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El poder y la prensa

Redacción
30 de marzo, 2014

La tensión entre la prensa y el poder es natural en toda sociedad. Mientras la prensa cumpla la función de informar, fiscalizar y cuestionar el ejercicio del poder, todo Gobierno verá con desconfianza al cuarto poder. Y en países donde los controles y la fiscalización inter-orgánica son débiles, los medios asumen un rol más activo ante el vacío de la institucionalidad. Asimismo, esa delgada línea entre periodismo y activismo -que con frecuencia se cruza sin mayor reparo-, tiende a agravar las tensiones. Y si a esto sumamos el gusto de la audiencia guatemalteca por el conflicto, las condiciones están dadas para una tortuosa relación entre gobierno y medios. 

El problema radica en lo asimétrico de la relación, pues el poder cuenta con más recursos para coartar a la prensa. Tradicionalmente, los métodos preferidos eran la censura y la persecución de periodistas. Sin embargo, conforme el espíritu democrático se ha consolidado, las formas de presión se volvieron más sutiles. En su libro “El poder y la prensa”, Justino Sinova enumera 38 métodos utilizados por el gobierno español de Felipe González para presionar a la prensa, y las divide entre la coacción pasiva como la facilitación de licencias y primicias a medios afines, o la presión activa como el descrédito, la persecución fiscal y la asfixia financiera contra opositores. 
En Guatemala, las formas de coacción también evolucionaron. Atrás quedaron los días en los que el Gobierno democristiano clausuró el noticiero Aquí el Mundo. En cambio, el PAN recurrió a la asfixia financiera para forzar el cierre de Crónica; mientras que el FRG recurrió a la presión fiscal contra los medios que denunciaban casos de corrupción. O qué decir de la UNE, que perfeccionó el uso de la pauta como recurso para premiar o sancionar a los medios según su línea editorial. 
En la actualidad, el gobierno Patriota ha recurrido a formas de presión activa, como el retiro de pauta oficial, la asfixia financiera, el boicot web, y las denuncias penales contra el Presidente de ElPeriódico por la línea crítica del medio. Pero también, utiliza formas de coacción pasiva, como el media center en el piso 13 del INGUAT que se dedica a monitorear redes sociales de medios y formadores de opinión. Y hace unas semanas, recién se denunció la existencia de un grupo de reporteros que intenta desviar la temática de las ruedas de prensa del Presidente a materias menos espinosas; o que familiares de periodistas laboran en la Secretaría de Comunicación de la Presidencia. 
Varias dudas me surgen. ¿Cómo se diferencia la presión que hoy ejerce el Patriota a la de sus antecesores? ¿Habrá perfeccionado el Gobierno los recursos de presión utilizados durante los últimos 20 años? O sencillamente ¿es esto es más de lo mismo, con la diferencia que el Patriota ha sido más evidente en su esfuerzo por coaccionar a la prensa?

El poder y la prensa

Redacción
30 de marzo, 2014

La tensión entre la prensa y el poder es natural en toda sociedad. Mientras la prensa cumpla la función de informar, fiscalizar y cuestionar el ejercicio del poder, todo Gobierno verá con desconfianza al cuarto poder. Y en países donde los controles y la fiscalización inter-orgánica son débiles, los medios asumen un rol más activo ante el vacío de la institucionalidad. Asimismo, esa delgada línea entre periodismo y activismo -que con frecuencia se cruza sin mayor reparo-, tiende a agravar las tensiones. Y si a esto sumamos el gusto de la audiencia guatemalteca por el conflicto, las condiciones están dadas para una tortuosa relación entre gobierno y medios. 

El problema radica en lo asimétrico de la relación, pues el poder cuenta con más recursos para coartar a la prensa. Tradicionalmente, los métodos preferidos eran la censura y la persecución de periodistas. Sin embargo, conforme el espíritu democrático se ha consolidado, las formas de presión se volvieron más sutiles. En su libro “El poder y la prensa”, Justino Sinova enumera 38 métodos utilizados por el gobierno español de Felipe González para presionar a la prensa, y las divide entre la coacción pasiva como la facilitación de licencias y primicias a medios afines, o la presión activa como el descrédito, la persecución fiscal y la asfixia financiera contra opositores. 
En Guatemala, las formas de coacción también evolucionaron. Atrás quedaron los días en los que el Gobierno democristiano clausuró el noticiero Aquí el Mundo. En cambio, el PAN recurrió a la asfixia financiera para forzar el cierre de Crónica; mientras que el FRG recurrió a la presión fiscal contra los medios que denunciaban casos de corrupción. O qué decir de la UNE, que perfeccionó el uso de la pauta como recurso para premiar o sancionar a los medios según su línea editorial. 
En la actualidad, el gobierno Patriota ha recurrido a formas de presión activa, como el retiro de pauta oficial, la asfixia financiera, el boicot web, y las denuncias penales contra el Presidente de ElPeriódico por la línea crítica del medio. Pero también, utiliza formas de coacción pasiva, como el media center en el piso 13 del INGUAT que se dedica a monitorear redes sociales de medios y formadores de opinión. Y hace unas semanas, recién se denunció la existencia de un grupo de reporteros que intenta desviar la temática de las ruedas de prensa del Presidente a materias menos espinosas; o que familiares de periodistas laboran en la Secretaría de Comunicación de la Presidencia. 
Varias dudas me surgen. ¿Cómo se diferencia la presión que hoy ejerce el Patriota a la de sus antecesores? ¿Habrá perfeccionado el Gobierno los recursos de presión utilizados durante los últimos 20 años? O sencillamente ¿es esto es más de lo mismo, con la diferencia que el Patriota ha sido más evidente en su esfuerzo por coaccionar a la prensa?