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Ordoliberalismo: ¿pragmatismo o suicidio político?

Nicholas Virzi
09 de mayo, 2014

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En mi último artículo publique ciertas observaciones, no todas propias, de los principios fundadores Ordoliberales de la Escuela de Friburgo y el programa político que logro inspirar en la práctica, la Economía Social de Mercado, implementada por el Ministro de Economía Alemán en los años inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, Ludwig Erhard. Esto hito ya distingue el Ordoliberalismo de las otras vertientes del liberalismo en las últimas décadas, porque, a contraposición con versiones más “puras” del liberalismo, se ha mostrado políticamente relevante.

Cuando discuto con otros “liberales” (las comillas son por mí, no por ellos) en Guatemala me sorprende siempre una cosa. Su enfoque para cualquier problemática social es siempre sobre el mejor resultado posible, que sería sin duda la solución privada – si se diera. En eso, casi siempre estamos de acuerdo. Donde discrepamos es que ese resultado siempre se daría, si tan solo no surgiera el estado y la intervención. En mi opinión, tienen razón –casi siempre. Pero entre casi siempre y siempre existe una tremenda diferencia. Lo que no se toma en cuenta en este argumento es la realidad de las cosas. Se ignora que los seres humanos pueden tener distintas posturas hacia el riesgo (de la muerte, de hambruna, de pobreza, etc.), y de ninguna manera se ha establecido que son inclinados o siquiera neutral al riesgo, en vez de adverso al riesgo. Las implicaciones son fuertísimas.

Las instituciones públicas y soluciones políticas no surgen para asegurar los mejores resultados posibles, sino evitar los peores resultados posibles. Por algo será que todo grano de tierra en el mundo se encuentra gobernado, y en nuestra memoria siempre ha sido así. Si los seres humanos son tan estúpidos como para siempre y en todo lugar y en todo momento errar tan terminantemente, difícil seria armar un argumento que le confía todo el futuro de la humanidad y su calidad de vida a la voluntad y razonamiento del individuo. ¿Acaso no son los arreglos políticos producto de los intereses y voluntad de los (o ciertos) individuos? ¿Por qué limitar los resultados de la acción racional de los individuos a los temas económicos, y no políticos? La escuela de Opción Pública, bien representada en Guatemala por el CADEP (Centro para el Análisis de Decisiones Públicas) de la Universidad Francisco Marroquín, se dedica acertadamente a analizar los intereses económicos de los agentes públicos.

¿Qué tiene que ver esto con el Ordoliberalismo y la Economía Social de Mercado en la concepción original de Erhard? Pues mucho.   Los Ordoliberales Friburganios consideraban la economía de libre mercado tan importante como garante de la libertad y limitación a la concentración del poder político (que sufrían en la Alemania Nazi) que quisieron establecer garantías institucionales, constitucionales y legales para la competencia entre partes privadas, como la única solución fiable contra el riesgo de la concentración del poder económico y político. Hablamos de meta reglas por encima de las reglas tan necesarias para el buen funcionamiento de la economía de mercado y la sociedad libre.

No se trata de ingenuidad sobre la tendencia del estado de crecer siempre, y en todo ámbito. Eso los Ordoliberales lo reconocieron, y con buena razón. El nazismo, una de las máximas expresiones del socialismo, junto al comunismo soviético, concentro el poder económico y político en el estado. Los Ordoliberales originales entendían que no se podía confiar únicamente en el estado el bienestar de la población. Eso sería una galáctica estupidez. Sin embargo, el poder político es importante, si tan solo porque existe, y si tan solo como contrapeso a la realidad del peso del poder que pueden acumular entes privados, sea por merito o maquinaciones políticas. La opresión sufrida por ciudadanos soviéticos era publica, la de los esclavos negros en EEUU era privada, respaldada en ley y principios constitucionales anglo-sajones. Por lo anterior, debemos admitir que ningún arreglo institucional es perfecto. Debemos declararnos normativamente, y apostar por el perfectible. Aquí pierde necesariamente cualquiera que no sea republicano-democrático.

El tema de pesos y contrapesos, rasgo central del republicanismo Ordoliberal, es importante. No se aboga por el sistema republicano porque el legislativo es superior al ejecutivo, ni porque los jueces están por encima de los presidentes y los diputados, sino porque todos son igual de malos, en el sentido de que son auto interesados, y el fin último bueno solo resultará por la competencia entre todas las partes, siempre y cuando tienen un componente democrático en frente, que es el publico votante que decidirá a final de cuentas cual es la mezcla mejor para lo que ellos entienden como su mejor arreglo. En este sentido, criticar todo lo público y celebrar todo lo privado, necesariamente y de antemano, tiene poco sentido. Una cosa es concluir, correctamente, que, en lo general y agregado, soluciones privadas superan a soluciones públicas. Otra cosa es asumir que estas soluciones (1) siempre se darán y (2) el pueblo está dispuesto a esperar estas soluciones por un tiempo indefinido.

El Ordoliberalismo dio respuesta a estos problemas políticos, económicos y sociales mucho antes que otras escuelas reconocidas con Premios Nobel, si incluimos a Hayek, North, y Buchanan. Sería un tremendo error si los liberales de hoy ignorasen esta importante escuela de pensamiento liberal.


