En días recientes llegó a mis manos un ejemplar de la revista de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales –ASIES-, titulado “Guatemala no es un Estado fallido: Un estudio sobre la medición del desempeño de las instituciones del Estado guatemalteco en diez funciones fundamentales”, (Revista ASIES No. 3-2010), de Javier Antonio Brolo, que fuera su tesina de graduación de la Maestría de Relaciones Internacionales.
El estudio es del año 2010, sin embargo mantiene vigencia en sus hallazgos y en su categórica afirmación que se hace desde el título sobre que Guatemala no es un Estado fallido, y ayuda a aclarar un punto al que se regresa cada vez que estalla una crisis política, como el reciente embrollo de la elección de magistrados para la Corte Suprema de Justicia y salas de apelaciones del Organismo Judicial. Esta frase regresa cada cierto tiempo, y pareciera que lo explicara todo. Por eso, traigo a colación en esta oportunidad sus conclusiones, que nos pueden servir para aclarar un poco el permanente juicio negativo que tenemos sobre la situación de corrupción y violencia que azota al país, porque al parecer, todavía hay gente que hace bien su trabajo en el Estado, asume sus responsabilidades y cumple con la ciudadanía.
En días recientes llegó a mis manos un ejemplar de la revista de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales –ASIES-, titulado “Guatemala no es un Estado fallido: Un estudio sobre la medición del desempeño de las instituciones del Estado guatemalteco en diez funciones fundamentales”, (Revista ASIES No. 3-2010), de Javier Antonio Brolo, que fuera su tesina de graduación de la Maestría de Relaciones Internacionales.
El estudio es del año 2010, sin embargo mantiene vigencia en sus hallazgos y en su categórica afirmación que se hace desde el título sobre que Guatemala no es un Estado fallido, y ayuda a aclarar un punto al que se regresa cada vez que estalla una crisis política, como el reciente embrollo de la elección de magistrados para la Corte Suprema de Justicia y salas de apelaciones del Organismo Judicial. Esta frase regresa cada cierto tiempo, y pareciera que lo explicara todo. Por eso, traigo a colación en esta oportunidad sus conclusiones, que nos pueden servir para aclarar un poco el permanente juicio negativo que tenemos sobre la situación de corrupción y violencia que azota al país, porque al parecer, todavía hay gente que hace bien su trabajo en el Estado, asume sus responsabilidades y cumple con la ciudadanía.