Las redes sociales han democratizado la información pero también ampliado el espacio de la idiotez, el absurdo y la imbecilidad. Desocupados –o pagados para tal fin- dedican su estéril tiempo a colocar insultos o frases sobre fotografías, nunca pronunciadas por el autor a quien se las atribuyen, con la finalidad de desprestigiar, dañar o conmover. Nada más aplicable en estas situaciones que aquel refrán de “no ofende quien quiere, sino quien puede”. El perfil de todos ello se sustenta en una página o cuenta grupal, anónima y malhablada. Es decir, une la irresponsabilidad, la cobardía y el analfabetismo funcional. Lo que cualquier sensato desecharía.
También los hay frustrados patológicos porque la vida no les sonrió como ellos deseaban, a pesar de no haber hecho mucho por conseguirlo, y piensan que se lo merecen todo. Finalmente los envidiosos también encajan entre estos mequetrefes.
Las redes sociales han democratizado la información pero también ampliado el espacio de la idiotez, el absurdo y la imbecilidad. Desocupados –o pagados para tal fin- dedican su estéril tiempo a colocar insultos o frases sobre fotografías, nunca pronunciadas por el autor a quien se las atribuyen, con la finalidad de desprestigiar, dañar o conmover. Nada más aplicable en estas situaciones que aquel refrán de “no ofende quien quiere, sino quien puede”. El perfil de todos ello se sustenta en una página o cuenta grupal, anónima y malhablada. Es decir, une la irresponsabilidad, la cobardía y el analfabetismo funcional. Lo que cualquier sensato desecharía.
También los hay frustrados patológicos porque la vida no les sonrió como ellos deseaban, a pesar de no haber hecho mucho por conseguirlo, y piensan que se lo merecen todo. Finalmente los envidiosos también encajan entre estos mequetrefes.