15 de mayo, 2014
Hace algún tiempo escribí sobre eldrama de los embarazos en niñas y adolescentes. Creería oportuno, ala luz de los últimos acontecimientos, retomar el tema.Aunque en el área rural, la uniónentre adolescentes es una práctica llamada cultural, sonmás frecuentes las víctimas de la violencia sexual, en muchos casos, pormiembros del propio núcleo familiar.
Los embarazos juveniles -cada vez más frecuentes- tienen serias repercusionesfísicas, sociales, mentales, familiares y amenazan seriamente elfuturo, tanto de la joven madre, como para la criaturay la sociedad en general. Una gran complejidad de losproblemas de un país, están reflejados en estas niñas: pobreza, falta deeducación formal, falta de oportunidades, marginación por razón de género,violencia y explotación física y sexual, descomposición social de los hogares yalta incidencia de prepotencia y machismo del varón.Por el embarazo, la vida de la niña oadolescente percibe el acoso cultural, social y religioso al que por loregular es sometida. En el año 2010, el Ministerio de Salud,reportó 47,500 partos de niñas entre 10 y 19años. De estos, 8,300 fueron de menores de 15años. Al ser madres a tan temprana edad, los estudios formales seabandonan, en consecuencia, las oportunidades laborales se reducen y laspenurias económicas se multiplican.Las jóvenes madres asumen para sí untriple problema: biológico, psíquico y social. Se afrontan peligros físicos que fácilmente pueden llevarle a la muerte. Están expuestas acontraer enfermedades venéreas o Sida. Su salud se debilita. Entre las patologías más frecuentes,las madres a temprana edad contraen: Anemia y desnutrición, infeccionesurinarias, aumento de la presión arterial. Además serias complicacionesen el parto, pudiéndose dar la muerte por el síndrome metabólico a consecuenciade un trastorno hipertensivo o bien, por falta de atención profesional. Losriesgos para el hijo o hija son: partos prematuros, bajo peso al nacer ymortalidad perinatal.
Para nuestra sociedad, elaumento de una población sin oportunidades de desarrollo físico ointelectual. Por el bajo nivel educacional, puede que no hayaconsciencia de la forma del cuidado de la criatura en susprimeros años de vida, y riesgo de que el hijo o hija, repitan el mismo patrón de fecundidad de la madre.Para mayor información sobre el temasugerimos leer los documentos del Observatorio en Salud Sexual y ReproductivaOSAR
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