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No más sombras para la generación de luz

Redacción
24 de marzo, 2014

¿Cómo es posible que a estas alturas del siglo XXI todavía haya guatemaltecos que no estén familiarizados con la electricidad? Me refiero, no solo los que no gozan de este servicio sino que a los que no saben en qué consisten sus beneficios. Por un lado, no es aceptable que millones de guatemaltecos aún no tengan acceso a la electricidad, responsabilidad del estado. Pero por otro lado, resulta inconcebible que existen grupos que quieran hacer ver la generación de electricidad como algo dañino, cuando está demostrado que el acceso a la energía eléctrica está asociado a la mejora de los indicadores de desarrollo humano.

Hay dos premisas básicas tras esto. En primer lugar, en un país donde todos tienen energía eléctrica, se supera la pobreza; en segundo lugar, un país que produce su propia energía y hasta la exporta, crea empleos, oportunidades y, sobre todo, genera crecimiento y desarrollo. 
Ahora bien, ¿cuál es la mejor manera para producir electricidad; es decir, a menor costo y sin afectar el medio ambiente? Utilizando energía renovable (agua, aire y sol). Las naciones desarrolladas dependen, cada día más, de fuentes naturales y renovables para generar energía eléctrica; es decir, no derivados del petróleo.
Las energías renovables usan el recurso, como el agua, sin contaminarlo, consumirlo o agotarlo. Son fuente inagotable para la generación de energía eléctrica y no emiten gases de efecto invernadero ni residuos al ambiente. 
La buena noticia para los guatemaltecos es que nuestro país tiene la capacidad de producir, por medio de hidroeléctricas, hasta el cien por ciento de su demanda eléctrica, pudiendo de esta manera generar un excedente que podríamos exportar, creando fuentes de trabajo, dinamizando la economía y cuidando nuestro planeta. 
Traigo este tema a colación porque meter miedo con que nos quedaremos sin agua o que esta será contaminada por las hidroeléctricas es una idea fácil de permear entre la población, pero falsa e irresponsable. Por eso es necesario aclarar las cosas y si es necesario, acudir a la experiencia de otros países. 
Llama la atención que en algunas de las protestas de grupos opositores a la generación de electricidad hay ciudadanos extranjeros que seguramente si lo hicieran en sus lugares de origen sus connacionales los verían de manera extraña. 
Veamos qué ha pasado en otros lugares. Puedo citar, por caso, que en España entre 1912 y 1940 se construyeron 12 hidroeléctricas en el área de Barcelona con una potencia que permitió abastecer el 60% de electricidad que consumía dicha región y que significó un gran avance hacia la industrialización de Cataluña. 
Y para no ir más lejos, en Nicaragua se anuncia que la hidroeléctrica Tumarían, de una empresa conformada por firmas brasileñas, se construirá en el municipio de La Cruz de Río Grande, con una inversión de US$1,100 millones y una potencia instalada superior a los 250 megas. 
El viernes pasado leía la noticia acerca de que el gobierno sandinista y la empresa Centrales Hidroeléctricas de Nicaragua firmaron un acuerdo para construir la hidroeléctrica, la cual generará el 30 por ciento de la energía que consume el país. 
Por supuesto que en otros sitios, como en Brasil y en Chile, las protestas han sido más aireadas, pero al final se ha sobrepuesto la razón y los proyectos han seguido adelante. Y no es que el diálogo social sea negativo; al contrario, es bueno si se realiza con transparencia, con tolerancia y con la buena disposición de aceptar argumentos verdaderos. 
Si en otras partes del mundo, las hidroeléctricas son vistas con buenos ojos y han demostrado que son fuente de desarrollo, en Guatemala no debería de ser la excepción. No debemos de poner sombras sobre la generación de electricidad por medio de hidroeléctricas, porque está demostrado que solo traen beneficios, a menos que alguien quiera vivir permanentemente en la oscuridad o, peor aún, que quiera que otros -menos él- vivan en la penumbra, condenados a la pobreza y al subdesarrollo.

