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Una razón de optimismo

Redacción República
26 de octubre, 2014

En días recientes llegó a mis manos un ejemplar de la revista de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales –ASIES-, titulado “Guatemala no es un Estado fallido: Un estudio sobre la medición del desempeño de las instituciones del Estado guatemalteco en diez funciones fundamentales”, (Revista ASIES No. 3-2010), de Javier Antonio Brolo, que fuera su tesina de graduación de la Maestría de Relaciones Internacionales.


El estudio es del año 2010, sin embargo mantiene vigencia en sus hallazgos y en su categórica afirmación que se hace desde el título sobre que Guatemala no es un Estado fallido, y ayuda a aclarar un punto al que se regresa cada vez que estalla una crisis política, como el reciente embrollo de la elección de magistrados para la Corte Suprema de Justicia y salas de apelaciones del Organismo Judicial. Esta frase regresa cada cierto tiempo, y pareciera que lo explicara todo. Por eso, traigo a colación en esta oportunidad sus conclusiones, que nos pueden servir para aclarar un poco el permanente juicio negativo que tenemos sobre la situación de corrupción y violencia que azota al país, porque al parecer, todavía hay gente que hace bien su trabajo en el Estado, asume sus responsabilidades y cumple con la ciudadanía.
Dice Brolo: “…Una forma de determinar si un Estado es fallido o no, es mediante la medición del desempeño en sus funciones fundamentales; a lo que Karl Deutsch llama ‘dominio’ de los Estados. Los índices diseñados por el Banco Mundial, The Brookings Institution y Foreign Policy son útiles para este efecto y proporcionan treinta y ocho indicadores útiles en la comparación del desempeño de un Estado en diversas áreas.
En el caso de Guatemala, el desempeño que exhibe en sus funciones fundamentales, de acuerdo a los índices utilizados, indica que nos es un Estado fallido; aunque tampoco es un Estado ejemplar.
Por un lado preocupa su pobre desempeño en funciones como el monopolio del uso de la fuerza y estado de derecho. Por el otro, sus avances en la creación de derechos son alentadores, pero su otra fortaleza, formación del mercado, se encuentra amenazada. Consecuentemente, se deben fortalecer las capacidades de entidades pertinentes a éstas áreas de debilidad como lo son el Ministerio de Gobernación, Ministerio de la Defensa, Congreso de la República, Corte de Constitucionalidad, Ministerio Público, Organismo Judicial y Procuraduría General de la Nación. Esta tarea puede dar inicio con una estandarización de la estructura interna de las entidades públicas para aclarar sus competencias y facilitar su coordinación en un marco estratégico coherente.
Respecto a los indicadores, se observan tres aspectos. A nivel mundial, el desempeño de Guatemala es respetable, posicionándose con un desempeño promedio superior a un tercio de los países evaluados. Sin embargo, a nivel regional se encuentra por debajo del desempeño latinoamericano promedio en todos, menos en dos indicadores: acceso a agua potable e higiene y calidad de regulaciones. Finalmente, los indicadores evidencian el hecho de que Guatemala es un Estado en formación, ya que, respecto a sí mismo, muestra una mejora en la mayoría de sus indicadores…”, conclusiones interesantes que han surgido del estudio realizado no obstante la pobre percepción que la generalidad de personas tiene sobre el Estado guatemalteco.
Justificadamente preocupan el deterioro continuo de la seguridad, el saqueo sistemático del Estado, la caída de los índices de higiene y salubridad, la continua amenaza de los derechos de los ciudadanos por gobernantes poco escrupulosos en sus mandatos constitucionales, sin embargo, las recientes acciones de una mujer valiente que se enfrenta a los mecanismos de cooptación del Estado por el crimen organizado echan un haz de luz, mismo que echa un estudio como el realizado por Brolo y publicado por ASIES, siendo tanto Javier, como la institución que lo respalda, dos garantías de la seriedad e imparcialidad del estudio, del que se recomienda encarecidamente su lectura.

