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Día Feliz

Adriana Lopez
10 de octubre, 2015

El 7 de octubre fue un día feliz para la mayoría de guatemaltecos. Se le califica con la palabra “feliz” porque, según la reina de belleza que me atendió en la caja del restaurante, por cada hamburguesa que comprara le podía dar a un niño la oportunidad de sonreír. Imagínese cómo me sentí de cruel cuando me vi comprando solamente una hamburguesa.

Aún así, debo confesar que para mi el “feliz” está ahí nada más para hacer alusión al grato efecto que provoca comer y gastar todo un día sin que la conciencia nos éste susurrando en el oído: “Ya fue suficiente, ¿no crees?”. Al final, uno se tranquiliza porque sabe que el dinero va para una buena causa y díganme si no es una muy buena idea poder ayudar mientras la pasamos bien con los amigos.

Aún así, no podemos decir que todos la pasaron tan alegre. No todos (y en especial los niños guatemaltecos) vivieron de la misma manera el “Día Feliz”; la verdad es que todas las historias son diferentes. El día no fue lo mismo para los privilegiados que pudieron ir con papá y mamá al restaurante más cercano a pedir su menú y además un postre. No fue el mismo para el chiquito que me ofreció limpiar el vidrio del carro con jabón y agua a las tres de la tarde con todo el sol pegándole en la cabeza y los brazos. No fue el mismo para la pareja de gemelitas que pasaron en la Cayenne del abuelo y la abuela por el autoservicio de zona 11. No fue el mismo para la niña que vi afuera de la sub-estación de policía a las seis de la tarde, mientras esperaba a que su mama terminara de poner la denuncia contra su padrastro; que le robó los ahorros y le pegó sin preocuparse de sus escasos meses de gestación. Y así hay muchos casos más que de ser mencionados seguirían retratando la distinta manera en la que los niños guatemaltecos viven el famoso “Día Feliz” por todo el país.

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No quiero hablar de los niños que pasaron éste “Día feliz” disfrutando, pues por desgracia su posición en la sociedad les permite tener voz, gustos, lujos y derechos que se cumplen todos los días; algo que es inimaginable para el resto de niños que vive en Guatemala con condiciones distintas, sin voz ni derechos y mucho menos gustos y lujos.

Lo cierto es que, hay niños en nuestro país que pasaron el “Día Feliz”con penas más grandes que conseguir dinero para comprar una hamburguesa; tenían necesidades más urgentes como conseguir medicamentos, comida, ropa, alguien que los defendiera de un opresor o en el más triste de los casos: tratando de encontrar un papá y una mamá que les haga sentir que son niños de nuevo. La noticia más chocante es que éstos niños no sólo pasaron el “Día Feliz” con éstos problemas, ellos pasan los 365 días del año sufriendo las penas que alguien más les provocó.

Hoy la invitación es a que recuente la cantidad de cosas buenas que tiene, se de cuenta de que su situación es 10 veces mejor que la de éstos niños y hasta logre reconsiderar los lujitos que se permite tener. Quizá la próxima vez puede compartir el darse un gusto con alguien que jamás se ha dado uno. Pero por sobre todo, si usted es papá o mamá, por favor enséñele a sus niños que a diferencia de ellos, hay otros niños que no tienen nada y que estarían muy felices de que alguien les compartiera un poco de lo que tienen.

Vamos a poder presumir de tener una buena ciudadanía cuando todo el pueblo entienda que no hay nada de malo en velar porque nuestro prójimo esté bien; y en especial que los niños estén bien y no conociendo a tan corta edad los trancazos que nos da la vida. Todos los niños en Guatemala necesitan nuestra ayuda para ser felices y gozar de sus derechos. ¿Qué va a hacer hoy para compartir lo que tiene con esa personita que lo necesita?

Día Feliz

Adriana Lopez
10 de octubre, 2015

El 7 de octubre fue un día feliz para la mayoría de guatemaltecos. Se le califica con la palabra “feliz” porque, según la reina de belleza que me atendió en la caja del restaurante, por cada hamburguesa que comprara le podía dar a un niño la oportunidad de sonreír. Imagínese cómo me sentí de cruel cuando me vi comprando solamente una hamburguesa.

Aún así, debo confesar que para mi el “feliz” está ahí nada más para hacer alusión al grato efecto que provoca comer y gastar todo un día sin que la conciencia nos éste susurrando en el oído: “Ya fue suficiente, ¿no crees?”. Al final, uno se tranquiliza porque sabe que el dinero va para una buena causa y díganme si no es una muy buena idea poder ayudar mientras la pasamos bien con los amigos.

Aún así, no podemos decir que todos la pasaron tan alegre. No todos (y en especial los niños guatemaltecos) vivieron de la misma manera el “Día Feliz”; la verdad es que todas las historias son diferentes. El día no fue lo mismo para los privilegiados que pudieron ir con papá y mamá al restaurante más cercano a pedir su menú y además un postre. No fue el mismo para el chiquito que me ofreció limpiar el vidrio del carro con jabón y agua a las tres de la tarde con todo el sol pegándole en la cabeza y los brazos. No fue el mismo para la pareja de gemelitas que pasaron en la Cayenne del abuelo y la abuela por el autoservicio de zona 11. No fue el mismo para la niña que vi afuera de la sub-estación de policía a las seis de la tarde, mientras esperaba a que su mama terminara de poner la denuncia contra su padrastro; que le robó los ahorros y le pegó sin preocuparse de sus escasos meses de gestación. Y así hay muchos casos más que de ser mencionados seguirían retratando la distinta manera en la que los niños guatemaltecos viven el famoso “Día Feliz” por todo el país.

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No quiero hablar de los niños que pasaron éste “Día feliz” disfrutando, pues por desgracia su posición en la sociedad les permite tener voz, gustos, lujos y derechos que se cumplen todos los días; algo que es inimaginable para el resto de niños que vive en Guatemala con condiciones distintas, sin voz ni derechos y mucho menos gustos y lujos.

Lo cierto es que, hay niños en nuestro país que pasaron el “Día Feliz”con penas más grandes que conseguir dinero para comprar una hamburguesa; tenían necesidades más urgentes como conseguir medicamentos, comida, ropa, alguien que los defendiera de un opresor o en el más triste de los casos: tratando de encontrar un papá y una mamá que les haga sentir que son niños de nuevo. La noticia más chocante es que éstos niños no sólo pasaron el “Día Feliz” con éstos problemas, ellos pasan los 365 días del año sufriendo las penas que alguien más les provocó.

Hoy la invitación es a que recuente la cantidad de cosas buenas que tiene, se de cuenta de que su situación es 10 veces mejor que la de éstos niños y hasta logre reconsiderar los lujitos que se permite tener. Quizá la próxima vez puede compartir el darse un gusto con alguien que jamás se ha dado uno. Pero por sobre todo, si usted es papá o mamá, por favor enséñele a sus niños que a diferencia de ellos, hay otros niños que no tienen nada y que estarían muy felices de que alguien les compartiera un poco de lo que tienen.

Vamos a poder presumir de tener una buena ciudadanía cuando todo el pueblo entienda que no hay nada de malo en velar porque nuestro prójimo esté bien; y en especial que los niños estén bien y no conociendo a tan corta edad los trancazos que nos da la vida. Todos los niños en Guatemala necesitan nuestra ayuda para ser felices y gozar de sus derechos. ¿Qué va a hacer hoy para compartir lo que tiene con esa personita que lo necesita?