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Estado ineficiente: contestación a Phillip Chicola

Nicholas Virzi
23 de enero, 2015

En otra revista prestigiosa del país, el reconocido politólogo de la Escuela de Gobierno, Phillip Chicola ha publicado un artículo donde afirma que el Estado de Guatemala es corrupto porque esa es su razón de ser; ergo, el Estado guatemalteco es eficiente, cumple con su cometido. Chicola erra en hacer dicha afirmación, la cual se resume en sus propias palabras de cierra de dicho articulo:

El Estado de Guatemala es sumamente eficiente y efectivo para realizar las funciones para las que se le concibe: constituir un árbitro gestor de oportunidades de riqueza. La cultura patrimonial trasciende ideologías y colores partidistas. El Estado es un botín donde la protección de la vida, la libertad y el desarrollo integral de la persona no tienen cabida.

Chicola ve corrupción por todos lados. Ve en cada rincón de cada edificio público a los políticos robando con las dos manos y engordándose a costos de los tributarios. Percibe en los principales actores políticos del país una inacabable sed aspiracional de llegar a ser nuevos ricos, no solo para una generación, sino generaciones. Yo también, pero no creo que el Estado guatemalteco fue diseñado con esa intención, por lo menos no más que cualquier otro Estado.

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Mi problema con el argumento de Chicola no es con su percepción de corrupción, porque yo también la percibo. No obstante nuestro sintonía en las síntomas de la corrupción, no comparto su atribución de causa necesaria. Chicola comete un error de falacia lógica, afirma la consecuencia en un condicional indicativo. La estructura de su argumento es que si A entonces B. La proposición Chicola se basa en el siguiente argumento: si el Estado se diseña para ser un arbitro gestor de oportunidades de riqueza (A), el Estado será corrupto (B). Por lo tanto, como vemos que el Estado es corrupto (B), debe ser cierto que el Estado se diseñó para ser árbitro gestor de oportunidades de riqueza (A). En términos estrictamente lógicos, el argumento de Chicola es una falacia. Se puede aceptar que si A entonces B, y al mismo tiempo rechazar el argumento B entonces A. En otras palabras, si el Estado se diseña para facilitar la corrupción, será corrupto. Pero solo porque el Estado es corrupto no quiere decir que por y para eso se diseñó.

Que Chicola cae en el error de falacia lógica no descalifica su argumento entero. Chicola detalla acertadamente que nuestra cultura política es premoderna y que en el Estado guatemalteco la corrupción reina. Afirma:

Los contratos públicos y la proveeduría del Estado se han convertido en la segunda mayor fuente de riqueza emergente, detrás de lo ilícito. Asimismo, las aduanas, la seguridad social, los puertos, el deporte federado y los consejos de desarrollo son ahora las grandes joyas de la corona para los negocios.

¿Quien le puede negar la razón a Chicola, que asi funciona la cosa pública al Estado? Sin embargo, Chicola hace un tremendo salto lógico, atribuyendo un agencia humana torcida, una intencionalidad y conspiración nefasta masiva a los diseñadores del Estado guatemalteco, que uno tendría que suponer se refiere a los constituyentes de 1985. Chicola obvia el problema señalado por Mancur Olson de acción colectiva, no explicando como tantos agentes políticos se pudiesen poner de acuerdo en un momento del tiempo, sin entrar en si sus intenciones fuesen malas o buenas. Por aparte, si la corrupción fuera la intención de los escribanos del contrato social guatemalteco, deberían ellos de encabezar las filas de los nuevos ricos emergentes, habiéndose acaparado de los abundantes y crecientes contratos estatales, supondría uno. ¿Es así?

