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El Poder del Cuarto Poder

Betty Marroquin
01 de octubre, 2015

Jim Morrison no se fumó ese pensamiento. El mundo en que vivimos, e infinidad de ejemplos, demuestran que tenía razón. El poder que tienen los medios es enorme, y no debe ser subestimado, en el más ínfimo detalle. Los medios nos dicen como vestir, que escuchar, que degustar, etc, hasta se meten con nuestra forma de amar. Es increíble por ende, el grado de responsabilidad que los medios tienen en lo que publican, en lo que transmiten, en lo que informan, y obviamente, en lo que desinforman.

Si lo vemos en política, los medios han hecho caer Jefes de Estado, han hecho caer líderes del Congreso, magnates, militares. Los medios de comunicación, que incluyen las redes sociales, llevaron al Presidente Barak Obama al poder, hicieron caer a Berlusconi en Italia, y entre otros, jugaron un papel importante en la caída del Presidente Otto Pérez. Los periodistas elevan una figura o la hacen añicos con un “plumazo”. Ese plumazo, requiere por tanto, un monumental sentido de responsabilidad. 

Inclusive, así como los medios hacen y deshacen figuras públicas y poderosas, hacen lo mismo con individuos comunes. Recuerdo el caso de un señor en Milán que fue falsamente acusado de pedofilía cuando ni siquiera se encontraba en el lugar donde supuestamente ocurrieron los hechos. Los medios lo hicieron pedazos, lo convirtieron en un paria de la sociedad en primera plana, para luego retractarse con un cuadrito pequeñito e insignificante en una página interna del periódico. Realmente, el poder que ostenta el cuarto poder es dantesco.

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Un abogado no debiera presumir nada partiendo del principio fundamental de Derecho que dice que somos inocentes fino a prueba contraria, pero la opinión pública no tiene un título de abogado. Entonces, ¿porqué tanto periodista tiene la mala costumbre de ser juez y jurado cuando comenta un hecho, en lugar de atenerse a reportar los hechos sin agregarle conjeturas personales? Quizás porque mientras mas sucia suene la noticia, mas vende. Y nosotros, la opinión pública, ¿porqué no iniciamos desde ya a cuestionar las opiniones, no los hechos, antes de basar nuestras conclusiones en las de esos periodistas? Creo que es importante tener presente que para muchos, y me incluyo (sólo que no soy periodista, soy analista) es difícil no emitir una opinión, y por ende, lo es para quienes ejercen el cuarto poder.

Veamos otros ejemplos, tremendamente graves. Exploremos superficialmente el caso del Río la Pasión. Cuando el desastre ecológico salió a la luz pública, mucha gente condenó a la planta procesadora de palma a priori, si bien los resultados de los varios análisis no habían tan siquiera iniciado. Primer error. Fue tal la presión, que el MP procedió erróneamente, ordenando el cierre temporal de la empresa Repsa sin tener siquiera el resultado de los análisis (vean el reportaje de Contrapoder del 20 de junio). Como reportado en Prensa Libre del 21 de julio, una delegación de la ONU pidió, como es lógico, una investigación exhaustiva de lo sucedido además de obtener muestras para ser analizadas por su equipo. Valerie Julliand, coordinadora residente de la ONU, criticó la aplicación de la Ley de Aguas, y culpó la pobreza de la población como causa de la contaminación. Recientemente, Prensa Libre del 25 de septiembre reportó en una entrevista a Alejandro Chacón, Gestor Ambiental de Repsa, aseguró que la contaminación podría venir de químicos usados para la creación de drogas ya que los estudios realizados por el EPA, la USAC y otros dan resultados de químicos no usados por Repsa. Cabe destacar que según lo reportado por Chacón en dicha entrevista, el MP llegó tres (si, 3) semanas después que fuera solicitada su intervención, y Gobernación, que tiene los laboratorios para evaluar los químicos mencionados, aún no llega a evaluar la situación.

Para mientras, la opinión pública ya ha condenado a Repsa, inclusive acusándola de la muerte de Rigoberto Lima, activista que denunció la contaminación e inculpó a la empresa sin tener pruebas. El diario El Periódico del 18 de septiembre reportó que Rafael Maldonado del Centro de Atención Legal, Ambiental y Social lamentó el crimen contra Lima, agregó que el secuestro de otros tres activistas, indicando que aconteciera justo después que la planta fuera cerrada, por trabajadores de la planta. Para rematarla, el Juzgado Pluripersonal de Primera Instancia Penal, Narcoactividad y Delitos Contra el Ambiente de Peten ordenó el cierre de la planta señalándola como causante de la contaminación ignorando los resultados emanados de las varias entidades que han examinado el agua. 

Hay mucha tela que cortar en este ejemplo, como la hay con las hidroeléctricas, las mineras y las torres de telefonía. Lo innegable es que la población ha sido y sigue siendo manipulable, que la desinformación impera y se disemina mucho más rápido que los hechos, lo que es irresponsable, especialmente si tomamos en cuenta que sólo en éste ejemplo, 4,700 familias se alimentan de los empleos que Repsa ofrece. Necesitamos atraer inversión extranjera, necesitamos reglas claras para que éstas operen, necesitamos que sean creados empleos sólidos, necesitamos tecnología, ¿correcto? Entonces trabajemos para que Guatemala avance en esto que es fundamental para nuestro presente y futuro. No es necesario inventar el agua azucarada, existen fórmulas que podemos copiar como las leyes medioambientales de Uruguay. Y finalmente, para que todo esto funcione, es imperativo que los medios de comunicación actúen responsable y objetivamente, que dejen de manipular la información y de desinformar a la opinión pública. Sin el cuarto poder en orden, nada funcionará como debe.

