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Los irresponsables

Redacción
11 de mayo, 2014
Los recientes sucesos enHuehuetenango deben preocupar sinceramente a todos. No solamente porquetengamos que lamentar una vida humana que se debate entre la vida y la muerte,un sencillo cocinero, que recibió un balazo en el estómago, sino porque la impresiónque esta incursión relámpago deja en el ambiente es de que el interior del países tierra de nadie. Y lo que es peor, no sólo el interior del país, sino lacapital, que es un país en sí mismo, también es tierra de nadie. Piénselodespacio: un grupo armado, a bordo de autos agrícolas irrumpe en una comunidada las 2 de la mañana (la hora favorita de los terroristas, cuando el sueño esmás profundo), llegan a las instalaciones de una hidroeléctrica, irrumpen enella, la intentan quemar, destruyen equipo y le disparan a los empleados. Hoyfue una hidroeléctrica, pero mañana podrán ser víctimas de estos ataques laspanaderías, o los consultorios médicos o los bufetes de abogados. Porque laviolencia es irracional, y la identidad del enemigo poco importa.El daño causado es grande. Sobretodo psicológico, porque las instalaciones de la hidroeléctrica carecían deseguridad armada, porque la comunidad estaba de acuerdo con la presencia de laempresa y colaboraba con ella. Así que el ataque viene de afuera, formuladacomo un ataque guerrillero de esos que llenaron los diarios y los noticieros nacionalesdurante la década de los noventa del siglo pasado. Ataques relámpago quegolpeaban lo justo para asustar, para desestabilizar, para sembrar terror, peroque a su vez permitían que sus perpetradores pudieran huir y desaparecer.Previsiblemente el gobierno de la mano dura contra la violencia reaccionamilitarizando el lugar. Pero esto es, lastimosamente una mera reacción.
El presidente viaja enhelicóptero con personeros de la empresa afectada al lugar. Le siguen picops dela policía y tropas del ejército. El presidente, previsiblemente, (otra vez),condena el hecho y manifiesta su indignación. Pero todo es reacción, el ataquelos sorprendió a todos, incluso a esos que deberían, por ser su trabajo,haberlo previsto. Testigos del lugar manifestaron a los medios de comunicaciónque desde el viernes por la tarde un grupo de hombres con pasamontañas poníanretenes en las carreteras cercanas a la comunidad atacada. Un día y medio antesdel ataque, y ni la policía ni el ejército hizo nada. Sólo reaccionar alataque, demasiado tarde.¿Qué está fallando entonces connuestras fuerzas de seguridad? Pues vea usted, todo. El Estado se gastanuestros impuestos, entre otros elefantes blancos, en la llamada Secretaría deInteligencia Estratégica (SIE), que vaya a saber usted qué hace, porqueinteligencia estratégica de seguro, no. Su personal ha de sentarse a leer losperiódicos todos los días para recortarle a otto pérez (en minúsculaintencional), las críticas a su gobierno, para identificar a los “enemigos desu administración”, una mitad, y la otra ha de hacer lo mismo, pero parabaldetti. Asignamos millones de quetzales a planes de seguridad, a entrenarpolicías que de acuerdo con el gobierno austríaco son más fieles a sus bandasde tumbe de drogas que a quienes les pagamos el sueldo. Otros andan de vagos,en las cercanías a los edificios de apartamentos de la zona 14 o zona 10,recostados contra patrullas desperdiciadas, aparcadas bajo la sombra de losárboles cuidando “personalidades”. Este término es tan elástico que en lasmañanas he visto a varios elementos del GAR de la PNC a la puerta del MontanoCollege, cuidando a alguna adolescente “personalidad”. Pero para cuidar lascarreteras y para evitar actos de violencia en el resto de la república no hayelementos disponibles.Guatemala entera debería depreocuparse y poner sus barbas en remojo, porque mientras continuemos votando yeligiendo irresponsables que se preocupan más por andar localizandoinstituciones que saquear que en gobernar, en comprarse helicópteros y casas enel puerto que en combatir al crimen organizado, nosotros, solos, seguimosnuestro camino cuesta abajo, y al final del camino, estimados lectores, sálvesequien pueda…

