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Ambientalismo de República

Redacción
01 de abril, 2014

Diariamente los problemas ambientales acaparan los titulares. Sucumbes frecuentemente a una visión caótica, irracional y generadora de seria ansiedad. El cambio climático, la minería, la contaminación, la escases de agua, la deforestación, el inadecuado manejo de la basura y la pérdida de biodiversidad acabarán con la vida en el planeta…te dicen. ¡Y lo que es aún peor, te hace creer que todo ello, es culpa tuya! ¡Pues bien, conserva la calma porque no es así! 

Desde esta mi primer entrega y a lo largo de mi colaboración con este medio, cuya filosofía no está demás decir, comparto, quiero motivar un nuevo paradigma: uno que sustituye la ideología por el rigor científico, la emoción por la razón fundada, el absurdo por la lógica, la fantasía por la evidencia. Una visión que te dará serenidad y te permitirá discernir sobre las verdaderas causas y magnitud de aquellos problemas. Una visión que por sobre todo te ofrecerá soluciones alternativas a las vigentes. En esencia, una visión a la que podríamos llamar ambientalismo de República. 
Cuando Benjamin Franklin abandonó la Convención Constitucional, una mujer le preguntó: “Señor, ¿qué nos ha dado?” Su respuesta inmediata fue: “Una República, señora, si es que puede mantenerla”.
Aquel fundador de los Estados Unidos se refería a un sistema político en el cual prevalece la Ley por encima del gobernante y del funcionario, incluso por encima de las mayorías. Entendía la Ley como los derechos individuales: vida, libertad y propiedad privada, nada más. Aquel sistema hoy podríamos expresarlo en sinónimo de Gobierno Limitado. 
Esta referencia histórica es esencialmente importante porque en pos del ambiente los gobiernos han emitido reiteradamente leyes y normas que precisamente socavan aquel principio de límites. Las leyes forestales, de áreas protegidas, de biodiversidad, de cambio climático y de minería, entre otras incontables, han significado invariablemente crecimiento de los gobiernos, y así de funcionarios, atribuciones y presupuestos. 
Al amparo de este entramado legal los gobiernos te obligan a vivir por permisos y no por derecho, limitando tu libertad; te exigen más impuestos con menoscabo de tu productividad y riqueza; distorsionan el sistema de precios y con ello los procesos de intercambio. Cualquier solución pacífica y voluntaria es entonces reemplazada por la violencia, la coerción, los privilegios y el soborno. Las instituciones creadas al amparo de aquellas leyes ofrecen solamente incentivos perversos…para la corrupción, la informalidad, el monopolio, el tráfico y la invasión. 
¿Y la cantidad y calidad de los recursos naturales? Continúan en franco deterioro. 
Un Ambientalismo de República es aquel en el cual los recursos naturales se utilizan y conservan mediante intercambios pacíficos y voluntarios. Este ambientalismo concibe los recursos naturales (suelo, subsuelo, bosque, agua, aire y fauna) como bienes privados y no como bienes públicos. Por tanto, el gobierno se ocupa únicamente de garantizar el ejercicio de aquel derecho individual tan necesario para ejercer la libertad: la propiedad privada. 
Cuando la propiedad sobre los recursos naturales está plenamente reconocida, puntualmente definida y jurídicamente garantizada, son innecesarias todas aquellas leyes de comando-y-control porque las decisiones son tomadas por particulares y no por colectivos abstractos (la sociedad). Los propietarios, motivados por el lucro ético, buscarán beneficiar a los demás primero para luego beneficiarse así mismos. Surgirán de manera espontánea procesos de intercambio pacífico y voluntario. De no encontrar soluciones directas será entonces un juez quien deba dirimir el conflicto. 
Te invito pues a seguir este espacio…donde haré valer siempre los principios que aquella señora quizás no supo mantener: los de una República. Pero por sobre todo, lo extraordinario de la naturaleza humana y la libertad como valor supremo.
*Jorge David Chapas es co-fundador y director ejecutivo de RedRana, empresario e investigador asociado al CEES y ex-alumno del PERC Enviropreneur Institute.