Ordoliberalismo: ¿pragmatismo o suicidio político?

Nicholas Virzi
09 de mayo, 2014

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En mi último artículo publique ciertas observaciones, no todas propias, de los principios fundadores Ordoliberales de la Escuela de Friburgo y el programa político que logro inspirar en la práctica, la Economía Social de Mercado, implementada por el Ministro de Economía Alemán en los años inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, Ludwig Erhard. Esto hito ya distingue el Ordoliberalismo de las otras vertientes del liberalismo en las últimas décadas, porque, a contraposición con versiones más “puras” del liberalismo, se ha mostrado políticamente relevante.

Cuando discuto con otros “liberales” (las comillas son por mí, no por ellos) en Guatemala me sorprende siempre una cosa. Su enfoque para cualquier problemática social es siempre sobre el mejor resultado posible, que sería sin duda la solución privada – si se diera. En eso, casi siempre estamos de acuerdo. Donde discrepamos es que ese resultado siempre se daría, si tan solo no surgiera el estado y la intervención. En mi opinión, tienen razón –casi siempre. Pero entre casi siempre y siempre existe una tremenda diferencia. Lo que no se toma en cuenta en este argumento es la realidad de las cosas. Se ignora que los seres humanos pueden tener distintas posturas hacia el riesgo (de la muerte, de hambruna, de pobreza, etc.), y de ninguna manera se ha establecido que son inclinados o siquiera neutral al riesgo, en vez de adverso al riesgo. Las implicaciones son fuertísimas.

Las instituciones públicas y soluciones políticas no surgen para asegurar los mejores resultados posibles, sino evitar los peores resultados posibles. Por algo será que todo grano de tierra en el mundo se encuentra gobernado, y en nuestra memoria siempre ha sido así. Si los seres humanos son tan estúpidos como para siempre y en todo lugar y en todo momento errar tan terminantemente, difícil seria armar un argumento que le confía todo el futuro de la humanidad y su calidad de vida a la voluntad y razonamiento del individuo. ¿Acaso no son los arreglos políticos producto de los intereses y voluntad de los (o ciertos) individuos? ¿Por qué limitar los resultados de la acción racional de los individuos a los temas económicos, y no políticos? La escuela de Opción Pública, bien representada en Guatemala por el CADEP (Centro para el Análisis de Decisiones Públicas) de la Universidad Francisco Marroquín, se dedica acertadamente a analizar los intereses económicos de los agentes públicos.

¿Qué tiene que ver esto con el Ordoliberalismo y la Economía Social de Mercado en la concepción original de Erhard? Pues mucho.   Los Ordoliberales Friburganios consideraban la economía de libre mercado tan importante como garante de la libertad y limitación a la concentración del poder político (que sufrían en la Alemania Nazi) que quisieron establecer garantías institucionales, constitucionales y legales para la competencia entre partes privadas, como la única solución fiable contra el riesgo de la concentración del poder económico y político. Hablamos de meta reglas por encima de las reglas tan necesarias para el buen funcionamiento de la economía de mercado y la sociedad libre.

No se trata de ingenuidad sobre la tendencia del estado de crecer siempre, y en todo ámbito. Eso los Ordoliberales lo reconocieron, y con buena razón. El nazismo, una de las máximas expresiones del socialismo, junto al comunismo soviético, concentro el poder económico y político en el estado. Los Ordoliberales originales entendían que no se podía confiar únicamente en el estado el bienestar de la población. Eso sería una galáctica estupidez. Sin embargo, el poder político es importante, si tan solo porque existe, y si tan solo como contrapeso a la realidad del peso del poder que pueden acumular entes privados, sea por merito o maquinaciones políticas. La opresión sufrida por ciudadanos soviéticos era publica, la de los esclavos negros en EEUU era privada, respaldada en ley y principios constitucionales anglo-sajones. Por lo anterior, debemos admitir que ningún arreglo institucional es perfecto. Debemos declararnos normativamente, y apostar por el perfectible. Aquí pierde necesariamente cualquiera que no sea republicano-democrático.

El tema de pesos y contrapesos, rasgo central del republicanismo Ordoliberal, es importante. No se aboga por el sistema republicano porque el legislativo es superior al ejecutivo, ni porque los jueces están por encima de los presidentes y los diputados, sino porque todos son igual de malos, en el sentido de que son auto interesados, y el fin último bueno solo resultará por la competencia entre todas las partes, siempre y cuando tienen un componente democrático en frente, que es el publico votante que decidirá a final de cuentas cual es la mezcla mejor para lo que ellos entienden como su mejor arreglo. En este sentido, criticar todo lo público y celebrar todo lo privado, necesariamente y de antemano, tiene poco sentido. Una cosa es concluir, correctamente, que, en lo general y agregado, soluciones privadas superan a soluciones públicas. Otra cosa es asumir que estas soluciones (1) siempre se darán y (2) el pueblo está dispuesto a esperar estas soluciones por un tiempo indefinido.

El Ordoliberalismo dio respuesta a estos problemas políticos, económicos y sociales mucho antes que otras escuelas reconocidas con Premios Nobel, si incluimos a Hayek, North, y Buchanan. Sería un tremendo error si los liberales de hoy ignorasen esta importante escuela de pensamiento liberal.