Si los diseñadores del Estado guatemalteco lo diseñaron para construir (no se puede llamar “producir”) y repartir oportunidades de lograr una riqueza ilícita, no tendría sentido que diseñasen un sistema que les obligase a salir del poder y dentro de poco tiempo no gozar del sistema de repartición de botín que ellos mismos crearon. Ejemplos de quienes se aferran del poder tenemos en Nicaragua, Venezuela. Alli SI tenemos ejemplos claros de joyas políticas latinoamericanas enfocándose en (1) como robar y (2) robar para siempre. Si la intencionalidad es enriquecerse a costas del tributario, es poco eficiente diseñar un régimen político cuyo rasgo central es la alternancia en el poder, cosa que se hizo en Guatemala, y cosa que se ha respetado en Guatemala, a regañadientes, admito. La tesis de Chicola tendría que explicar porque los gobernantes civiles de antaño pasan al olvido una vez fuera del poder? ¿Por qué son tan generosos los tenedores de poder en compartir sus oportunidades de riqueza ilícita con nuevos actores solo porque estos lo piden? Mi tesis provisional es que los políticos de turno tienen esas intenciones, por lo que tienen que cambiar las reglas del juego que no les conviene. Pero esto para otro artículo.

Hablemos claro. Corrupción extrema hay. El líder político guatemalteco tiene toda la credibilidad de un drogadicto de la calle. De eso no cabe duda. Sin embargo, suponer por eso que el Estado guatemalteco fue diseñado con esa meta principal en mente viola principios lógicos. Aceptar esa premisa jamás nos ayudará a entender como “evolucionamos” al punto de caer en la crisis en la que nos encontramos, porque se asume la conclusión a explicar. Una buena lectura de la Nueva Economía Institucional de Douglass North, Premio Nobel en Economía, con una buena comprensión del fenómeno de consecuencias no intencionadas sería un buen comienzo. Solo porque vemos malas consecuencias no quiere decir que esas fueron las intenciones originales. En el futuro escribiré más sobre el Estado Ineficiente.

* Revista Contrapoder, 21 de enero de 2015. http://www.contrapoder.com.gt/es/187/opinion/2008/El-eficiente-Estado-guatemalteco.htm

Estado ineficiente: contestación a Phillip Chicola

Nicholas Virzi
23 de enero, 2015

En otra revista prestigiosa del país, el reconocido politólogo de la Escuela de Gobierno, Phillip Chicola ha publicado un artículo donde afirma que el Estado de Guatemala es corrupto porque esa es su razón de ser; ergo, el Estado guatemalteco es eficiente, cumple con su cometido. Chicola erra en hacer dicha afirmación, la cual se resume en sus propias palabras de cierra de dicho articulo:

El Estado de Guatemala es sumamente eficiente y efectivo para realizar las funciones para las que se le concibe: constituir un árbitro gestor de oportunidades de riqueza. La cultura patrimonial trasciende ideologías y colores partidistas. El Estado es un botín donde la protección de la vida, la libertad y el desarrollo integral de la persona no tienen cabida.

Chicola ve corrupción por todos lados. Ve en cada rincón de cada edificio público a los políticos robando con las dos manos y engordándose a costos de los tributarios. Percibe en los principales actores políticos del país una inacabable sed aspiracional de llegar a ser nuevos ricos, no solo para una generación, sino generaciones. Yo también, pero no creo que el Estado guatemalteco fue diseñado con esa intención, por lo menos no más que cualquier otro Estado.

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Mi problema con el argumento de Chicola no es con su percepción de corrupción, porque yo también la percibo. No obstante nuestro sintonía en las síntomas de la corrupción, no comparto su atribución de causa necesaria. Chicola comete un error de falacia lógica, afirma la consecuencia en un condicional indicativo. La estructura de su argumento es que si A entonces B. La proposición Chicola se basa en el siguiente argumento: si el Estado se diseña para ser un arbitro gestor de oportunidades de riqueza (A), el Estado será corrupto (B). Por lo tanto, como vemos que el Estado es corrupto (B), debe ser cierto que el Estado se diseñó para ser árbitro gestor de oportunidades de riqueza (A). En términos estrictamente lógicos, el argumento de Chicola es una falacia. Se puede aceptar que si A entonces B, y al mismo tiempo rechazar el argumento B entonces A. En otras palabras, si el Estado se diseña para facilitar la corrupción, será corrupto. Pero solo porque el Estado es corrupto no quiere decir que por y para eso se diseñó.

