tiendas y restaurantes) para priorizar gastos importantes como la comida y servicios básicos.

En mi caso, mi esposo y yo somos emprendedores, cada uno con un pequeño negocio. El mío, de organización de eventos, está paralizado con facturación cero desde mayo. Mi esposo ha logrado mantenerse un poco a flote, pero cada día le es más difícil reportar ingresos. La comida (sin lujos), el colegio de los niños y los servicios básicos son ahora nuestros únicos gastos. Vivimos un día a la vez, pues el futuro es tan incierto que las deudas son (al menos en mi caso) la última de las preocupaciones.

 En esas condiciones, ¿te has planteado emigrar? ¿O apostás por quedarte?

De hecho estamos evaluando seriamente la posibilidad de emigrar. Sabemos que muchos países están acogiendo a nicaragüenses debido a la crisis humanitaria que vivimos. No es fácil enfrentar esta decisión: es irte de tu país, de lo que conocés, de lo que has construido y de lo que añorás construir. Irte significa dejar de ser alguien: un emprendedor dueño de tu propio negocio (muy pequeño, pero propio) a ser un refugiado, en una tierra extraña, sin amigos, sin familia, sin raíces, sin algo propio. Irte significa empezar de cero. Pero todos esos pensamientos contrastan con la idea de poder dormir tranquila, sin estar pendiente de cada ruido de la noche, de ver a tu esposo o a tus hijos salir de la casa y rogarle a Dios y a todos los santos porque no les suceda nada camino al trabajo o al colegio. Irte significa empezar de cero en un país extraño, con una cultura extraña al que debés agradecer su hospitalidad y lamentar que en el tuyo la gente que se queda sigue padeciendo los horrores de este régimen, con las cifras de muertos, heridos, encarcelados y desaparecidos creciendo exponencialmente en cada reporte.