Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

De basura, patriotismo, amor al poder y dinero ajeno

Redacción
29 de julio, 2014

Los guatemaltecos suelen presumir de la belleza de su país, sus paisajes, volcanes y playas. En realidad, es una de las tierras más bonitas y pintorescas del mundo. Con todo esto tratamos de atraer el turismo internacional y las inversiones. 

Pero, lo primero que ve uno al entrar en Guatemala es la cantidad de basura por todas partes: en las ciudades, aldeas, carreteras, bosques y encima de los volcanes. Se ve pasar los autobuses por las carreteras de los que salen volando las botellas vacías, las bolsas de plástico y otro tipo de desechos. Y en las calles de las ciudades y de los pueblos se ven las personas haciendo sus asquerosidades fisiológicas y los perros con collares puestos (es decir, tienen dueños) pasearse solos y defecando en las aceras. Entonces, un visitante se pregunta: ¿cómo es posible que los propios guatemaltecos no quieran su patria, su tierra, ensuciándola de esta manera? 
Muchas veces he oído decir que de la puerta para afuera ya no le importa nada a uno, que es la tarea del gobierno limpiar el país. Eso ni siquiera es mala educación sino su total ausencia. Si Guatemala es nuestra casa, entonces, ¿por qué no nos comportamos como tal? No creo que nadie en su propio hogar después de comer tire la basura al piso esperando que alguien la recoja. Nadie nos debe la obligación de andar limpiando detrás de nosotros, ni el gobierno ni el vecino. Es tarea de uno cuidar el país y enseñar a los hijos a hacerlo. No es tan difícil en lugar de tirar la basura por la ventana de la camioneta, guardarla y depositarla en el bote al bajar en la parada. 
Si nuestros vecinos, tanto del norte como del oriente, son muy nacionalistas en sus países, ¿por qué nosotros no les demostramos que Guatemala de verdad es país de la eterna primavera y que no vale menos, por ser uno de los pocos países con tanta naturaleza, con tanta diversidad de paisajes y de climas? Y si nosotros mismos vivimos como en un basurero, ¿cómo vamos a querer que nuestros huéspedes se enamoren de Guatemala y quieran regresar acá? 
Hablando de la basura, meones, perros cagando y de los bosques talados, se ocurren otros temas, algo alejados, a primera vista, de este problema existencial y desagradable que nos afecta. Pero no menos desagradables. 
Los defensores de los indígenas, aquellos que tanto añoran la civilización y cosmovisión maya, repiten como loros las frases hechas sobre “la madre tierra”, el respeto hacia ella y lo arraigados que están los mayas en sus territorios. Sin embargo, precisamente en las comunidades autóctonas se ve una destrucción casi total de los bosques, las montañas de los desechos en lo más profundo de la “selva intacta” y otras barbaridades que lo único que demuestran es una falta total de respeto no solo hacia la propia tierra que aman como a su madre (pobres de sus madres, entonces), sino hacia sus propios vecinos y coterráneos. 
Hace unos meses me impactó una imagen que observé desde un avión cuando regresaba de Belice a Guatemala: a pocos minutos de despegar de la ciudad beliceña vi desde la altura del vuelo una línea recta, como si fuera dibujada con una regla, que divide los dos países. Al oeste de la línea (tierra de Belice) un paisaje impresionante, verde, selva llena de árboles. Al este, un desierto con los restos de los árboles talados, con algunos lugares aun humeantes por la madera quemada. 
Entonces, toda esta alharaca de la “madre tierra”, que los propios habitantes del área rural a menudo desconocen, les sirve a los que lucran con las protestas antimineras, anticementeras, antimultinacionales, antihidroelécticas, en fin, antiprogreso. Con tal de seguir recibiendo los fondos internacionales para satisfacer sus necesidades personales, aparentemene. Es decir, cuanto más se oponen al progreso – el único capaz de sacar a cualquier país de la pobreza – más ricos e influyentes se hacen los mal llamados ecologistas. Dicho de otra manera, cuanta más miseria y basura haya en Guatemala, más fácil será hacerse ricos a estos “luchadores” a costa de esta miseria y basura. 
[email protected]

De basura, patriotismo, amor al poder y dinero ajeno

Redacción
29 de julio, 2014

Los guatemaltecos suelen presumir de la belleza de su país, sus paisajes, volcanes y playas. En realidad, es una de las tierras más bonitas y pintorescas del mundo. Con todo esto tratamos de atraer el turismo internacional y las inversiones. 