Una razón de optimismo

Redacción República
26 de octubre, 2014

En días recientes llegó a mis manos un ejemplar de la revista de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales –ASIES-, titulado “Guatemala no es un Estado fallido: Un estudio sobre la medición del desempeño de las instituciones del Estado guatemalteco en diez funciones fundamentales”, (Revista ASIES No. 3-2010), de Javier Antonio Brolo, que fuera su tesina de graduación de la Maestría de Relaciones Internacionales.


El estudio es del año 2010, sin embargo mantiene vigencia en sus hallazgos y en su categórica afirmación que se hace desde el título sobre que Guatemala no es un Estado fallido, y ayuda a aclarar un punto al que se regresa cada vez que estalla una crisis política, como el reciente embrollo de la elección de magistrados para la Corte Suprema de Justicia y salas de apelaciones del Organismo Judicial. Esta frase regresa cada cierto tiempo, y pareciera que lo explicara todo. Por eso, traigo a colación en esta oportunidad sus conclusiones, que nos pueden servir para aclarar un poco el permanente juicio negativo que tenemos sobre la situación de corrupción y violencia que azota al país, porque al parecer, todavía hay gente que hace bien su trabajo en el Estado, asume sus responsabilidades y cumple con la ciudadanía.
Dice Brolo: “…Una forma de determinar si un Estado es fallido o no, es mediante la medición del desempeño en sus funciones fundamentales; a lo que Karl Deutsch llama ‘dominio’ de los Estados. Los índices diseñados por el Banco Mundial, The Brookings Institution y Foreign Policy son útiles para este efecto y proporcionan treinta y ocho indicadores útiles en la comparación del desempeño de un Estado en diversas áreas.
En el caso de Guatemala, el desempeño que exhibe en sus funciones fundamentales, de acuerdo a los índices utilizados, indica que nos es un Estado fallido; aunque tampoco es un Estado ejemplar.
Por un lado preocupa su pobre desempeño en funciones como el monopolio del uso de la fuerza y estado de derecho. Por el otro, sus avances en la creación de derechos son alentadores, pero su otra fortaleza, formación del mercado, se encuentra amenazada. Consecuentemente, se deben fortalecer las capacidades de entidades pertinentes a éstas áreas de debilidad como lo son el Ministerio de Gobernación, Ministerio de la Defensa, Congreso de la República, Corte de Constitucionalidad, Ministerio Público, Organismo Judicial y Procuraduría General de la Nación. Esta tarea puede dar inicio con una estandarización de la estructura interna de las entidades públicas para aclarar sus competencias y facilitar su coordinación en un marco estratégico coherente.
Respecto a los indicadores, se observan tres aspectos. A nivel mundial, el desempeño de Guatemala es respetable, posicionándose con un desempeño promedio superior a un tercio de los países evaluados. Sin embargo, a nivel regional se encuentra por debajo del desempeño latinoamericano promedio en todos, menos en dos indicadores: acceso a agua potable e higiene y calidad de regulaciones. Finalmente, los indicadores evidencian el hecho de que Guatemala es un Estado en formación, ya que, respecto a sí mismo, muestra una mejora en la mayoría de sus indicadores…”, conclusiones interesantes que han surgido del estudio realizado no obstante la pobre percepción que la generalidad de personas tiene sobre el Estado guatemalteco.
Justificadamente preocupan el deterioro continuo de la seguridad, el saqueo sistemático del Estado, la caída de los índices de higiene y salubridad, la continua amenaza de los derechos de los ciudadanos por gobernantes poco escrupulosos en sus mandatos constitucionales, sin embargo, las recientes acciones de una mujer valiente que se enfrenta a los mecanismos de cooptación del Estado por el crimen organizado echan un haz de luz, mismo que echa un estudio como el realizado por Brolo y publicado por ASIES, siendo tanto Javier, como la institución que lo respalda, dos garantías de la seriedad e imparcialidad del estudio, del que se recomienda encarecidamente su lectura.