Los irresponsables

Redacción
11 de mayo, 2014
Los recientes sucesos enHuehuetenango deben preocupar sinceramente a todos. No solamente porquetengamos que lamentar una vida humana que se debate entre la vida y la muerte,un sencillo cocinero, que recibió un balazo en el estómago, sino porque la impresiónque esta incursión relámpago deja en el ambiente es de que el interior del países tierra de nadie. Y lo que es peor, no sólo el interior del país, sino lacapital, que es un país en sí mismo, también es tierra de nadie. Piénselodespacio: un grupo armado, a bordo de autos agrícolas irrumpe en una comunidada las 2 de la mañana (la hora favorita de los terroristas, cuando el sueño esmás profundo), llegan a las instalaciones de una hidroeléctrica, irrumpen enella, la intentan quemar, destruyen equipo y le disparan a los empleados. Hoyfue una hidroeléctrica, pero mañana podrán ser víctimas de estos ataques laspanaderías, o los consultorios médicos o los bufetes de abogados. Porque laviolencia es irracional, y la identidad del enemigo poco importa.El daño causado es grande. Sobretodo psicológico, porque las instalaciones de la hidroeléctrica carecían deseguridad armada, porque la comunidad estaba de acuerdo con la presencia de laempresa y colaboraba con ella. Así que el ataque viene de afuera, formuladacomo un ataque guerrillero de esos que llenaron los diarios y los noticieros nacionalesdurante la década de los noventa del siglo pasado. Ataques relámpago quegolpeaban lo justo para asustar, para desestabilizar, para sembrar terror, peroque a su vez permitían que sus perpetradores pudieran huir y desaparecer.Previsiblemente el gobierno de la mano dura contra la violencia reaccionamilitarizando el lugar. Pero esto es, lastimosamente una mera reacción.
El presidente viaja enhelicóptero con personeros de la empresa afectada al lugar. Le siguen picops dela policía y tropas del ejército. El presidente, previsiblemente, (otra vez),condena el hecho y manifiesta su indignación. Pero todo es reacción, el ataquelos sorprendió a todos, incluso a esos que deberían, por ser su trabajo,haberlo previsto. Testigos del lugar manifestaron a los medios de comunicaciónque desde el viernes por la tarde un grupo de hombres con pasamontañas poníanretenes en las carreteras cercanas a la comunidad atacada. Un día y medio antesdel ataque, y ni la policía ni el ejército hizo nada. Sólo reaccionar alataque, demasiado tarde.¿Qué está fallando entonces connuestras fuerzas de seguridad? Pues vea usted, todo. El Estado se gastanuestros impuestos, entre otros elefantes blancos, en la llamada Secretaría deInteligencia Estratégica (SIE), que vaya a saber usted qué hace, porqueinteligencia estratégica de seguro, no. Su personal ha de sentarse a leer losperiódicos todos los días para recortarle a otto pérez (en minúsculaintencional), las críticas a su gobierno, para identificar a los “enemigos desu administración”, una mitad, y la otra ha de hacer lo mismo, pero parabaldetti. Asignamos millones de quetzales a planes de seguridad, a entrenarpolicías que de acuerdo con el gobierno austríaco son más fieles a sus bandasde tumbe de drogas que a quienes les pagamos el sueldo. Otros andan de vagos,en las cercanías a los edificios de apartamentos de la zona 14 o zona 10,recostados contra patrullas desperdiciadas, aparcadas bajo la sombra de losárboles cuidando “personalidades”. Este término es tan elástico que en lasmañanas he visto a varios elementos del GAR de la PNC a la puerta del MontanoCollege, cuidando a alguna adolescente “personalidad”. Pero para cuidar lascarreteras y para evitar actos de violencia en el resto de la república no hayelementos disponibles.Guatemala entera debería depreocuparse y poner sus barbas en remojo, porque mientras continuemos votando yeligiendo irresponsables que se preocupan más por andar localizandoinstituciones que saquear que en gobernar, en comprarse helicópteros y casas enel puerto que en combatir al crimen organizado, nosotros, solos, seguimosnuestro camino cuesta abajo, y al final del camino, estimados lectores, sálvesequien pueda…