Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

¿Democracia o dictadura blanda?

Redacción
19 de marzo, 2014

Ciertamente, desde el siglo pasado se ha generalizado la aceptación de que la democracia es el peor de los sistemas excepto todos los demás (W. Churchill). Sin embargo, el avance de la globalización y la relación entre naciones a lo largo y ancho del planeta, con sus distintas culturas y costumbres, ha puesto sobre la mesa ese criterio generalizado. 

En varios países de América Latina se han dado cambios sustantivos, que progresivamente han transformado el poder público alcanzado legítimamente (mediante el voto universal de los pueblos) y en el marco de una democracia representativa, en democracias de fachada que ejercen el poder al mejor estilo dictatorial, al concentrar el poder en un solo partido y una persona (el caudillo). 
El mecanismo ha consistido en anular gradualmente las cualidades republicanas, neutralizando la independencia de los Organismos del Estado y rompiendo los controles recíprocos necesarios para el ejercicio del poder. Particularmente nefasto es el caso del Órgano judicial que sometido al dictador, procede luego a promover una reforma constitucional a la medida, rompiendo de entrada con la alternancia en el poder, y reformando las instituciones para un desempeño al servicio del gobernante y no al servicio de la población. 
Y es que ciertamente hay hechos que muestran resultados positivos en algunas áreas cuando se instala una dictadura responsable, presidida por autoridades pragmáticas, que en algunos casos puede ser efectiva en dar seguridad al ciudadano, en el impulso a la productividad, el crecimiento de las economías y el ordenamiento de las sociedades, pero también es cierto que las dictaduras de hecho, no garantizan esos resultados. 
Hoy sale a colación el debilitamiento de muchas democracias occidentales y de los muy cuestionables resultados de los intentos de democratizar naciones como Iraq, Irán y Egipto entre otras.
Como ejemplo de una dictadura que ha tenido resultados espectaculares en su crecimiento económico y su modelo de “capitalismo” se analizan los resultados obtenidos en China y se exalta el progreso que ha implicado su modelo reflejado en el crecimiento por arriba del 10% anual en la última década. 
Se menciona que debido a la tradicional secuencia de tiranos y déspotas que han gobernado esos territorios, para ese pueblo asiático, la dictadura no es percibida con el rechazo que sí provoca en naciones con otra historia y distintas experiencias. Sin embargo, se ignora el hecho que el ser humano sí aspira a ser libre, y que la tecnología moderna, aún con la censura y los controles férreos que caracterizan esos sistemas, ha llegado a conocimiento de los pueblos oprimidos. 
Así lo afirmó Anson Chan, una panelista que en el programa de la BBC de Londres (15/3/14), recordó que el modelo chino sigue limitado a un solo partido político; que la supresión del disenso y la persecución a los opositores es práctica común que impone la subordinación del individuo a los designios del Estado. Recuerda también la crueldad que implicó la restricción de un solo hijo por familia y la esclavitud implícita en la dependencia absoluta de los designios de los gobernantes aludiendo también al costo de la contaminación descontrolada que enferma a sus habitantes. 
De la misma forma, en América Latina, hoy se ve el ejemplo de una Cuba, que si bien provee de los elementos vitales para sobrevivir y educarse (dentro de las rígidas doctrinas del marxismo), en donde no se respeta el derecho al conocimiento amplio ni a la expresión de ideas plurales. El resultado es que a pesar de los pequeños espacios de apertura económica de los últimos años, no ha logrado alcanzar un crecimiento sostenible con un impacto real para su población. 
Se ve una Venezuela que, con toda su riqueza natural y humana, ha destruido su economía y su productividad con la imposición de un “socialismo siglo XXI”, que lleva todas las de perder en el corto plazo ante el hartazgo de la ciudadanía consciente. 
En Guatemala, a la debilidad institucional y la corrupción se suma la abierta veneración por figuras que son íconos de la delincuencia, de la mediocridad y de la falta de integridad. Pero, ¿sería mejor una dictadura blanda que una democracia republicana? No lo creo así pero el futuro dirá.

