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La idiotez es eterna

Redacción República
19 de septiembre, 2014

Las últimas noticias del nuevo idiota iberoamericano no son buenas. La
idiotez es eterna, se concluye luego de leer las brillantes páginas del cuarto
volumen de la saga iniciada por Apuleyo, Montaner y Vargas Llosa desde hace dos
décadas, y cuya lectura me apresuro en recomendar. La izquierda no cambiará
jamás, a pesar que todo la desmiente: para empezar, la misma realidad, junto a
la que se acumulan toneladas de experiencias, prácticas, políticas públicas,
ensayos, estudios, tesis o libros como el que comentamos. Por si fuera poco, la
izquierda es negada a diario por la vida de millones de seres humanos que
escaparon –y huyen hoy– de las garras de la miseria por medio de su creatividad
y trabajo duro, gracias a un sistema social fundado en la libertad, sostenido
por el respeto irrestricto a los derechos fundamentales de las personas, con el
progreso y la prosperidad como norte a seguir.


Si no hay cambios en la
izquierda ni los habrá nunca, lo que sí creo necesario precisar, a partir de lo
escrito por nuestros autores, es que el deliberado error de los socialistas,
moderados o radicales –los idiotas herbívoros o carnívoros de su libro– nace de
una visión con un propósito muy claro: no admitir crítica ni revisión alguna,
salvo para mantener su vigencia contra todo y todos –de allí su carácter
científico en el siglo XIX al padrenuestro chavista del siglo XXI– perseguir de
manera obsesiva el poder, haciéndose de él a cualquier precio, capturarlo,
imponer a sangre y fuego su ideología y permanecer en él –ya sea en la forma de
una dictadura de partido único, un populismo autoritario o una democracia
directa y censitaria, como se analiza en últimas
noticias
– hasta que ellos o los infelices que tienen la desgracia de
padecer sus gobiernos, más de difuntos que de flores, salgan con los pies por
delante o sin nada con que cubrirse.


Así, el comunismo (castrismo,
etnocacerismo, o socialismo del siglo XXI, como se mentan en el libro bajo
análisis) es “un ideal al que ha de ajustarse la realidad”, como lo plantearon
Marx y Engels en La ideología alemana.
Es el lecho de Procusto, quien estiraba o cortaba los miembros de sus víctimas,
según el caso, para que entraran en su catre de pesadilla. Eso resume todo.
Pero también señala, y con dureza, que los liberales estamos haciendo las
tareas correctas con las herramientas equivocadas. Algo así como confeccionar
un traje de paño a la medida con un martillo y clavos. Es ingenuo seguir
pensando que un razonamiento bienintencionado o cifras de crecimiento convencerán
a los idiotas iberoamericanos de abandonar el socialismo, estatismo, el
populismo, la mentira sistemática, la violencia organizada y el odio de clase,
religión, género, sexo, nación o cultura (escoja usted, lector) como
fundamentos de su prédica.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Hablamos de una lucha sin
cuartel por nuestra supervivencia más esencial. Sobrevivimos como especie hasta
hoy porque descubrimos en un momento preciso de la historia que la libertad
brindaba un ambiente donde nuestra creatividad se desataba y hacía realidad
inventos con los que sólo soñábamos, los mismos que mejoran nuestra calidad de
vida y la de nuestros hijos de manera continua. Los socialistas quieren
destruir eso. Entonces no hay término medio, ni alianza programática, ni tratar
de quedar bien, ni nada parecido. Sólo salvar a los que no han sido devorados
por esa tenebrosa doctrina, aislar del todo a quienes sí, y usar poesía,
ciencia, música y economía, todo a nuestro alcance, para defender el sistema de
libertad. Como se señala en últimas
noticias
, Popper decía que sólo hay una cosa que las sociedades abiertas
debían aprender de los rusos en la era soviética: le decían a su pueblo sin
cesar que vivían en la mejor sociedad conocida. Eso hay que hacerlo todos los
días. Presentarnos a todas las batallas ideológicas, hasta las más superfluas,
y ganarlas.


Finalmente, que las personas
tengan ideas equivocadas y las sigan manteniendo a pesar de que todo las
contradice no es nada nuevo en la historia del mundo. Durante siglos los seres
humanos afirmaron que la tierra giraba alrededor del sol, que la esclavitud era
un estado natural, que la razón era igual a una deidad o que una raza
determinada tenía supremacía sobre todas las demás. Con el socialismo puede
pasar lo mismo. Para que suceda debe ser enfrentado con energía, coraje,
inteligencia, astucia, ardor, ironía y sátira si es preciso, hasta vencer por
agotamiento. Hagámoslo ahora, para que la idiotez no sea eterna. Hagámoslo ya,
para ser libres.


————–

Jurista, ensayista y poeta peruano. Ex
Presidente de la Red Liberal de América Latina, RELIAL (www.relial.org). Presidente del Instituto de
Estudios de la Acción Humana (www.ieah.org).
Autor de Sentido Liberal, La nueva senda
de la libertad, Libertad para todos
y Páginas
libertarias
, entre otras publicaciones.