No más sombras para la generación de luz

Redacción
24 de marzo, 2014

¿Cómo es posible que a estas alturas del siglo XXI todavía haya guatemaltecos que no estén familiarizados con la electricidad? Me refiero, no solo los que no gozan de este servicio sino que a los que no saben en qué consisten sus beneficios. Por un lado, no es aceptable que millones de guatemaltecos aún no tengan acceso a la electricidad, responsabilidad del estado. Pero por otro lado, resulta inconcebible que existen grupos que quieran hacer ver la generación de electricidad como algo dañino, cuando está demostrado que el acceso a la energía eléctrica está asociado a la mejora de los indicadores de desarrollo humano.

Hay dos premisas básicas tras esto. En primer lugar, en un país donde todos tienen energía eléctrica, se supera la pobreza; en segundo lugar, un país que produce su propia energía y hasta la exporta, crea empleos, oportunidades y, sobre todo, genera crecimiento y desarrollo. 
Ahora bien, ¿cuál es la mejor manera para producir electricidad; es decir, a menor costo y sin afectar el medio ambiente? Utilizando energía renovable (agua, aire y sol). Las naciones desarrolladas dependen, cada día más, de fuentes naturales y renovables para generar energía eléctrica; es decir, no derivados del petróleo.
Las energías renovables usan el recurso, como el agua, sin contaminarlo, consumirlo o agotarlo. Son fuente inagotable para la generación de energía eléctrica y no emiten gases de efecto invernadero ni residuos al ambiente. 
La buena noticia para los guatemaltecos es que nuestro país tiene la capacidad de producir, por medio de hidroeléctricas, hasta el cien por ciento de su demanda eléctrica, pudiendo de esta manera generar un excedente que podríamos exportar, creando fuentes de trabajo, dinamizando la economía y cuidando nuestro planeta. 
Traigo este tema a colación porque meter miedo con que nos quedaremos sin agua o que esta será contaminada por las hidroeléctricas es una idea fácil de permear entre la población, pero falsa e irresponsable. Por eso es necesario aclarar las cosas y si es necesario, acudir a la experiencia de otros países. 
Llama la atención que en algunas de las protestas de grupos opositores a la generación de electricidad hay ciudadanos extranjeros que seguramente si lo hicieran en sus lugares de origen sus connacionales los verían de manera extraña. 
Veamos qué ha pasado en otros lugares. Puedo citar, por caso, que en España entre 1912 y 1940 se construyeron 12 hidroeléctricas en el área de Barcelona con una potencia que permitió abastecer el 60% de electricidad que consumía dicha región y que significó un gran avance hacia la industrialización de Cataluña. 
Y para no ir más lejos, en Nicaragua se anuncia que la hidroeléctrica Tumarían, de una empresa conformada por firmas brasileñas, se construirá en el municipio de La Cruz de Río Grande, con una inversión de US$1,100 millones y una potencia instalada superior a los 250 megas. 
El viernes pasado leía la noticia acerca de que el gobierno sandinista y la empresa Centrales Hidroeléctricas de Nicaragua firmaron un acuerdo para construir la hidroeléctrica, la cual generará el 30 por ciento de la energía que consume el país. 
Por supuesto que en otros sitios, como en Brasil y en Chile, las protestas han sido más aireadas, pero al final se ha sobrepuesto la razón y los proyectos han seguido adelante. Y no es que el diálogo social sea negativo; al contrario, es bueno si se realiza con transparencia, con tolerancia y con la buena disposición de aceptar argumentos verdaderos. 
Si en otras partes del mundo, las hidroeléctricas son vistas con buenos ojos y han demostrado que son fuente de desarrollo, en Guatemala no debería de ser la excepción. No debemos de poner sombras sobre la generación de electricidad por medio de hidroeléctricas, porque está demostrado que solo traen beneficios, a menos que alguien quiera vivir permanentemente en la oscuridad o, peor aún, que quiera que otros -menos él- vivan en la penumbra, condenados a la pobreza y al subdesarrollo.