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Si se mueve, ponle un impuesto.

Ramon Parellada
09 de enero, 2015

El gobierno de Guatemala al igual que la mayoría de los diputados del congreso tiene una percepción errónea sobre cómo mejorar el bienestar de los guatemaltecos.   Piensan que las empresas, por el simple hecho de existir, tendrán siempre utilidades y por lo tanto se les puede gravar con toda clase de impuestos para maximizar los ingresos tributarios del gobierno.  Piensan que el gobierno es la solución a la pobreza.

Esta visión errada me recuerda dos frases célebres de Ronald Reagan.  La primera sobre el gobierno: “El gobierno no puede resolver el problema.  El problema es el gobierno.”  La segunda sobre impuestos: “Si se mueve, ponle un impuesto; si se sigue moviendo, regúlalo; si deja de moverse, subsídialo”.

Es ingenuo creer que el gobierno puede resolverlo todo.  También es ingenuo pensar que se puede gravar toda actividad económica sin tener consecuencias negativas que pueden incluso llegar a destruir dicha actividad.  Si el gobierno quiere que los ciudadanos mejoren su bienestar entonces debe concentrarse única y exclusivamente en su función primordial de seguridad y justicia.

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Pero no, el gobierno considera que debe hacer mucho más sin tomar en cuenta que al hacerlo descuida esa función primordial, necesita más recursos y todo lo adicional que haga implicará expoliación coercitiva y arbitraria a aquellos que están generando riqueza para la sociedad.  De esta manera, el ritmo de mejora del nivel de vida de todos los ciudadanos se vuelve más lento y  el crecimiento económico disminuye.  El subdesarrollo se perpetúa.

En el 2004, el CEES (Centro de Estudios Económico-Sociales) hizo una propuesta fiscal en la que se explicaba que el gobierno de aquel entonces (que se aplica al actual) hacía un análisis estático de los impuestos lo cual era equivocado pues las modificaciones en política tributaria propician siempre un cambio dinámico en la sociedad.  Si disminuye lo que los individuos y empresas tributan entonces la actividad económica se incrementa.  Con mayor actividad económica, la gente encuentra más oportunidades de enriquecerse.  El crecimiento económico se incrementa.

Un sistema impositivo no debe desincentivar la capitalización del país dado que es la fuente principal de empleo y oportunidades de mejora del nivel de vida.  El actual gobierno, al imponer impuestos específicos a ciertas actividades económicas está desincentivando dichas actividades económicas con el peligro de que algunas, las marginales, desaparezcan.

Un sistema impositivo debe ser simple.  El nuestro es cada día más complicado y por consiguiente las pérdidas en la recolección de impuestos y la evasión fiscal se incrementan.

El sistema impositivo debe ser económicamente neutro.  Esto es que no cause ineficiencias en la asignación económica de recursos.  El nuestro no lo es y en la medida en que aparezcan nuevos impuestos, menos neutro será.  Los impuestos específicos no son para nada neutros.

El gobierno actual se ha visto sorprendido por recursos de inconstitucionalidad contra los nuevos impuestos específicos que aprobó recientemente con el Congreso.  Su reacción ha sido la de amenazar con colocar más impuestos específicos a otras actividades o bien incrementar el IVA.  Que tristeza, más pobreza para los ciudadanos.

En ningún momento se ha visto una actitud de austeridad, de apretarse el cinturón, de ser consecuente con el resto de la población y tributarios que día a día debemos hacer sacrificios para que el gasto llegue a fin de mes.  ¿Cuándo llegará el día en que decidan reducir drásticamente el gasto público y dejar así que la gente productiva genere riqueza y bienestar para todos?

Si se mueve, ponle un impuesto.

Ramon Parellada
09 de enero, 2015

El gobierno de Guatemala al igual que la mayoría de los diputados del congreso tiene una percepción errónea sobre cómo mejorar el bienestar de los guatemaltecos.   Piensan que las empresas, por el simple hecho de existir, tendrán siempre utilidades y por lo tanto se les puede gravar con toda clase de impuestos para maximizar los ingresos tributarios del gobierno.  Piensan que el gobierno es la solución a la pobreza.

Esta visión errada me recuerda dos frases célebres de Ronald Reagan.  La primera sobre el gobierno: “El gobierno no puede resolver el problema.  El problema es el gobierno.”  La segunda sobre impuestos: “Si se mueve, ponle un impuesto; si se sigue moviendo, regúlalo; si deja de moverse, subsídialo”.

Es ingenuo creer que el gobierno puede resolverlo todo.  También es ingenuo pensar que se puede gravar toda actividad económica sin tener consecuencias negativas que pueden incluso llegar a destruir dicha actividad.  Si el gobierno quiere que los ciudadanos mejoren su bienestar entonces debe concentrarse única y exclusivamente en su función primordial de seguridad y justicia.

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Pero no, el gobierno considera que debe hacer mucho más sin tomar en cuenta que al hacerlo descuida esa función primordial, necesita más recursos y todo lo adicional que haga implicará expoliación coercitiva y arbitraria a aquellos que están generando riqueza para la sociedad.  De esta manera, el ritmo de mejora del nivel de vida de todos los ciudadanos se vuelve más lento y  el crecimiento económico disminuye.  El subdesarrollo se perpetúa.

En el 2004, el CEES (Centro de Estudios Económico-Sociales) hizo una propuesta fiscal en la que se explicaba que el gobierno de aquel entonces (que se aplica al actual) hacía un análisis estático de los impuestos lo cual era equivocado pues las modificaciones en política tributaria propician siempre un cambio dinámico en la sociedad.  Si disminuye lo que los individuos y empresas tributan entonces la actividad económica se incrementa.  Con mayor actividad económica, la gente encuentra más oportunidades de enriquecerse.  El crecimiento económico se incrementa.

Un sistema impositivo no debe desincentivar la capitalización del país dado que es la fuente principal de empleo y oportunidades de mejora del nivel de vida.  El actual gobierno, al imponer impuestos específicos a ciertas actividades económicas está desincentivando dichas actividades económicas con el peligro de que algunas, las marginales, desaparezcan.

Un sistema impositivo debe ser simple.  El nuestro es cada día más complicado y por consiguiente las pérdidas en la recolección de impuestos y la evasión fiscal se incrementan.

El sistema impositivo debe ser económicamente neutro.  Esto es que no cause ineficiencias en la asignación económica de recursos.  El nuestro no lo es y en la medida en que aparezcan nuevos impuestos, menos neutro será.  Los impuestos específicos no son para nada neutros.

El gobierno actual se ha visto sorprendido por recursos de inconstitucionalidad contra los nuevos impuestos específicos que aprobó recientemente con el Congreso.  Su reacción ha sido la de amenazar con colocar más impuestos específicos a otras actividades o bien incrementar el IVA.  Que tristeza, más pobreza para los ciudadanos.

En ningún momento se ha visto una actitud de austeridad, de apretarse el cinturón, de ser consecuente con el resto de la población y tributarios que día a día debemos hacer sacrificios para que el gasto llegue a fin de mes.  ¿Cuándo llegará el día en que decidan reducir drásticamente el gasto público y dejar así que la gente productiva genere riqueza y bienestar para todos?