El Poder del Cuarto Poder

Betty Marroquin
01 de octubre, 2015

Jim Morrison no se fumó ese pensamiento. El mundo en que vivimos, e infinidad de ejemplos, demuestran que tenía razón. El poder que tienen los medios es enorme, y no debe ser subestimado, en el más ínfimo detalle. Los medios nos dicen como vestir, que escuchar, que degustar, etc, hasta se meten con nuestra forma de amar. Es increíble por ende, el grado de responsabilidad que los medios tienen en lo que publican, en lo que transmiten, en lo que informan, y obviamente, en lo que desinforman.

Si lo vemos en política, los medios han hecho caer Jefes de Estado, han hecho caer líderes del Congreso, magnates, militares. Los medios de comunicación, que incluyen las redes sociales, llevaron al Presidente Barak Obama al poder, hicieron caer a Berlusconi en Italia, y entre otros, jugaron un papel importante en la caída del Presidente Otto Pérez. Los periodistas elevan una figura o la hacen añicos con un “plumazo”. Ese plumazo, requiere por tanto, un monumental sentido de responsabilidad. 

Inclusive, así como los medios hacen y deshacen figuras públicas y poderosas, hacen lo mismo con individuos comunes. Recuerdo el caso de un señor en Milán que fue falsamente acusado de pedofilía cuando ni siquiera se encontraba en el lugar donde supuestamente ocurrieron los hechos. Los medios lo hicieron pedazos, lo convirtieron en un paria de la sociedad en primera plana, para luego retractarse con un cuadrito pequeñito e insignificante en una página interna del periódico. Realmente, el poder que ostenta el cuarto poder es dantesco.

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Un abogado no debiera presumir nada partiendo del principio fundamental de Derecho que dice que somos inocentes fino a prueba contraria, pero la opinión pública no tiene un título de abogado. Entonces, ¿porqué tanto periodista tiene la mala costumbre de ser juez y jurado cuando comenta un hecho, en lugar de atenerse a reportar los hechos sin agregarle conjeturas personales? Quizás porque mientras mas sucia suene la noticia, mas vende. Y nosotros, la opinión pública, ¿porqué no iniciamos desde ya a cuestionar las opiniones, no los hechos, antes de basar nuestras conclusiones en las de esos periodistas? Creo que es importante tener presente que para muchos, y me incluyo (sólo que no soy periodista, soy analista) es difícil no emitir una opinión, y por ende, lo es para quienes ejercen el cuarto poder.

Veamos otros ejemplos, tremendamente graves. Exploremos superficialmente el caso del Río la Pasión. Cuando el desastre ecológico salió a la luz pública, mucha gente condenó a la planta procesadora de palma a priori, si bien los resultados de los varios análisis no habían tan siquiera iniciado. Primer error. Fue tal la presión, que el MP procedió erróneamente, ordenando el cierre temporal de la empresa Repsa sin tener siquiera el resultado de los análisis (vean el reportaje de Contrapoder del 20 de junio). Como reportado en Prensa Libre del 21 de julio, una delegación de la ONU pidió, como es lógico, una investigación exhaustiva de lo sucedido además de obtener muestras para ser analizadas por su equipo. Valerie Julliand, coordinadora residente de la ONU, criticó la aplicación de la Ley de Aguas, y culpó la pobreza de la población como causa de la contaminación. Recientemente, Prensa Libre del 25 de septiembre reportó en una entrevista a Alejandro Chacón, Gestor Ambiental de Repsa, aseguró que la contaminación podría venir de químicos usados para la creación de drogas ya que los estudios realizados por el EPA, la USAC y otros dan resultados de químicos no usados por Repsa. Cabe destacar que según lo reportado por Chacón en dicha entrevista, el MP llegó tres (si, 3) semanas después que fuera solicitada su intervención, y Gobernación, que tiene los laboratorios para evaluar los químicos mencionados, aún no llega a evaluar la situación.

Para mientras, la opinión pública ya ha condenado a Repsa, inclusive acusándola de la muerte de Rigoberto Lima, activista que denunció la contaminación e inculpó a la empresa sin tener pruebas. El diario El Periódico del 18 de septiembre reportó que Rafael Maldonado del Centro de Atención Legal, Ambiental y Social lamentó el crimen contra Lima, agregó que el secuestro de otros tres activistas, indicando que aconteciera justo después que la planta fuera cerrada, por trabajadores de la planta. Para rematarla, el Juzgado Pluripersonal de Primera Instancia Penal, Narcoactividad y Delitos Contra el Ambiente de Peten ordenó el cierre de la planta señalándola como causante de la contaminación ignorando los resultados emanados de las varias entidades que han examinado el agua. 

Hay mucha tela que cortar en este ejemplo, como la hay con las hidroeléctricas, las mineras y las torres de telefonía. Lo innegable es que la población ha sido y sigue siendo manipulable, que la desinformación impera y se disemina mucho más rápido que los hechos, lo que es irresponsable, especialmente si tomamos en cuenta que sólo en éste ejemplo, 4,700 familias se alimentan de los empleos que Repsa ofrece. Necesitamos atraer inversión extranjera, necesitamos reglas claras para que éstas operen, necesitamos que sean creados empleos sólidos, necesitamos tecnología, ¿correcto? Entonces trabajemos para que Guatemala avance en esto que es fundamental para nuestro presente y futuro. No es necesario inventar el agua azucarada, existen fórmulas que podemos copiar como las leyes medioambientales de Uruguay. Y finalmente, para que todo esto funcione, es imperativo que los medios de comunicación actúen responsable y objetivamente, que dejen de manipular la información y de desinformar a la opinión pública. Sin el cuarto poder en orden, nada funcionará como debe.