La idiotez es eterna

Redacción República
19 de septiembre, 2014

Las últimas noticias del nuevo idiota iberoamericano no son buenas. La
idiotez es eterna, se concluye luego de leer las brillantes páginas del cuarto
volumen de la saga iniciada por Apuleyo, Montaner y Vargas Llosa desde hace dos
décadas, y cuya lectura me apresuro en recomendar. La izquierda no cambiará
jamás, a pesar que todo la desmiente: para empezar, la misma realidad, junto a
la que se acumulan toneladas de experiencias, prácticas, políticas públicas,
ensayos, estudios, tesis o libros como el que comentamos. Por si fuera poco, la
izquierda es negada a diario por la vida de millones de seres humanos que
escaparon –y huyen hoy– de las garras de la miseria por medio de su creatividad
y trabajo duro, gracias a un sistema social fundado en la libertad, sostenido
por el respeto irrestricto a los derechos fundamentales de las personas, con el
progreso y la prosperidad como norte a seguir.


Si no hay cambios en la
izquierda ni los habrá nunca, lo que sí creo necesario precisar, a partir de lo
escrito por nuestros autores, es que el deliberado error de los socialistas,
moderados o radicales –los idiotas herbívoros o carnívoros de su libro– nace de
una visión con un propósito muy claro: no admitir crítica ni revisión alguna,
salvo para mantener su vigencia contra todo y todos –de allí su carácter
científico en el siglo XIX al padrenuestro chavista del siglo XXI– perseguir de
manera obsesiva el poder, haciéndose de él a cualquier precio, capturarlo,
imponer a sangre y fuego su ideología y permanecer en él –ya sea en la forma de
una dictadura de partido único, un populismo autoritario o una democracia
directa y censitaria, como se analiza en últimas
noticias
– hasta que ellos o los infelices que tienen la desgracia de
padecer sus gobiernos, más de difuntos que de flores, salgan con los pies por
delante o sin nada con que cubrirse.


Así, el comunismo (castrismo,
etnocacerismo, o socialismo del siglo XXI, como se mentan en el libro bajo
análisis) es “un ideal al que ha de ajustarse la realidad”, como lo plantearon
Marx y Engels en La ideología alemana.
Es el lecho de Procusto, quien estiraba o cortaba los miembros de sus víctimas,
según el caso, para que entraran en su catre de pesadilla. Eso resume todo.
Pero también señala, y con dureza, que los liberales estamos haciendo las
tareas correctas con las herramientas equivocadas. Algo así como confeccionar
un traje de paño a la medida con un martillo y clavos. Es ingenuo seguir
pensando que un razonamiento bienintencionado o cifras de crecimiento convencerán
a los idiotas iberoamericanos de abandonar el socialismo, estatismo, el
populismo, la mentira sistemática, la violencia organizada y el odio de clase,
religión, género, sexo, nación o cultura (escoja usted, lector) como
fundamentos de su prédica.

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Hablamos de una lucha sin
cuartel por nuestra supervivencia más esencial. Sobrevivimos como especie hasta
hoy porque descubrimos en un momento preciso de la historia que la libertad
brindaba un ambiente donde nuestra creatividad se desataba y hacía realidad
inventos con los que sólo soñábamos, los mismos que mejoran nuestra calidad de
vida y la de nuestros hijos de manera continua. Los socialistas quieren
destruir eso. Entonces no hay término medio, ni alianza programática, ni tratar
de quedar bien, ni nada parecido. Sólo salvar a los que no han sido devorados
por esa tenebrosa doctrina, aislar del todo a quienes sí, y usar poesía,
ciencia, música y economía, todo a nuestro alcance, para defender el sistema de
libertad. Como se señala en últimas
noticias
, Popper decía que sólo hay una cosa que las sociedades abiertas
debían aprender de los rusos en la era soviética: le decían a su pueblo sin
cesar que vivían en la mejor sociedad conocida. Eso hay que hacerlo todos los
días. Presentarnos a todas las batallas ideológicas, hasta las más superfluas,
y ganarlas.


Finalmente, que las personas
tengan ideas equivocadas y las sigan manteniendo a pesar de que todo las
contradice no es nada nuevo en la historia del mundo. Durante siglos los seres
humanos afirmaron que la tierra giraba alrededor del sol, que la esclavitud era
un estado natural, que la razón era igual a una deidad o que una raza
determinada tenía supremacía sobre todas las demás. Con el socialismo puede
pasar lo mismo. Para que suceda debe ser enfrentado con energía, coraje,
inteligencia, astucia, ardor, ironía y sátira si es preciso, hasta vencer por
agotamiento. Hagámoslo ahora, para que la idiotez no sea eterna. Hagámoslo ya,
para ser libres.


————–

Jurista, ensayista y poeta peruano. Ex
Presidente de la Red Liberal de América Latina, RELIAL (www.relial.org). Presidente del Instituto de
Estudios de la Acción Humana (www.ieah.org).
Autor de Sentido Liberal, La nueva senda
de la libertad, Libertad para todos
y Páginas
libertarias
, entre otras publicaciones.