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Y ahora ¿quién podrá defenderme?

Redacción República
28 de abril, 2014

Muchos crecimos oyendo esta frase. La usaba (en una serie televisiva) alguna víctima indefensa cuando se encontraba en problemas y era más o menos así: “Y ahora ¿quién podrá defenderme?” La respuesta era casi inmediata, el héroe saltaba diciendo “Yo, el Chapulín Colorado”. A pesar de su disposición, nobleza y buenas intenciones muchas veces enredaba más las cosas pero al final, como buena historia familiar, triunfaban los buenos. 

Con esta imagen crecimos muchos, al paso del tiempo algunos comprendimos que no había tal “Chapulín Colorado” que nos defendiera de todo peligro. Los demás cambiaron a este personaje por otro que les prometió resolver todos sus males. Les prometió una vida sin sobresaltos financieros con una vejez asegurada, además de la vivienda, salud, educación, recreación y todo lo necesario para no empañar su existencia con preocupaciones banales, según quién prometía. 
 Y es así como nos separamos en la vida, aquellos que compartimos en la infancia el gusto por este personaje tan querido para muchos como el “Chapulín Colorado”. Unos lo guardamos en nuestros recuerdos infantiles y decidimos asumir la responsabilidad de nuestra vida enfrentando e identificando la realidad para usar al máximo nuestras habilidades y conseguir nuestros objetivos. Comprendimos que nuestra mejor defensa eran leyes que defendieran los derechos individuales como el derecho a la vida, la propiedad y la búsqueda de la felicidad. 
Otros eligieron al Gobierno, a través de los políticos, como su nuevo héroe que los defendería de todas las preocupaciones que aquejan la existencia. Ante las dudas de algunos, los políticos tienen las respuestas que esperan oír, ¿educación? nada de qué preocuparse, será gratuita, los contenidos serán decididos por un grupo de “sabios”, la historia será contada de acuerdo a los intereses de la nación, les evitaremos el desgaste de pensar, cuestionar y llegar a conclusiones que puedan causar estrés en la vida. ¿Salud? Misma historia, será “gratuita”, todos tendrán acceso a los hospitales y destinaremos millones en recursos para mantenerlos. Además como la vivienda es una de las necesidades más sentidas, también beneficiaremos a los más necesitados con una vivienda digna. Estos discursos los podemos escuchar todo el tiempo, en todos los gobiernos y de todos los candidatos. 
Esto no representaría mayor problema, ya que sólo serían decisiones personales; sino fuera porque todos asumimos el costo de un Gobierno Benefactor/Mercantilista. Bastiat afirmaba que ‘El Estado es la gran ficción a través de la cual todo el mundo trata de vivir a costa de todos los demás”. Yo diría también, que es la ficción que brinda una falsa sensación de seguridad a quienes no desean asumir la responsabilidad de su vida y ofrece una maravillosa oportunidad a quien está dispuesto a usar el poder para aumentar su fortuna a través de los tributos. 
Quienes decidimos ser nuestros propios héroes, cuestionamos todas las funciones que el político le ha asignado al Gobierno con la complacencia de muchos. Vemos claramente el peso de un gobierno corrupto e ineficiente, que se aleja cada vez más de su función principal de seguridad y administración de la justicia, cual enfermo grave que en lugar de mejorar sus hábitos los empeora asegurando que así se curará. 
Y resulta que cada nueva función que se auto asigna el gobierno será pagado por todos, creamos o no, estemos de acuerdo o no, con la decisión. Eso sí, todo se hace democráticamente para que después no digan que no se toma en cuenta al “pueblo”, como si por aritmética se define lo moral de lo inmoral. 
Mientras la mayoría confíe más en el político que en su capacidad para resolver su vida, la minoría tendrán que financiar esta decisión. Es entonces cuando me pregunto…Y ahora ¿quién podrá defenderme? 
@Md30

Y ahora ¿quién podrá defenderme?

Redacción República
28 de abril, 2014

Muchos crecimos oyendo esta frase. La usaba (en una serie televisiva) alguna víctima indefensa cuando se encontraba en problemas y era más o menos así: “Y ahora ¿quién podrá defenderme?” La respuesta era casi inmediata, el héroe saltaba diciendo “Yo, el Chapulín Colorado”. A pesar de su disposición, nobleza y buenas intenciones muchas veces enredaba más las cosas pero al final, como buena historia familiar, triunfaban los buenos. 

Con esta imagen crecimos muchos, al paso del tiempo algunos comprendimos que no había tal “Chapulín Colorado” que nos defendiera de todo peligro. Los demás cambiaron a este personaje por otro que les prometió resolver todos sus males. Les prometió una vida sin sobresaltos financieros con una vejez asegurada, además de la vivienda, salud, educación, recreación y todo lo necesario para no empañar su existencia con preocupaciones banales, según quién prometía. 
 Y es así como nos separamos en la vida, aquellos que compartimos en la infancia el gusto por este personaje tan querido para muchos como el “Chapulín Colorado”. Unos lo guardamos en nuestros recuerdos infantiles y decidimos asumir la responsabilidad de nuestra vida enfrentando e identificando la realidad para usar al máximo nuestras habilidades y conseguir nuestros objetivos. Comprendimos que nuestra mejor defensa eran leyes que defendieran los derechos individuales como el derecho a la vida, la propiedad y la búsqueda de la felicidad. 
Otros eligieron al Gobierno, a través de los políticos, como su nuevo héroe que los defendería de todas las preocupaciones que aquejan la existencia. Ante las dudas de algunos, los políticos tienen las respuestas que esperan oír, ¿educación? nada de qué preocuparse, será gratuita, los contenidos serán decididos por un grupo de “sabios”, la historia será contada de acuerdo a los intereses de la nación, les evitaremos el desgaste de pensar, cuestionar y llegar a conclusiones que puedan causar estrés en la vida. ¿Salud? Misma historia, será “gratuita”, todos tendrán acceso a los hospitales y destinaremos millones en recursos para mantenerlos. Además como la vivienda es una de las necesidades más sentidas, también beneficiaremos a los más necesitados con una vivienda digna. Estos discursos los podemos escuchar todo el tiempo, en todos los gobiernos y de todos los candidatos. 
Esto no representaría mayor problema, ya que sólo serían decisiones personales; sino fuera porque todos asumimos el costo de un Gobierno Benefactor/Mercantilista. Bastiat afirmaba que ‘El Estado es la gran ficción a través de la cual todo el mundo trata de vivir a costa de todos los demás”. Yo diría también, que es la ficción que brinda una falsa sensación de seguridad a quienes no desean asumir la responsabilidad de su vida y ofrece una maravillosa oportunidad a quien está dispuesto a usar el poder para aumentar su fortuna a través de los tributos. 
Quienes decidimos ser nuestros propios héroes, cuestionamos todas las funciones que el político le ha asignado al Gobierno con la complacencia de muchos. Vemos claramente el peso de un gobierno corrupto e ineficiente, que se aleja cada vez más de su función principal de seguridad y administración de la justicia, cual enfermo grave que en lugar de mejorar sus hábitos los empeora asegurando que así se curará. 
Y resulta que cada nueva función que se auto asigna el gobierno será pagado por todos, creamos o no, estemos de acuerdo o no, con la decisión. Eso sí, todo se hace democráticamente para que después no digan que no se toma en cuenta al “pueblo”, como si por aritmética se define lo moral de lo inmoral. 
Mientras la mayoría confíe más en el político que en su capacidad para resolver su vida, la minoría tendrán que financiar esta decisión. Es entonces cuando me pregunto…Y ahora ¿quién podrá defenderme? 
@Md30