Que Chicola cae en el error de falacia lógica no descalifica su argumento entero. Chicola detalla acertadamente que nuestra cultura política es premoderna y que en el Estado guatemalteco la corrupción reina. Afirma:

Los contratos públicos y la proveeduría del Estado se han convertido en la segunda mayor fuente de riqueza emergente, detrás de lo ilícito. Asimismo, las aduanas, la seguridad social, los puertos, el deporte federado y los consejos de desarrollo son ahora las grandes joyas de la corona para los negocios.

¿Quien le puede negar la razón a Chicola, que asi funciona la cosa pública al Estado? Sin embargo, Chicola hace un tremendo salto lógico, atribuyendo un agencia humana torcida, una intencionalidad y conspiración nefasta masiva a los diseñadores del Estado guatemalteco, que uno tendría que suponer se refiere a los constituyentes de 1985. Chicola obvia el problema señalado por Mancur Olson de acción colectiva, no explicando como tantos agentes políticos se pudiesen poner de acuerdo en un momento del tiempo, sin entrar en si sus intenciones fuesen malas o buenas. Por aparte, si la corrupción fuera la intención de los escribanos del contrato social guatemalteco, deberían ellos de encabezar las filas de los nuevos ricos emergentes, habiéndose acaparado de los abundantes y crecientes contratos estatales, supondría uno. ¿Es así?

Si los diseñadores del Estado guatemalteco lo diseñaron para construir (no se puede llamar “producir”) y repartir oportunidades de lograr una riqueza ilícita, no tendría sentido que diseñasen un sistema que les obligase a salir del poder y dentro de poco tiempo no gozar del sistema de repartición de botín que ellos mismos crearon. Ejemplos de quienes se aferran del poder tenemos en Nicaragua, Venezuela. Alli SI tenemos ejemplos claros de joyas políticas latinoamericanas enfocándose en (1) como robar y (2) robar para siempre. Si la intencionalidad es enriquecerse a costas del tributario, es poco eficiente diseñar un régimen político cuyo rasgo central es la alternancia en el poder, cosa que se hizo en Guatemala, y cosa que se ha respetado en Guatemala, a regañadientes, admito. La tesis de Chicola tendría que explicar porque los gobernantes civiles de antaño pasan al olvido una vez fuera del poder? ¿Por qué son tan generosos los tenedores de poder en compartir sus oportunidades de riqueza ilícita con nuevos actores solo porque estos lo piden? Mi tesis provisional es que los políticos de turno tienen esas intenciones, por lo que tienen que cambiar las reglas del juego que no les conviene. Pero esto para otro artículo.

Hablemos claro. Corrupción extrema hay. El líder político guatemalteco tiene toda la credibilidad de un drogadicto de la calle. De eso no cabe duda. Sin embargo, suponer por eso que el Estado guatemalteco fue diseñado con esa meta principal en mente viola principios lógicos. Aceptar esa premisa jamás nos ayudará a entender como “evolucionamos” al punto de caer en la crisis en la que nos encontramos, porque se asume la conclusión a explicar. Una buena lectura de la Nueva Economía Institucional de Douglass North, Premio Nobel en Economía, con una buena comprensión del fenómeno de consecuencias no intencionadas sería un buen comienzo. Solo porque vemos malas consecuencias no quiere decir que esas fueron las intenciones originales. En el futuro escribiré más sobre el Estado Ineficiente.

* Revista Contrapoder, 21 de enero de 2015. http://www.contrapoder.com.gt/es/187/opinion/2008/El-eficiente-Estado-guatemalteco.htm