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Inmigración y libertad

Redacción
03 de julio, 2014

Ha causado gran consternación e indignación la trágica muerte en una zona desértica de Texas, del niño guatemalteco de 15 años de edad, Gilberto Francisco Ramos Juárez, que emigró desde su aldea natal en Huehuetenango hacia Estados Unidos de América. El dolor y frustración que ha causado este hecho me parte el corazón. 

Este caso no es el único. Hay muchos otros similares de los que no nos enteramos nunca. Afectan no sólo a niños, sino hombres y mujeres que buscaban mejores oportunidades. Espero que tragedia no quede en nada, que ayude a encontrar una rápida y verdadera solución al problema actual de la inmigración. 
Guatemala tiene regiones donde la pobreza es terrible. Las falta de oportunidades brillan por su ausencia. Políticas erróneas y corruptas de los gobiernos de turno, falta de seguridad y justicia, despilfarro de escasos y las trabas continuas a las inversiones de capital son algunas de las causas de esta situación. Necesitamos con urgencia esas inversiones porque son las únicas que generarán los empleos permanentes y la mejora de nivel de vida que tanta falta hace en este país. 
Qué razón tienen los obispos de la Conferencia Episcopal de Guatemala cuando dicen que la migración disminuirá cuando mejoren las oportunidades de ingresos de los más pobres y disminuya la violencia. Para ello son necesarias más inversiones que multipliquen esas oportunidades 
Por el contrario, Estados Unidos de América, con un PIB per cápita (producto interno bruto por persona) quince veces superior al nuestro está lleno de oportunidades para quien las busca. Por más trabas migratorias que ese país imponga a los inmigrantes, seguirá siendo atractivo para los más pobres que quieren trabajar en lo que sea. Por ello muchos arriesgan sus propias vidas en búsqueda de una vida mejor. 
Estados Unidos se hizo a base de gente que inmigró buscando mayores ingresos y nuevas oportunidades. Los inmigrantes son personas que toman riesgos, que llevan el espíritu emprendedor en su sangre y alma. Hacen que el país que los acoja sea mejor no sólo para ellos sino para los demás. Es gente que crea riqueza, que trabajan duro partiéndose el alma en lo que sea, no le ponen ningún pero al trabajo por más duro que pueda ser, aceptan vivir en condiciones que por más malas que sean valen la pena aguantar por ese futuro mejor. 
Evaden la protección contra la inmigración que los países soberanos han impuesto para defender a sus trabajadores sindicalizados cuyos grupos de cabildeo son muy poderosos. Los gobiernos son culpables porque todos los países tienen más o menos las mismas protecciones. Así como Estados Unidos las tiene, Guatemala también. Y esto lo considero una verdadera y flagrante violación uno de los derechos individuales más importante del ser humano, a de la libertad, al de permitir a la gente donde escoger vivir, trabajar, producir y tener un mejor nivel de vida. 
Hemos permitido la globalización de muchos productos, con restricciones de algunos otros aunque la mayoría de bienes y servicios ya se consiguen en casi en todos los países del mundo. Pero nada o poco se dice de la globalización de la mano de obra. La esclavitud se disfraza hoy en día con el nombre de los controles migratorios. 
La inmigración libre debería ser defendida como un derecho humano primario y fundamental. Nadie debería imponer trabas a los demás para emigrar a donde quieran ir. Frederic Bastiat criticaba a aquellos que veían parcialmente las cosas. Lo que se ve es que la gente pobre inmigra pero lo que no se ve y es más importante y es que, como decía Julian Simon, los inmigrantes crean más riqueza que la que consumen y esto beneficia a ambas partes, al que los recibe y a ellos mismos.

Inmigración y libertad

Redacción
03 de julio, 2014

Ha causado gran consternación e indignación la trágica muerte en una zona desértica de Texas, del niño guatemalteco de 15 años de edad, Gilberto Francisco Ramos Juárez, que emigró desde su aldea natal en Huehuetenango hacia Estados Unidos de América. El dolor y frustración que ha causado este hecho me parte el corazón. 

Este caso no es el único. Hay muchos otros similares de los que no nos enteramos nunca. Afectan no sólo a niños, sino hombres y mujeres que buscaban mejores oportunidades. Espero que tragedia no quede en nada, que ayude a encontrar una rápida y verdadera solución al problema actual de la inmigración. 
Guatemala tiene regiones donde la pobreza es terrible. Las falta de oportunidades brillan por su ausencia. Políticas erróneas y corruptas de los gobiernos de turno, falta de seguridad y justicia, despilfarro de escasos y las trabas continuas a las inversiones de capital son algunas de las causas de esta situación. Necesitamos con urgencia esas inversiones porque son las únicas que generarán los empleos permanentes y la mejora de nivel de vida que tanta falta hace en este país. 
Qué razón tienen los obispos de la Conferencia Episcopal de Guatemala cuando dicen que la migración disminuirá cuando mejoren las oportunidades de ingresos de los más pobres y disminuya la violencia. Para ello son necesarias más inversiones que multipliquen esas oportunidades 
Por el contrario, Estados Unidos de América, con un PIB per cápita (producto interno bruto por persona) quince veces superior al nuestro está lleno de oportunidades para quien las busca. Por más trabas migratorias que ese país imponga a los inmigrantes, seguirá siendo atractivo para los más pobres que quieren trabajar en lo que sea. Por ello muchos arriesgan sus propias vidas en búsqueda de una vida mejor. 
Estados Unidos se hizo a base de gente que inmigró buscando mayores ingresos y nuevas oportunidades. Los inmigrantes son personas que toman riesgos, que llevan el espíritu emprendedor en su sangre y alma. Hacen que el país que los acoja sea mejor no sólo para ellos sino para los demás. Es gente que crea riqueza, que trabajan duro partiéndose el alma en lo que sea, no le ponen ningún pero al trabajo por más duro que pueda ser, aceptan vivir en condiciones que por más malas que sean valen la pena aguantar por ese futuro mejor. 
Evaden la protección contra la inmigración que los países soberanos han impuesto para defender a sus trabajadores sindicalizados cuyos grupos de cabildeo son muy poderosos. Los gobiernos son culpables porque todos los países tienen más o menos las mismas protecciones. Así como Estados Unidos las tiene, Guatemala también. Y esto lo considero una verdadera y flagrante violación uno de los derechos individuales más importante del ser humano, a de la libertad, al de permitir a la gente donde escoger vivir, trabajar, producir y tener un mejor nivel de vida. 
Hemos permitido la globalización de muchos productos, con restricciones de algunos otros aunque la mayoría de bienes y servicios ya se consiguen en casi en todos los países del mundo. Pero nada o poco se dice de la globalización de la mano de obra. La esclavitud se disfraza hoy en día con el nombre de los controles migratorios. 
La inmigración libre debería ser defendida como un derecho humano primario y fundamental. Nadie debería imponer trabas a los demás para emigrar a donde quieran ir. Frederic Bastiat criticaba a aquellos que veían parcialmente las cosas. Lo que se ve es que la gente pobre inmigra pero lo que no se ve y es más importante y es que, como decía Julian Simon, los inmigrantes crean más riqueza que la que consumen y esto beneficia a ambas partes, al que los recibe y a ellos mismos.