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Chef Humberto Domínguez

Redacción
22 de abril, 2014

Ya han pasado dos semanas y aún no logro asimilar el brutal y deleznable asesinato del Chef Humberto Domínguez. El Chef era uno de esos seres humanos con una luz especial. Su sonrisa abierta, su abrazo sincero y su siempre espontáneo saludo eran únicos. 

Con el Chef Domínguez nos unían varias cosas. Él era un cocinero amante de la comunicación, mientras que yo soy un comunicador amante de la cocina. Ambos somos enamorados de los colores de Guatemala, país que amamos por medio de sus sabores y aromas. 
Tuve la fortuna de conocer a Humberto Domínguez al principio del siglo. Fue uno de esos encuentros casuales que terminaron siendo habituales. El Chef nunca me negó una receta, por el contrario, siempre incentivó a estudiar cocina, mientras que yo siempre le dije que estudiara comunicación. 
Durante muchos años realizamos notas culinarias juntos, pero no fue sino hasta la etapa final de su vida en la que pudimos realizar todo un programa juntos. Yo no tengo forma de agradecer al Chef Domínguez la manera tan especial en la que siempre se refirió a mi papá, a quien siempre exaltó como el pionero de la cocina guatemalteca en la televisión. 
El cruel y cobarde asesinato del Chef Domínguez me hace pensar en lo vulnerables que somos los guatemaltecos honrados ante el crimen. Nuestra indiferencia y hasta apatía sobre las cosas que suceden en Guatemala son el caldo de cultivo para los más atroces vejámenes. 
La muerte violenta de 6 mil personas por año, no es más que un recordatorio del poco valor que tiene la vida en nuestro país. Los guatemaltecos tenemos una extraña manía por justificar el crimen. Si alguien es asesinado, seguro estaba haciendo cosas incorrectas. Si le roban el celular, es por no guardarlo bien. Si asaltan el autobús, fue por no sentarse en lugar correcto. Ya es hora de salir del letargo que tenemos como sociedad y luchar por un mejor lugar para vivir. 
La lucha no es solo para exigir a las autoridades el cumplimiento de su obligación en materia de seguridad, sino también por ser agentes de cambio dentro de nuestra comunidad. Hay que participar de organizaciones civiles, comités de barrio, directivas de colonias, programas de prevención. 
La seguridad es la necesidad primaria y origen de la vida humana en comunidad. No es posible pensar en un país desarrollado si aún tenemos la materia de la seguridad como un asunto pendiente de resolver. Lamento que la inoperancia de los planes nacionales haya ocasionado la creación de colonias privadas blindadas, ya que eso limita la interacción de los guatemaltecos en sociedad, pero también entiendo a todos aquellos vecinos que invierten buena parte de su dinero en pagar guardias privados, comprar todo el alambre espigado electrificado que puedan y hasta colocar cámaras de video-vigilancia en sus casas.
Si seguimos sin involucrarnos, si seguimos culpando a otros y no tomando acciones, miles de vidas valiosas como la del Chef Humberto Domínguez se seguirán perdiendo. 
Si seguimos sin hacer nada, solo nos queda esperar nuestro turno en la lista sangre de este país.

Chef Humberto Domínguez

Redacción
22 de abril, 2014

Ya han pasado dos semanas y aún no logro asimilar el brutal y deleznable asesinato del Chef Humberto Domínguez. El Chef era uno de esos seres humanos con una luz especial. Su sonrisa abierta, su abrazo sincero y su siempre espontáneo saludo eran únicos. 

Con el Chef Domínguez nos unían varias cosas. Él era un cocinero amante de la comunicación, mientras que yo soy un comunicador amante de la cocina. Ambos somos enamorados de los colores de Guatemala, país que amamos por medio de sus sabores y aromas. 
Tuve la fortuna de conocer a Humberto Domínguez al principio del siglo. Fue uno de esos encuentros casuales que terminaron siendo habituales. El Chef nunca me negó una receta, por el contrario, siempre incentivó a estudiar cocina, mientras que yo siempre le dije que estudiara comunicación. 
Durante muchos años realizamos notas culinarias juntos, pero no fue sino hasta la etapa final de su vida en la que pudimos realizar todo un programa juntos. Yo no tengo forma de agradecer al Chef Domínguez la manera tan especial en la que siempre se refirió a mi papá, a quien siempre exaltó como el pionero de la cocina guatemalteca en la televisión. 
El cruel y cobarde asesinato del Chef Domínguez me hace pensar en lo vulnerables que somos los guatemaltecos honrados ante el crimen. Nuestra indiferencia y hasta apatía sobre las cosas que suceden en Guatemala son el caldo de cultivo para los más atroces vejámenes. 
La muerte violenta de 6 mil personas por año, no es más que un recordatorio del poco valor que tiene la vida en nuestro país. Los guatemaltecos tenemos una extraña manía por justificar el crimen. Si alguien es asesinado, seguro estaba haciendo cosas incorrectas. Si le roban el celular, es por no guardarlo bien. Si asaltan el autobús, fue por no sentarse en lugar correcto. Ya es hora de salir del letargo que tenemos como sociedad y luchar por un mejor lugar para vivir. 
La lucha no es solo para exigir a las autoridades el cumplimiento de su obligación en materia de seguridad, sino también por ser agentes de cambio dentro de nuestra comunidad. Hay que participar de organizaciones civiles, comités de barrio, directivas de colonias, programas de prevención. 
La seguridad es la necesidad primaria y origen de la vida humana en comunidad. No es posible pensar en un país desarrollado si aún tenemos la materia de la seguridad como un asunto pendiente de resolver. Lamento que la inoperancia de los planes nacionales haya ocasionado la creación de colonias privadas blindadas, ya que eso limita la interacción de los guatemaltecos en sociedad, pero también entiendo a todos aquellos vecinos que invierten buena parte de su dinero en pagar guardias privados, comprar todo el alambre espigado electrificado que puedan y hasta colocar cámaras de video-vigilancia en sus casas.
Si seguimos sin involucrarnos, si seguimos culpando a otros y no tomando acciones, miles de vidas valiosas como la del Chef Humberto Domínguez se seguirán perdiendo. 
Si seguimos sin hacer nada, solo nos queda esperar nuestro turno en la lista sangre de este país.