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De liberales y de derecha

Redacción República
16 de abril, 2014

Tenía programado escribir sobre otros temas, pero ¿qué mejor que entrar a la discusión nacional que se está dando sobre las diferentes vertientes del liberalismo que existen en Guatemala? Desde las exposiciones dizque liberales que les hacen más daño que bien, a las tonteras que pudiera escribir su servidor, hasta las falsedades que escriben sobre los liberales los que dicen que no son liberales, un artículo dedicado al notorio liberalismo se escribe solo, con más pasión e interés público de lo que uno pudiera levantar para temas que tal vez solo a uno le interesase. Entonces, ¿por qué no?

En esta columna me voy a atrever a contestar unas críticas erróneas que hace nadie menos que el Doctor Edelberto Torres-Rivas a los liberales, quienes el tilda de derecha en su ya famosa columna “Hayek y los liberales de derecha”. En primer lugar, me sorprende que el famosísimo Doctor pareciera distinguirse el mismo del campo liberal, en el sentido de apartarse y criticarlo en su conjunto, en vez de apegarse a una rama particular del amplio campo liberal para criticar otras ramas. Digo esto porque pensaría uno, como yo, que tenemos la dicha de vivir en una era incontestable de hegemonía liberal. Por lo menos en el mundo civilizado, la única cuestión de nuestros tiempos es qué tipo de liberal es uno. 

Dentro de mi pensamiento prejuiciado, se me hace difícil pensar que un no liberal puede aportar con ética y propiedad sobre las condiciones del ser humano, la prosperidad, calidad de vida, etc.
¿Duda el estimado lector que todos somos liberales? Aclaremos. Si uno cree en el voto personal, los derechos individuales, derechos humanos, la no discriminación – por lo que sea (raza, etnia, genera, preferencia sexual, edad, discapacidad, etc.), uno debe esa preferencia a los argumentos liberales, y nada más. De todos los “ismos”, nazismo, fascismo, socialismo, comunismo, liberalismo, sólo el liberalismo es congruente con lo que comúnmente se habla de la dignidad humana.

Entonces, pedigrí intelectual y moral el liberalismo tiene, como ningún otro movimiento o escuela de pensamiento político. Esto no quita que politiqueros interesados de otra banda escondan sus verdaderas intenciones detrás de los puntos más atractivos del liberalismo, sin ser verdaderos creyentes, ni mucho menos practicantes. Por esta razón, los regímenes totalitarios comunistas, por ejemplo, siempre dedicaban muchas palabras escritas a la importancia de los derechos del pueblo pero nunca hablaban de las personas humanas que constituyen esos pueblos, tampoco hablaban del cumplimiento de lo escrito en las constituciones con la política puesto en práctica.

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Regresando al tema central, Torres Rivas critica una carta de Hayek al Dictador Salazar de Portugal, donde Hayek ofrece “diseñar una Constitución que previene los abusos de la democracia”. La implicación es que hablar de abusos de la democracia lo califica a Hayek como apologista de dictadores. Eso sería una interpretación equivocada.

Aun perdonando las limitaciones de espacio que tienen los columnistas, pareciera que Torres Rivas olvida que existe una amplia y conocida literatura que afirma que la democracia directa tiene vicios y riesgos. Estos vicios no son inventos de oligarcas chapines. Han preocupado a filósofos de la política desde la Grecia antigua, como Aristóteles. En el tiempo de la Revolución Americana, James Madison expuso sobre los peligros de la democracia directa. En Federalista No. 10, Madison expuso sobre la amenaza de la democracia directa a los derechos individuales, la seguridad personal y los derechos a la propiedad. En No. 63, Madison centró la distinción de la democracia Americana, versus la Griega, en la exclusión de la democracia directa.

En pocas palabras, existen argumentos filosóficos fuertes sobre el por qué no se puede dejar de consultar al pueblo, pero también que no todo debe ser sujeto a la opinión pública. En la concepción Americana la tiranía tenía menos que ver con quien era sujeto de la opresión de cómo se daba esa opresión, y en eso poco importa si la opresión era por uno o por muchos. A final de cuentas, la libertad, los derechos individuales y la dignidad humana dependen de la garantía de protección de derechos de la minoría, en un régimen político económico donde se vota, pero no todo es sujeto al voto, siempre y en todo momento. Sobre todo en paises latinoamericanos donde los políticos aparentemente tienen dificultades con sus propias leyes y constituciones en términos de lectura y comprensión, diseñar una constitución que evite los riesgos de la democracia directa sería un sano consejo.

