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La ironía de Venezuela

Redacción
28 de febrero, 2014

Entre muchas otras cosas, la principal razón de estas protestas es la situación económica del país. Esto se refleja especialmente en la inimaginable escasez de productos básicos como leche, harina para arepas, azúcar, papel de baño, etc. Además, teniendo una de las mayores reservas petroleras del mundo, Venezuela soporta una inflación anual de 56.3 por ciento y un índice de escasez que en enero alcanzó a uno de cada cuatro productos básicos, mientras que la violencia criminal deja entre 39 y 79 homicidios anuales por cada 100mil habitantes. 

Irónicamente Venezuela es el país con menor desigualdad económica en toda América Latina y el Caribe. Según el informe titulado ‘Estado de las Ciudades de América Latina y el Caribe’ (2012) de ONU-Habitat, Venezuela tiene la mejor calificación de la región con un 0.41 en el índice de GINI, el cual mide la diferencia de ingresos entre el quintil más rico y el más pobre, siendo 0 una equidad perfecta y 100 inequidad perfecta. Sin embargo, ¿realmente estos datos son de celebrarse? 
El régimen chavista ha logrado establecer una cleptocracia que, como la palabra lo indica, está basada en el robo de capital bajo el pretexto de hacerlo “a favor del pueblo”, enriqueciendo de manera cuestionable a un grupo de personas cercanas al poder a costa del bienestar de la población. En efecto, el sistema dual de la tasa de cambio es un esquema de transferencia de riqueza hacia un grupo muy concentrado de beneficiarios. 
En cualquier aspecto de la vida, los vacíos no permanecen así por mucho tiempo y siempre logran llenarse de una u otra forma. En el caso de Venezuela existe un vacío institucional y de una visión colectiva de país. El socialismo del siglo XXI erosionó la independencia de poderes al concentrarlos en la figura del presidente. Por eso mismo, la resistencia venezolana comete el error de caer en la trampa de la “presidencialitis”, poniéndole una cara al problema, sea Nicolás Maduro o Hugo Chávez en su momento. Con ello solo han logrado reforzar el presidencialismo que el chavismo busca. Lamentablemente, nada garantiza que la oposición salga victoriosa de esta resistencia, sobretodo porque las instituciones están copadas de cleptócratas allegados, en especial aquellas que garantizan los derechos básicos y fundamentales de todo ciudadano. Sin instituciones fuertes e independientes se corre el riesgo simplemente sustituir un dictador por otro. 
Venezuela ilustra lo que sucede cuando los países no luchan por mantener sus principios de república. Los eventos que hemos atestiguado nos sirven como un llamado a la reflexión ya que pueden suceder en Guatemala. Este 2014 es un año de las instituciones, estamos en el proceso de elección de Fiscal General, de magistrados al Tribunal Supremo Electoral y próximamente a la Corte Suprema de Justicia. Como ciudadanos, démosle la importancia que estos procesos se merecen. Ojalá el fantasma de Venezuela despierte en nosotros ese miedo de lo que sucede cuando se pierden las instituciones y se debilitan a un nivel de colapso, teniendo como figura única el presidente. 
No podemos permitir que en Guatemala la situación se nos salga de las manos y que perdamos la oportunidad de convertirnos en el país que todos soñamos. Al igual que los venezolanos, nosotros también somos parte de una República y es nuestro deber elegir y exigir gobernantes que conozcan los fundamentos básicos que nos definen como tal y que impere la ley para prevenir abusos. Organizaciones como Guatemala Visible buscan fortalecer estas instituciones con el fin de mantener esa independencia de poderes. Lo único que hace falta es el involucramiento de los ciudadanos en esfuerzos como estos para que la soberanía e independencia de nuestro país prevalezca. 
www.salvadorpaiz.com
@salva_paiz

La ironía de Venezuela

Redacción
28 de febrero, 2014

Entre muchas otras cosas, la principal razón de estas protestas es la situación económica del país. Esto se refleja especialmente en la inimaginable escasez de productos básicos como leche, harina para arepas, azúcar, papel de baño, etc. Además, teniendo una de las mayores reservas petroleras del mundo, Venezuela soporta una inflación anual de 56.3 por ciento y un índice de escasez que en enero alcanzó a uno de cada cuatro productos básicos, mientras que la violencia criminal deja entre 39 y 79 homicidios anuales por cada 100mil habitantes. 

Irónicamente Venezuela es el país con menor desigualdad económica en toda América Latina y el Caribe. Según el informe titulado ‘Estado de las Ciudades de América Latina y el Caribe’ (2012) de ONU-Habitat, Venezuela tiene la mejor calificación de la región con un 0.41 en el índice de GINI, el cual mide la diferencia de ingresos entre el quintil más rico y el más pobre, siendo 0 una equidad perfecta y 100 inequidad perfecta. Sin embargo, ¿realmente estos datos son de celebrarse? 
El régimen chavista ha logrado establecer una cleptocracia que, como la palabra lo indica, está basada en el robo de capital bajo el pretexto de hacerlo “a favor del pueblo”, enriqueciendo de manera cuestionable a un grupo de personas cercanas al poder a costa del bienestar de la población. En efecto, el sistema dual de la tasa de cambio es un esquema de transferencia de riqueza hacia un grupo muy concentrado de beneficiarios. 
En cualquier aspecto de la vida, los vacíos no permanecen así por mucho tiempo y siempre logran llenarse de una u otra forma. En el caso de Venezuela existe un vacío institucional y de una visión colectiva de país. El socialismo del siglo XXI erosionó la independencia de poderes al concentrarlos en la figura del presidente. Por eso mismo, la resistencia venezolana comete el error de caer en la trampa de la “presidencialitis”, poniéndole una cara al problema, sea Nicolás Maduro o Hugo Chávez en su momento. Con ello solo han logrado reforzar el presidencialismo que el chavismo busca. Lamentablemente, nada garantiza que la oposición salga victoriosa de esta resistencia, sobretodo porque las instituciones están copadas de cleptócratas allegados, en especial aquellas que garantizan los derechos básicos y fundamentales de todo ciudadano. Sin instituciones fuertes e independientes se corre el riesgo simplemente sustituir un dictador por otro. 
Venezuela ilustra lo que sucede cuando los países no luchan por mantener sus principios de república. Los eventos que hemos atestiguado nos sirven como un llamado a la reflexión ya que pueden suceder en Guatemala. Este 2014 es un año de las instituciones, estamos en el proceso de elección de Fiscal General, de magistrados al Tribunal Supremo Electoral y próximamente a la Corte Suprema de Justicia. Como ciudadanos, démosle la importancia que estos procesos se merecen. Ojalá el fantasma de Venezuela despierte en nosotros ese miedo de lo que sucede cuando se pierden las instituciones y se debilitan a un nivel de colapso, teniendo como figura única el presidente. 
No podemos permitir que en Guatemala la situación se nos salga de las manos y que perdamos la oportunidad de convertirnos en el país que todos soñamos. Al igual que los venezolanos, nosotros también somos parte de una República y es nuestro deber elegir y exigir gobernantes que conozcan los fundamentos básicos que nos definen como tal y que impere la ley para prevenir abusos. Organizaciones como Guatemala Visible buscan fortalecer estas instituciones con el fin de mantener esa independencia de poderes. Lo único que hace falta es el involucramiento de los ciudadanos en esfuerzos como estos para que la soberanía e independencia de nuestro país prevalezca. 
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