Pero, lo primero que ve uno al entrar en Guatemala es la cantidad de basura por todas partes: en las ciudades, aldeas, carreteras, bosques y encima de los volcanes. Se ve pasar los autobuses por las carreteras de los que salen volando las botellas vacías, las bolsas de plástico y otro tipo de desechos. Y en las calles de las ciudades y de los pueblos se ven las personas haciendo sus asquerosidades fisiológicas y los perros con collares puestos (es decir, tienen dueños) pasearse solos y defecando en las aceras. Entonces, un visitante se pregunta: ¿cómo es posible que los propios guatemaltecos no quieran su patria, su tierra, ensuciándola de esta manera? 
Muchas veces he oído decir que de la puerta para afuera ya no le importa nada a uno, que es la tarea del gobierno limpiar el país. Eso ni siquiera es mala educación sino su total ausencia. Si Guatemala es nuestra casa, entonces, ¿por qué no nos comportamos como tal? No creo que nadie en su propio hogar después de comer tire la basura al piso esperando que alguien la recoja. Nadie nos debe la obligación de andar limpiando detrás de nosotros, ni el gobierno ni el vecino. Es tarea de uno cuidar el país y enseñar a los hijos a hacerlo. No es tan difícil en lugar de tirar la basura por la ventana de la camioneta, guardarla y depositarla en el bote al bajar en la parada. 
Si nuestros vecinos, tanto del norte como del oriente, son muy nacionalistas en sus países, ¿por qué nosotros no les demostramos que Guatemala de verdad es país de la eterna primavera y que no vale menos, por ser uno de los pocos países con tanta naturaleza, con tanta diversidad de paisajes y de climas? Y si nosotros mismos vivimos como en un basurero, ¿cómo vamos a querer que nuestros huéspedes se enamoren de Guatemala y quieran regresar acá? 
Hablando de la basura, meones, perros cagando y de los bosques talados, se ocurren otros temas, algo alejados, a primera vista, de este problema existencial y desagradable que nos afecta. Pero no menos desagradables. 
Los defensores de los indígenas, aquellos que tanto añoran la civilización y cosmovisión maya, repiten como loros las frases hechas sobre “la madre tierra”, el respeto hacia ella y lo arraigados que están los mayas en sus territorios. Sin embargo, precisamente en las comunidades autóctonas se ve una destrucción casi total de los bosques, las montañas de los desechos en lo más profundo de la “selva intacta” y otras barbaridades que lo único que demuestran es una falta total de respeto no solo hacia la propia tierra que aman como a su madre (pobres de sus madres, entonces), sino hacia sus propios vecinos y coterráneos. 
Hace unos meses me impactó una imagen que observé desde un avión cuando regresaba de Belice a Guatemala: a pocos minutos de despegar de la ciudad beliceña vi desde la altura del vuelo una línea recta, como si fuera dibujada con una regla, que divide los dos países. Al oeste de la línea (tierra de Belice) un paisaje impresionante, verde, selva llena de árboles. Al este, un desierto con los restos de los árboles talados, con algunos lugares aun humeantes por la madera quemada. 
Entonces, toda esta alharaca de la “madre tierra”, que los propios habitantes del área rural a menudo desconocen, les sirve a los que lucran con las protestas antimineras, anticementeras, antimultinacionales, antihidroelécticas, en fin, antiprogreso. Con tal de seguir recibiendo los fondos internacionales para satisfacer sus necesidades personales, aparentemene. Es decir, cuanto más se oponen al progreso – el único capaz de sacar a cualquier país de la pobreza – más ricos e influyentes se hacen los mal llamados ecologistas. Dicho de otra manera, cuanta más miseria y basura haya en Guatemala, más fácil será hacerse ricos a estos “luchadores” a costa de esta miseria y basura. 
[email protected]