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¿Apaga el fuego con gasolina?

María Dolores Arias
20 de enero, 2015

La semana pasada escribí acerca de la ilusión controladora de algunos politiqueros al creer que pueden controlar los precios. El caso específico al que me referí fue al precio de la carne de res pero esta ilusión de control se aplica a cualquier bien o servicio que intercambiemos.

Ahora bien no sólo los politiqueros y burócratas creen que se puede controlar el precio de manera discrecional y unilateral. También los sindicalistas y empresarios creen que es posible hacer realidad esta ilusión.

Prueba de lo anterior es la reunión del fin de semana entre el ministro de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA), la directora de Atención al Consumidor (Diaco), ganaderos, abastecedores y carniceros. Cuyo objetivo era solucionar el problema del alza al precio de la carne y establecer un precio fijo.

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Lo positivo de esta reunión fue que el ministro del MAGA anunció que no fijarían precios, que recopilarían información para que el consumidor eligiera. Además que los carniceros eran libres de decidir a qué precio vender. Por otro lado, la directora de la Diaco dijo que se debía respetar el derecho de elección de los consumidores.

Lo negativo es que no se profundizó en las causas del alza y en su lugar cada quien buscó la solución más afín a sus intereses inmediatos. Si bien es cierto hablaron de libertad al mismo tiempo sugirieron más controles. Por ejemplo: el ministro del MAGA propone crear el viceministerio de ganadería mientras que los carniceros insisten en poner un precio fijo. Ambas propuestas son como decirle a usted que use gasolina para apagar el fuego.

Crear más burocracia nunca ha sido la solución para ningún problema económico, al contrario, la intervención estatal crea mayores problemas. Si no me cree, sólo revise de cuánto les ha servido a los venezolanos la “Ley de Costos y Precios Justos” o la “Ley para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios” o la fusión de las anteriores en la “Ley Orgánica de Precios Justos”. Crear más burocracia y controles es usar gasolina para apagar el fuego.

Imponer “precios justos” tampoco es la solución, regresemos a la historia reciente en Venezuela donde conseguir papel de baño, leche, harina de trigo implica más de cuatro horas en la fila del supermercado o tienda, sin garantía alguna de conseguir el producto. También tenemos el ejemplo de Argentina con su programa de “Precios Cuidados”. Imponer precios tope o mínimos es usar gasolina para apagar el fuego.

Los precios son justos cuando ambas partes están de acuerdo. Cuando ninguno utiliza la fuerza o al Estado para obligar al otro a intercambiar con él.

Tanto el productor como el consumidor pueden recurrir al politiquero de turno para forzar el intercambio. Como productor puedo pedirle al Ejecutivo o Congreso que prohíban o hagan casi imposible el ingreso de nuevos competidores. Como consumidor también puedo exigirle -al Ejecutivo o a los Congresistas- precios topes a los productos y además obligar a los productores a vender sólo dentro del país.

La próxima vez que lea las soluciones que proponen los politiqueros o grupos de presión a un problema, pregúntese si no están pidiendo más gasolina para apagar el fuego.

Si usted cree que los problemas económicos se resuelven con más control y burocracia – es decir con mayor poder para los gobernantes-; entonces también ¿apaga el fuego con gasolina?

@Md30

Facebook.com/mda30

¿Apaga el fuego con gasolina?

María Dolores Arias
20 de enero, 2015

La semana pasada escribí acerca de la ilusión controladora de algunos politiqueros al creer que pueden controlar los precios. El caso específico al que me referí fue al precio de la carne de res pero esta ilusión de control se aplica a cualquier bien o servicio que intercambiemos.

Ahora bien no sólo los politiqueros y burócratas creen que se puede controlar el precio de manera discrecional y unilateral. También los sindicalistas y empresarios creen que es posible hacer realidad esta ilusión.

Prueba de lo anterior es la reunión del fin de semana entre el ministro de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA), la directora de Atención al Consumidor (Diaco), ganaderos, abastecedores y carniceros. Cuyo objetivo era solucionar el problema del alza al precio de la carne y establecer un precio fijo.

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Lo positivo de esta reunión fue que el ministro del MAGA anunció que no fijarían precios, que recopilarían información para que el consumidor eligiera. Además que los carniceros eran libres de decidir a qué precio vender. Por otro lado, la directora de la Diaco dijo que se debía respetar el derecho de elección de los consumidores.

Lo negativo es que no se profundizó en las causas del alza y en su lugar cada quien buscó la solución más afín a sus intereses inmediatos. Si bien es cierto hablaron de libertad al mismo tiempo sugirieron más controles. Por ejemplo: el ministro del MAGA propone crear el viceministerio de ganadería mientras que los carniceros insisten en poner un precio fijo. Ambas propuestas son como decirle a usted que use gasolina para apagar el fuego.

Crear más burocracia nunca ha sido la solución para ningún problema económico, al contrario, la intervención estatal crea mayores problemas. Si no me cree, sólo revise de cuánto les ha servido a los venezolanos la “Ley de Costos y Precios Justos” o la “Ley para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios” o la fusión de las anteriores en la “Ley Orgánica de Precios Justos”. Crear más burocracia y controles es usar gasolina para apagar el fuego.

Imponer “precios justos” tampoco es la solución, regresemos a la historia reciente en Venezuela donde conseguir papel de baño, leche, harina de trigo implica más de cuatro horas en la fila del supermercado o tienda, sin garantía alguna de conseguir el producto. También tenemos el ejemplo de Argentina con su programa de “Precios Cuidados”. Imponer precios tope o mínimos es usar gasolina para apagar el fuego.

Los precios son justos cuando ambas partes están de acuerdo. Cuando ninguno utiliza la fuerza o al Estado para obligar al otro a intercambiar con él.

Tanto el productor como el consumidor pueden recurrir al politiquero de turno para forzar el intercambio. Como productor puedo pedirle al Ejecutivo o Congreso que prohíban o hagan casi imposible el ingreso de nuevos competidores. Como consumidor también puedo exigirle -al Ejecutivo o a los Congresistas- precios topes a los productos y además obligar a los productores a vender sólo dentro del país.

La próxima vez que lea las soluciones que proponen los politiqueros o grupos de presión a un problema, pregúntese si no están pidiendo más gasolina para apagar el fuego.

Si usted cree que los problemas económicos se resuelven con más control y burocracia – es decir con mayor poder para los gobernantes-; entonces también ¿apaga el fuego con gasolina?

@Md30

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