De liberales y de derecha

Redacción República
16 de abril, 2014

Tenía programado escribir sobre otros temas, pero ¿qué mejor que entrar a la discusión nacional que se está dando sobre las diferentes vertientes del liberalismo que existen en Guatemala? Desde las exposiciones dizque liberales que les hacen más daño que bien, a las tonteras que pudiera escribir su servidor, hasta las falsedades que escriben sobre los liberales los que dicen que no son liberales, un artículo dedicado al notorio liberalismo se escribe solo, con más pasión e interés público de lo que uno pudiera levantar para temas que tal vez solo a uno le interesase. Entonces, ¿por qué no?

En esta columna me voy a atrever a contestar unas críticas erróneas que hace nadie menos que el Doctor Edelberto Torres-Rivas a los liberales, quienes el tilda de derecha en su ya famosa columna “Hayek y los liberales de derecha”. En primer lugar, me sorprende que el famosísimo Doctor pareciera distinguirse el mismo del campo liberal, en el sentido de apartarse y criticarlo en su conjunto, en vez de apegarse a una rama particular del amplio campo liberal para criticar otras ramas. Digo esto porque pensaría uno, como yo, que tenemos la dicha de vivir en una era incontestable de hegemonía liberal. Por lo menos en el mundo civilizado, la única cuestión de nuestros tiempos es qué tipo de liberal es uno. 

Dentro de mi pensamiento prejuiciado, se me hace difícil pensar que un no liberal puede aportar con ética y propiedad sobre las condiciones del ser humano, la prosperidad, calidad de vida, etc.
¿Duda el estimado lector que todos somos liberales? Aclaremos. Si uno cree en el voto personal, los derechos individuales, derechos humanos, la no discriminación – por lo que sea (raza, etnia, genera, preferencia sexual, edad, discapacidad, etc.), uno debe esa preferencia a los argumentos liberales, y nada más. De todos los “ismos”, nazismo, fascismo, socialismo, comunismo, liberalismo, sólo el liberalismo es congruente con lo que comúnmente se habla de la dignidad humana.

Entonces, pedigrí intelectual y moral el liberalismo tiene, como ningún otro movimiento o escuela de pensamiento político. Esto no quita que politiqueros interesados de otra banda escondan sus verdaderas intenciones detrás de los puntos más atractivos del liberalismo, sin ser verdaderos creyentes, ni mucho menos practicantes. Por esta razón, los regímenes totalitarios comunistas, por ejemplo, siempre dedicaban muchas palabras escritas a la importancia de los derechos del pueblo pero nunca hablaban de las personas humanas que constituyen esos pueblos, tampoco hablaban del cumplimiento de lo escrito en las constituciones con la política puesto en práctica.

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Regresando al tema central, Torres Rivas critica una carta de Hayek al Dictador Salazar de Portugal, donde Hayek ofrece “diseñar una Constitución que previene los abusos de la democracia”. La implicación es que hablar de abusos de la democracia lo califica a Hayek como apologista de dictadores. Eso sería una interpretación equivocada.

Aun perdonando las limitaciones de espacio que tienen los columnistas, pareciera que Torres Rivas olvida que existe una amplia y conocida literatura que afirma que la democracia directa tiene vicios y riesgos. Estos vicios no son inventos de oligarcas chapines. Han preocupado a filósofos de la política desde la Grecia antigua, como Aristóteles. En el tiempo de la Revolución Americana, James Madison expuso sobre los peligros de la democracia directa. En Federalista No. 10, Madison expuso sobre la amenaza de la democracia directa a los derechos individuales, la seguridad personal y los derechos a la propiedad. En No. 63, Madison centró la distinción de la democracia Americana, versus la Griega, en la exclusión de la democracia directa.

En pocas palabras, existen argumentos filosóficos fuertes sobre el por qué no se puede dejar de consultar al pueblo, pero también que no todo debe ser sujeto a la opinión pública. En la concepción Americana la tiranía tenía menos que ver con quien era sujeto de la opresión de cómo se daba esa opresión, y en eso poco importa si la opresión era por uno o por muchos. A final de cuentas, la libertad, los derechos individuales y la dignidad humana dependen de la garantía de protección de derechos de la minoría, en un régimen político económico donde se vota, pero no todo es sujeto al voto, siempre y en todo momento. Sobre todo en paises latinoamericanos donde los políticos aparentemente tienen dificultades con sus propias leyes y constituciones en términos de lectura y comprensión, diseñar una constitución que evite los riesgos de la democracia directa sería un sano consejo.