¿Democracia o dictadura blanda?

Redacción
19 de marzo, 2014

Ciertamente, desde el siglo pasado se ha generalizado la aceptación de que la democracia es el peor de los sistemas excepto todos los demás (W. Churchill). Sin embargo, el avance de la globalización y la relación entre naciones a lo largo y ancho del planeta, con sus distintas culturas y costumbres, ha puesto sobre la mesa ese criterio generalizado. 

En varios países de América Latina se han dado cambios sustantivos, que progresivamente han transformado el poder público alcanzado legítimamente (mediante el voto universal de los pueblos) y en el marco de una democracia representativa, en democracias de fachada que ejercen el poder al mejor estilo dictatorial, al concentrar el poder en un solo partido y una persona (el caudillo). 
El mecanismo ha consistido en anular gradualmente las cualidades republicanas, neutralizando la independencia de los Organismos del Estado y rompiendo los controles recíprocos necesarios para el ejercicio del poder. Particularmente nefasto es el caso del Órgano judicial que sometido al dictador, procede luego a promover una reforma constitucional a la medida, rompiendo de entrada con la alternancia en el poder, y reformando las instituciones para un desempeño al servicio del gobernante y no al servicio de la población. 
Y es que ciertamente hay hechos que muestran resultados positivos en algunas áreas cuando se instala una dictadura responsable, presidida por autoridades pragmáticas, que en algunos casos puede ser efectiva en dar seguridad al ciudadano, en el impulso a la productividad, el crecimiento de las economías y el ordenamiento de las sociedades, pero también es cierto que las dictaduras de hecho, no garantizan esos resultados. 
Hoy sale a colación el debilitamiento de muchas democracias occidentales y de los muy cuestionables resultados de los intentos de democratizar naciones como Iraq, Irán y Egipto entre otras.
Como ejemplo de una dictadura que ha tenido resultados espectaculares en su crecimiento económico y su modelo de “capitalismo” se analizan los resultados obtenidos en China y se exalta el progreso que ha implicado su modelo reflejado en el crecimiento por arriba del 10% anual en la última década. 
Se menciona que debido a la tradicional secuencia de tiranos y déspotas que han gobernado esos territorios, para ese pueblo asiático, la dictadura no es percibida con el rechazo que sí provoca en naciones con otra historia y distintas experiencias. Sin embargo, se ignora el hecho que el ser humano sí aspira a ser libre, y que la tecnología moderna, aún con la censura y los controles férreos que caracterizan esos sistemas, ha llegado a conocimiento de los pueblos oprimidos. 
Así lo afirmó Anson Chan, una panelista que en el programa de la BBC de Londres (15/3/14), recordó que el modelo chino sigue limitado a un solo partido político; que la supresión del disenso y la persecución a los opositores es práctica común que impone la subordinación del individuo a los designios del Estado. Recuerda también la crueldad que implicó la restricción de un solo hijo por familia y la esclavitud implícita en la dependencia absoluta de los designios de los gobernantes aludiendo también al costo de la contaminación descontrolada que enferma a sus habitantes. 
De la misma forma, en América Latina, hoy se ve el ejemplo de una Cuba, que si bien provee de los elementos vitales para sobrevivir y educarse (dentro de las rígidas doctrinas del marxismo), en donde no se respeta el derecho al conocimiento amplio ni a la expresión de ideas plurales. El resultado es que a pesar de los pequeños espacios de apertura económica de los últimos años, no ha logrado alcanzar un crecimiento sostenible con un impacto real para su población. 
Se ve una Venezuela que, con toda su riqueza natural y humana, ha destruido su economía y su productividad con la imposición de un “socialismo siglo XXI”, que lleva todas las de perder en el corto plazo ante el hartazgo de la ciudadanía consciente. 
En Guatemala, a la debilidad institucional y la corrupción se suma la abierta veneración por figuras que son íconos de la delincuencia, de la mediocridad y de la falta de integridad. Pero, ¿sería mejor una dictadura blanda que una democracia republicana? No lo creo así pero el futuro dirá.