Ambientalismo de República

Redacción
01 de abril, 2014

Diariamente los problemas ambientales acaparan los titulares. Sucumbes frecuentemente a una visión caótica, irracional y generadora de seria ansiedad. El cambio climático, la minería, la contaminación, la escases de agua, la deforestación, el inadecuado manejo de la basura y la pérdida de biodiversidad acabarán con la vida en el planeta…te dicen. ¡Y lo que es aún peor, te hace creer que todo ello, es culpa tuya! ¡Pues bien, conserva la calma porque no es así! 

Desde esta mi primer entrega y a lo largo de mi colaboración con este medio, cuya filosofía no está demás decir, comparto, quiero motivar un nuevo paradigma: uno que sustituye la ideología por el rigor científico, la emoción por la razón fundada, el absurdo por la lógica, la fantasía por la evidencia. Una visión que te dará serenidad y te permitirá discernir sobre las verdaderas causas y magnitud de aquellos problemas. Una visión que por sobre todo te ofrecerá soluciones alternativas a las vigentes. En esencia, una visión a la que podríamos llamar ambientalismo de República. 
Cuando Benjamin Franklin abandonó la Convención Constitucional, una mujer le preguntó: “Señor, ¿qué nos ha dado?” Su respuesta inmediata fue: “Una República, señora, si es que puede mantenerla”.
Aquel fundador de los Estados Unidos se refería a un sistema político en el cual prevalece la Ley por encima del gobernante y del funcionario, incluso por encima de las mayorías. Entendía la Ley como los derechos individuales: vida, libertad y propiedad privada, nada más. Aquel sistema hoy podríamos expresarlo en sinónimo de Gobierno Limitado. 
Esta referencia histórica es esencialmente importante porque en pos del ambiente los gobiernos han emitido reiteradamente leyes y normas que precisamente socavan aquel principio de límites. Las leyes forestales, de áreas protegidas, de biodiversidad, de cambio climático y de minería, entre otras incontables, han significado invariablemente crecimiento de los gobiernos, y así de funcionarios, atribuciones y presupuestos. 
Al amparo de este entramado legal los gobiernos te obligan a vivir por permisos y no por derecho, limitando tu libertad; te exigen más impuestos con menoscabo de tu productividad y riqueza; distorsionan el sistema de precios y con ello los procesos de intercambio. Cualquier solución pacífica y voluntaria es entonces reemplazada por la violencia, la coerción, los privilegios y el soborno. Las instituciones creadas al amparo de aquellas leyes ofrecen solamente incentivos perversos…para la corrupción, la informalidad, el monopolio, el tráfico y la invasión. 
¿Y la cantidad y calidad de los recursos naturales? Continúan en franco deterioro. 
Un Ambientalismo de República es aquel en el cual los recursos naturales se utilizan y conservan mediante intercambios pacíficos y voluntarios. Este ambientalismo concibe los recursos naturales (suelo, subsuelo, bosque, agua, aire y fauna) como bienes privados y no como bienes públicos. Por tanto, el gobierno se ocupa únicamente de garantizar el ejercicio de aquel derecho individual tan necesario para ejercer la libertad: la propiedad privada. 
Cuando la propiedad sobre los recursos naturales está plenamente reconocida, puntualmente definida y jurídicamente garantizada, son innecesarias todas aquellas leyes de comando-y-control porque las decisiones son tomadas por particulares y no por colectivos abstractos (la sociedad). Los propietarios, motivados por el lucro ético, buscarán beneficiar a los demás primero para luego beneficiarse así mismos. Surgirán de manera espontánea procesos de intercambio pacífico y voluntario. De no encontrar soluciones directas será entonces un juez quien deba dirimir el conflicto. 
Te invito pues a seguir este espacio…donde haré valer siempre los principios que aquella señora quizás no supo mantener: los de una República. Pero por sobre todo, lo extraordinario de la naturaleza humana y la libertad como valor supremo.
*Jorge David Chapas es co-fundador y director ejecutivo de RedRana, empresario e investigador asociado al CEES y ex-alumno del PERC Enviropreneur Institute.